Probablemente tío Edgar estudió Química con la esperanza de conseguir la piedra filosofal. Nunca olvidaré el título de su tesis de grado, aprobada con honores: Métodos espectrométricos para la determinación del manganeso en aceros. El arcano y elegante nombre aumentó mi respeto de sobrino afortunado, recrecido ya por el átomo simbólico de berilio en su anillo de graduación. Luego sería el competente Director de la Escuela de Química de la Universidad Central de Venezuela, donde estudió y se graduó.
A mí me explicó qué eran los orbitales, y me regaló el libro de Química Inorgánica de Mellor, con larga dedicatoria. Fue uno de mis maestros iniciales de música clásica, y quien descubrió a mis oídos el mundo de la ópera. No puedo contar las mañanas y las tardes que dedicamos a oír sus cantantes favoritos, mientras me explicaba el drama o elogiaba una voz. Mucho antes, hizo para mí un paracaídas con cordel y un pañuelo, que lanzó desde el balcón de Aragonesa, la casa de mi abuela, mi primera casa. Nos tiramos pelotas de béisbol. Lo escuché al piano.
Supo de química cuántica y a pesar de eso quiso preservar enseñanzas astrológicas. Enseñó ciencia, aprendió música y la hizo en canto y en instrumento, fue político de la universidad. Murió hoy el varón menor de los Corothie-Chenel, hermano de mi madre, y siento un agujero negro.
En su memoria, traigo acá una canción de Jan Sibelius en la voz impar de Jussi Bjoerling, la voz suprema de su panteón de voces. De su recital en Carnegie Hall, el 24 de septiembre de 1955 y acompañado al piano por Frederick Schauwecker, tomo Svarta rosor (Rosas negras). La vida de mi tío merece unos aplausos como los que se oyen al fin. Fue un hombre que jamás se apartó de la rectitud. LEA
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Lei por la prensa el velatorio y supuse que era familia. Pero no tan cercana. Mi más sentido de condolencias por tan querido tío.
Igual, mi tío Vladimir Kislinger era militar y músico: tocaba organo, acordeón, guitarra, y organizaba en su casa conciertos de música de cuerdas. Era mago, leía cartas y en fin todo un personaje. Lo admiraba por su talento musical. Así son las cosas en la vida.
Vidas paralelas, parece. Gracias por tu afectuosa condolencia.
Luis Enrique,
Primero que nada, mis más sentidas condolencias.
Yo tuve la suerte de ser alumna del Profesor Corothie. Mi memoria de esa época es una muy feliz de una de las materias más difíciles de la carrera de Química, dos días completos de laboratorio, «cosa de vida o muerte» para todos nosotros. Su «himno del laboratorio» era «Abusadora» de la Billo’s Caracas Boys. Cada una de las dos mañanas en la semana, la práctica del laboratorio empezaba con el himno. Hay una multitud de buenos ratos y memorias inigualables e irrepetibles.
El hizo que ese laboratorio de Análisis Orgánico fuera mucho más llevadero, inolvidable y único, estoy segura para una gran mayoría del curso. Al final del semestre, nos invitó a su casa a una parrilla a celebrar. Todavía tengo las fotos tanto del laboratorio como de la celebración del fin del semestre.
Quiero que sepas que mis amigos, compañeros de esa época inolvidable y yo también sentimos el vacío de la partida del Profesor Corothie.
De mi parte y de toda la familia, muchas gracias por tu testimonio y el simpático y generoso recuerdo del tío. Era, ciertamente, una personalidad difícil de olvidar.
Hola Marvi
Yo también fui alumno del Dr. Corothie allá por los setenta. Estoy haciendo un collage de los profesores de aquella época y si te es posible me envías fotos del laboratorio y del incombustible Dr. Corothie.