Actualizado abajo con mi capitulación en otro intercambio menos irracional.
Aprobada la H. Res 488 por 393-1 votoshttp://ros-lehtinen.house.gov/press-release/la-c%C3%A1mara-de-representantes-est%C3%A1-unida-en-apoyo-al-pueblo-de-venezuela-y-la
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Luis Enrique Alcalá ¡Qué maravilla! Los republicanos que sostuvieron a George W. Bush vienen en nuestra ayuda. «¿Quién podrá defendernos?» El Chapulín Colorado. (Perdón; Ileana Ros-Lehtinen). Fuera los cubanos, fuera los gringos, fuera los rusos de nuestros asuntos.
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Juan Esteban Gandica Dejo visible tu comentario y que los demás juzguen. Como te comente en privado, lo considero un insulto
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Mariana Hernandez No entiendo el comentario. Los republicanos tienden a ser más favorables a medidas como estas y los demócratas tienden a favorecer medidas izquierdistas . Me sorprende positivamente y apabulla lo unánime de la medida. La presión esta ahora en el Sr. Obama en actuar hacia lo que ha dejado pasar frente a sus narices y que para mi afectaría mucho más la geopolítica Americana.
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Cecilia Bracho-Gandica Creo que el «Chapulín Colorado» vendrá, pero para llevarte a ti Luis Enrique Alcala… Se desprende un hedor rojo rojito de tu comentario. Burlón, miope y fuera de lugar. El problema socio-politico de Venezuela afecta a muchos mas territorios, que solo a nuestra tierra.
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Mariana Hernandez Ojalá y lo de Venezuela se resuelva pronto de la manera más positiva, entonces veremos el efecto dominó tomar su curso en América Latina!
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Luis Enrique Alcalá El 19 de agosto de 2004, a sólo cuatro días del referendo revocatorio que una dirigencia opositora incompetente logró perder, hice un análisis de los resultados que sabía no sería del agrado de muchos. Hay gente que no tolera, como algunos la lactosa, a la verdad. Por eso hice una advertencia preliminar, que copio a continuación:
“Pocos días después del 4 de febrero de 1992, el diario El Globo nos publicaba artículo en el que asentábamos contundentemente nuestra opinión de que la asonada de aquel día era un evidente abuso de parte de Hugo Chávez y sus secuaces de conjura. (El día 3 de febrero nos había publicado asimismo, la víspera del golpe cuya preparación ignorábamos, un artículo en el que por enésima vez exigíamos la renuncia de Carlos Andrés Pérez).
En 1994 escribimos, a raíz del sobreseimiento de la causa de los prisioneros de Yare, que creíamos que han debido cumplir, contra lo concedido por Rafael Caldera, la pena exacta que las leyes venezolanas preveían en materia de rebelión.
En desayuno al que fuéramos invitados en plena campaña electoral de 1998 (en las oficinas de la agencia de publicidad J. Walter Thompson) dijimos al mismísimo Hugo Chávez, expositor de circunstancia, que el titular del derecho de rebelión es una mayoría de la comunidad, y no una logia de una decena de comandantes que sin ningún derecho juraran alzarse ante los restos de un decrépito y patriótico samán. En la misma ocasión le quisimos hacer entender que si insistía en glorificar su criminal aventura de 1992 no tendría ningún sentido establecer un diálogo al que me invitaba, tras mi declaración primera, en compañía de William Izarra.
El 19 de agosto de ese mismo año escribíamos, para el diario La Verdad de Maracaibo, un artículo en el que se estableciera, por primera vez de modo público, una comparación entre la figura de Chávez Frías y la de Adolfo Hitler.
En enero de 1999, ya electo Chávez, nos permitimos decir en voz tan alta que llegó a todo el auditorio, y en su presencia a distancia de dos metros, que estaba completamente equivocado en su concepto constituyente, en acto convocado en La Viñeta.
Durante todo el transcurso de su desgobierno, por escrito, por radio, por televisión, hemos hecho explícita nuestra consistente oposición a sus ideas y sus métodos. El 25 de febrero de 2002, por citar un solo caso, propusimos un procedimiento para abolir su régimen en conocido programa matutino televisado.
En síntesis, no nos gusta el animal político que es Chávez, como tampoco simpatizamos con su simple personalidad, porque rechazamos el abuso y la idea de que alguien se crea con derecho a imponer su inconsulta voluntad a todo un pueblo”.
“Pocos días después del 4 de febrero de 1992, el diario El Globo nos publicaba artículo en el que asentábamos contundentemente nuestra opinión de que la asonada de aquel día era un evidente abuso de parte de Hugo Chávez y sus secuaces de conjura. (El día 3 de febrero nos había publicado asimismo, la víspera del golpe cuya preparación ignorábamos, un artículo en el que por enésima vez exigíamos la renuncia de Carlos Andrés Pérez).
En 1994 escribimos, a raíz del sobreseimiento de la causa de los prisioneros de Yare, que creíamos que han debido cumplir, contra lo concedido por Rafael Caldera, la pena exacta que las leyes venezolanas preveían en materia de rebelión.
En desayuno al que fuéramos invitados en plena campaña electoral de 1998 (en las oficinas de la agencia de publicidad J. Walter Thompson) dijimos al mismísimo Hugo Chávez, expositor de circunstancia, que el titular del derecho de rebelión es una mayoría de la comunidad, y no una logia de una decena de comandantes que sin ningún derecho juraran alzarse ante los restos de un decrépito y patriótico samán. En la misma ocasión le quisimos hacer entender que si insistía en glorificar su criminal aventura de 1992 no tendría ningún sentido establecer un diálogo al que me invitaba, tras mi declaración primera, en compañía de William Izarra.
El 19 de agosto de ese mismo año escribíamos, para el diario La Verdad de Maracaibo, un artículo en el que se estableciera, por primera vez de modo público, una comparación entre la figura de Chávez Frías y la de Adolfo Hitler.
En enero de 1999, ya electo Chávez, nos permitimos decir en voz tan alta que llegó a todo el auditorio, y en su presencia a distancia de dos metros, que estaba completamente equivocado en su concepto constituyente, en acto convocado en La Viñeta.
Durante todo el transcurso de su desgobierno, por escrito, por radio, por televisión, hemos hecho explícita nuestra consistente oposición a sus ideas y sus métodos. El 25 de febrero de 2002, por citar un solo caso, propusimos un procedimiento para abolir su régimen en conocido programa matutino televisado.
En síntesis, no nos gusta el animal político que es Chávez, como tampoco simpatizamos con su simple personalidad, porque rechazamos el abuso y la idea de que alguien se crea con derecho a imponer su inconsulta voluntad a todo un pueblo”.
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Luis Enrique Alcalá Ya llegados a 2007, el año de sus proyectos de reforma constitucional—que combatí con más claridad que Luis Ugalde, quien sostuvo que abstenerse era lo mismo que votar en contra—, escribí lo siguiente:
“Desde que entró, en mala hora, Hugo Rafael Chávez Frías a la política venezolana, el 4 de febrero de 1992, este ciudadano se ha conducido, constantemente, como un modelo agresivo. Por supuesto, por sus actos de esa fecha, que fueron armados para la agresión. Pero también en su campaña electoral de 1998, cuando ofrecía freír cabezas de adecos y copeyanos; también el 4 de febrero de 1999—cuarenta y ocho horas después de haber jurado sobre una constitución a la que declaró, frente a su padre, moribunda, en revelación de su carácter despiadado—cuando emplazó a la Presidenta de la Corte Suprema de Justicia para que aceptara el robo por necesidad; también cuando sugirió a Marcel Granier que su vida corría peligro; también cuando escribía cartas, en plan de colega revolucionario, al terrorista criollo Illich Ramírez Sánchez, alias ‘El Chacal’; también cuando incitó agresiones de otros, como las de la banda de Lina Ron, a la que declaraba luchadora meritoria; también cuando despidió con sorna a los ejecutivos de PDVSA; también cuando insulta a mandatarios extranjeros e instituciones públicas y organizaciones no gubernamentales en cualquier parte del globo; también cuando excita las invasiones de propiedades privadas, como él mismo hace en aplicación del ‘método Chaz’; también cuando amenaza a quienes se le opongan con el empleo de la fuerza armada; también cuando compra armas—fusiles, helicópteros, submarinos—y establece contingentes de reservistas más grandes que el ejército regular; también cada vez que golpea la palma de su mano diestra con el puño siniestro; también cuando no cesa de hablar de guerra, de magnicidio, de guerrilla, de resistencia; también cuando ofrece la expropiación a cuanto factor social no se alinee con su voluntad; también cuando acuña el lema de ‘patria, socialismo o muerte’.
Cualquier cosa positiva que Chávez haya podido traer a su pueblo es anulada por esta permanente modelación de la violencia, por cuanto aquí el daño que infiere es a lo psíquico de nuestra sociedad. No hay, pues, nada que pueda salvar a las administraciones de Chávez en el registro de la historia, y esto debe ser explicado a sus partidarios en nuestra ciudadanía. Uno pudiera invitarles a que hicieran una lista de los aciertos de Chávez, pues por más larga que fuese sería reducida a la insignificancia al cotejarla con su perenne modelación de la violencia y la agresión, que deja cicatrices en el espíritu de la Nación. ¿Cómo puede disminuir la delincuencia en un país cuyo presidente la modela, exacerbando el azote que lacera por igual a sus partidarios y sus opositores? ¿Qué asaltante no se sentirá ‘dignificado’ por la conducta presidencial, cuya agresividad y cuyo desprecio por la propiedad puede tomar por modelos?” (Carta Semanal de Dr. Político #244, 5 de julio de 2007).
Cuando la Sra. Bracho-Gandica habla de hedores rojo-rojitos no sabe de lo que está hablando.
“Desde que entró, en mala hora, Hugo Rafael Chávez Frías a la política venezolana, el 4 de febrero de 1992, este ciudadano se ha conducido, constantemente, como un modelo agresivo. Por supuesto, por sus actos de esa fecha, que fueron armados para la agresión. Pero también en su campaña electoral de 1998, cuando ofrecía freír cabezas de adecos y copeyanos; también el 4 de febrero de 1999—cuarenta y ocho horas después de haber jurado sobre una constitución a la que declaró, frente a su padre, moribunda, en revelación de su carácter despiadado—cuando emplazó a la Presidenta de la Corte Suprema de Justicia para que aceptara el robo por necesidad; también cuando sugirió a Marcel Granier que su vida corría peligro; también cuando escribía cartas, en plan de colega revolucionario, al terrorista criollo Illich Ramírez Sánchez, alias ‘El Chacal’; también cuando incitó agresiones de otros, como las de la banda de Lina Ron, a la que declaraba luchadora meritoria; también cuando despidió con sorna a los ejecutivos de PDVSA; también cuando insulta a mandatarios extranjeros e instituciones públicas y organizaciones no gubernamentales en cualquier parte del globo; también cuando excita las invasiones de propiedades privadas, como él mismo hace en aplicación del ‘método Chaz’; también cuando amenaza a quienes se le opongan con el empleo de la fuerza armada; también cuando compra armas—fusiles, helicópteros, submarinos—y establece contingentes de reservistas más grandes que el ejército regular; también cada vez que golpea la palma de su mano diestra con el puño siniestro; también cuando no cesa de hablar de guerra, de magnicidio, de guerrilla, de resistencia; también cuando ofrece la expropiación a cuanto factor social no se alinee con su voluntad; también cuando acuña el lema de ‘patria, socialismo o muerte’.
Cualquier cosa positiva que Chávez haya podido traer a su pueblo es anulada por esta permanente modelación de la violencia, por cuanto aquí el daño que infiere es a lo psíquico de nuestra sociedad. No hay, pues, nada que pueda salvar a las administraciones de Chávez en el registro de la historia, y esto debe ser explicado a sus partidarios en nuestra ciudadanía. Uno pudiera invitarles a que hicieran una lista de los aciertos de Chávez, pues por más larga que fuese sería reducida a la insignificancia al cotejarla con su perenne modelación de la violencia y la agresión, que deja cicatrices en el espíritu de la Nación. ¿Cómo puede disminuir la delincuencia en un país cuyo presidente la modela, exacerbando el azote que lacera por igual a sus partidarios y sus opositores? ¿Qué asaltante no se sentirá ‘dignificado’ por la conducta presidencial, cuya agresividad y cuyo desprecio por la propiedad puede tomar por modelos?” (Carta Semanal de Dr. Político #244, 5 de julio de 2007).
Cuando la Sra. Bracho-Gandica habla de hedores rojo-rojitos no sabe de lo que está hablando.
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Luis Enrique Alcalá Pero no me gusta que otros países se inmiscuyan en nuestros asuntos. Escribí claramente, con todas sus letras: “Fuera los cubanos, fuera los gringos, fuera los rusos de nuestros asuntos”.
La mención a George W. Bush es la de un presidente de los EEUU que los historiadores de su país calificaron como el peor de toda su historia. El 31 de julio de 2003 hice notar esto:
“Pero en lo que sí se comportan los Estados Unidos como descarados hegemones es en su decisión de suspender su ayuda militar—incluyendo el adiestramiento—a 35 países que apoyan a la Corte Penal Internacional pero no han ‘exceptuado’ a los Estados Unidos de eventuales causas en su contra por genocidio y crímenes de guerra. Según la agencia Fox News, los Estados Unidos, que son signatarios del pacto que creó la corte el año pasado, ‘temen que (el tribunal) pueda procesar causas políticamente motivadas en contra de sus líderes militares y civiles’. La administración de Bush está muy dispuesta, naturalmente, a levantar las sanciones—que incluyen a Colombia y a seis países de Europa oriental—cuando los países en cuestión consientan en conceder bilateralmente inmunidad para los funcionarios estadounidenses. Ahora veremos si Uribe Vélez tiene pantalones y se resiste a esta torcida de brazo”. Esto es, Bush exigía carta blanca ante cualquier abuso que pudieran cometer las tropas que envió a Afganistán e Irak, como las torturas horrendas de Abu Ghraib.
La mención a George W. Bush es la de un presidente de los EEUU que los historiadores de su país calificaron como el peor de toda su historia. El 31 de julio de 2003 hice notar esto:
“Pero en lo que sí se comportan los Estados Unidos como descarados hegemones es en su decisión de suspender su ayuda militar—incluyendo el adiestramiento—a 35 países que apoyan a la Corte Penal Internacional pero no han ‘exceptuado’ a los Estados Unidos de eventuales causas en su contra por genocidio y crímenes de guerra. Según la agencia Fox News, los Estados Unidos, que son signatarios del pacto que creó la corte el año pasado, ‘temen que (el tribunal) pueda procesar causas políticamente motivadas en contra de sus líderes militares y civiles’. La administración de Bush está muy dispuesta, naturalmente, a levantar las sanciones—que incluyen a Colombia y a seis países de Europa oriental—cuando los países en cuestión consientan en conceder bilateralmente inmunidad para los funcionarios estadounidenses. Ahora veremos si Uribe Vélez tiene pantalones y se resiste a esta torcida de brazo”. Esto es, Bush exigía carta blanca ante cualquier abuso que pudieran cometer las tropas que envió a Afganistán e Irak, como las torturas horrendas de Abu Ghraib.
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Luis Enrique Alcalá Las peticiones de intervención de la OEA, la ONU y los Estados Unidos, en las que algunas almas ingenuas ponen esperanzas, no son nuevas. Para la época del Carmonazo ya se manifestaron de modo idéntico. Las peticiones de aplicación, por ejemplo, de la Carta Democrática Americana, dejan de considerar que la sanción más grave que ella contempla es la suspensión de un estado miembro; es decir, que sus representantes no podrían asistir a sus sesiones, y que tal sanción tendría que ser aprobada por las dos terceras partes de los países que pertenecen a la OEA, un resultado prácticamente imposible en el caso de Venezuela.
Más aún, un documento más fundamental que esa carta, pues es el documento constitucional de la OEA (Carta de la Organización de los Estados Americanos), estipula en el literal E del Artículo 4 en el Capítulo II (Principios): “Todo Estado tiene derecho a elegir, sin injerencias externas, su sistema político, económico y social, y a organizarse en la forma que más le convenga, y tiene el deber de no intervenir en los asuntos de otro Estado. Con sujeción a lo arriba dispuesto, los Estados americanos cooperarán ampliamente entre sí y con independencia de la naturaleza de sus sistemas políticos, económicos y sociales”.
Más aún, un documento más fundamental que esa carta, pues es el documento constitucional de la OEA (Carta de la Organización de los Estados Americanos), estipula en el literal E del Artículo 4 en el Capítulo II (Principios): “Todo Estado tiene derecho a elegir, sin injerencias externas, su sistema político, económico y social, y a organizarse en la forma que más le convenga, y tiene el deber de no intervenir en los asuntos de otro Estado. Con sujeción a lo arriba dispuesto, los Estados americanos cooperarán ampliamente entre sí y con independencia de la naturaleza de sus sistemas políticos, económicos y sociales”.
La lucha es aquí adentro, donde estoy, donde no he dejado de librarla, para riesgo mío y de mi familia, desde la madrugada del 4 de febrero de 1992. Por eso repito: “Fuera los cubanos, fuera los gringos, fuera los rusos de nuestros asuntos”.
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Silencio.
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SEGUNDO FORO
Luis Enrique Alcalá Me parece que debe repudiarse la intromisión de los EEUU tanto como la de Cuba.
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Milagros Hermoso Eso no es intromision. Tampoco es intromision lo del Parlamento Europeo. Tampoco es intromisión un pronunciamiento de la OEA. Tampoco es intromisión el que el mundo defienda a los pueblos oprimidos. Tampoco es intromision que se diga que países violan derechos humanos. Manifestarse en favor de lo que es justo no es intromisión. Intromision es tener a extranjeros como Maduro siendo presidente de un pais que no es el suyo, y tener a cubanos en los altos mandos militares del pais. Eso SI ES INTROMISION.
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Luis Enrique Alcalá Su opinión, Sra. Hermoso, está muy bien expuesta. Me ha convencido (aunque nadie ha demostrado que Nicolás Maduro sea extranjero). Retiro mi tesis, por errónea. Reaccioné con poca paciencia a quienes se alborozan con cualquier cosa que venga de los EEUU. Esta nación, por supuesto, tiene un efecto civilizatorio neto positivo; el mundo le debe mucho. Pero también es cierto que los EEUU tienen una larga historia de intervenciones, y que en muchos casos adoptan el ropaje de la defensa de la libertad y los derechos humanos. Entonces invaden Haití y Grenada, pero no lo hacen en China (es muy grandota), que no es propiamente el paraíso de los derechos humanos. Igualmente es cierto que tenemos políticos locales que salen a procurar esa intervención. (Refresquemos el audio de María Corina Machado conversando con Germán Carrera Damas: Desarreglos simétricos). Nada de esto invalida la exposición de la Sra. Hermoso, que suscribo íntegramente.
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LEA
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Este contrapunteo me parece de lo más edificante y civilizado. Ojalá se pudiesen contrastar de la misma forma los éxitos y fracasos del régimen con sus protagonistas. Misión imposible, claro está.
Me parece interesantísimo lo mencionado por Alcalá sobre «No hay, pues, nada que pueda salvar a las administraciones de Chávez en el registro de la historia, y esto debe ser explicado a sus partidarios en nuestra ciudadanía.» ya que ello plantea la necesidad de hacer una inmensa y serena labor pedagógica mostrando las chapuzas y los abusos de Chávez con la suficiente documentación como para que muchos despierten y comprendan que los ha alienado. No será fácil hacerlo, puesto que el apoyo a Chávez responde a causas muy escondidas dentro de la psique endógena, y los llantos e histerismo en su funeral así lo muestran. Pero la labor es prioritaria para que ese país ciego purgue su espíritu y pueda sumarse a lo nuevo que seguramente vendrá, más pronto que tarde. Bien por Alcalá.
Muchas gracias por su generosa evaluación. En mi libro—Las élites culposas—, comento la campaña de 1998, que lleva por primera vez a Chávez al poder; refiriéndome a la recta final en la que sólo quedaban él y Salas Römer, apunto:
Al final, la mayoría de los electores, deseosa de una presidencia que no proviniera de AD o de COPEI, se vio compelida a optar por dos opciones que nominalmente superaban el bipartidismo. Una de ellas se dejó apoyar por Acción Democrática—la carne de la guanábana—, despedía un tufo de godo a kilómetros de distancia y se opuso a la constituyente. Sólo quedaba Chávez. En ese sentido, los electores que lo eligieron no se equivocaban; el equivocado era, por supuesto, Hugo Chávez.
También escribí en la Carta Semanal #345 de doctorpolítico (Amores que matan, 20 de agosto de 2009) sobre un punto que estimo clave, sin el que se haría imposible la reconciliación nacional:
La relación de Hugo Chávez con la gente que ha aprobado sus ejecutorias debe principalmente entenderse como una de amor. Quienes le apoyan o apoyaban han partido, mayormente, de una plataforma afectiva. Y esto tiene carácter bilateral. No podría darse el amor de los pobres por Chávez si no hubiera amor de Chávez por los pobres, si no hubiera una empatía bidireccional.
Ningún estudio sobre la pobreza en Venezuela tiene que enseñar a Chávez qué es la pobreza. Él la conoce; él la vivió de cerca. La sufrió y sintió con injusticia, y cree que es la lucha por eliminarla su deber. Simplistamente, piensa que hay gente interesada en que existan pobres. Entiende mal su deber, pero su deber se funda en su amor.
Pero es un amor primitivo. No se expresa positivamente, sino como negación de quienes él piensa que hieren a sus pobres. Es un amor protector, paternalista, ejercido sobre un pueblo que entiende débil, ingenuo, inconsciente. Una mezcla patológica de ira, miedo, amor y deber determina su conducta.
Ahora que nos encontramos en el umbral del post-chavismo es importante entenderlo así. Si rechazamos de él su ira y su miedo, si su sentido del deber es retorcido y extraviado, no neguemos que también actúa por amor. La venganza no debe ser su sucesor.
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Gracias, también, por haber incluido el enlace a su blog, muy bien hecho; ya he entrado una primera vez y sé que lo visitaré de nuevo. Encuentro en él un importante análisis. Mis felicitaciones.