La deshonestidad intelectual

El oficio de la deshonestidad intelectual

 

 Si el actual gobierno dedicase la misma energía, la misma preocupación, el mismo interés, el mismo esfuerzo, el mismo ingenio que a diario empeña en cazar peleas, en buscar camorra, en agredir a los demás, en hacer obra útil, en laborar por el país, tuviéramos, definitivamente, un gran gobierno. De ello no hay la menor duda. (…) Prácticamente en el país nadie queda excluido de la agresividad oficial. (…) En todo caso, lo que conviene señalar es que a medida que la crisis se acentúa, y el fracaso oficial es mayor, también se incrementa la agresividad oficial. El gobierno se hunde y como sucede con quienes caen en arenas movedizas, el esfuerzo consiste en chapotear aun más, lo cual determina un hundimiento mayor.

José Vicente Rangel – Bohemia #926, enero de 1981

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Todas las semanas habla y escribe José Vicente Rangel. No siempre dice tonterías, aunque lo hace las más de las veces en obsecuente y falaz defensa de los gobiernos chavisto-maduristas. Se ha cuidado de no repetir las palabras suyas que reproduce el epígrafe; absolvió la agresividad de Hugo Chávez, mucho peor que la que atribuía a Luis Herrera Campíns hace treinta y cuatro años, explicándola como propia del «estilo» de su jefe. Lo más reciente, distribuido por eljoropo.com, es el artículo en Últimas Noticias para su sección El Espejo, que titula mentirosamente: Todo cuanto plantea la oposición se sustenta en la violencia. Pudiera uno glosar esa falsedad con otra análoga: Todo cuanto plantea JVR se sustenta en la mentira. No siempre es así: ocasionalmente, dice la verdad; ocasionalmente emplea medias verdades y con frecuencia dice cosas falsas. En el cuerpo del texto califica esa presunta violencia, según él sustento de los planteamientos opositores: sería «abierta o solapada».

Por supuesto que «En todo tiempo, en todo sistema político, subsiste una fracción de per­sonas, muy reducidas las más de las veces, que piensan en un golpe de Estado por la fuerza como solución a los problemas. Hay conspiradores por vocación, que necesitan la excitación del secreto y la urdimbre de siniestros planes para hacerse con el poder». (Sobre la posibilidad de una sorpresa política en Venezuela, septiembre de 1987). Por supuesto que hay gente que se opone al gobierno y que ha propuesto (en privado), que lo que había que hacer en 1998 era «pegarle un tiro a Chávez»; también hubo quien declarara a comienzos de 2002 que la deposición de Chávez no sería posible por medios “institucionales” (Cecilia Sosa), mientras Jorge Olavarría parecía equiparar derecho de rebelión y golpe de Estado; también ocurrió la contratación de mercenarios colombianos para el mismo fin (en 2004 por la persona interpuesta de Robert Alonso, quien carecía de medios de fortuna para hacerlo por su cuenta); también se predicó la multiplicación de «guarimbas» agresivas (el mismo Alonso y, después, Alejandro Peña Esclusa en 2005); también quienes han pregonado que debe crearse «una crisis de gobernabilidad» (María Corina Machado, 5 de abril de 2006), y que la misma señora y Leopoldo López inventaron el hashtag #lasalida como ingrediente de sus intentos por derrocar a Nicolás Maduro en 2014, y que a la misma dama se le grabó una conversación con Germán Carrera Damas—dada a conocer el 26 de junio de 2013—en la que decía que ella ha debido ir a plantear la situación venezolana al Departamento de Estado y el Congreso de los Estados Unidos porque «no puede ser que ellos no sepan lo que está pasando aquí».

Todo eso, y mucho más que desconozco, es verdad. Pero, por una parte, tales posiciones nunca han sido mayoritarias en la oposición nacional. Al descubrirse la estúpida ocurrencia de Robert Alonso y sus paramilitares, es cierto, Carlos Andrés Pérez ofreció declaraciones a Radio Caracol de Colombia (12 de mayo de 2004): “Es que Chávez ha rechazado todas las salidas pacíficas que se le han presentado, de manera que ya no queda más que el último recurso: la violencia». Pero sobre el mismo hecho comentaron lo opuesto Enrique Mendoza—“No hemos pretendido, no pretendemos ni vamos a aceptar la salida del señor Presidente por un acto de fuerza, de lo que se ha llamado vulgarmente golpismo, cosa que él sí ejerció contra un presidente constitucional”—y Pompeyo Márquez: «La oposición democrática no cree en atajos o salidas violentas. Todo factor o individualidad que coquetee con esas opciones está fuera de la Coordinadora Democrática». El 29 de mayo de 2005, diría Julio Borges: «Los que piensan que acá no hay salidas electorales, pues que organicen su conspiración. Los invito a que lo hagan. Conmigo no cuenten».

Una pacífica hermandad

Una «pacífica» hermandad

Por la otra, Rangel es particularmente ciego al ignorar la raíz indiscutiblemente violenta del chavismo. ¿Por qué nunca repudió esta admisión de Adán Chávez, hermano del golpista principal de 1992?:

Nuestro proceso bolivariano se inició en esta etapa bicentenaria por la vía electoral, y queremos seguir por allí, por una vía pacífica que permita construir el socialismo bolivariano, pero conscientes de los peligros que nos acechan y seguros de que el enemigo no descansa, no podemos olvidar otros métodos de lucha. Sería imperdonable limitarse tan sólo a lo electoral y no ver otros métodos, incluso la lucha armada, para obtener el poder. (27 de junio de 2011).

El proceso «bolivariano» de Hugo y Adán Chávez se inició con la asonada criminal, asesina, del 4 de febrero de 1992 y, como este último dejó claro, no se les aguaba el ojo diecinueve años después al anunciar una posible lucha armada «para obtener el poder».

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Hace no mucho (30 de noviembre de 2014) Rangel invitó a su programa dominical en Televén a Luis Vicente León. ¿Qué anda midiendo Datanálisis, la encuestadora que León dirige? Que la popularidad de Nicolás Maduro cayó en diciembre a 22%, que el mes anterior 80,1% de los encuestados sostenía que el «socialismo del siglo XXI» es un modelo equivocado que es preciso cambiar y que, ya para octubre, 68,1% prefería que el presidente Maduro abandonara su cargo el mismo año pasado o fuera removido por revocación de su mandato en 2016.

Datanálisis ha encontrado en noviembre que 85,7% de los encuestados opina que es mala la situación del país. (¿Es que más de las cuatro quintas partes de nuestra nación han constituido una agorera agencia de calificación de riesgo que impide el acceso razonable a financiamiento externo?) También midió la encuestadora, por cierto, un rechazo de 72,2% al gobierno y 71,5% de quienes creen que el mandato de Maduro será revocado en 2016. (Alquimia de la culpa, nota en la que hay registro de otra torpe mentira de JVR: “Maduro ha demostrado condiciones para ejercer el cargo de Presidente de la República. Logró sortear con éxito este año 2014 y resolvió situaciones críticas con serenidad y firmeza. A esto se agrega el masivo apoyo de calle que tiene…»)

La verdad es que «El gobierno se hunde y como sucede con quienes caen en arenas movedizas, el esfuerzo consiste en chapotear aun más, lo cual determina un hundimiento mayor». La verdad es que Dagong, la agencia china de calificación de riesgo que rebajó en agosto pasado la ubicación de la república venezolana, no forma parte del «eje mediático que impulsa el trabajo sucio contra Venezuela» (JVR hoy). La verdad es que las cuatro quintas partes de la opinión nacional rechazan hoy al gobierno madurista sin formar parte de la «confabulación mediática» que patrocina «la derecha internacional con apoyo directo de Washington y de ciertos demócratas reblandecidos» (JVR hoy). La verdad es que la principal confabulación mediática que afecta a los venezolanos es la de la ventajista acumulación de medios oficialistas—incluidos los que Rangel maneja—, que se esfuerza todos los días en ocultar la realidad del país. La verdad es que la propaganda socialista local ha superado en obscenidad de su gasto lo que a duras penas logró administrar Joseph Goebbels en la Alemania dominada por los nazis.

La verdad, dudoso periodista Rangel—el gran Ryszard Kapuściński escribió: Los cínicos no sirven para este oficio—, es que Ud. escribe y dice muchas mentiras. No es verdad que «todo cuanto plantea la oposición se sustenta en la violencia». La verdad es que más de la mitad del país, mayoritariamente en contra de la administración de Nicolás Maduro, ni siquiera se afilia a nada de la oposición formal en Venezuela. La verdad es que la inmensa mayoría que se opone a lo que probablemente sea el más extraviado gobierno venezolano en toda su historia no está conspirando; quien viene desde hace rato conspirando es Ud., en contra de la salud de la República. LEA

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