Abajo se incluye la lámina de Datanálisis sobre intención de voto. La diferencia medida por la encuestadora a favor de Hugo Chávez Frías es de 13,3 puntos sobre Henrique Capriles Radonski. La encuesta registra una altísima disposición a ir a votar (91,8%). Entre quienes apoyan a Chávez, 26,3% se autodefine como votante no alineado; en el caso de Capriles, esto ocurre con 21%. No puede esperarse milagros del candidato opositor en este segmento.
Pensar es olvidar diferencias, es generalizar, abstraer. En el abarrotado mundo de Funes no había sino detalles, casi inmediatos.
Jorge Luis Borges
Funes el memorioso
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En nada es procedimiento científico promediar las mediciones de varias encuestadoras sobre una misma cosa. En apariencia escrutan lo mismo, pero cada investigadora de opinión usa su propia técnica de muestreo y formula sus propias preguntas. Un promedio, sin embargo, es un dato ilustrativo, en particular si las diferencias no son tan grandes entre los datos.
Así, por ejemplo, se hizo en El milagro del Marne, el artículo principal de la Carta Semanal #214 de doctorpolítico, emitida tan sólo tres días antes—30 de noviembre—de las elecciones presidenciales de 2006:
No hay, en consecuencia, buenas razones para votar por Chávez, que insiste en reivindicar la bondad de un abuso, pero a pesar de esta situación, la mayoría de las encuestas registra, a mediados de este mes que hoy concluye, una partición de 60% de la intención de voto a favor de Chávez y 40% a favor de Rosales. Son otros criterios los empleados por la mayoría de los electores. (AP/Ipsos, 59%-27%; Consultores 21, 58%-41%; Datanálisis, 53%-26%; Datos, 55%-28%; Evans McDonough, 57%-35%; Keller, 52%-48%; Penn, Schoen & Berland, 48%-42%; Zogby/Universidad de Miami, 60%-31%. Si dejamos de lado a la única “encuestadora” que da como triunfador a Rosales—CECA, que el año pasado quiso vendernos que después de Diosdado Cabello el preferido como posible sucesor de Chávez, con 17,2% de preferencias, era ¡Oswaldo Álvarez Paz! También sostenía que Enrique Tejera París disfrutaba de ¡14,3% de apoyo para su candidatura!—y a la polémica encuesta realizada por profesores de la Universidad Complutense de Madrid, que vuelve a dar ventaja a Chávez de entre 15 a 20 puntos, las cifras inventariadas arrojan un promedio de 55,25% para éste y 34,75% para Rosales. Sumados estos promedios totalizan 90% de las preferencias, y entonces todavía habría 10% de indecisos. Llevados, finalmente, a escala de 100, los promedios de las encuestas dan a Chávez 61% y a Rosales 39%).
Conviene recordar los números de la votación efectiva del 3 de diciembre de 2006: Hugo Chávez Frías, 62,84% (digamos 63%); Manuel Rosales 36,90% (pongamos 37%). Es decir, a la postre el poco riguroso promedio terminó teniendo valor predictivo.
Ya se conocen las diferencias medidas por ocho encuestadoras en la intención de voto para el próximo 7 de octubre. A las ya publicadas—Hinterlaces, Dinámica Venezuela, Consultores 30.11, GIS XXI, IVAD, Consultores 21—se añade la medición de Datanálisis (sobre trabajo de campo concluido el Día de San José), que arroja 44% a favor de Hugo Chávez Frías y 31% a favor de Henrique Capriles Radonski, y la respuesta obtenida a regañadientes de alguien muy cercano a Joe Saade, el Presidente de la firma Datos, quien se la ofreció: una ventaja de 16 puntos a favor del actual Presidente de la República. (No pude hablar con Alfredo Keller; estará fuera del país hasta el 11 de abril, cuando se cumple una década de una inmensa gesta popular y, al día siguiente, la de una infamia).
En este grupo, el promedio de la diferencia a favor de Chávez es de casi exactamente 20 puntos (20,025%). Supongamos que para calmar a los extremistas dejamos afuera la encuestadora de Jesse Chacón—golpista del 27 de noviembre de 1992—y a Consultores XXI, firma asociada por algunos a la campaña de Capriles. Entonces el promedio es de 21 puntos a favor de Chávez.
La variación entre las encuestas es también ilustrativa. El desvío promedio de la media es de 8,4 puntos, y Consultores 21 tiene una lejanía del grupo significativamente superior al doble de eso. Supera en distancia del promedio por seis puntos a GIS XXI, la que da mayor ventaja a Chávez. De las encuestadoras más respetables Hinterlaces está a dos puntos del promedio y Datos a cuatro. Y si dejamos a las cuatro del medio—Datos, Dinámica Venezuela, Hinterlaces e IVAD—, el promedio baja a 20,575%: veinte puntos. De las dos centrales, creo más a Hinterlaces: dieciocho puntos le lleva Chávez a Capriles y éste, en seis meses, tiene que recortarlos. Cada mes, tiene que añadir 3% de los electores a su favor—y Chávez ninguno—para empatar.
Hay diferencias, ciertamente. Diferencia de cifras, de muestras, diferencia de preguntas, de fechas, de encuestadoras. Diferencia de ventaja. Probablemente Chávez no le lleva 33 puntos a Capriles (sólo 26 puntos le sacó a Rosales), pero le lleva una ventaja de dos dígitos; no de uno, uno solito, 1.
Hay diferencias, sin duda. Son diferencias que Capriles tendrá que olvidar, todos esos detalles inmediatos—El Universal (Elvia Gómez) certificó hoy que Capriles «Declinó entrar en detalles sobre las encuestas»—para poder pensar en la única diferencia que debe importarle: la que hay entre Chávez y él. LEA
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Síntesis ejecutiva (.pdf) de la encuesta de Datanálisis en El Universal.
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Luis Enrique: ciertamente existe una gran dispersión en las cifras y, como bien apuntas, la ley de los promedios no es rigurosa para un análisis cuantitativo. En eso estamos de acuerdo.
No obstante llama la atención que, a pesar de las enormes diferencias, hay una constante. En todas Chávez está por encima de Capriles. Es la única conclusión valedera.
¿Ello implica que a estas alturas sea difícil revertir la tendencia? Creo que el factor de incertidumbre es otra constante de las encuestas, por cuanto la proporción de indecisos es también una variable de consideración. No tengo idea de cómo se registró en el pasado esta situación, pero pienso que por las actuales circunstancias esta proporción debe tener especial atención por Capriles. ¿Podrá conquistar voluntades? Veremos. Sin embargo, el tiempo es corto y la estrategia de Chávez funciona.
No tengo nada que añadir a tu resumen del problema.
Particularmente creo que el procedimiento estadístico de la media aritmética es impropio. Pareciera que lo existente es una anomalía estadística de proporciones mayúsculas, y en ese sentido es posible que estemos combinando variables disímiles que guardan relación con la pregunta de la encuestadora.
Es justamente la primera oración de Capriles el pensativo la siguiente advertencia: «En nada es procedimiento científico promediar las mediciones de varias encuestadoras sobre una misma cosa».
Mi pregunta es sobre los que No responden a la pregunta de intención de voto. Datanálisis reporta en 20%, sería interesante ver la de las demás encuestadoras. Lo cierto es que es una fotografía a partir de la cual cada quien establece sus estrategias. A ver qué pasa.
Gracias, Juan Manuel, por su participación que apunta a un dato crucial: la conducta de los no alineados. Quienes no se convencen con el discurso oficialista y tampoco con el opositor, los vilipendiados Ni-Ni, dependiendo del momento, forman un amplio segmento que oscila entre 30% y más de 50%. Por ejemplo, si se suma los porcentajes de quienes contestaron Ninguno (28,2%) y los que no contestaron (3,8%) a la pregunta de IVAD (6 al 13 de marzo) sobre militancia y simpatía partidista se alcanza la cifra de 32%.
Copio para su amable consideración dos fragmentos de un libro mío—Las élites culposas—próximo a salir en librerías. El primero refiere una presentación de Roberto Briceño León y John Magdaleno en enero de 2009, poco antes del referendo sobre la enmienda de reelección indefinida (15 de febrero):
Briceño y Magdaleno, luego de expresar su convicción de que la inminente consulta ofrecía una oportunidad para “reposicionar” a la oposición, argumentaron que era de la suprema importancia la elección de quienes debieran hacer ostensiblemente frente al proyecto de enmienda. Postularon una disyuntiva—falsa, por supuesto—entre estudiantes y líderes convencionales, dando a entender que no había otras voces posibles. En intento pedagógico hablaron, debe reconocerse, de encontrar los “badueles” o “marisabeles” de 2009. Esto es, la recomendación de Briceño y Magdaleno era la de constituir un coro de tres voces: la de aquellos que aún no estaban listos, los estudiantes, la de los rechazados, los líderes convencionales, y la de los saltadores de talanquera, los “badueles” y “marisabeles”. ¿No había otras voces en Venezuela?
Llamaba poderosamente la atención que, después de haber expuesto que sería decisiva la participación de los electores no alineados, no se sacara la conclusión obvia: antes que “badueles” o “marisabeles”, urgía conseguir voces no alineadas, con discurso no alineado y argumentos no alineados para asestar el golpe definitivo a las pretensiones continuistas de Hugo Chávez. Una vez más, la dirigencia opositora, soportada por otros análisis como el descrito, incurría en una lectura estratégica fundamentalmente equivocada: ella era oposición; los Ni-ni no tenían cabida en sus esquemas. Por eso perdió de nuevo. Por eso volvió Chávez a salirse con la suya; ahora podría reelegirse indefinidamente.
El segundo fragmento ocurre en el penúltimo capítulo del libro:
Mucho antes del proceso canceroso de su organismo, partidarios que han sido suyos ya lo desahuciaban políticamente, tan evidente es su agresivo engreimiento. Incapaces de admitir la restauración de antiguos usufructuarios del poder, se quejan de no distinguir en el paisaje la figura de un outsider, sin saber que emplean el mismo término que introdujera a comienzos de los ochenta, cuando ya era obvio el desarreglo político del país, el oráculo semanal que fuera Gonzalo Barrios.
Pero un outsider, alguien que viene de fuera, no puede surgir de las filas chavistas, ni siquiera en el improbable caso de que Hugo Chávez, fajado con su enfermedad, se vea impedido de la candidatura. Tampoco, por supuesto, de las elecciones primarias de la Mesa de la Unidad Democrática. Los partidos que componen la abigarrada mezcla de la MUD no han experimentado la metamorfosis que sería necesaria para convertirse en actores relevantes y pertinentes. Se trata de un impedimento congénito o, aun más profundamente, genético, constitucional. El valor que se requiere para sobreponerse a eso es el necesario para sufrir una lobotomía ideológica; no es coraje frecuente. Quizás, si nos indignamos como en El Cairo, Madrid, Londres y Nueva York, algún día estén dispuestos a someterse a esa operación.
Luego, en este blog se dijo hace más de un año (El pelotón opositor, 10 de marzo de 2011), acerca de la veintena de figuras que entonces pescueceaban por emerger como el candidato de la oposición, Capriles incluido:
Puede señalarse en cada uno de ellos algunas bondades, sin la menor duda, pero pareciera que ellas son insuficientes para la tarea de alcanzar la Presidencia de la República en un cotejo que, indefectiblemente, incluirá la candidatura de Hugo Chávez, quien repetirá y ampliará su comportamiento ventajista. No es un candidato “normal” quien puede derrotar al Presidente en ejercicio. Menos suficientes todavía serían esas bondades para manejar acertadamente el Poder Ejecutivo Nacional en las condiciones esperables para 2013, en el improbable caso de que éste cayera en sus manos.
Sobre una candidatura «anormal», le invito a leer en este blog Retrato hablado, del 30 de octubre de 2008, y Tío Conejo como outsider, del 20 de julio de 2006. (En realidad, un capítulo para el libro Chávez es derrotable, editado por Libros Marcados a fines de 2005).
Podemos entender a las encuestas, más que en tanto fotografías, como estudios de un laboratorio de bioanálisis, que mide la glicemia o el antígeno prostático en un momento dado. El ojo clínico avezado, por supuesto, puede anticipar lo que los bioanalistas confirman. Luis Vicente León informó lo siguiente en un tweet del 9 de marzo de 2010: «En encuestas, menos de 5% de los entrevistados saben quiénes son los diputados de su circuito actualmente en la A.N.»
En junio de 1986, con casi veinticuatro años de anticipación, el suscrito escribió lo siguiente (Dictamen):
Conjetura: Al menos el 90% de los electores venezolanos es incapaz de nombrar a más de 10 miembros del Congreso de la República.
Conjetura: Al menos el 90% de los electores venezolanos es incapaz de nombrar a más de un representante de su correspondiente circunscripción electoral en el Congreso de la República.
Estas conjeturas pueden ser refutadas o corroboradas por encuestas de opinión en muestras suficientemente representativas, siempre y cuando no sean contaminadas de antemano. Esto es, si, por ejemplo, los partidos no se dedican a campañas de información al respecto antes de que las encuestas en cuestión se lleven a cabo.
Por último, en general, cuando los No alineados se definen por algún candidato de una polarización, lo hacen más o menos en la proporción de los que ya estaban decididos; esto es, no debe esperarse milagros de Capriles en ese segmento. Como puse, «dieciocho puntos le lleva Chávez a Capriles y éste, en seis meses, tiene que recortarlos. Cada mes, tiene que añadir 3% de los electores a su favor—y Chávez ninguno—para empatar».
Tengo poco respeto por estas encuestas, por 3 razones: 1) La forma de configurar las preguntas influye en la calidad de las respuestas.
2) Con un volumen de unos 2,4 millones de empleados públicos sometidos a continua presión política y amenazas para obligarlos a participar en las marchas, ellos y sus familias (unos 5 millones de votantes) son prudentes y tratan de mantener sus puestos, lo cual influye en las respuestas, especialmente en ciudades donde casi exclusivamente es el sector gobierno la fuente de trabajo u ofertas de empleo.
3) No todas las encuestadoras son neutrales en el proceso.
1. Toda encuesta, en todas partes del mundo, influye sobre las respuestas con la construcción de sus preguntas. Eso no es nada nuevo; está presente como factor desde que las encuestas fueron inventadas (1824). Por otra parte, no parece haber mucho riesgo de inducción de la respuesta al preguntar (Datanálisis, por ejemplo): «Y si las elecciones fueran el próximo domingo, entre las siguientes opciones ¿por cuál votaría Ud.?» Lo que se pregunta es clarísimo.
2. Tiene Ud. razón sobre la presión indebida que ejerce el gobierno sobre los empleados públicos, pero esto tampoco es un nuevo factor.
3. No sé cuáles encuestadoras sean neutrales y cuáles sesgadas, pero las sospechas recaen sobre las que más se desvían de la media. Éstas son las encuestadoras veintiuno: GIS XXI y Consultores 21. La primera se aleja 13 puntos del promedio; ¡la segunda 19!
Es patente que todas las encuestadoras (incluyendo Consultores 21 por un punto) registran mayor intención de voto a favor de Chávez. Consultores 21 reporta una ventaja de 6 puntos de Chávez (51% a 45%) cuando mide la intención de voto entre quienes manifiestan alta propensión a votar.
Finalmente, hace bastantes años que la gran mayoría de las encuestadoras nacionales registra correctamente al ganador de unas elecciones presidenciales. Es enteramente su privilegio personal la decisión de no creer en nada de esto.
Gracias por su participación.
Hola, LEA. Hay varios hechos cualitativos que, en mi opinión, avalan la alta probabilidad de que las mediciones actuales se mantengan o varíen levemente desde hoy hasta el 7 de octubre: 1- Las dos plataformas sólidas de votantes están cerradas al mensaje y la del Presidente es significativamente mayor en valores absolutos. 2-La diferencia en la proyección de cada líder es innegable 3- Aunque tengamos mil críticas a los conceptos, estructura y órganos de gestión del Presidente, no encuentro manera de compararlos con los del candidato de la oposición, que me resultan invisibles. 4- Percibo convulsiones dentro del grupo opositor y actitudes contradictorias que no sé que implicaciones tienen.
Quizá sean éstas las razones de la frase «tendencia prácticamente irreversible».
Percibes muy bien. Comienza a haber cuestionamientos dentro de las filas opositoras acerca de la bondad de la candidatura de Capriles, que parece no levantar vuelo. Earle Herrera se permitió declarar hoy en Venezolana de Televisión: “A Capriles Radonski es probable que lo quiten y en esa jugada siempre hay alguien que está pendiente, como lo hizo Henrique Salas Römer. Ellos juegan a eso. Frijolito (Salas Römer) quiere regresar. Sería su retorno como lo hizo cuando Acción Democrática defenestró a su caudillo Luis Alfaro Ucero, a su secretario general y su candidato. Copei hizo lo propio con Irene Sáez, y entonces salió Salas Römer como el jinete salvador y sin cabeza”.
Además de Salas, creo probable que Eduardo Fernández esté pensando en ser ese salvador; en las elecciones de 1998 insistió en «la salida» del artículo 151 de la difunta Ley Orgánica del Sufragio y Participación Política: “…en caso de candidatos ya postulados que por muerte, renuncia, incapacidad física o mental o por cualquier otra causa derivada de la aplicación de normas constitucionales o legales deben ser retirados, se admitirán las correspondientes sustituciones”. Habrá, también, quienes se acerquen alarmados a Ramón Guillermo Aveledo a proponerle la misión de rescate. Pero ningún candidato que quiera ser apoyado por la Mesa de la Unidad Democrática podrá prevalecer. La MUD es una caja de la que es preciso salirse.
Si Radonski no puede hacer milagros en los indecisos, y la diferencia es de 18%, lo que debe crecer no es 3% mensual, sino sólamente 1.5%, ya que su crecimiento significaría restárselos al Presidente. De esta forma habría el tan mentado empate técnico si le quita un 9% a Chávez. Volverían los indecisos a tomar el mando, y según el análisis, ganando la reelección. Posibilidades entonces, crecer más de 1.5% mensual. ¿Lo ves posible de esta forma?
Es interesante que Ud. omita el primer apellido de Capriles Radonski; es así de poco carismático el candidato de la MUD. Para Capriles sería mayor milagro quitarle votantes a Chávez que captar indecisos. No se trata de sumas algebraicas. El milagro mayor sería que ganara las elecciones del 7 de octubre. Como puse, creo que sólo la sustitución de Chávez por otro candidato le daría chance a Capriles (o Radonski, como Ud. lo llama).