Pero, en verdad, pensarnos como ciudadanos del planeta nos sirve doblemente. Por un lado, coloca en sus exactas proporciones de teatro bufo la gestión del gobierno nacional. Si sé que soy un ciudadano del mundo me percato más claramente de las pequeñeces intrascendentes de nuestra política, y veo con mayor nitidez la escasez de los discursos habituales. Y también, por supuesto, se adquiere con esa conciencia el nivel correcto para el acceso a la modernidad y la superación de un proceso político generalmente mediocre. La solidaridad necesaria, la sintonía con el prójimo y sus necesidades (…) no debe ser formulada en términos guerreros y excluyentes.
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Gracias a la inserción en Facebook que compartieran Nacha Sucre y José Gabriel Alcalá, esposa y hermano, de un video con palabras aleccionadoras de Carl Sagan, el gran astrofísico y divulgador de ciencia, logré ubicar en YouTube su mensaje traducido al español, que aquí pongo a su consideración. LEA
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maravilloso!!!
Nuestro planeta tierra es «una mota solitaria en la inmensa ascuridad cósmica» La raza humana, una minúscula fracción de esa mota, no tiene la humildad suficiente para buscar la convivencia, la paz, ni la mínima sensatez para «preservar ese punto solitario» en el cual flotamos.
En gran medida, la percepción suya, compartida por muchos, se debe a que lo que tiende a copar el espacio de los medios de comunicación es lo que sucede en política. La humanidad progresa a pesar de los muchos desaguisados de su historia. Mi recuerdo vuelve con frecuencia a estas palabras de Will Durant (en Los placeres de la filosofía): «Quizás la causa de nuestro pesimismo contemporáneo es nuestra tendencia a ver la historia como una turbulenta corriente de conflictos—entre individuos en la vida económica, entre grupos en política, entre credos en la religión, entre estados en la guerra. Éste es el lado más dramático de la historia, que captura el ojo del historiador y el interés del lector. Pero si nos alejamos de ese Mississippi de lucha, caliente de odio y oscurecido con sangre, para ver hacia las riberas de la corriente, encontramos escenas más tranquilas pero más inspiradoras: mujeres que crían niños, hombres que construyen hogares, campesinos que extraen alimento del suelo, artesanos que hacen las comodidades de la vida, estadistas que a veces organizan la paz en lugar de la guerra, maestros que forman ciudadanos de salvajes, músicos que doman nuestros corazones con armonía y ritmo, científicos que acumulan conocimiento pacientemente, filósofos que buscan asir la verdad, santos que sugieren la sabiduría del amor. La historia ha sido demasiado frecuentemente una imagen de la sangrienta corriente. La historia de la civilización es un registro de lo que ha ocurrido en las riberas».