A Ramón Peña, Orden del CHAPATEC (Comité de Habladores de Paja Tecnológica) en grado de Comendador
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Ramon Fernandez, tell me, if you know,
Why, when the singing ended and we turned
Toward the town, tell why the glassy lights,
The lights in the fishing boats at anchor there,
As the night descended, tilting in the air,
Mastered the night and portioned out the sea,
Fixing emblazoned zones and fiery poles,
Arranging, deepening, enchanting night.
Oh! Blessed rage for order, pale Ramon,
The maker’s rage to order words of the sea,
Words of the fragrant portals, dimly-starred,
And of ourselves and of our origins,
In ghostlier demarcations, keener sounds.
Wallace Stevens
The Idea of Order at Key West
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Dos rasgos tiene esta nueva entrada musical en el blog: un carácter obsesivo y una buena dosis de arbitrariedad.
La obsesión es compartida con quienes tienen la placentera costumbre de escuchar música en compañía. Con relativa rapidez, adquieren un hábito complementario: el de comparar versiones distintas de una misma pieza con el ánimo de discutir hasta la muerte acerca de las virtudes de un director sobre otro, de un cantante sobre otro, de una orquesta sobre otra y hasta, en el caso de verdaderos especialistas, de una casa grabadora sobre otra.
Así, es lo más frecuente que los melómanos se organicen en bandos o partidos, y lo más común es que los líderes de los respectivos movimientos sean cantantes, usualmente de ópera. (En La voz de titanio, se refiere en este blog cómo en los años cincuenta y sesenta del siglo pasado se dio una larga guerra entre los católicos partidarios de Mario Del Mónaco y los inteligentísimos hugonotes que apoyábamos—lo hicimos con éxito de gran facilidad—la causa de Jussi Bjoerling).
Los cotejos de esta clase llegan a la obsesión, y la entrada que propongo no es otra cosa que una manifestación aguda de tal enfermedad musical. Se trata de traer aquí nada menos que ocho versiones de exactamente la misma pieza: Dein ist mein ganzes Herz (Eres el deleite de mi corazón), aria-canción de la opereta El país de las sonrisas (Das Land des Lächelns), de Franz Lehár.
Por supuesto que la canción es bellísima: en esta entrada se la propone, primeramente, en versión instrumental, para establecer colonia en nuestros oídos con sus maravillosas melodías (dos temas en una clásica forma ABA; primer tema o sección, segundo tema, repetición del primero). Inmediatamente después, seis tenores diferentes la cantan, uno de ellos dos veces en una versión en inglés y, luego, también en el original alemán.
La arbitrariedad es otra cosa. Ruego ser creído cuando digo que he considerado el efecto de tedio o náusea que esa conducta obsesivamente repetitiva puede causar en algunos visitantes. Pero mi esposa me ha dicho: «Ése es tu blog; tú puedes poner allí lo que te dé la gana». Animado, pues, de tan altruista sentimiento, incurro en acto arbitrario perché mi piace.
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André Rieu es, no cabe duda, un gran popularizador de la música culta. Sus conciertos reciben la asistencia, muy principalmente, de gente joven poco familiarizada con el repertorio de concierto. Caballero de la Orden del León de los Países Bajos, Rieu nació en Maastricht, pero proviene de una familia francesa de hugonotes, buena gente de Dios. Es a él y a su animosa orquesta de divulgación musical que confiamos la tarea de presentar aquí la hermosa canción de Lehár:
Manteniéndonos en terreno familiar, es seguramente la rendición que José Carreras hace de la pieza la más conocida entre las versiones recientes puesto que, en la serie de conciertos de Los Tres Tenores, Domingo y Pavarotti se la dejaban las más de las veces a él. Carreras, entre muchos honores y títulos que ostenta, es Chevalier de la Légion d’Honneur de Francia. (Bajo el archivo de audio, la letra de la canción en alemán).
Dein ist mein ganzes Herz!/ Wo du nicht bist, kann ich nicht sein./ So, wie die Blume welkt,/ wenn sie nicht küsst der Sonnenschein!/ Dein ist mein schönstes Lied,/ weil es allein aus der Liebe erblüht./ Sag mir noch einmal, mein einzig Lieb,/ oh sag noch einmal mir:/ Ich hab dich lieb!
Wohin ich immer gehe,/ ich fühle deine Nähe./ Ich möchte deinen Atem trinken/ und betend dir zu Füssen sinken,/ dir, dir allein! Wie wunderbar/ ist dein leuchtendes Haar!/ Traumschön und sehnsuchtsbang/ ist dein strahlender Blick./ Hör ich der Stimme Klang,/ ist es so wie Musik.
Dein ist mein ganzes Herz!/ Wo du nicht bist, kann ich nicht sein./ So, wie die Blume welkt,/ wenn sie nicht küsst der Sonnenschein!/ Dein ist mein schönstes Lied,/ weil es allein aus der Liebe erblüht./ Sag mir noch einmal, mein einzig Lieb,/ oh sag noch einmal mir:/ Ich hab dich lieb!
Ahora es un primer sueco quien canta la canción. Nicolai Gedda, el tenor supuestamente más grabado de la historia, recibió la Medalla Real Litteris et artibus de Suecia.
Con Herbert Ernst Groh, exitoso tenor suizo nacido en Lucerna, nos acercamos a la fuente germánica del manantial. Es probablemente la parsimonia suiza la que nos impide conseguir noticia de algún honor o condecoración que haya sido impuesta a Groh, pero él murió reconocido como una de las más finas voces del siglo XX.
Una muy seria competencia proviene del canto claro, preciso y fuerte del alemán Fritz Wunderlich. A sus 36 años murió al caer bajando la escalera de la casa de vacaciones de un amigo. (Mi accidente decembrino, también en una escalera, fue más afortunado). Wunderlich no tuvo tiempo de recibir condecoraciones.
Y llegamos, por fin, a oír Dein ist mein ganzes Herz cantada por quien fuera, en vida, el verdadero dueño de la canción: el austriaco Richard Tauber, cantante de excepcional timbre y gran control de la voz. Primero la canta en inglés (la letra abajo), luego en alemán. Lehár y Tauber eran grandes amigos, y El país de las sonrisas fue compuesta con el Tauberlied (canción de o para Tauber) de rigor: Eres el deleite de mi corazón. (Una primera versión de la opereta, Die gelbe Jacke, La chaqueta amarilla, estrenada en Viena en 1923, fue revisada y convertida en El país de las sonrisas, presentada en Berlín en 1929 con Tauber en el papel principal de Sou-Chong). Tauber ha recibido el honor de más de un premio instituido en su memoria, como la Medalla de la Sociedad de Música Anglo-Austriaca.
You are my heart’s delight,/ And where you are, I long to be/ You make my darkness bright,/ When like a star you shine on me/ Shine, then, my whole life through/ Your life divine bids me hope anew/That dreams of mine may at last come true/ And I shall hear you whisper, “I love you”.
In dreams when night is falling/ I seem to hear you calling/ For you have cast a net around me/ And ‘neath a magic spell hath bound me/ Yours, yours alone/ A wondrous air is your beautiful hair/ Bright as a summer sky is the night in your eyes/ Soft as a sparkling star is the warmth of my love.
You are my heart’s delight,/ And where you are, I long to be/ You make my darkness bright,/ When like a star you shine on me/ Shine, then, my whole life through/ Your life divine bids me hope anew/ That dreams of mine may at last come true/ And I shall hear you whisper, “I love you”.
Pero por más que Tauber tuviera un timbre de gran variedad, fue Jussi Bjoerling (otro sueco más), La voz de titanio, quien cantara con mayor riqueza de armónicos y la voz más educada de todas. Aquí canta la canción en vivo, al inicio en sueco y en alemán a su conclusión. Más que una condecoración vale lo siguiente: en 1999, una encuesta entre críticos del Reino Unido lo ubicó en la cima como el más grande cantante del siglo XX. Ahí queda eso, monegascos ridículos.
Haga usted, si ha sobrevivido a las náuseas, su propia selección entre los seis cantantes presentados. ¿Quién ha cantado mejor Dein ist mein ganzes Herz?
La obsesión es para toda una vida. Usted puede escucharla cantada por un gentío. Por ejemplo, puede ver en YouTube otras versiones por Plácido Domingo, Rolando Villazón, Luciano Pavarotti (en italiano), Joseph Schmidt, Piotr Beczala, Rudolf Schock, James Longacre, Richard Tucker, Paul Potts (con fama de Britain’s got talent), etcétera. Está visto que no es sólo a mí a quien le gusta la canción. Cambio y fuera. LEA
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¡Hola, mi estimado Dr. LEA!
¡Cuán lejos de la náusea ha estado tan delicioso ejercicio musical! Lo he disfrutado mucho. En cuanto a mis preferencias personales, colocaría en primer lugar a Jussi Bjoerling junto a Plácido Domingo (a quien busqué en YouTube como a algunos otros). Excelentes ambos, seguidos de Richard Tauber y luego Herbert Ernst Groh. Sin embargo, si me lo permite, haría la acotación que lamentablemente las grabaciones mas viejas carecen de la calidad de las más recientes y le restan brillo a una ejecución que en persona de seguro fue maravillosa. Para ponderar a Tauber, de quien sé tuvo un gran reconocimiento en su momento y posteriormente, tuve que buscar varias grabaciones.
Nuevamente, ¡gracias por un rato muy grato!
Gracias, Don Néstor, por su cálida participación. En este punto, tenemos exactamente las mismas preferencias. Para mí, el canto de Bjoerling es el más bello que he escuchado, y prefiero a Domingo ante, por ejemplo, Pavarotti. Hay un asunto de nobleza en la dulce y elegante musicalidad de Domingo. Villazón es una presencia refrescante. Y tiene usted razón en la injusticia de las grabaciones antiguas, pero así es la vida.
Hola, Luis Enrique.
Gracias mil por la dedicatoria de esta hermosa colección y también por la evocación de nuestro viejo Chapatec, cultor de un tema del cual hoy ni siquiera se habla.
Maravillosa el aria que escogiste. Además, guardo una cercanía sentimental con las operetas de Lehár, pues eran la favoritas de mi padre (quizás porque en sus años mozos tuvo un romance con una intérprete de Die Lustige Witwe. ¡Qué envidia!).
De las grandes voces que escuché, sin vacilación comparto tu preferencia por Bjoerling, de quien disfruto todo lo que le escucho. También me encantó el fraseo y la modulación de Nicolai Gedda. Pero, mejor aún, las disfruté todas. Ahora voy a buscar el resto en YouTube, especialmente a Domingo, a quien tuve el placer de escucharlo haciendo una estupenda interpretación del Príncipe Danilo en el Met y posteriormente dirigiendo la misma opereta.
Gracias de nuevo y que sigamos disfrutando de estos maravillosos recitales dominicales.
Un abrazo,
Ramón
Gracias a ti, Ramón. Se me ocurrió que habiendo manifestado antes en este blog tu conocimiento del canto mayor, te habías hecho acreedor a la dedicatoria. ¿Habrá sido—me pregunto—la amiga de tu padre, ella misma, una viuda alegre? Encontrarás que la versión de Domingo es muy buena. Es una lástima, por otra parte, que la tecnología de grabación (asunto de CHAPATEC) no estuviera tan desarrollada para la época de Tauber. Su voz tenía una superior riqueza en su timbre.