El viernes 29 de junio, Día de San Pedro y San Pablo—que habría sido octagésimo octavo cumpleaños de mi pediatra suegro—, grabé dos segmentos más como piloto para Dr. Político, programa radial con participación de los oyentes que transmitirá Radio Caracas Radio a partir del sábado 7 de julio a las 12 del mediodía. Acá están para su consideración los archivos de audio de esa grabación, realizada por mi tocayo y colega capricorniano Luis Enrique Delgado.
Primer segmento
Segundo segmento
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ACTUALIZACIONES:
1. La Eurocopa:
Y tú, y yo, y tus hijos y mis hijos, no menos que Grases y Alfonsín y Juan Carlos y Felipe y Bolívar y Sucre y Castro y Ortega y Duarte y Cortázar y García Márquez y Borges y Mendoza y Vollmer y Tinoco y Lansberg y Neumann y Cisneros y Aparicio y Armas y Maradona y Berrocal y Soto y Botero y Saura y Gades y Segovia y Díaz y trescientos millones más, somos exactamente eso: somos españoles.
En carta del suscrito a Arturo Sosa hijo, 7 de septiembre de 1984
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2. Las encuestas:
Este blog ha recibido información acerca de la más reciente encuesta de Datos (Pulso Nacional, con trabajo de campo sobre una muestra de 2.000 entrevistas efectuadas del 25 de mayo al 6 de junio). La intención de voto medida en ese estudio fue de 49% para Hugo Chávez y 31% para Capriles; la ventaja del primero es de 18 puntos. El agrado de Capriles (34%) cae en todas las regiones. El 52% cree que Chávez ganará las elecciones y 38% piensa que lo hará Capriles (bajando de 46% hace seis meses). El 40% de los entrevistados se identifica con el PSUV y 18% con la oposición (hace seis meses, 32%; más específicamente, la labor de la MUD cae a una aprobación de 31%). Si el PSUV tuviera que lanzar a Elías Jaua, éste obtendría 38% y Capriles 35%: ¡el propio empate técnico! Por otro lado, he aquí un enlace para ver o descargar láminas de los últimos registros de Consultores 21, la encuestadora que mide distinto a todo el mundo (según ella, la intención de voto a favor de Chávez y a favor de Capriles se diferencia en ¡una décima de punto porcentual!): Consultores 21 – Junio 2012
LEA
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Luis, he escuchado todos los pilotos. Espero que tengas una muy buena aceptación de parte de quienes utilizan a la radio AM para informarse. Siento que tu programa está dedicado a hacer entender a la gente que la política es una actividad compleja, pero que es necesario hacerla entender, sobre todo para que tengamos criterio a la hora de votar. La idea de educar al votante, inspirada en Barbara Tuchman, es muy importante. Cuando veo las encuestas que tú comentas, y releo la observación de Tuchman en cuanto que los gobernantes se empeñan en las mismas ideas equivocadas, profundizando sus errores, termino por no entender a nuestra intención de votos mayoritariamente por Chávez, con las mismas ideas y errores en su percepción del pais. Ojalá encuentres una explicación válida a esta aparente contradicción.
Gracias, Aurelio, por tu generosa valoración.
En efecto, a alguien de tu preparación, que ve claramente la nocividad del régimen de Chávez, tiene que costarle trabajo entender la persistencia del apoyo que recibe de una mayoría del electorado. Creo que la cosa hay que verla así: el electorado no es quien determina las cartas de la baraja de opciones. Son los aparatos partidistas quienes escogen sus candidatos, y en 1998 presentaron a Irene Sáez (una candidata realmente insuficiente), a Luis Alfaro Ucero (la destilación del aparato adeco), a Henrique Salas Römer (enfrentado a la ola mayoritaria que intuía, desde hacía años, que algo sistémico estaba mal en Venezuela y requería un tratamiento constituyente), y Chávez (que se incorporó a la promoción de una constituyente desde que saliera de Yare). Sáez se desplomó desde sus cotas de intención de voto a favor de hasta 70% al retratarse con Herrera Campíns cuando ya era mayoría el rechazo al bipartidismo; Alfaro nunca despegó y luego fue defenestrado; Salas Römer hizo manipulación psicohistórica como Chávez, con sus cabalgatas porque «en Carabobo comenzó Venezuela» y admitió: «En Venezuela hace falta un nuevo modelo político pero yo no sé cuál es» (UCAB, 3 de diciembre de 1997). Ante un candidato cuyo tufo de godo se percibía a kilómetros de distancia y había declarado que la constituyente era «un engaño y una cobardía», sólo quedaba un candidato de extracción popular que la apoyaba y disimuló su orientación marxista. Por eso he dicho que en 1998 los electores no se equivocaron; el equivocado es Chávez.
Luego de su primer triunfo, las élites culposas le enfrentaron a Arias Cárdenas (otro golpista) en 2000 y a Manuel Rosales, primer firmante del decreto de Carmona, en 2006. Pero los electores rechazaron los proyectos de reforma constitucional en 2007, aumentaron de dos a cinco las gobernaciones de oposición (más la Alcaldía Metropolitana) en 2009, y la suma de MUD y PPT fue mayoritaria en la elección de Asamblea Nacional en 2010. (Hoy, con el lamentable desempeño de los diputados de oposición, dudo que sacarían los mismos votos).
En febrero de este año, los electores de oposición (no los electores en general) escogieron a un candidato claramente incompetente de una baraja de precandidatos a cual más malo. La excepción era María Corina Machado, la más inteligente y articulada entre los pretendientes. Pero ella optó por colocarse, equivocadamente, en el terreno ideológico con su «capitalismo popular» y traía la dudosa trayectoria carmonista, su publicitada reunión con Bush y su insincera prédica de primarias (ver página 284 de Las élites culposas) e impugnación del registro electoral a cuestas. De nuevo, la baraja no la reparte el pueblo, que se limita a escoger una de las cartas que se le ofrecen.
El objetivo del programa en RCR es, inspirado en la conjetura Tuchman, elevar la cultura política del público en general, formulación que por cierto estaba en en el proyecto de acta constitutiva de una organización de código genético distinto del de un partido convencional, propuesta en febrero de 1985 y que nunca llegó a constituirse, despreciada por las élites culposas: «La Asociación tiene por objeto facilitar la emergencia de actores idóneos para un mejor desempeño de las funciones públicas y el de llevar a cabo operaciones que transformen la estructura y la dinámica de los procesos públicos nacionales a fin de: 1. Contribuir al enriquecimiento de la cultura y capacidad ciudadana del público en general y especialmente de personas con vocación pública…» Creo que está llegando el tiempo de que una iniciativa tal sea aceptada.
Siempre he asociado con la conjetura Tuchman una prescripción de Neil Postman y Charles Weingartner en su libro La educación como actividad subversiva: que uno de los objetivos fundamentales de la educación es proveer a los educandos con un detector de porquerías (crap detector). Debe dárseles el instrumento con el que puedan desmontar los discursos falaces e insuficientes del político tradicional, y Chávez es el más tradicional de todos. James Stone Reverón me hizo notar que Chávez no era sólo mentiroso sino, por encima de todo, un mojonero. Éste no sólo dice mentiras, sino que construye con gran elaboración de detalles una narrativa falaz. Pedro el Grande, Felipe el Hermoso, Guillermo el Taciturno, Hugo el Mojonero.
No ha habido quien, más allá de acusarlo de maluco (y conocemos el carácter del reo desde el 4 de febrero de 1992) todos los días, haya sido capaz de refutar el discurso de Chávez. La mayoría del país, con su pobreza, se inclina racionalmente, como cualquier banquero de Wall Street, por quien le representa una mejor oferta para salir de ella. Chávez ha hecho un trabajo consistente a favor de los pobres, como reconocía The New York Times tres días después del referendo revocatorio de 2004:
«Es hora de que los opositores del presidente Hugo Chávez dejen de pretender que hablan por la mayoría de los venezolanos. No lo hacen, como el fracaso de un referendo revocatorio, promovido por la oposición, demostrara decisivamente el domingo. La razón por la que el Sr. Chávez sobreviviera al reto a pesar de sus impulsos autoritarios no es difícil de entender. A diferencia de muchos de sus predecesores, ha hecho de programas dirigidos a los problemas cotidianos de los pobres—analfabetismo, hambre de tierra y cuidado sanitario inferior—el tema central de su administración, y ha sido capaz de emplear ingresos petroleros mayores que los esperados para promover el bienestar social. Algunos de sus programas han sido pobremente diseñados y desvergonzadamente usados para edificar y movilizar apoyo político. En todo caso, son comprensiblemente apreciados por los millones de venezolanos que se sienten como hijastros diferidos del boom petrolero del país».