Colocación de la tapa

La petrolera BP anunció ayer que la cabeza del pozo Macondo, obliterada por una tapa de 75 toneladas de peso, ha dejado de arrojar petróleo al Golfo de México. Es la mejor de las noticias posibles, y apunta hacia un feliz término—un cliché indebido en este caso—del desastre ecológico de origen petrolero más grande de todos los tiempos. Esto es así porque el procedimiento es provisional; en verdad, todavía está en período de prueba, y no se sabe si la tapa podrá contener el flujo en caso de que los barcos que ahora lo recogen se desconectan del pozo. Las mediciones de la presión en el pozo pueden durar unos dos días, antes de tener seguridad a ese respecto.

Las autoridades federales de los Estados Unidos se han mostrado cautelosas. Barack Obama ha calificado el desarrollo como “un signo positivo”, pero insistió en la provisionalidad de la solución. La Guardia Costera anticipó que BP volverá a liberar el flujo de petróleo para alimentar, con un sistema mejorado, hasta 80.000 barriles diarios a los tanqueros en el sitio, a la espera del pozo de alivio que podría sellar a Macondo permanentemente.

En verdad, BP necesita ese petróleo. Las consultas emprendidas por Reuters Insider obtuvieron un rango de 63 mil a 100 mil millones de dólares como estimación de los desembolsos de BP en los próximos quince años, para afrontar las multas, los costos de limpieza y las demandas judiciales que le llueven. Cualquier gota de petróleo que pueda recuperar es convertible en dinero, y cualquier buena noticia le permitiría apuntalar su maltrecha valoración de mercado. Al conocerse la noticia, las acciones de BP subieron de inmediato, cerrando en Nueva York a US$ 38,92. (A fines de junio había registrado su punto más bajo en catorce años: US$ 26,75). Transocean y Anadarko Petroleum también vieron subir sus cotizaciones.

La tapa que ha detenido la óleorragia de Macondo es, no cabe duda, una muy buena noticia, tan buena que cabe preguntar por qué no fue intentada antes, por qué tuvieron que pasar casi tres meses de derrame y desastre ecológico. Quizás una clave sea el siguiente dato: hace poco menos de un mes (18 de junio) que Tony Hayward no tuviera ya que ver en el asunto. LEA

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