Francisco (Kico o Kiko) Bautista emite sus comentarios de lunes a viernes por la señal Actualidad, del Circuito Unión Radio, durante hora y media. A este Tin Tán del periodismo venezolano le asiste en plan de carnal Marcelo su colega de profesión y antiguo izquierdismo, Vladimir Villegas. (Ya Villegas se ha dejado de eso que llaman chavismo). Ambos tienen el elitesco privilegio de transmitir noventa minutos diarios por esa potente emisora.
En el día de ayer, Bautista arremetió contra Oscar Schemel, el portaestandarte de la encuestadora Hinterlaces, mientras Villegas le ofrecía servilmente pies de pretendidas ingeniosidad y comicidad. La difamación alegre e irresponsablemente proferida fue el contenido de un poco más de doce minutos de infamia. Sin el menor asomo de prueba, Bautista acusó a Schemel de venalidad puesta a la orden del gobierno: «Schemel: ¿qué te pasa? Yo entiendo que te volviste loco con los reales, pero…», fue una de las pequeñeces que le dijo después de haber sugerido que era un sastre que hacía encuestas a la medida. A los hallazgos de Hinterlaces—que no son por supuesto halagadores para la candidatura de Henrique Capriles, cuyo aparato comunicacional cuenta precisamente con los servicios de Bautista—, los tildó de mentiras, y criticó que Schemel hubiera aceptado aparecer por Venezolana de Televisión. En pobre intento de demostrar more geometrica la «imposibilidad» de las cifras obtenidas por la encuestadora, aludió a las graves deficiencias de los servicios públicos (cosa evidente) y presentó el teorema impepinable de que por tal razón Hugo Chávez debía estar perdiendo en las encuestas. Creyó cuestionar la profesionalidad de Hinterlaces al afirmar que no hacía encuestas y que sólo tenía «una máquina para llamar por teléfono».
En el curso de su grave irresponsabilidad, «Kico» Bautista dio rienda suelta a su vocación por la caricatura y la exageración. Así, habló de las encuestadoras que dicen que Chávez tiene 400 (o 200) puntos, y cuando admitió que Chávez podía estar ganando reiteró que lo que no podía ser es que le llevara 30 puntos de ventaja a Capriles.
Empecemos con esto último a juzgar—eso es lo que merecen—los falsos testimonios de Bautista. Jamás ha adjudicado Hinterlaces una ventaja de 30 puntos al candidato del PSUV sobre el candidato de la MUD; en marzo encontró que esa diferencia era de 18% y en abril que había aumentado a 19 puntos. (Bautista dijo confiar en tres encuestadoras, de las que una era Datos, que realiza su Pulso Nacional; esta prestigiosa firma tenía a Chávez ganando en marzo por 16 puntos y Datanálisis, que no es de la devoción del pintoresco periodista, reportaba unos benévolos 13,3 puntos de distancia a favor del socialista; ahora ha medido 17%. Ninguna encuestadora, por supuesto, ha hablado de centenares de puntos de ventaja; eso son bufonadas y exageraciones de Bautista, ante el beneplácito y la sorna de Villegas).
Luego, Hinterlaces ha destacado, justamente, la aparente contradicción entre una gestión muy deficitaria del gobierno y la alta aprobación del jefe del PSUV, poniendo de manifiesto los mecanismos de este fenómeno: «La enfermedad del primer mandatario HIPER-PERSONALIZA el debate electoral, la atención pública se concentra en el liderazgo personal de Chávez y desplaza el cuestionamiento a su gestión». (Monitor País Abril 2012, Reporte Ejecutivo, lámina 10). Lo que le parezca natural al Sr. Bautista no es necesariamente lo que piensa la mayoría del país, y es una encuesta como las que hace Hinterlaces el instrumento para conocerla.
Finalmente, Bautista ha incurrido en grave perjuicio a Hinterlaces y a la persona de Schemel, colocando su reputación en entredicho sin aducir la más mínima prueba de que hayan reportado resultados falsos a cambio de dinero. Si yo fuera Schemel demandaría civil y penalmente a Bautista por sus infundios, por difamación e injuria, y si fuera directivo de Unión Radio procedería a su despido. No puede admitirse que se manche el prestigio de una empresa que depende de su reputación de seriedad para el giro normal de su legítimo negocio. (Hoy sugerí al presidente Chávez que despidiera a su inepta Ministra de Servicio Penitenciario; me parece que Bautista y ella son tal para cual).
Es una necedad cuestionar la realización de encuestas por vía telefónica; en el país que mucho pitiyanqui admira, los Estados Unidos de Norteamérica, esta clase de sondeos telefónicos es moneda de uso corriente; grandes medios de comunicación—The New York Times, The Washington Post, CNN—encargan comúnmente encuestas telefónicas a prestigiosas encuestadoras estadounidenses. (Dicho sea de paso, con muestras usualmente menores a las usadas generalmente en Venezuela). Pero es que además hace Hinterlaces trabajo de recolección en campo y, más todavía, focus groups con los que indaga en profundidad acerca de los motivos de los ciudadanos para sostener tal o cual opinión. Si una encuesta convencional es, como se ha dicho tantas veces, una fotografía instantánea de la opinión pública, el trabajo combinado de Hinterlaces equivale a la riqueza de información que obtiene una tomografía.
Y si Schemel fue a Venezolana de Televisión tal vez haya sido porque Globovisión, que en otras ocasiones lo ha invitado, últimamente no lo ha hecho. Pudiera ser que lo que tiene que decir no sea del agrado de la línea editorial-política de la aguerrida televisora.
Bautista, que pontifica con ignorancia sobre encuestas y encuestadoras—sugirió que Datanálisis argumenta contra Capriles ante financistas de su campaña—, tiene una trayectoria infortunada en ese campo. En 2004 debió abandonar su cargo de Director del entonces vespertino El Mundo cuando llevó a primera plana una encuesta pirata y amañada, enteramente construida, que pretendía que el mandato electoral de Chávez sería revocado por el voto popular. El mismo Bautista intentó explicar después en entrevista de Reportero 24:
—¿Qué ocurrió en el caso de su renuncia al diario El Mundo por la encuesta presuntamente falsa del referendo revocatorio de 2004?
—Yo me encontré en un sitio al rector (Antonio) París, el rector de la UCV en ese momento. Él me habló sobre una encuesta que había hecho la Facultad de Ciencias, y me contó todos los detalles. Me dio esa exclusiva, un tubazo. Luego yo me enteré de que eso fue un peine, me lo montaron, era algo planificado.
—¿Cómo es que un rector tan reconocido se prestó para eso?
—Eso fue lo que escuché.
—¿Y lo cree?
—Sí, lo creo plenamente. Detrás hubo gente que con esa encuesta calculó la jugada, precisamente para producir todo lo que ocurrió. Fue una jugada de José Vicente (Rangel) y otra gente que me pusieron esa concha de mango y yo me la tragué.
La vergüenza debiera limitar la ligereza de alguien que, por la medida chiquita, entonces disparó sin averiguar. LEA
Archivo de audio de Kico Bautista y Vladimir Villegas (16/05/12)
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DOC:
En mi humilde opinión, hay alguna gente buena en el oficialismo, pero también hay alguna gente mala en la oposición…
MIS RESPETOS.
Es como Ud. dice. La maldad de mi contrincante no excusa la mía. La guerra sucia no es buena porque la ejecute la oposición. Esa «guerra santa» o jihad no es admisible, venga de quien venga.
Schemel no es santo de mi devoción. Y es que Schemel saltó a la fama en el Zulia por haber animado a Saady Bijani a competir por la gobernación, en el entendido de que sus números, los de sus encuestas, le auguraban a Bijani un buen porvenir.
Pero te expreso una objeción mas general, de tipo conceptual. Tengo dudas de todo «encuestador» que pasa a convertirse en «opinador» profesional para «los grandes públicos». Una encuesta como instrumento científico no resiste ni los pocos minutos de una entrevista por TV, ni mucho menos la tentación de elaborar un titular bien vendedor. El análisis de una encuesta requiere tiempo.
Pero sí coincido con lo que dice Schemel, actuando como «filósofo» más que como encuestador, en el artículo que te anexo. http://www.noticias24.com/venezuela/noticia/108221/las-encuestas-siguen-dandole-malas-noticias-a-capriles/
Sí creo en esa idea de que los venezolanos «tienen una nueva identidad» y que esa identidad no tiene nada que ver con lo que uno cree que es el país, sino con los valores que el discurso de Chávez ha promovido.
Y entonces hay que entender eso para poder tener una «propuesta» que sea comprada por esa mayoría de los venezolanos, que ahora ven el mundo en términos de un lógica chavista.
Creo también que el gran reto de la campaña de Capriles es la masificación de un mensaje. Porque con la «orquestación» del discurso y las descalificaciones del régimen, se tiene que lograr “gritar más duro”. Y eso debe ocurrir pronto.
Más allá de la validez o credibilidad de las encuestas actuales, me interesa más saber sobre las condiciones generales en las que tendrán lugar las elecciones presidenciales de 2012.
¿Estamos en presencia de una oportunidad para que los electores le cobren al actual régimen sus pobres resultados y su responsabilidad en las deterioradas condiciones de vida?
¿O ésta es una oportunidad para expresar compromiso, solidaridad, amor, devoción que una gran mayoría siente hacia ese lider mesiánico que, muchos piensan, la providencia les ha puesto al frente?
Espero tus comentarios. Un abrazo.
Gracias, Jesús, pues tu interesante intervención permite abundar en el tema de la elección de octubre de 2012 y las encuestas que han venido midiendo la intención de voto y su evolución.
De entrada me apropio de tu método al oponerme a tu aproximación en un plano conceptual. La realidad es rara vez dicotómica, y por eso me parece que la disyuntiva con la que describes la decisión electoral encajona a la percepción. No es lo único que puede oponerse a la candidatura de Chávez, en tu correcta caracterización, un memorial de agravios por los defectos de su gestión y la responsabilidad que pueda tener en las condiciones de vida en Venezuela, que con todo lo que ha intentado siguen siendo peores para los habitantes de economía personal más alcanzada.
Luego, me temo que el gran reto de la campaña de Capriles es el candidato mismo. No es él un estadista que pueda medirse con Chávez o merezca nuestra confianza para encargarle la Presidencia de la República. Se trata de un reto insalvable; ningún malabarismo, ningún maquillaje, ninguna reformulación de estrategia puede hacerlo un triunfador porque la que se necesita no puede cumplirla. No están presentes en él los rasgos que fueran enumerados en Retrato hablado, en este blog, hace tres años y medio.
No estoy de acuerdo con que deje de comunicarse al gran público los resultados principales de los estudios de opinión. Los grandes medios del país—los EEUU—donde has fijado desde hace años tu residencia, sean impresos o audiovisuales, reportan constantemente datos obtenidos en estudios de opinión; es más, muchos de los medios más importantes encargan encuestas y luego reportan sus hallazgos generales. La inteligencia no debe ocultarse del público, o servir sólo a gabinetes confidenciales que pueden emplear el tiempo que señalas como necesario a un análisis más completo y detallado. Woodrow Wilson alertaba contra un gobierno de expertos: «¿Qué nos espera si va a ocuparse científicamente de nosotros un reducido número de caballeros que serían los únicos en comprender las cosas?» Y John Fund decía: «Las políticas públicas son demasiado importantes para dejarlas en manos de los expertos». Lo que propones equivaldría a que las encuestadoras, por regla general, se contrajeran a comunicarse con los miembros de las élites mientras el público permanece ausente de los debates.
Tengo presente desde hace ya al menos una docena de años el asunto de la nueva identidad o cultura en Venezuela. El 21 de junio del año 2000 diserté ante la Junta Directiva de British Petroleum Exploración de Venezuela, que me había solicitado hacerle «entender a Chávez». En esa oportunidad resalté al principio: «In order to understand this new period in Venezuelan politics the focus should be centered in an anthropological approach, in the sense of understanding that a totally new set of political values and styles has emerged with Chávez’ ascension to power. This implies, among other things, discarding common analyses of his ‘breaches of political etiquette’ in order to grasp essential processes».
Finalmente, puede haber estado perfectamente justificado que el Sr. Schemel informara al Sr. Bijani de un estado de la opinión que le permitiría triunfar electoralmente; no puede achacársele que el Sr. Bijani se haya mostrado incapaz de aprovechar tal condición.
Luis: claro tu comentario. Sólo te aclaro que de ninguna manera me opongo a la divulgación de las encuestas. Sí censuro que los dueños de las encuestadoras hayan pasado a ser los «gurúes» del «devenir politico» en Venezuela.
Tú escribiste, Jesús: Tengo dudas de todo «encuestador» que pasa a convertirse en «opinador» profesional para «los grandes públicos».
Creo que haces uso excesivo de las comillas; la impresión que causan es que pones en duda o cuestionas todo lo que va entrecomillado. (DRAE: gurú. 2. m. Persona a quien se considera maestro o guía espiritual, o a quien se le reconoce autoridad intelectual. devenir. 1. m. Fil. La realidad entendida como proceso o cambio, que a veces se opone a ser. 2. m. Fil. Proceso mediante el cual algo se hace o llega a ser).
Un encuestador serio no pronuncia juicios anticipatorios del devenir político. Pero sí podemos considerar un gurú, en el sentido de reconocerle autoridad intelectual, a Oscar Schemel. (Si no has escuchado aún la entrevista que le hizo Vladimir Villegas—colocada al final de La calumnia: refugio del incompetente—te recomiendo lo hagas). Quisiera mucho partido de la MUD contar en su liderazgo con alguien de tanta claridad y profundidad de análisis como la del jefe de Hinterlaces.
Si no vemos con frecuencia una autoridad intelectual como ésa en los partidos del archipiélago opositor, la culpa es de éstos, no de las encuestadoras. Son los actores políticos convencionales quienes no cumplen adecuadamente su función.
Personalmente creo que si alguna virtud debe tener un buen comunicador o político es aceptar con mucha humildad dos principios: uno, no hablar de lo que no sabe sin una prudente asesoría; dos: estar muy consciente de que en toda profesión, según me enseñó un gran colega, lo importante no sólo es acertar en la toma de decisiones, sino «equivocarse lo menos posible» al tomarlas. Recuerdo una frase del presidente H. Truman, que decía lo haría muy bien si lograba acertar un 55% y errar no más del 45% en sus actos de gobierno.
Personajes como el «animador» mencionado no están solos; hay muchos «kikos» haciendo competencia para montarse en el autobús de HCR, y con sus dislates no le hacen mucho bien a su candidatura opositora. Es el viejo estilo de «las élites culposas».
El chavismo es toda una forma de pensar; como bien lo explica Retrato hablado, hasta en la forma de cepillarse los dientes. Su «andamiaje» sólo se vendría abajo cuando se derrumbe el edificio que ha levantado ladrillo a ladrillo desde el 2 de febrero de 1999. Si el edificio se sostiene, el andamio ya no hace falta. Así nos enseñan a los ingenieros civiles.
El mejor ejemplo de esto lo tenemos en Argentina, donde en 1952 se moría Eva Perón de cáncer. Muchos pensaban que el peronismo desaparecería, y allí tenemos a Cristina K., despues de 60 años, gobernando con populismo rampante y con un retrato al óleo del «Che» Guevara en su despacho de la Casa Rosada.
También estoy convencido de que sólo acontecimientos públicos inesperados para todos los venezolanos, (no hablo de golpe de Estado ni guerra civil) podrían dar al traste con el camino trazado por la dupla Castro-Chávez y llevarnos a una forma de gobierno distinta, que tendría que incluir a juro la representación proporcional de la ideología chavista.
Un acontecimiento inesperado no tiene por qué ser fortuito. La emergencia de una organización política que tenga un código genético distinto del de los partidos tradicionales (AD, COPEI, PSUV, Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo, etc.) es algo que debe ser trabajado. Espero, por otra parte, que sepamos dejar atrás las ideologías, la chavista incluida, por supuesto.
Es Ud. un caballero, un hombre bien crecido, a pesar de su persistente anonimato.
Bienvenido a este blog. Puedo imaginar bien las razones de su anonimato. El fantasma de Tascón sigue rondando.
He dicho a Chávez muchas pesadeces, hasta en persona, y nunca he sufrido la más mínima represalia. Claro, no tengo cargo público (ni privado).