Las Ciencias Políticas están de luto en Venezuela; ya no está con nosotros Mauricio Báez Cabrera. Durante muchos años fue Profesor Titular del postgrado en Ciencias Políticas de la Universidad Simón Bolívar, la institución que amó por sobre toda otra cosa. Respetado y querido por colegas y alumnos, lo dio todo por esa casa de estudios, a la que incluso quiso donar su estupenda biblioteca.
Mauricio fue un profesor insigne; por sus venas corría la docencia y el alimento que tomaba era el de la investigación. Tenía un instinto inerrante en la apreciación de la opinión pública, y tino en el juicio de nuestro proceso político. Él, que ostentaba un Ph. D. en Ciencias Políticas de la Universidad de Pensilvania, nunca dejó de aprender; después de su jubilación se había empeñado en obtener un Doctorado en Historia, otra de sus pasiones. Quedó pendiente sólo la culminación de la tesis de grado. Lo que nunca quedó pendiente fue su seriedad, su responsabilidad académica, su amistad. A él debo agradecerle su paciencia y su lealtad, su consejo, su incesante estímulo.
El Dr. Báez dejó obra interesante y rara, publicada en libros y revistas de su disciplina. Varios trabajos dedicó a los conflictos en América Latina, un tema de escasa bibliografía. (Acción y reacción en la política internacional: El conflicto de Leticia; Los orígenes de la guerra fría; El conflicto boliviano-paraguayo del Chaco; Universalismo y regionalismo: El colapso del régimen guatemalteco del Presidente Jacobo Arbenz; La guerra de la Confederación peruano-boliviana (1836-1839) y la teoría y práctica del balance de poder). Era un integracionista decidido; dirigió el Centro de Estudios de América Latina de la USB, desde donde organizó importantes eventos. Con la prudencia característica del científico, expresaba su verdadero sueño en cita final de Simón Bolívar:
Queda a nosotros los americanos encontrar una respuesta a la afirmación del Mariscal Sucre, en el sentido de que “todos los americanos hemos construido nuestros edificios políticos sobre arena”, y partiendo de una perspectiva que pueda acercar las ilusiones a las realidades y aleccionados por las experiencias acumuladas desde la ruptura de la unidad del mundo hispano y luso parlante, ahora estar cerca de “ver formada en América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riquezas que por su libertad y gloria”. (Teoría y práctica del balance de poder en las relaciones internacionales – Los tiempos de Simón Bolívar).
Mauricio cultivaba un hermoso parral en la terraza de su habitación en La Carlota, de la que fue vecino ejemplar y apreciadísimo. Comía unas pocas de las uvas resultantes, y llegó a hacer vino con ellas; pero ahora lo cuidaba por una sola razón: para que los pájaros que lo visitaban, seguros de ser bienvenidos, tuvieran alimento. Siempre me recordó a Francisco de Asís; era igualmente bondadoso.
Ha partido, pues, un gran venezolano, un gran amigo y consejero. Lloro por su ausencia. LEA
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Con la desaparición de Mauricio Baéz se nos hace un hueco en la reflexión sobre qué país queremos. ¿Habría alguna iniciativa para recuperar sus obras completas? ¿Sería posible que Dr. Político publicara algunos de sus artículos?
Un cordial saludo
Es como dices. Supongo que habrá iniciativas en ese sentido. Hoy ha puesto Víctor Mijares, colega de Mauricio en la USB, un artículo en Tal Cual en recuerdo de él, que pude leer por amabilidad de Juan Antonio Muller. (Lo copio abajo). Ayer me dijo un amigo común a quien participé la triste noticia que gente del Cono Sur, ignorando su deceso, casualmente hablaba por estos días de reeditar su trabajo sobre la guerra peruano-boliviana, por considerarlo de especial utilidad.
Los trabajos de Mauricio eran más bien estudios antes que artículos, de longitud excesiva para el blog. Por correo separado te haré llegar (en .pdf) Teoría y práctica del balance de poder en las relaciones internacionales – Los tiempos de Simón Bolívar.
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Mundo
Miércoles 19 de Enero de 2011
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TalCual
IN MEMORIAM: MAURICIO M. BÁEZ C.
VÍCTOR M. MIJARES
El fin de semana la USB padeció la sensible y prematura pérdida del Prof. Mauricio Báez. Quiero aprovechar estas líneas para rendir un muy humilde (y sin duda incompleto) homenaje al politólogo, internacionalista e historiador.
Graduado en ciencia política y con un master en estudios latinoamericanos por la Universidad de Georgetown, el profesor Báez completó su doctorado en relaciones internacionales en la Universidad de Pennsylvania. Desde joven se
interesó por el desarrollo de dos líneas de investigación tan clásicas como él: conflictos internacionales y comportamiento electoral. En la USB alcanzó muy temprano la categoría de profesor titular, llegando a ser Director del Centro de Estudios Norteamericanos, Coordinador Académico de los Postgrados en Ciencia Política, Jefe del Instituto de Altos Estudios de América Latina y Presidente de la Fundación «Bicentenario de Simón Bolívar». Sus trabajos fueron desde el estudio de conflictos armados, hasta las aplicaciones de la teoría del balance de poder, pasando por la reflexión acerca de los fundamentos de la viabilidad de las sociedades modernas. Pero su actividad como asesor se inició antes que su vida como académico, delineando predicciones y escenarios electorales para organizaciones políticas y grupos empresariales, y como consultor de temas geopolíticos para la industria petrolera.
Me brindó el honor de dictar el componente teórico-geopolítico de su curso sobre «Geopolítica del Petróleo», y en más de una ocasión tuve que suplirlo en el aula dada su quebrantada salud. Sin embargo, eso no minó su vocación
de profesor, pues exigía corregir conmigo, a través de largas lecturas en voz alta, cada trabajo final. Esos fines de semana de preparación clases y corrección de curso compartido, me dieron la oportunidad de largas conversaciones sobre casi cualquier tema. Recurrentemente me decía que a mi edad él había experimentado la misma pasión por los libros, las teorías y los métodos de nuestra disciplina, pero que los años le había hecho sustituir la pasión por el conocimiento por el relajado disfrute de la sabiduría.
Mientras tanto, me desafiaba a desarmar y armar un rifle de aire, tras lo cual el siguiente reto era derribar con el mismo una serie de latas con el mínimo de balines. Pocas visitas a su casa no terminaban por un vistazo y una solicitud de sugerencia a su proyecto de trenes a escala en una habitación que acondicionaba a tal fin. Cuando la conversación entraba en los terrenos de los ferrocarriles, había pocas cosas que pudiesen competir con esa pasión (¡no todo podía ser corrección de trabajos!).
Hasta el final se mantuvo ideando proyectos de toda índole. Su imaginación parecía inagotable. Su jubilación que le llegó un poco en contra de su voluntad parecía una oportunidad para dedicarse a explorar cada idea con la calma necesaria, pero su salud no se lo permitió. Hoy lamento su partida, pero atesoro haber sido amigo de Mauricio Báez.
Luis Enrique: gracias por estas palabras que escribiste sobre mi papá.
Yo siempre recuerdo cuando íbamos a tu casa y escribí mi primer trabajo en el colegio en tu Macintosh hace ya un tiempo.
Gracias de nuevo
Gracias a ti Mauricio, por haber visitado mi blog, por ser el hijo de mi amigo. Él te quería muchísimo y tú lo llenabas de orgullo. Cuando hacías tu trabajo en mi primer Mac (adquirido a fines de 1985) tú andabas de 12 a 13 años de edad. Guardas en tu empaque personal gestos y entonaciones con los que tu padre vive en ti.
¡Qué mala noticia! Hasta ahora me entero de la desaparición física del profesor Báez. Tuve la oportunidad de ver clases con él en la Universidad Simón Bolívar en mi segundo trimestre. Es lamentable no tener entre nosotros a un ser tan brillante, muy orgulloso de su hijo (al que siempre nos hacia referencia como futuros ingenieros) y que hacía clases totalmente diferentes en cada oportunidad.
Mauricio Marcelino Báez Cabrera era un universitario medular; llevaba la academia en la sangre. Pocas personas he conocido que sintieran la universidad como propósito vital de modo tan intenso. Gracias por su recuerdo.
El prof. Báez era sumamente abierto en sus clases pero, por otro lado, riguroso. Recuerdo que una vez un colega me pidió que le pidiera autorización para traer a unos académicos con una ideología opuesta a la del profesor y a la mía y el colega quedó atónito al saber que no solamente los recibió sino que, a pesar de esas diferencias ideológicas fuertes, nos tomamos un cafecito con los invitados.. También, tuve el honor de que corrigiera mi examen doctoral
Gracias por recordarnos el carácter abierto de Mauricio Báez, respetuoso de la opinión contraria a la suya. Tenía un hermoso corazón.