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El Presidente de la República seudobolivariana de Venezuela me perdonará si no interpreto con fidelidad lo que dijo ayer, en la rueda de prensa a la que convocó representantes de la prensa extranjera, para un intento de controlar los daños que sufriera su anacrónica e inepta revolución el domingo 26 de septiembre. No vi prácticamente nada de esa rueda de prensa salvo el fragmento en el que la periodista Andreína Flores lo hace desvariar y contestarle con ataques personales, en una nueva exhibición de su pobreza argumental. Lo que conozco es la concisa y útil sinopsis que hiciera de ella Noticias 24, la que estimo fiel.
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Pone la nota de Noticias 24: “Chávez criticó a voceros opositores que se han adjudicado la victoria en las parlamentarias de ayer. ‘Esa es su naturaleza, (están) mintiendo, manipulando’, dijo”. Más adelante reporta: “Dijo entonces que la oposición logró 5.320.175 votos ayer, estableciendo una diferencia de más de 100 mil votos con respecto a las alianzas del oficialismo, que lograron 5.422.040 votos, aun cuando esto no era una elección nacional… ‘Ellos están sumando para sí más de 500 mil votos que corresponden a un conjunto de otros partidos que no son de la Mesa de la Ultraderecha’, aseguró Chávez”.
El presidente Chávez no tiene poderes sobrehumanos que le permitan conocer la naturaleza de nadie; ni siquiera tiene estudios de Psicología. La acusación de que quienes señalan que el domingo hubo más votos contra Chávez mienten y manipulan, en cambio, es una proyección clásica: el segundo más primitivo de los mecanismos de defensa psicológicos enumerados por Sigmund Freud. El presidente Chávez miente de modo consuetudinario, y con la misma frecuencia atribuye su conducta falaz a los que disienten de su política. Ya el 10 de agosto de 1998 escribí sobre esto un artículo (Yugo Chávez es un mentiroso) que publicó El Diario de Caracas, del que transcribo ahora unos pocos fragmentos:
Una de sus reiteradas explicaciones, cuando intenta defender su infeliz ocurrencia del 4 de febrero de 1992, es que el frustrado levantamiento de esa fecha se produce como rectificación “bolivariana” de los acontecimientos del 27 y el 28 de febrero de 1989. La lógica chavista procede más o menos de este modo: primero, Simón Bolívar había señalado que un ejército sería maldito si enfilaba las armas contra su pueblo; segundo, Carlos Andrés Pérez ordenó al ejército venezolano enfilar sus armas contra el pueblo en 1989; tercero, en consecuencia, la asonada del 4 de febrero no fue otra cosa que el castigo merecido por el pecado perecista.
Eso es mentira. Mentira dicha con el mayor desparpajo, con el mayor irrespeto por la inteligencia y la memoria de ese pueblo que él dice defender. Durante su breve prisión en el penal de Yare, cuando no preveía aún el posterior desarrollo de los acontecimientos y por tanto se encontraba algo descuidado, Hugo Chávez Frías admitió que el grupo que encabezó el intento de golpe de Estado de 1992 llevaba muchos años conspirando, por lo menos cinco años antes de que se produjeran los disturbios de 1989, la excusa que ahora ofrece como explicación.
Hugo Chávez Frías miente. Miente cuando dice y repite que el artículo 250 de la Constitución Nacional lo obligaba a la asonada. (Así declaró, por ejemplo, a la revista Newsweek en 1994). Hugo Chávez Frías miente. Porque el texto del artículo 250, que por sí solo constituye el Título XI (De la inviolabilidad de la Constitución) lo que dice en su primer inciso es lo siguiente: “Esta Constitución no perderá vigencia si dejare de observarse por acto de fuerza o fuere derogada por cualquier otro medio distinto del que ella misma dispone. En tal eventualidad, todo ciudadano, investido o no de autoridad tendrá el deber de colaborar en el restablecimiento de su efectiva vigencia”.
Veamos entonces. Hugo Chávez Frías estaría diciendo la verdad, por una parte, si el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez hubiera dejado de observar la Constitución por acto de fuerza o la hubiera derogado por un medio distinto del que ella misma dispone. Y es muy claro que ninguno de esos dos casos estuvieron presentes en 1992. Por otra parte, no creo que puede sostenerse que una conspiración militar, preparada largamente, puede ser entendida como una “colaboración” para el restablecimiento de la efectiva vigencia de la Constitución. Al contrario, nada hay más inconstitucional que la única acción notoria de Hugo Chávez Frías. (Artículo 115 de la Constitución: “Los ciudadanos tienen el derecho de manifestar pacíficamente y sin armas, sin más requisitos que los que establezca la ley”. Artículo 119: “Toda autoridad usurpada es ineficaz, y sus actos son nulos”. Artículo 120: “Es nula toda decisión acordada por requisición directa o indirecta de la fuerza, o por reunión de individuos en actitud subversiva”).
También manipula, para no decir que miente, el presidente Chávez cuando se refiere a la Mesa de la Unidad Democrática como la “Mesa de la Ultraderecha”. El partido COPEI, que antaño se ubicara al centro-izquierda, es hoy una organización de centro-derecha, como lo es Primero Justicia; ninguno de los dos puede ser ubicado sin faltar a la verdad en la derecha extrema. Los partidos Acción Democrática y Un Nuevo Tiempo, miembros como los anteriores de la MUD, son formaciones socialdemócratas, colocadas en el centro-izquierda. Los partidos Podemos, La Causa R y Bandera Roja son socialistas, organizaciones de izquierda. (Y el partido Patria Para Todos, que no pertenece a la MUD pero también se opuso al PSUV desde una postura socialista, tampoco puede ser considerado de derecha, mucho menos de ultraderecha. Si alguien manipula en estas cosas expertamente es Hugo Chávez).
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El domingo 26 de septiembre hubo más votos por candidatos que no eran del PSUV o sus aliados. Las cifras que ofreció el propio Presidente reflejan inequívocamente ese resultado. Más de la mitad de los votantes optó por rechazar la oferta oficialista, y esto es una realidad que el Presidente no podrá ocultar con ningún malabarismo, como tampoco el Consejo Nacional Electoral. (Cuadro de abajo con cifras totales definitivas del CNE).
Dice Noticias 24: “Chávez puso la jornada de ayer en cifras, indicando que las fuerzas aliadas al gobierno lograron el 59,39% de los diputados, mientras que la oposición logró 40% del parlamento”. Pero lo que Chávez oculta para su conveniencia es que en la Asamblea Nacional actuante el PSUV sienta a 139 diputados y esta vez logró elegir a 98; esto es una pérdida de 41 curules. Del lado opositor, la actual Asamblea tiene 11 diputados; la nueva tendrá 67 (65 MUD + 2 PPT), para una ganancia de 56 curules. (El oficialismo, no obstante, tiene una manera peculiar de sacar sus cuentas. Hoy reporta la web de Unión Radio declaraciones de la diputada electa al Parlamento Latinoamericano por el PSUV, Ana Elisa Osorio, quien dijo: “Hubo un decrecimiento, porque hoy en día sólo con el Partido Comunista y nosotros tenemos 98, y ellos llegaron a 65 después que tuvieron 80, así que realmente han venido perdiendo espacios”. De su propia pérdida parece no tener ningún conocimiento).
Que el PSUV alcanzó una votación mayor en mayor número de estados es verdad, pero la unidad de la democracia no es el territorio, es el ciudadano, y un mayor número de ciudadanos votó en su contra. Gracias a la redistribución sesgada de los circuitos efectuada por el CNE—así venga hoy la rectora Lucena, algo tarde, a defenderla con la cínica noción de que no se hizo para favorecer a nadie—, las zonas menos pobladas y desarrolladas del país quedaron sobrerepresentadas en la Asamblea. (Gustavo Tarre Briceño no tiene razón, sin embargo, cuando dice que esto es inconstitucional, puesto que la Constitución garantiza la representación de las minorías, pero igualmente garantiza la personalización del voto, es decir, la elección nominal, sin indicar la proporción de la mezcla de ambos principios. Ver sobre el punto Elecciones de Asamblea Nacional en este blog).
Que la elección tuvo una estructura mayormente circuital, como la llama el Presidente de la República, es también cierto, pero verdad es asimismo que el presidente Chávez quiso que se interpretara como un plebiscito sobre su persona, y aseguraba (el 16 de septiembre) que ya estaba en campaña para las elecciones de 2012 y que la elección de la Asamblea sería un preludio de lo que pudiera suceder en las elecciones presidenciales. No puede, por tanto, sin incurrir una vez más en la inconsistencia que le es tan característica, venir ahora con que las elecciones del pasado domingo eran circuitales y no deben ser interpretadas como un evento nacional.
Más aún: la campaña de los candidatos del PSUV fue asumida como una sola tarea colocada sobre los hombros universales y únicos de Hugo Chávez. Todavía cuelgan en las calles los carteles en los que el rostro del Presidente empequeñece el de los verdaderos candidatos. Y tan temprano como en mayo de este año, el fallecido Willian Lara, cuyo nombre fue escogido por el presidente Chávez para designar las operaciones de su aparato en la fecha electoral, definía el carácter único de la campaña. Leo en Correo del Orinoco del 10 de mayo:
Willian Lara, gobernador del estado Guárico y miembro del PSUV, hizo referencia a la campaña única que realizarán las candidatas y los candidatos que resultaron ganadores en las elecciones internas del partido revolucionario, para participar en la contienda por los curules de la Asamblea Nacional que se efectuarán el próximo 26 de septiembre.
El periodista y Gobernador del estado Guárico indicó que los candidatos ganadores en los comicios internos no podrán realizar campañas políticas individuales, sino en equipo. En ese sentido, el militante de la organización revolucionaria resaltó que se conformará un comando nacional de campaña, el cual se regirá bajo los estatutos de la dirección nacional del PSUV.
“Este comando de campaña abarcará cada uno de los circuitos electorales y, por ende, en cada uno de los estados del país”, dijo Lara, al tiempo que precisó que se debe “hacer una sola campaña para no segmentar al electorado“.
Ahora, cuando una mayoría nacional ha votado contra los candidatos de la alianza encabezada por el PSUV, el presidente Hugo Chávez pretende que ese planteamiento centralista y único de la campaña, en ámbito nacional, sea olvidado. Ya no quiere que se le mencione lo que Lara y él dijeron.
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Curiosamente, el presidente Chávez escogió referirse ayer a dos temas ajenos a las elecciones del 26 de septiembre: el primero fue su reiterada invitación—más bien desafío—a la convocatoria de un referendo revocatorio de su mandato.
Noticias 24 reproduce sus palabras: “Si dicen que ya son mayoría, convoquen un revocatorio. Les hago un reto, como dicen que son mayoría, ya yo cumplí tres años de este período, tres años y medio, les hago un reto: convoquen a referéndum. ¿No son mayoría? Háganlo. ¿Por qué esperar dos años?”
Es un tema que se ha convertido para él en obsesión. Desde el año pasado anda en eso. La última vez que lo planteara fue el 2 de junio, cuando añadiera un elemento nuevo: “¿Por qué no llaman a un referendo revocatorio, si la constitución les da ese derecho? Aprovechan las elecciones y piden un referendo para el 26 de septiembre”. Noticias 24 reportó ese día: “Según Chávez, el Consejo Nacional Electoral está en capacidad de organizar la consulta revocatoria en 4 meses”.
La idea de celebrar el referéndum junto con las elecciones la había plagiado de este blog, que había propuesto el 31 de mayo, dos días antes de lo que Chávez presentó como su ocurrencia, lo siguiente:
…somos los Electores—10% del registro electoral—quienes debemos ocuparnos de la convocatoria. Somos nosotros quienes, por iniciativa popular, tendremos que causar la consideración, por parte de cada ciudadano hábil para votar, de esta pregunta: “¿Está usted de acuerdo con la implantación en Venezuela de un sistema político-económico socialista?”
Este blog anuncia que ya hay quienes estamos estudiando la ingeniería de la cosa, y que nos proponemos que la consulta tenga lugar exactamente el domingo 26 de septiembre de este mismo año. De este modo, no se exige un gasto adicional y un esfuerzo organizativo distinto al Consejo Nacional Electoral.
Y es que este referéndum sobre el socialismo fue propuesto por vez primera en la Carta Semanal #341—Parada de trote—de Dr. Político el 23 de julio de 2009. Se trata de un referéndum que el Presidente de la República habría podido convocar en Consejo de Ministros si hubiera tenido las agallas, a diferencia del revocatorio que no puede convocar contra sí mismo. De hecho, en este blog—leído, si no por él mismo (águila no caza moscas), por su Sala Situacional—le dije:
De modo, pues, Señor Presidente, que si Usted ha recomendado insistentemente a sus opositores organizados en partidos políticos la convocatoria de un referéndum revocatorio en Su contra, a Usted puede recomendársele recíprocamente, más bien exigírsele, que convoque Usted mismo, en acuerdo con Sus ministros, el referéndum consultivo sobre la conveniencia de instaurar en nuestro país un régimen político-económico socialista.
Si Usted cree verdaderamente en la democracia participativa, si Usted puede ver que la pretendida instauración modifica profundamente la estructura y el concepto del Estado venezolano y las costumbres de la Nación, si puede ver que Usted no tiene derecho de imponer tal cosa, por su gravedad, sin recabar la opinión del Soberano, entonces Usted no puede negarse a la inmediata convocatoria del referéndum descrito. Usted nos debe esa consulta; se la debe al Pueblo, el Poder que le supera. (Emplazamiento de Caracas, 8 de febrero de 2010).
El presidente desafiante, el político que se la pasa retando y profiriendo amenazas, optó por ignorar el razonable emplazamiento. No tuvo el valor de asumirlo; él, que acostumbra decir que asume.
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La segunda referencia presidencial a un asunto desconectado de las elecciones del 26 de septiembre fue el descarado, lastimero y repetido intento de que no se le tenga por golpista. Una vez más, la cita procede de Noticias 24: “Yo participé en una rebelión, si lo llaman golpe, está bien, lo acepto. La rebelión está diametralmente opuesta a los golpes de Estado; fue la juventud militar que se alzó contra los altos mandos”.
Cada vez que Hugo Chávez se refiere a los actos abusivos del 4 de febrero de 1992 cambia los matices, dice cosas distintas. Él recordará que nos vimos por primera vez en un desayuno durante la campaña presidencial de 1998, y que ya en esa ocasión le hice conocer mi opinión acerca de su criminal abuso. Tal vez, en cambio, no leyera un artículo con el que penetré la revista Zeta, algo premonitoriamente, un mes antes del Carmonazo. De él cito:
Esto dice, por ejemplo, la Declaración de Derechos de Virginia, de la que calcaba tres semanas después la Declaración de Independencia de los Estados Unidos: “…cuando cualquier gobierno resultare inadecuado o contrario a estos propósitos—el beneficio común y la protección y la seguridad del pueblo, la nación o la comunidad—una mayoría de la comunidad tendrá un derecho indubitable, inalienable e irrevocable de reformarlo, alterarlo o abolirlo, del modo como sea considerado más conducente a la prosperidad pública”.
El sujeto del derecho de rebelión, como lo establece el documento virginiano, es la mayoría de la comunidad. No es ése un derecho que repose en Pedro Carmona Estanga o un grupo de comandantes que juran prepotencias ante los despojos de un noble y decrépito samán. No es derecho de las iglesias, las ONG, los medios de comunicación o de ninguna institución, por más meritoria o gloriosa que pudiese ser su trayectoria. Es sólo la mayoría de la comunidad la que tiene todo el derecho de abolir un gobierno que no le convenga. El esgrimir el derecho de rebelión como justificación de golpe de Estado equivaldría a cohonestar el abuso de poder de Chávez, Arias Cárdenas, Cabello, Visconti, Gruber Odremán, Chacón y demás golpistas de nuestra historia, y esta gente lo que necesita es una lección de democracia. (3 de marzo de 2002, referido en Salir de la caja, 25 de marzo de 2004).
Pero todavía insiste desde su mala conciencia, aunque nadie le hubiera tocado ayer el tema, ni siquiera Andreína Flores. Con la negación: el más primitivo de todos los mecanismos freudianos de defensa. LEA
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*Ésas son puras mentiras. Los amigos invisibles. Ir a descargar
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Luis, debes tambien subir el video, o el audio, del tema «Mentiras» de los Amigos Invisibles. La letra de ese tema, recrea tu argumento de hoy. Un abrazo.
Bueno, he capitulado ante la sugerencia de Jesús Sánchez Meleán.
Muchos escenarios surgen de la reciente elección parlamentaria; unos desde el punto de vista del abordaje al electorado en las campañas y otros a futuro, pero sobre todo, el necesario análisis o lectura a la expresión, al sentimiento de los ciudadanos venezolanos, plasmado en la elección que hizo de sus representantes ante la Asamblea Nacional.
El primer interrogante es: ¿cómo es posible que ante menos cantidad de votos se obtenga mayor número de diputados? La pregunta incomoda, hace que se mueva en la silla, trata de salirse por las ramas de la ofensa, pero ante la insistencia de la valiente y decidida periodista, titubea de nuevo buscando una respuesta que no encuentra, y es Jorge Rodríguez quien sale al rescate con una respuesta estúpida: “Eso está contenido en una ley”. Respuesta estúpida porque hace surgir otras preguntas lógicas que no se hicieron en ese momento, pero que quedan flotando en el aire—¿Y quién hizo esa ley? ¿Para qué?—, cuyas respuestas son evidentes: las hizo el gobierno a través de los mecanismos que utiliza abusando del poder, en acto ventajista para engañar al pueblo. Y logra engañarlo, pues los diputados del PSUV son legítimos en cuanto al origen: Elección Popular; pero jamás representativos porque no reflejan el sentimiento de la mayoría. Eso da como resultado ilegitimidad en el ejercicio respecto de la representatividad, que es la naturaleza de la elección parlamentaria.
¿Cómo se logró? De manera muy hábil, pues las campañas electorales se concentran en los sitios con mayor densidad poblacional y allí ganó la oposición; la fórmula dio resultado en esos circuitos donde hay mayor número de votantes, pero por economía del recurso humano (léase candidato), en la práctica suele dedicarse menos tiempo a los sitios con menor densidad poblacional, teniendo como resultado la garantía del voto para el candidato del gobierno. Porque esto sólo demuestra que el gobierno funda sus bases en la representación de ese grupo minoritario ubicado en los sitios con menos votantes. Es decir, funda sus bases en una gran mentira que para la oposición supone una gran verdad: son mayoría.
El presidente, convencido de que es el pilar fundamental del partido de gobierno, creyéndose el alfa y el omega de la revolución que no concreta y del prometido cambio que nunca llega, asume la campaña a título personal y se declara en pre campaña presidencial, trata de nuevo ser el portaaviones que otrora garantizó triunfos electorales, para descubrir, evidenciar, que ese portaaviones hace aguas, que fracturó la quilla al chocar con el iceberg de la incompetencia e irremediablemente se hunde en aguas gélidas, porque el sentimiento de la población se ha enfriado y descubre con horror que no equipó con botes salvavidas.
Trata de seguir confundiendo y engañando. Por eso salen a garantizar la promulgación de leyes que profundicen el modelo socialista, dicen que ahora sí, con esa “mayoría absoluta” (¿cuál?) en la Asamblea Nacional, se va a concretar las leyes que hacen falta; que el PSUV, como partido único, es la mayor fuerza electoral del país; lo dijo un desconcertado Aristóbulo con cara de pánico, repitiendo el incoherente discurso presidencial—incoherente porque está pensando que no equipó con botes salvavidas—; afirma su explicación de por qué son la primera fuerza política, con el recordatorio de que los demás son un montón de partidos minoritarios; y es aquí donde la oposición debe tener mucho cuidado.
De la desesperación surgen las verdades. La primera verdad es que hicieron una ley ventajista para garantizarse diputados, a sabiendas de que no son mayoría y ya no confían en el electorado; entonces violan la Constitución tantas veces como sea necesario, en un maquiavélico ejercicio del poder: “el fin justifica los medios”, que obliga a los venezolanos a acatar lo que ya no aprueba; pero el poder ya no reside en el pueblo, ha dejado de ser el soberano, pues ya no lo ejerce mediante la votación. Ya no existe un ejercicio participativo ni mucho menos protagónico y de representativo no queda ni la sombra. ¿A cuántos y a quiénes representan los diputados que, amparados en esa ley, ocuparán esas curules?
La otra verdad es que tienen pánico de que el Movimiento de la Unidad Democrática (MUD), se constituya como partido político; y aquí es donde deben concentrarse los esfuerzos. El trabajo de la oposición debe orientarse hacia ese objetivo; constituyan el MUD como un partido político de amplitud en procura de la reconciliación nacional. Que estatutariamente permita la militancia en otros partidos, que seguirán fortaleciéndose, pero que para las elecciones irán unidos como grupo mayoritario que representa una posición contraria al modelo socialista que se le ha impuesto a los venezolanos. Sería algo novedoso, moderno y reflejo de la aspiración de una sociedad que no admite más división, que no aguanta la descalificación como premisa y que necesita salir de este apartheid que está llevando a Venezuela a la mayor ruina moral y económica, al hundir a los ciudadanos en la más profunda desesperanza, haciendo que olvide sus derechos fundamentales, al someterlo a un eterno afán por la elemental supervivencia.
Si ya se logró un importante consenso, al anteponer al país a las aspiraciones personales, esto sólo sería un paso más.
Cordiales saludos.
¡Qué bueno, María Teresa! Estaban haciendo falta sus agudos comentarios, esta vez además profundos.
Me parece una idea muy bien pensada la imagen de un Movimiento de la Unidad Democrática que «estatutariamente permita la militancia en otros partidos». En el proyecto de una nueva organización política, de febrero de 1985, escribí:
«Los miembros de la Sociedad Política de Venezuela serán todas aquellas personas que manifiesten el deseo de serlo, conozcan su normativa y consientan en acatarla. En particular, no obstará para ser miembro de la Sociedad Política de Venezuela que una persona sea miembro de algún partido, del mismo modo que no se impedirá la entrada por razones de religión, sexo, raza, edad o cualquier otro criterio similar. Las ideologías son expresión de valores como lo son las posturas religiosas. Las diferencias ideológicas y prácticas entre los partidos venezolanos se han ido atenuando hasta el punto de que constituyen ofertas poco distinguibles, fenómeno que conocen y comentan aún algunos líderes de tales organizaciones».
Puede leer el proyecto completo en Proyecto – La Sociedad Política de Venezuela.
Gracias por su oportuna participación.
Muchas gracias, Dr. por la apreciación que de mis comentarios tiene. Ya somos dos los que públicamente solicitamos que se maneje esa posibilidad. Ojalá tenga eco la propuesta.
Saludos.
Sus comentarios han sido siempre muy serios y útiles. No he expresado suficientemente cómo los valoro.
El país está en efervescencia a partir de los portentosos resultados del domingo. Esto es así en ambos campos de la contienda. Hoy twitteaba Alberto Federico Ravell que ya se está formando un grupo dentro del oficialismo para lanzar en 2012 un candidato distinto de Hugo Chávez, y el lado opositor hierve frenéticamente con miles de iniciativas. También hoy, el amigo Luis Ordóñez me hizo llegar una invitación a un grupo en Facebook—¡horror!—que quiere promover la elección de un candidato presidencial único en primarias nacionales. Falta más de dos años, por supuesto, para las elecciones presidenciales, por lo que la iniciativa suena algo prematura, pero esto es una muestra de la galvanización del cuerpo político a sólo tres días del 26 de septiembre.
En mi apreciación, la MUD tiene ya lo que haría falta como plataforma de una candidatura presidencial exitosa, y Ordóñez y sus compañeros tienen razón en exigir elecciones primarias para determinarla. El candidato es otra cosa. En dos trabajos contenidos en este blog he tratado el problema: Tío Conejo como outsider (20 de julio de 2006) y, más recientemente, Retrato hablado (30 de octubre de 2008). Es de esperar que unas elecciones primarias permitan la emergencia de quienes puedan calzar los puntos de las descripciones allí ofrecidas.
Pero hay ahora tareas más inminentes. La MUD debe establecer una coordinación de la representación opositora en la Asamblea Nacional e invitar a los dos diputados del PPT—y a quienes estén listos para saltar la talanquera del PSUV—para asegurar la cohesión de la minoría actual de 67 curules (que puede expandirse). Diego Arria ha propuesto que ese conjunto se establezca de una vez como «asamblea de sombra» e incida desde ya sobre la actual Asamblea Nacional, en la que los más radicales son propensos a una interpretación incorrecta de los resultados del 26 de septiembre y pretenderán imponer cosas tales como una nueva ley habilitante y otros desaguisados.
Es tarea a mediano plazo, a ser acometida con sereno rigor, la construcción de una organización política lanzada al futuro que logre acoger, no tanto a las distintas franquicias políticas contenidas en la MUD como a sus hombres y mujeres, que han hecho méritos en la lucha y poseen una experiencia nada despreciable.
Los argumentos utilizados en la rueda de prensa con los comunicadores internacionales son tan estrafalarios que sólo se explican por la necesidad política de evitar la desbandada de sus adeptos más «duros».
El presidente tendrá que resignarse a una erosión continua y acelerada de aquellos que mantienen viva la ilusión de que, de alguna manera, el Jefe del Estado se ocupará eventualmente de ellos. Lo cual es una imposibilidad real, tal como lo demuestra la confesa ineptitud en cuanto a la construcción de viviendas y los múltiples factores generados por el «gobierno del malestar y del mal vivir»,
Las cifras del domingo pasado revelan la puesta en marcha de un deslave afectivo, y el cundir del despecho en relación a las ofertas del oficialismo. La única estrategia considerada como permisible por la jefatura máxima es la «profundización» de la cada vez más etérea «revolución».
Por consiguiente, habría que ir prefigurando los atropellos legislativos que acometerá la AN actual durante los próximos dos meses y medio, mandando «a lavarse ese paltó» y a «bailar joropo» a la mayoría creciente de la población, testigo de cómo la marcha hacia la omnipotencia se traduce en una impotencia para ocuparse de las necesidades de la gente.
Paradójicamente, de tanta «profundización» sólo surgirá un mayor hueco.
Mis felicitaciones por refutar tantas argumentaciones sosas y tantos vocablos vacíos de todo contenido real.
Te reconozco toda la razón. En las condiciones actuales, que tienen tiempo formándose y seguirán, como pones, en la misma dirección, el costo político de cada nuevo desaguisado no puede hacer otra cosa que subir. Gracias.