La impotencia más absoluta

La impotencia más absoluta (Imaginechina/Corbis)

Las abejas son usualmente inocuas hacia el hombre o las bestias. Pero son letales para el más grande de los animales. Hasta el mayor de los elefantes sucumbe a los mil aguijones envenenados de un enjambre. Como mil hipodérmicas sobre un hombre, cada una de las cuales inocula la milésima de una dosis mortal.

LEA #58, 16 de octubre de 2003

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Lo primero que el gobierno debe entender es que la continuación de su postura de defensa y agresión puede africanizar al enjambre ciudadano. Lo primero que debe entender su oposición es que puede llevarse a Maduro a conductas mucho peores. Empecemos por esto último.

Hace tres años—Neurochaparrón, 8 de febrero de 2011—recordé a un amigo, antiguamente mi tutor, y uno de sus libros:

Cuando Yehezkel Dror enumeró los rasgos de un gobernante “enloquecido”—en Crazy States: A Counterconventional Strategic Problem, 1971—, propuso éstos: “1. tiene objetivos muy agresivos en contra de otros; 2. mantiene un profundo e intenso compromiso con esos objetivos (dispuesto a pagar un alto precio por su logro y correr grandes riesgos); 3. está imbuido de un sentido de superioridad frente a la moralidad convencional y las reglas habitualmente aceptadas de la conducta internacional (dispuesto a la inmoralidad e ilegalidad en términos convencionales en nombre de ‘valores superiores’); 4. exhibe un comportamiento lógicamente consistente dentro de tales paradigmas; 5. lleva a cabo acciones externas que impactan la realidad (incluyendo el uso de símbolos y amenazas)”.

Y en Extemporaneidad oportuna lo había recordado antes (21 de octubre de 2004):

En entrevista concedida a fines de 1991 al Jerusalem Post, Dror comentaba sobre la conducta de Saddam Hussein. Así lo recoge Daniella Ashkenazy: “Saddam no es un loco en el sentido clínico, como a algunos les gustaría que creyéramos. Sus movimientos son impredecibles porque tiene un mind-set diferente que meramente parece loco a los occidentales.… Rehusándose a pensar lo impensable, los occidentales suponen que los estilos de confrontación se mantendrán dentro de limitaciones morales aceptadas”.

Hay que extremar el cuidado. Nadie debe dudar de que el presidente Maduro y sus asociados están dispuestos a pagar un alto precio por el logro de sus objetivos.

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Pero el gobierno debe percatarse de que pudiera estar ante una dinámica de avalancha, que es a lo que apuestan los opositores más radicales. Una bola de nieve puede crecer por acreción—DRAE: 1. f. Crecimiento por adición de materia, como en los depósitos minerales o los continentes—hasta alcanzar proporciones gigantescas, y una reiterada torpeza del gobierno puede desencadenar un proceso de ese tipo.

Los témpanos de hielo tienen una masa enorme. Es conocimiento que se adquiere en la infancia que la emergencia visible de las gigantescas y heladas moles son tan sólo “la punta del iceberg”, que 90% de la masa de hielo está bajo la superficie. No son cuerpos que se desplacen con agilidad. Por lo contrario, como corresponde a tan inertes magnitudes, se mueven con extrema lentitud. (…) Se trata de física elemental. Cuando una masa tan grande como la de, digamos, un supertanquero—10 o 15 veces el desplazamiento del Pilín León—se ha puesto en movimiento a su velocidad de crucero de 20 o más nudos, frenarla no es cosa sencilla. La enorme inercia requiere que decenas de kilómetros antes de atracar en el puerto de Rotterdam debe comenzarse a frenar, so pena de atravesar el puerto y la ciudad completa. Es así como la sociedad civil venezolana es el descomunal témpano de hielo, que flota lentamente en la dirección escogida, implacablemente. Es contra esta masa que un arrogante paquebote, un Titanic gubernamental teóricamente inundible, soberbio, ha escogido enfilar. (En la Carta Política Venezolana—predecesora de la Carta Semanal de doctorpolítico—, # 19, 26 de diciembre de 2002).

En la misma edición primitiva se encuentra esta otra advertencia naval:

Otro buque proclamado insumergible fue el acorazado Bismarck, de poderosa artillería y blindaje supuestamente impenetrable. En su primera batalla este ciclópeo buque militar despachó, sin recibir más que rasguños, al orgullo de la Armada británica, el crucero de combate Hood, hundiéndole con unos pocos y certeros cañonazos, y dejó tan maltrecho al compañero de éste, el acorazado Príncipe de Gales, que le hizo retirarse, azorado y herido, para no correr la misma suerte de la aniquilación. Al cabo de esta hazaña, el Bismarck puso insolente curso al sur, ahíto de victoria, para rodear en ruta atlántica la Península Ibérica y llegar a la costa francesa de Marsella para el reaprovisionamiento, en territorio bajo control alemán. Nunca llegó a su destino. No lejos de las costas españolas fue avistado por un pequeño avión de reconocimiento, que dio la alarma. Hacia el sitio se dirigió al punto una verdadera jauría compuesta de toda clase de buques de guerra, cada uno de los cuales era absolutamente incapaz de resultar victorioso en una confrontación individual con el gigante. Pero la jauría logró su objetivo. Como esos sabuesos más bien pequeños—los beagles—que en Venezuela se emplean para la caza del tigre guayanés, el Bismarck fue cercado por el enjambre aeronaval. Del asedio se pasó al ataque, y el invencible monstruo ya no pudo defenderse. Herido por obuses de cualquier calibre, por torpedos y metralla, el altanero acorazado sucumbió.

A partir de 2002, Hugo Chávez pudo superar un golpe de Estado que se montó sobre una protesta descomunal, un forúnculo agitado en Altamira, un paro liderado por la gerencia de PDVSA y un referendo revocatorio. Sin embargo, la desesperación ciudadana es hoy mayor que la de esa época, ya no hay misiones que inventar ni plata para financiarlas, y Maduro no es Chávez.

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A corto plazo, el estadista enloquecido lleva la ventaja. En Diagnóstico de nuestro tiempo (1943), uno de los grandes de la Sociología, Karl Mannheim, escribió:

…una nueva técnica militar permite una concentración de poder mucho más grande que la técnica de cualquier período anterior. Mientras que los ejércitos de los siglos dieciocho y diecinueve estaban equipados con rifles y cañones, nuestros ejércitos operan con bombas, aeroplanos, gas y unidades mecanizadas. Un hombre con un rifle amenaza a sólo unos pocos, pero un hombre con una bomba puede amenazar a mil. Esto significa que el cambio en la técnica militar contribuye grandemente a las probabilidades de dominación por una minoría.

Ahora bien, en la afligida Ucrania, donde nos llevan una ventaja de veinte muertos con sus protestas y su represión, el presidente Viktor Yanukovich, miembro del Partido Comunista ucraniano hasta 1991, se reunió anoche con líderes políticos de oposición y anunció que habían alcanzado un acuerdo de tregua para terminar los combates que han causado allá 26 muertes. Ambos lados del conflicto dijeron también que habían acordado reanudar negociaciones para un acuerdo estable. La reunión, informó The Washington Post, se celebró un día después de signos de desarreglo en el gobierno, que incluyeron la destitución del máximo jefe militar. Acá sólo se sustituyó el jefe del SEBIN. ¿No será hora de coger seña de los ucranianos? LEA

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Para descargar en archivo de formato .pdf ¿Locura del gobernante o africanización del enjambre?

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