“No se debe permitir al dictador iraquí que amenace a América y el mundo con venenos, enfermedades y gases horribles y con armas nucleares”. (George W. Bush, Cincinnatti, 7 de octubre de 2002). Hasta ahora nadie ha podido mostrar absolutamente nada que se parezca a lo descrito por Bush. En chiste que ha circulado por Internet, la Casa Blanca habría decidido suspender la tradicional búsqueda de huevos de Pascua en sus jardines, porque después de bin Laden, Hussein y las armas iraquíes de destrucción masiva, no necesita otra cosa que no pueda encontrar.
Carta Semanal #43 de doctorpolítico, 3 de julio de 2003
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El Jefe del Equipo de Barack Obama, Denis McDonough, ha declarado el 8 de septiembre que el gobierno estadounidense carece de «evidencia irrefutable, más allá de una duda razonable» sobre la responsabilidad del régimen de Bashar al-Hassad en el incidente del 21 de agosto a las afueras de Damasco, cuando la explosión de armas químicas dejó como resultado centenares de muertos. A pesar de esta admisión, McDonough quiso disminuir la significación de ese dato al argumentar: «Esto no es un tribunal de justicia. Y la inteligencia no funciona así. La prueba del sentido común dice que él [al-Hassad] es responsable por esto. Debiera ser tenido como responsable». (Reportado para Associated Press por Philip Elliott, quien redactó así: «…McDonough concedió que los Estados Unidos no poseen evidencia concreta de que Assad estuvo tras los ataques químicos»). Ni siquiera hay consenso sobre el número de víctimas; la inteligencia de los EEUU habla de 1.429 fallecidos, que incluirían 426 niños, y un representante de la coalición anti-Hassad asegura que el número es mayor. Pero el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, residenciado en Inglaterra y nutrido por una red de activistas antigubernamentales, reporta que sólo ha podido confirmar 502 muertes acaecidas el 21 de agosto. El sentido común aconseja no actuar drásticamente sobre base incierta.
Pero es ese estado de información lo que sostiene la postura de Vladimir Putin: lo que han aducido los EEUU no lo convence; no hay hasta el momento pruebas irrefutables de la culpa de al-Hassad. El Presidente de la Federación Rusa está, en esa posición, mucho más cerca del público estadounidense que el propio presidente Obama. Pew Research dio a conocer el martes de la semana pasada (3 de septiembre) su encuesta sobre el asunto: sólo 32% de los estadounidenses cree que Obama ha explicado claramente por qué los EEUU deben lanzar ataques militares contra Siria, y 48% está en contra de ellos ante 29% que los aceptan. El mismo día, una encuesta del Washington Post y ABC News encontraba 36% de apoyo a las intenciones punitivas de Obama pero una oposición de 59% de los consultados. (Igualmente, este estudio medía que sólo 27% apoyaba el suministro de armas a las fuerzas rebeldes de Siria, contra 70% que se oponía). Y hoy mismo, la cadena CNN ha dado a conocer su propia encuesta nacional (del 6 al 8 de septiembre: sus resultados aquí: 6a.poll.syria); éstas son sus principales preguntas y las respuestas:
Luego de reportes de que el gobierno sirio ha usado armas químicas para matar civiles en su país, el Congreso está considerando una resolución para autorizar una acción militar limitada en Siria. La resolución sólo autoriza una acción militar de 60 a 90 días y prohíbe el uso de tropas de los EEUU en un rol de combate en Siria. ¿Cree Ud. que el Congreso debe o no debe aprobar esa resolución?
Debe aprobarla: 39%
No debe aprobarla: 59%
Sin opinión: 2%
¿Estaría Ud. a favor o se opondría a ataques aéreos de los EEUU contra blancos militares en Siria si el Congreso aprueba esa resolución?
A favor: 43%
En contra: 55%
Sin opinión: 2%
¿Y estaría Ud. a favor o en contra de ataques aéreos de los EEUU contra blancos militares en Siria si el Congreso NO aprueba esa resolución?
A favor: 27%
En contra: 71%
Sin opinión: 1%
(Ver también la más reciente encuesta por The New York Times/CBS News, igualmente del 6 al 8 de septiembre).
Creo que puede adelantarse la conjetura de que la mayoría de la opinión mundial se manifestaría en proporciones similares.
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La retórica de Obama y su Secretario de Estado, John Kerry, emplea las hipérboles típicas de la industria publicitaria: «Estamos en nuestro momento Munich», dijo Kerry, aludiendo al pacto de 1938 en el que Neville Chamberlain y Édouard Daladier, reunidos con Adolfo Hitler y Benito Mussolini, accedieron a las pretensiones del penúltimo en Checoeslovaquia, con la esperanza de que sus concesiones evitaran una guerra europea. Un año después, Alemania invadía a Polonia y desencadenaba la Segunda Guerra Mundial. Pero la propaganda de Kerry es una falacia: Siria no tiene la capacidad militar de los nazis, y la preservación de la integridad checoeslovaca no hubiera, necesariamente, atenuado las ambiciones de Hitler; probablemente hubiera anexado a Alemania, de todos modos, el territorio de los sudeten y tal vez habría atacado a Polonia antes de 1939. Así no se puede hacer historia y no se debe hacer política.
Otra retórica es la del papa Francisco I, que envió el jueves 5 de septiembre una preocupada carta a los mandatarios de los países del G20 reunidos en San Petersburgo: «A los dirigentes presentes, a cada uno de ellos, hago un llamamiento desde el fondo de mi corazón para que ayuden a encontrar las vías para superar las posiciones de conflicto y para que abandonen el vano afán de una solución militar». Luego insistió en su homilía de la vigilia de ayuno y oración que convocara (7 de septiembre):
¡La violencia y la guerra nunca son el camino para la paz! Que cada uno mire dentro de su propia conciencia y escuche la palabra que dice: Sal de tus intereses que atrofian tu corazón, supera la indiferencia hacia el otro que hace insensible tu corazón, vence tus razones de muerte y ábrete al diálogo, a la reconciliación; mira el dolor de tu hermano—pienso en los niños, solamente en ellos…—, mira el dolor de tu hermano, y no añadas más dolor, detén tu mano, reconstruye la armonía que se ha roto; y esto no con la confrontación, sino con el encuentro. ¡Que se acabe el sonido de las armas! La guerra significa siempre el fracaso de la paz, es siempre una derrota para la humanidad. Resuenen una vez más las palabras de Pablo VI: «Nunca más los unos contra los otros; jamás, nunca más… ¡Nunca más la guerra! ¡Nunca más la guerra!» (Discurso a las Naciones Unidas, 4 octubre 1965: AAS 57 [1965], 881). «La Paz se afianza solamente con la paz; la paz no separada de los deberes de la justicia, sino alimentada por el propio sacrificio, por la clemencia, por la misericordia, por la caridad» (Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1976: AAS 67 [1975], 671). Hermanos y hermanas, perdón, diálogo, reconciliación son las palabras de la paz: en la amada nación siria, en Oriente Medio, en todo el mundo. Recemos esta noche por la reconciliación y por la paz, contribuyamos a la reconciliación y a la paz, y convirtámonos todos, en cualquier lugar donde nos encontremos, en hombres y mujeres de reconciliación y de paz. Así sea.
Justo antes del Ángelus, condenó ayer, ante una multitud reunida en la Plaza de San Pedro, especialmente las guerras que se emprenden para vender armas, y dijo: «Esto implica, entre otras cosas, decir no al odio fratricida y a las mentiras de las que se sirve, a la violencia en todas sus formas, a la proliferación de armas y su comercio ilegal. Éstos son los enemigos que hay que combatir unidos y con coherencia, no siguiendo intereses que no sean los de la paz y el bien común».
Claro, Barack Obama no es católico. Sobre su psicología pesa que el 19 de agosto de 2012 trazó una «raya roja» para al-Hassad: que no usara armas químicas. Debe pensar que quedaría como un pusilánime si ahora, cuando cree que el presidente sirio cruzó la línea, no pelea. «Que a que no me quitas la pajita», dijo, y ahora cree que se la han quitado. Por supuesto, esto se expone de una manera menos obvia: «Si no respondemos a esta violación de una norma internacional estaremos enviando una señal a las naciones forajidas, los regímenes autoritarios y las organizaciones terroristas: que pueden desarrollar y emplear armas de destrucción masiva sin pagar las consecuencias».
Por fortuna, las más recientes noticias son más bien positivas: Kerry indicó que Siria pudiera evitar los ataques en su contra si entrega su arsenal químico, y Putin ha hecho la proposición formal de que esas armas sean entregadas a inspectores internacionales. El canciller sirio, Walid al-Moualem, ha manifestado en Moscú que su gobierno da la bienvenida a la propuesta rusa. (Ver nota de Reuters sobre este desarrollo). Parece que, after all, в конце концов, la bomba de tensión internacional puede ser desactivada y el honor de Obama salvado. El mismo Obama ha reaccionado ya, mientras mantiene su escepticismo: «…esto representa un desarrollo potencialmente positivo», llegando a calificarlo de «significant breakthrough», un progreso significativo. (Ver nota en The Washington Post). LEA
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