Hoy se transmitió la producción #134 de Dr. Político en RCR. A partir de tres intervenciones conexas del sábado pasado—tres oyentes mencionaron el empleo de armas de fuego en el control de manifestaciones en Venezuela—, se tejió una respuesta de conjunto que permitió la consideración sosegada y constructiva del espinoso tema. La música de esta transmisión fue chispeante: el Liebeslied de Fritz Kreisler y España de Emmanuel Chabrier. A continuación, se pone el audio de esa transmisión:
LEA
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Me gustaría su presencia en nuestra Asamblea: sería un parlamentario de lujo. Por favor, medite cuidadosamente esta posibilidad.
Gracias, Don Yunis. Ya lo he meditado suficientemente, y creo poder ser más útil de otra manera. Tendría que explicar la cosa muy largamente.
Hace un poco más de un año (26 de enero de 2014), Mario Villegas me entrevistó para el diario 2001. Copio una de sus últimas preguntas y mi respuesta:
-¿Le agradaría ser diputado a la Asamblea Nacional?
-No. Yo tengo vocación y experiencia ejecutiva exitosa, no legislativa.
Mi distinguido amigo y colega Yunis Zujur Meneses ha compartido este estupendo enlace del destacado periodista Luis Enrique Alcalá en mi biografía, sin duda que el motivo ha sido ese encantador vals que se coloca como marco musical del programa trasmitido en RCR y al cual yo hago referencia en mi libro «El vals venezolano, historia y vida» A continuación reproduzco un párrafo que se refiere al vals vienés:
«En torno al año de 1830, tal vez la ciudad más brillante y culta de Europa era Viena, pero lo que no ofrecía ninguna duda era la de ser la más alegre y divertida. Su gente hacía gala de disfrutar de lo que ellos llamaban el lebenskunst, esto es “el arte de vivir”. Y ese arte precisamente, como manifestación de desbordante alegría de vivir, alimentaba el orgullo de bailar el vals vienés, en sus dos versiones de moda: Strauss y Lanner. Los valses del primero eran vivaces y joviales (Vals de los Millones), los del segundo muy románticos (Schönbrunn Waltz). Karoline Bauer, una escritora contemporánea de ambos, comentó en sus memorias: “me encanta bailar los valses de Strauss con el mejor bailarín, pero los de Lanner los bailo siempre con el más amado de todos mis amigos”.
Me gustaría regalar un ejemplar de mi libro sobre el vals venezolano a Luis Enrique Alcalá -a quien a menudo sigo en su bien conformado programa de opinión y con quien deseo compartir ideas en el campo de la música- para ello solo necesito saber a que dirección debo enviarlo. Gracias Yunis, por este interesante y oportuno trabajo periodístico de calidad del Dr. Político.
Estimado Prof. Álvarez: agradezco mucho sus generosas apreciaciones, pero debo precisar algunas impresiones inexactas. No me dedico al periodismo, aunque fungí como Editor en Jefe de El Diario de Caracas y como Editor Ejecutivo del diario La Columna de Maracaibo, al que conduje en 1990 al Premio Nacional de Periodismo. Mi ocupación es la Política, arte que ejerzo desde hace 31 años en una aproximación médica, según un código de ética que compuse hace casi veinte. Específicamente, mi programa en Radio Caracas Radio no tiene intención periodística alguna.
Luego, el tema musical de mi programa en RCR ni es vals ni es vienés o venezolano; corresponde a la introducción orquestal de Baïlèro, por Joseph Canteloube, uno de los números de su recopilación—Chants d’Auvergne—de melodías folclóricas, escrito en este caso para soprano y orquesta.
Aprecio mucho la Viena de fines del siglo XIX y principios del XX; ciertamente, una ciudad que bullía con arte e intelecto. Ud. podría disfrutar la lectura de Fin-de-siècle Vienna, un grupo de ensayos de Carl E. Schorske publicado por Knopf en 1980. El año pasado, Florian Illies publicó 1913, acerca del año inmediatamente anterior a la Gran Guerra, y mucha de su acción ocurre en Viena. (Creo que Ud. debiera escribir Lebenskunst—término cuya segunda acepción es hedonismo—con mayúscula inicial, como se hace con los sustantivos alemanes).
Tengo alguna familiaridad con el género del vals y, en general, aprecio más los rusos que los vieneses. En cuanto a los venezolanos, mi linaje Calcaño (por línea materna) me impuso escucharlos desde que era niño. Una de mis tías bisabuelas, Graziella Calcaño, tocó valses venezolanos en la Exposición Internacional de París en 1889, en compañía de Josefina Sucre, bisabuela de mi señora. Siempre fue un tesoro para mí la grabación hecha por Evencio Castellanos de algunos de esos valses y tengo por obsequio de la pianista una interpretación más reciente de Mariantonia Palacios.
Si es su gentil intención hacerme llegar una copia de su libro, lo más sencillo es entregarlo en Radio Caracas Radio (Avda. Páez de El Paraíso) en un sobre a nombre mío. Gracias por su amabilidad.