El mundo de Twitter—algunos lo llaman pajarera—es proclive a la distorsión. En la mañana del 23 de enero, poco antes de que tuviera lugar en la popular barriada de Altamira la firma, no unánime, de un compromiso programático de precandidatos de la Mesa de la Unidad Democrática, alguien pió de esta manera: «Consultores 21 calcula que 28% del RE irá a primarias».
Bueno, eso no fue lo que dijo la encuestadora; tan sólo registró que en su medición del 5 al 15 de diciembre del año pasado 561 entrevistados de una muestra de 2.000 ciudadanos—28,05%, redondeado gráfica y conmovedoramente a 28,1%—indicaron «alto nivel de seguridad de participación» en las elecciones primarias de la oposición el próximo 12 de febrero. En ningún momento alude Consultores 21 al registro electoral.
No cabe en 140 caracteres de un tweet, naturalmente, señalar que la expresión de tal intención ha venido descendiendo; era de 34,9% (no redondeado en este caso a 35%) en marzo de 2011, fue de 29,5% en junio y llegó en octubre a 27,7%. Los «debates» del 14 de noviembre (Globovisión) y el 4 de diciembre (Venevisión) pudieron añadir escasamente 0,4% a la declarada propensión a votar. Tal vez el tercer «debate» de anoche—de nuevo en Globovisión, con rating inferior a 3%—haya consolidado esas cuatro décimas de reciente incremento. (Principalmente porque se insistiera neciamente, con voto salvado de Diego Arria, en que vivimos en «el mejor país del mundo»).
Si el registro de la encuesta de hace un mes se tradujera en la asistencia efectiva de 28% del registro electoral, se presentaría a las mesas primarias un total de 5.134.895 electores. (El sábado 21 de enero informó el noticiero de Venevisión que el Consejo Nacional Electoral había aprobado, en su primera sesión del año, un registro electoral en diciembre de 18.338.913 ciudadanos aptos para votar). Guardemos esa cifra en la memoria, para que aprendamos del valor predictivo que una medición como la de Consultores 21 puede tener. Las elecciones primarias del 12 de febrero estarán administradas por el CNE; la MUD no podrá exagerar la participación, como hiciera COPEI en febrero de 1993 al anunciar la victoria de Oswaldo Álvarez Paz sobre Eduardo Fernández en las primarias del partido.
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Una segunda medición de Consultores 21, similar a las de otras encuestadoras, da base al pronóstico estándar de siempre: de no ocurrir dramáticas fluctuaciones, el candidato presidencial de la oposición mineralizada será Henrique Capriles Radonski, quien saca una ventaja de veintiún puntos (20,9) a su más cercano seguidor, Pablo Pérez, el titular del profundísimo lema «Salir de abajo, echar p’alante, vivir en un país mejor». Por si fuera poca esa posición delantera, Leopoldo López ha decidido declinar su candidatura a favor de Capriles. Para el autor del tweet del comienzo, tal cosa sumaría 11,2% al gobernador mirandino, presentando a Pérez una cuesta de 32 puntos, imposible de remontar aunque su maquinaria fuera más eficiente que las de Capriles y López combinadas a la hora de llevar gente a votar.
María Corina Machado debe tener un desempeño mejor que el medido por Consultores 21 en diciembre; parte de la clientela de López la escogerá como opción y, ciertamente, su puya a Hugo Chávez la convirtió en la estrella política de la semana pasada, pero no viene María. Diego Arria pasa por la vergüenza de no llegar a 1% de las preferencias, duplicado por la candidatura indigente de Pablo Medina. Le saldría, como a López, declinar su candidatura en la Sra. Machado, a quien dijo que entregaría la banda presidencial y quien tiene el discurso que más se acerca al suyo en agresividad.
Esperemos, pues, que Consultores 21 mida a partir del 12 de febrero si Capriles es gallo para Chávez. LEA
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Una buena amiga me envió correo para registrar su alarma por el intercambio de Capriles Radonski y el conductor del «debate» de anoche, 23 de enero de 2012, en torno a la ortografía del nombre Enrique, que el candidato usa con hache. Le conté que hace casi una treintena de años un amigo llamó para ofrecerme un hijo que le acababa de nacer; me dijo que lo llamaría Henrique, pues así era el nombre de la gente con real: Henrique Pérez Dupuy, Henrique Machado Zuloaga, Henrique Salas Römer, Miguel Henrique Otero y su abuelo, Henrique Otero Vizcarrondo…
Yo prefiero quedarme con Enrique Jardiel Poncela, autor de la divertida e irreverente novela Amor se escribe sin hache. Alguna vez cité su definición de bote salvavidas (en Para leer mientras sube el ascensor): «Lancha que sirve para que se ahoguen juntos los que se iban a ahogar por separado». No sé por qué evoca en mí a la Mesa de la Unidad Democrática.