Es un hombre débil, inseguro y deshonesto aquel que busca parecer realizado no por su propio esfuerzo sino difamando a otros.
Irene Roche
__________
No he tenido demasiados roces con eso que llaman guerra sucia. He sabido solamente de tres trucos o golpes bajos particulares, todos dentro de la familia socialcristiana que, según los Principios de la Democracia Cristiana de Enrique Pérez Olivares, debiera distinguirse por una moral política.
Durante la campaña electoral de 1993, subía por el comienzo de la Tercera Avenida de Los Palos Grandes, muy cerca de la Francisco de Miranda, cuando me tropecé con un simpático y voluminoso conocido— el Gordo M—que salía de Parque Cristal, donde quedaba la lujosa oficina de campaña de Oswaldo Álvarez Paz. (Antes había sido ocupada—era en realidad del banquero Gustavo Gómez López—por Eduardo Fernández, quien debió desalojarla abruptamente al perder en las elecciones primarias de febrero de ese año la candidatura presidencial copeyana a manos de su marabino compadre).
Al decirme que salía de la sede del comando, le señalé como coincidencia divertida que las oficinas de campaña de Rafael Caldera, ante quien Álvarez Paz terminaría perdiendo varios meses más tarde, quedaban en la acera de enfrente, en el más modesto y pequeño edificio Tecoteca. «Claro—respondió—, ¡y las tenemos cundidas de micrófonos para grabarles todo lo que dicen!»
Quisiera poder transmitir el alegre y complejo tono con el que me comunicó tal bajeza; una de las armónicas de su entusiasta voz era señal de que esperaba mis felicitaciones por la hazaña, lo juro. El Gordo M, claro, era hombre que disfrutaba lo soterrado y también lo violento: hacía años que me había mostrado, una noche en su casa, su colección de armas de guerra, entre las que destacaba un fusil automático Kalashnikov. Como diría Jimmy Hatlo, nunca falta alguien así.
………
Álvarez Paz despojó a Fernández de su oficina porque jugó a decir, primero, que Rafael Caldera era el candidato ideal a la Presidencia de la República, con lo que disminuía al previo inquilino de Parque Cristal. La única condición que exigía al fundador de COPEI era que se lanzara dentro de su partido, y fue el hecho de que Caldera lo hiciera desde una alianza de partidos menores que rodeó a Convergencia, el pretexto para competir con su compadre por la candidatura copeyana. Pero en 1986, cuando ya eran evidentes las tensiones entre Caldera y Fernández por la candidatura verde en 1988 y se temía por la división de COPEI, Álvarez Paz declaró: «Prefiero una división a una hemiplejia». Luego añadió: «Caldera debe ponerse al frente de un movimiento nacional que trascienda los partidos». Es decir, el récipe para Convergencia, que censuraría en 1993 a modo de excusa para postularse.
Los esfuerzos de Álvarez Paz contra Fernández no dieron fruto entonces; éste derrotó a Caldera en 1987 en el Congreso Presidencial de su partido, celebrado en obra del gobierno de Caldera, el Poliedro de Caracas. Fernández fue el candidato de COPEI para las elecciones de 1988, y una de las primeras cosas que dispuso fue la constitución de un laboratorio de guerra sucia.
Sé por admisión y relato satisfecho de uno de sus miembros—en tono parecido al del Gordo M en lo de pescar elogios—algunos nombres de quienes lo componían y dos entre las varias tareas que se propusieron: prontamente se ocuparon en elaborar una lista de homosexuales de Acción Democrática; también en confeccionar una carta a este partido, simulando que era la que venía prometiendo enviar Luis Piñerúa Ordaz en denuncia de casos de corrupción, para darla a la circulación como si fuera de él. Aunque Piñerúa desmintiera su autoría, algo quedaría en creencias ciudadanas residuales.
………
Mi primer tropezón concreto con alguna técnica de guerra sucia sucedió mucho antes. Por lo típico, creo que es útil reproducir a continuación la cuenta que di del suceso en Estudio copeyano, un artículo sobre la tragedia de COPEI que publiqué en octubre de 1994 en mi revista mensual referéndum, treinta años después de los incidentes narrados. He aquí los fragmentos pertinentes:
Era el año de 1964. Como todos los años, como en todas las universidades, la comunidad estudiantil de la Universidad Católica Andrés Bello se aprestaba para elegir las directivas de sus centros de estudiantes y de su federación de centros. Por aquella época el editor de esta publicación era independiente, aunque de tendencia socialcristiana. Algún trabajo hecho por mí en el seno del Movimiento Universitario Católico de las universidades de Mérida y Central de Venezuela, llevó a Eduardo Fernández, entonces Secretario General de la Juventud Revolucionaria Copeyana, a pedirme que coordinara un comité de cinco personas que manejaría la campaña de los candidatos copeyanos en esas elecciones de la UCAB de hace treinta años.
Por aquella época el grado de participación de la “base” en las decisiones de COPEI era bastante menor que la que es posible hoy, por lo que la determinación de quién sería el candidato del partido a la Presidencia de la Federación de Centros de Estudiantes estaba prácticamente en manos del Secretario General de la JRC. Cuando faltaban cuarenta y ocho horas para el cierre de la inscripción de planchas, COPEI todavía no había determinado la persona que sería presentada como candidato a esa posición de dirigencia estudiantil y tampoco existía ni una sola línea escrita o pensada respecto del programa que ese candidato inexistente presentaría al electorado como su oferta de trabajo.
Ante esta situación reuní en mi casa paterna, en Las Delicias de Sabana Grande (relativamente vecina a Punto Fijo, la casa de la familia Caldera) a dos de los miembros del comité copeyano de coordinación electoral de la UCAB, los hoy economistas Alejandro Suels y Rafael Peña. (Los restantes dos jamás trabajaron en nada). Allí les planteé que a mi juicio constituía una irresponsabilidad del partido presentar un candidato a última hora e improvisar a toda prisa, en la última madrugada del plazo, un programa de actividades. Eso era, dije, muy poco serio y por tanto contrario a toda ética política o, por lo menos, a la ética política que COPEI, en tanto partido demócrata cristiano, decía sustentar. Mi argumentación resultó persuasiva, por lo que Alejandro y Rafael estuvieron de acuerdo con mi siguiente proposición: que COPEI se abstuviera de presentar candidato a la Presidencia de la Federación de Centros, restringiéndose a presentar candidaturas a los centros de estudiantes de cada facultad, donde sí podía hablarse de un trabajo meritorio y una preocupación real por los problemas estudiantiles.
Al conocerse esta decisión en la jefatura de la JRC, naturalmente estalló una reacción inusitada. Comenzó a verse por los pasillos de la UCAB la figura de dirigentes copeyanos que no la visitaban desde hacía más de un año: Luis Herrera Campíns (a la sazón coordinador de las fracciones universitarias de COPEI), Edecio La Riva Araujo, y varios otros. Quien definitivamente no apareció por allá fue el Secretario General de la JRC, Eduardo Fernández. En cambio, ordenó la celebración de una asamblea de militantes copeyanos de la universidad, que presidió Adel Muhammad, como medio de buscar una salida a la crisis planteada.
Muhammad, quien hoy funge como Secretario de la Cámara de Diputados y antes como Presidente de CORPORIENTE durante el gobierno de Herrera Campíns, identificó el origen del problema en que Alejandro Suels y yo tendríamos una “concepción beatífica de la política”. Pedí la palabra, mientras blandía en una mano el libro de Enrique Pérez Olivares, Principios de la Democracia Cristiana. Expliqué que COPEI me había pedido que yo impartiese cursos sobre este tema principista a nuevos militantes del partido, y que en tales cursos el libro de Pérez Olivares era el libro de texto. Busqué en el capítulo de “principios para la acción” y leí lo correspondiente a “moral política”, moral sin la cual una organización demócrata cristiana no lo sería. Recuerdo también haber preguntado en esa reunión de hace treinta años, retóricamente: “Si no se hace caso a este principio de moral política, ¿qué diferencia entonces a COPEI de Acción Democrática?”
Sorprendentemente, un joven copeyano, que décadas más tarde ocuparía un puesto de Director en el Ministerio de Transporte y Comunicaciones del gobierno, otra vez, de Luis Herrera Campíns, (no lo identificaré en vista de la enormidad de lo que sigue), se levantó para proponer una solución práctica al problema. Su proposición consistía en redactar, reproducir y distribuir al estudiantado ucabista un comunicado en el que debía decirse que el retraso en la presentación de la candidatura copeyana se debía a maniobras obstruccionistas en el seno de la Comisión Electoral de la UCAB (su Consejo Supremo Electoral), la que estaría controlada por los oponentes. (Por aquellos años sólo había en la UCAB dos movimientos de cierta importancia: COPEI o Plancha 4, y la Plancha 2, de tendencia neoliberal y propiciada por Pedro Tinoco y la Electricidad de Caracas de la época, entre cuyos más notables miembros se encontraban los hoy doctores José Antonio Abreu y Marcel Granier. El candidato de la Plancha 2 a la Presidencia de la Federación de Centros era el bachiller Roberto Wallis Olavarría).
Obviamente, lo propuesto por el astuto protofuncionario de Herrera Campíns era una patraña, una vulgar calumnia, pues no otra cosa que la desidia copeyana era la razón del retraso en la postulación. En vista de la proposición pedí de nuevo la palabra para decir que si tal comunicado se redactaba y repartía yo mismo tomaría un megáfono para vocear por toda la universidad la falsedad del documento. Acto seguido, me retiré de la asamblea y pocos días después hice saber de mi apoyo a la candidatura de Roberto Wallis.
Este comunicado, por supuesto, nunca llegó a redactarse. COPEI presentó a su candidato a última hora, quien, como era de esperarse, resultó a la postre derrotado. Lo sintomático, sin embargo, era que un militante de COPEI pudiera con total libertad hablar en una asamblea del partido y proponer una cosa tan contraria a los principios de su doctrina sin que a nadie se le ocurriera pedir su pase inmediato al Tribunal Disciplinario.
La guerra sucia es vieja arma de algunos socialcristianos. Lamentablemente, de los que más de una vez han prevalecido como sus autoridades y candidatos.
………
La «familia socialcristiana» en Venezuela no ha podido cumplir el sueño de reconstitución que muchos de sus miembros han compartido largamente. Además de COPEI y Convergencia, se cuentan en esa parentela Proyecto Venezuela, de Henrique Salas Römer (antaño persona muy cercana a Caldera), y Primero Justicia, el partido poseído por Julio Andrés Borges Junyent. Esta agrupación prometió y se tomó su tiempo para celebrar un congreso ideológico—en imitación del copeyano de 1986—que aprobara los principios doctrinarios del partido. Éstos no son otros que los de la democracia cristiana, idénticos a los que satisfarían a un copeyano o a un exigente miembro de Proyecto Venezuela o Convergencia.
Dentro de Primero Justicia mismo no han faltado acusaciones de prácticas indecorosas, algunas de ellas lanzadas contra el propio Borges por quienes fueron destacados miembros de su partido. Cuando el actual jefe del comando de campaña del primojusticiero Capriles Radonski, el ex alcalde Leopoldo López Mendoza, amenazaba con formar Primero Justicia Popular (cosa que nunca hizo) denunció manejos indebidos y ventajistas de Borges. Ramón José Medina, factotum de la Mesa de la Unidad Democrática, acompañó a López en su herejía y solía decir (en presencia de Liliana Hernández, otra que abandonó al partido) que ahora PJ no significaba Primero Justicia, sino Primero Julio.
Bueno, es el Secretario General de esa atribulada tolda política, Tomás Guanipa, quien ha salido a decir que Oscar Schemel, de la encuestadora Hinterlaces, sería financiado por el Ministerio de Comunicación e Información para viajar a España y llevar los números que mostrarían a Capriles Radonski en su papel de candidato perdedor. Hinterlaces ha reaccionado de inmediato, con justa indignación, mediante un sencillo y contundente comunicado que puede ser descargado en el enlace puesto a continuación.
HINTERLACES RECHAZA CAMPAÑA SUCIA DE LA OPOSICION (21 Mayo 2012)
Fue Primero Justicia quien nació, no Hinterlaces, financiada por el sector público nacional. Es ampliamente sabido que cuando era el embrión de lo que es hoy, una mera ONG, recibió fondos de la PDVSA de Luis Giusti—quien entonces buscaba la candidatura a la Presidencia de la República—gestionados por la señora madre de Leopoldo López, ejecutiva de la empresa estatal en la que su propio hijo era asimismo empleado. No recuerdo que el Sr. Guanipa haya repudiado airadamente alguna vez esa falla de origen; tampoco que lo haya hecho Julio Borges.
Éste ha optado, además, por no acogerse al deseo de la población opositora—que mayoritariamente quiere una tarjeta única—para capitalizar, con tarjeta separada y alianza con Podemos, el hecho de que Capriles es militante del partido que conduce de modo tan personalista como Henry Ramos Allup el suyo. De este modo poco unitario busca que Primero Justicia emerja como el partido más grande de la oposición. Primero Primero Justicia.
………
Parece ser decisión del comando de campaña de Capriles emprender la guerra sucia contra las encuestadoras que miden su largo retraso, sin importar que en el proceso dañen reputaciones logradas a pulso de trabajo serio y responsable.
El problema no son las encuestas, sino el candidato; es él quien recaba los números que miden aquéllas. Hasta hace nada se había quedado pegado en lo de «no se puede gobernar por Twitter». Bueno, ayer reaccionó a un Corto y profundo de Rafael Poleo—No camina—en ráfagas de su cuenta—@hcapriles—por ese medio, para ofrecer clisés que usaba hace un tiempo Hugo Chávez, imitándolo una vez más: «Si los perros ladran es señal de que estamos cabalgando».
También intentó refugiarse en una tesis original de Primero Justicia (que este partido sería «la nueva política»). Así tuiteó: «Mientras más nos ataque la vieja política más claro que vamos muy pero muy bien», y también «La vieja política y el actual Gobierno son la misma miasma…», de nuevo imitando la propensión procaz del Presidente de la República. Pero Primero Justicia es vieja política, como lo es el candidato de la MUD; ambos practican una política entendida como lucha por el poder con la justificación de una ideología. Son política tan obsoleta como la de Hugo Chávez.
Ayer emitió Actualidad de Unión Radio una entrevista a Oscar Schemel hecha por Vladimir Villegas, el compañero de Kico Bautista en la transmisión en la que este señor se expresó insultantemente de Schemel y su firma sin ninguna base. Le salía a Schemel el derecho a réplica y la planta concedió responsablemente el espacio para que lo ejerciera. (Bautista no participó; tal vez creyó que arriesgaba la bofetada de un caballero tan corpulento como el encuestador).
Schemel habló por sí mismo y por su empresa, por sus empleados, por la reputación de todos ellos, pero también habló por todo profesional de la política que se guíe consistentemente por principios éticos, diciendo la verdad por la que muchas veces es atacado. Yo me siento agradecido del profesionalismo, la contundencia y la altura de sus palabras. Acá se oyen bajo este párrafo. Bien harían los miembros del alto mando de la Mesa de la Unidad Democrática en escucharlas y meditarlas unos minutos. Creo que les caería la locha, percatándose de que habla muchísimo mejor que Capriles. Y si pensaran en la definición de Alexis de Tocqueville en El Antiguo Régimen y la Revolución—consiste el verdadero arte del Estado en «una clara percepción de la forma como la sociedad evoluciona, una conciencia de las tendencias de la opinión de las masas y una capacidad para predecir el futuro»—sabrían que Schemel es, muchísimo más que Capriles, un estadista. Entonces se persuadirían: «¡Coño! ¡Schemel Presidente!» LEA
Entrevista a Oscar Schemel – 21/05/12
_________
Excelente entrevista de Oscar Schemel. Les da una lección de honorabilidad y condición humana, de ser un hombre con una educación que demuestra su valor personal. Además presenta un análisis, que él ubica en el campo psicosocial, pleno de ideas y argumentos que en juicio sereno deberían ser tomados en cuenta por quienes están en el comando de Capriles. Y aparece el tema de la identificacion con Chávez, que muestra que con descalificaciones no se gana las elecciones. Ojalá sea analizada esta entrevista por la MUD con serenidad y con la humildad y talento que la situación requiere.
Puedo perfectamente imaginar a un señor serio como Ramón Guillermo Aveledo, y a otras inteligencias dentro de la Mesa de la Unidad Democrática, aprovechando la magistral lección de Schemel y tomando medidas para frenar en seco la campaña difamatoria de las encuestadoras que, como él mismo advierte, a quien hace daño es a Capriles al machacar el punto de que los estudios de opinión miden su grave retraso.
Excelente entrevista. ¡Qué alentador es oír a una persona que habla con propiedad!
Ya que estamos en política clínica, cuando se tiene un código genético, en este caso político, se requiere un largo tiempo para lograr la mutación. Sugiero a la MUD estudie algo sobre epigenética para ver si lo logra en menor plazo y se comprende la nueva realidad del país.
Tal vez puedas ofrecerte como instructor de epigenética para los dirigentes de la central opositora.
Hola, DOC:
Por más que leo los conceptos de epigenética, no logro entender la pertinencia planteada por el Sr. Amaya al tema de su artículo, ¿sería mucho pedirle que me ilustre al respecto?
MIS RESPETOS.
A mí también me costó entender inicialmente lo que planteó Orlando Amaya. Ahora creo que alude a mi fórmula de establecer un nuevo tipo de organización política «con un código genético distinto del de un partido convencional». Lo epigenético se refiere a herencia de ciertos rasgos sin que haya habido alteración del código genético, y por tanto la recomendación del comentarista es un modo de insinuar lo difícil que sería que los partidos tradicionales, como los reunidos en la MUD, cambiaran su conducta y desempeño. Por mi parte, pienso que más rápido sería una lobotomía y transplante posterior de lóbulos frontales que ya traigan cableados los nuevos paradigmas necesarios.
DOC:
Mil gracias por la explicación, ahora lo entiendo perfectamente.
MIS RESPETOS.
La declaración de Schemel no es sino la amalgama de un conjunto de mecanismos de defensa desarrollados a la luz de sus procedimientos. Llama la atención, por ejemplo, que señala no estar comprometido políticamente con ninguna agrupación y que su interés es presentar apreciaciones sobre la realidad venezolana y que debe admitirse la necesidad de la tolerancia. Lo dice precisamente cuando está en defensa activa de un gobierno que ha desplegado un apartheid sin precedentes y no se incluye en la campaña comunicacional Schemel nada que pueda evaluar una gestión que en todos los ángulos ha sido nefasta; sin embargo, cínicamente dice que su interés coincide con el interés del país. Son frases prefabricadas y mecanismos de defensa bien elaborados y que obedecen tipológicamente a lo que tienen que decir habida cuenta de su comportamiento.
Sr. Giménez: entiendo que nos hace llegar su opinión desde Miami, donde quizás no perciba de un todo correctamente la actual situación política venezolana. Por supuesto que el Sr. Schemel se defiende, como lo haría Ud., de acusaciones sin base proferidas en su contra. No hay una «campaña comunicacional Schemel»; como lo hace cada vez que Hinterlaces realiza un estudio, y desde hace diez años, el Sr. Schemel ha explicado sus resultados. No recuerdo que Ud. haya hablado de una «campaña comunicacional Schemel» en ocasiones anteriores, como cuando el difunto Willian Lara, siendo ministro, aducía que algún reporte del encuestador «obedecía a intereses de clase y era una mentira estadística».
Es enteramente falso que el Sr. Schemel esté «en defensa activa» del gobierno; se ha limitado a señalar y medir estados de opinión y destacado la contradicción entre una gestión criticada y un aumento del apoyo al presidente Chávez, ofreciendo una explicación de tal paradoja. En la lámina 9 del Resumen Ejecutivo de su Monitor País del mes pasado, estudio que suscitara el revuelo, introduce, por ejemplo, consideraciones como:
¿Puede volver a generarse un clima de opinión pública similar al que ocurrió entre Marzo y Diciembre 2010 que hizo que cayera la calificación de la gestión del Presidente Chávez? Si a consecuencia de la Ley de Precios Justos ocurre una nueva crisis de desabastecimiento… ¿podría afectar el respaldo electoral del Presidente Chávez? ¿El abastecimiento de agua potable y las denuncias sobre contaminación en Monagas, Aragua y Caracas podrían tener un efecto similar al generado por la crisis eléctrica?
Ud. no tiene elementos de juicio que le permitan hacer las afirmaciones psicologizantes que ha expuesto sobre el Sr. Schemel. No sabe Ud. lo suficiente acerca de su persona como para tachar alegremente su conducta de cínica. Lo que Ud. ofrece como «explicación» tendría que decirlo igualmente del Instituto Venezolano de Análisis de Datos y Félix Seijas, Datanálisis y José Antonio Gil, Datos y Edmond Saade. Son tres encuestadoras muy serias y atinadas que reportan lo mismo que Hinterlaces y Schemel.
Y es esto último lo verdaderamente sustancial: que Chávez lleva una ventaja muy considerable a Capriles en cuanto a intención de voto. Las acusaciones que se han escuchado en los últimos días son un intento infructuoso de invalidar esas múltiples mediciones de cuatro encuestadoras serias. Desde el punto de vista político son una torpeza de aficionados; con las acusaciones lo que hacen es amplificar los hallazgos manteniéndolos en vigencia noticiosa. Así hunden más al candidato opositor.
Como respondí al comentario del Sr. Giménez y Ud. está «totalmente de acuerdo con él», mi respuesta sirve para refutar su opinión.
Por cierto, no sé si el Sr. Giménez es—pudiera ser otra persona—el director de teatro con ese nombre cuya firma aparece en el puesto #345 de una manifiesto firmado por 911 personas y publicado el 1º de febrero de 1989 en el diario El Nacional y, cuarenta y ocho horas más tarde, en el diario 2001. El texto dice, entre otras cosas: «…afirmamos que Fidel Castro, en medio de los terribles avatares que ha enfrentado la transformación social por él liderizada y de los nuevos desafíos que implica su propio avance colectivo, continúa siendo una entrañable referencia en lo hondo de nuestra esperanza, la de construir una América Latina justa, independiente y solidaria». Acompañaron a ese Sr. Carlos Giménez, los nombres de Elías Pino Iturrieta, Pedro León Zapata, Roberto Briceño León, Milagros Socorro, etc.