Antes he contado este cuento: Ocurrió en una estación de tren en Moscú de la época de Stalin. Dos amigos, Ilya y Mikhail, se encuentran en un andén a la espera de un tren que partirá hacia el sur. Luego de los saludos acostumbrados uno pregunta: “Dime, Ilyia, ¿adónde vas?” E Ilyia contestó: “Pues, Mikhail, voy a Kiev”. Entonces Mikhail se quedó pensando: “Ilyia me dice que va a Kiev para que yo piense que va a Vladivostok. Entonces debe ir a Kiev”. (Sensatez y sentimientos, 27 de abril de 2006).
Ayer se ha sabido que el Presidente de la República viajó, en enésima ocasión, a Cuba para tratamiento rehabilitador que describió como «sesiones de oxigenación hiperbárica». De inmediato, arrancaron los motores de la especulación, sólo que funcionando como máquinas de certeza: «Te informo—me dijeron en un correo de hoy—que Chávez es llevado urgentemente a La Habana por metástasis con incidencia seria en la médula. Lo montaron en el avión en camilla y muy descompensado. Debe operarse y supuestamente queda inutilizado o se muere». No me molesté en preguntar por la fuente creíble de tan portentosa «noticia», como tampoco en buscar lo que Nelson Bocaranda y el médico a control remoto, José Rafael Marquina, tendrán que decir. Los famosos Runrunes sólo salen martes y jueves, y Marquina ya había declarado a El Observador de Uruguay el 7 de abril: «Vamos a empezar a ver complicaciones serias a partir de noviembre. Una vez que presente complicaciones graves su expectativa de vida va a ser aproximadamente de 30 días». Ya lo ha matado.
Entonces me llegó un artículo de Fernando Londoño, el pontífice colombiano. (Por lo de pontificar). Ha escrito cosas como éstas:
Si Chávez no estuviera agonizante, habría dicho mil cosas sobre la crisis reciente en Siria, donde se tambalea su amigo Bashar Al Assad, y sin duda estaría ufanándose de los nuevos envíos de combustible para alimentar sus equipos de guerra. (…) Si Chávez estuviera vivo, andaría a la cabeza de sus tropas rojas para alimentar la votación importantísima que se le viene encima. El camarada no estaría corriendo el riesgo de gobernar un país lleno de Estados enemigos. (…) Si Chávez estuviera vivo, no faltaría a la cita de las Farc en La Habana, personaje fundamental como es de aquel sainete, y estaría encabezando la exigencia para el indulto de Simón Trinidad, sin cuyas luces los diálogos parecen un pesebre apagado. (…) Lo dicho conduce a una conclusión inapelable: Chávez no está vivo. Y no importa si lo tienen guardado en estado vegetativo en algún hospital de aquí o de allá. Lo que importa es que Venezuela es una nave al garete, un Estado fantasma, una estructura vacía. Porque en el mundo del caudillismo totalitario, las cosas son así. Sin el reyezuelo, no queda nada.
Bueno, fue Assad quien justamente ayer hizo llegar un mensaje privado a Chávez, Luis Vicente León ha opinado: “Esto le va a hacer más difícil a la oposición ganar espacios, porque la mente de los electores se ocupará en el Presidente”, y Chávez ha ido precisamente a La Habana, donde podrá encontrarse con los delegados de las FARC. En síntesis, una pieza mal informada e inútil ese artículo de Londoño, construida sobre una sarta de oraciones puramente condicionales. Hacia el remate de su nueva pontificación, aventura Londoño esta evaluación que nos insulta: «Venezuela es un país tan acongojado, tan desorientado, tan deshecho, que no se siente capaz de afrontar su destino sin la imagen del tirano. (…) Porque al parecer Venezuela no podía vivir con Chávez, pero no está preparada para vivir sin Chávez». Que el Sr. Londoño continúe escribiendo arrogancias no solicitadas, pero se abstenga de describir a nuestro país con estupideces como ésas.
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En la nota que The Washington Post dedica al nuevo viaje terapéutico, se lee: «El tratamiento al que Chávez se someterá, generalmente involucra respirar oxígeno puro mientras se halla en una cámara sellada y presurizada. Su valor ha sido bien establecido para el tratamiento de quemaduras, envenenamiento por monóxido de carbono y otras condiciones médicas, y para ayudar a la cicatrización de heridas y auxiliar la reparación de huesos y tejidos dañados por tratamientos con radiación».
Lo más sencillo es tomar las cosas at face value. ¿Por qué sospechar que Chávez va a Vladivostok? LEA
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Lo cierto es que muchas personas desean su pronta muerte. Pero se olvidan de que Chávez ganó las elecciones, entre otros factores por su voluntad manifiesta de estar activo y lograr sus objetivos. Venezuela, lamentablemente, no tiene organizada una alternativa de poder político, ni en el chavismo con apariencias de tenerlo, y la oposición fracturada por la derrota de octubre, menos aún. Todavía algunos personajes de la oposición se consideran líderes salvadores con una inusitada vocación de mesianismo.
Gracias, Aurelio, por tu nueva contribución. Creo que en general la cosa es como dices. Me atrevo a añadir, sin embargo, que creo que la enfermedad política venezolana tendrá cura con mayor prontitud de lo que creemos comúnmente. La psiquis nacional está lista para una prédica distinta, más responsable y seria, más veraz. La mayor parte de los pacientes graves prefiere que se le diga la verdad.