Con fecha de ayer, María Corina Machado ha enviado una carta a los integrantes de la Mesa de la Unidad Democrática (sus «compañeros»), de la que sus párrafos fundamentales son los siguientes:
Me dirijo a ustedes con carácter de urgencia para solicitarles respetuosamente un pronunciamiento conjunto—en el cual participen todos los partidos que pertenecen a la MUD, los parlamentarios de la Unidad y demás organizaciones democráticas vinculadas a nuestra plataforma—sobre las gravísimas acusaciones que se han hecho recientemente, desde varios medios públicos internacionales, sobre los presuntos nexos del Presidente de la Asamblea Nacional Diosdado Cabello y otros altos funcionarios con supuestos delitos de narcotráfico. (…)
Toda Venezuela está esperando un pronunciamiento por parte de las fuerzas opositoras, puesto que se trata de presuntos crímenes de enorme gravedad, que involucran a individuos que ostentan los más altos cargos en el Gobierno y en las Fuerzas Armadas. Todo lo cual, de ser ciertas las denuncias, significaría que estamos ante la presencia de un narco Estado. (…)
Ante estos graves acontecimientos, nosotros no podemos permanecer en silencio. El mundo entero debe saber que los diputados de la Unidad y los partidos de la MUD estamos profundamente preocupados con estas denuncias, y que lucharemos para recuperar la democracia y la institucionalidad en Venezuela.
¿Cómo sabe la Sra. Machado que «toda Venezuela está esperando un pronunciamiento» sobre asuntos que ella misma califica de «presuntos crímenes» y sujeta a la condición «de ser ciertas las denuncias»? A pesar de que Nelson Bocaranda, en sus «Runrunes» de hoy en El Universal, menciona movimiento de investigaciones en los Estados Unidos y la inminente presencia de exfuncionarios del gobierno de Venezuela para aportar información, debió reconocer al comentar la tercera visita de Thomas Shannon a Caracas en las últimas seis semanas: «Lo único oficial hasta ayer era que ni el Departamento de Justicia ni el del Tesoro tenían abierta ninguna averiguación sobre el presidente de la AN».
La Sra. Machado hace gala de retórica hiperbólica en la misiva, al certificar en nuestro país una «crisis humanitaria». El 11 de febrero sólo se atrevía a sugerir su inminencia, en el comunicado que firmó junto con Antonio Ledezma y Leopoldo López: «La precariedad y las tensiones que resultan de esta crisis y la insistencia del régimen en ‘profundizar’ el modelo que la genera, pueden llevarnos en muy corto plazo a una emergencia humanitaria». (Llamado a los venezolanos a un acuerdo nacional para la transición). Crisis humanitaria, por Dios, fue la que vivió Haití a partir del poderoso terremoto de 2010, seguido por una epidemia de cólera, para un total de 300.000 muertos, otros tantos heridos y un millón de personas sin hogar. Quizás pueda llamarse crisis humanitaria la epidemia del virus de Ébola para Guinea, Liberia y Sierra Leone en 2014, a la que la Organización Mundial de la Salud le atribuye 11.135 muertes y un total de 26.969 casos probables hasta el 17 de este mes. Por cierto, la carta de Machado a la MUD es, una vez más, evidencia de su costumbre de jugar por su cuenta al hacerla pública cuando ha podido hacer su planteamiento en una reunión apropiada. (Esto sí es una denuncia cierta).
¿Cómo puede Ma. Corina Machado conminar a la federación de partidos opositores para que emita un pronunciamiento sobre «presuntos crímenes», que «toda Venezuela está esperando» y «el mundo entero debe saber»? El epígrafe de Javier Marías pauta lo que es correcto comportamiento ante las acusaciones no probadas, y él no habla, aunque se trata de su más reciente novela, ni de Venezuela ni de Diosdado Cabello, sino de España tras la muerte de Francisco Franco y de la tácita decisión de los españoles de no cobrarse entre sí sus cuentas de la Guerra Civil.
En Conocimiento y opinión (14 de junio de 2007), quedó asentado:
Para quien escribe, el peor de los rasgos del presidente Chávez es, precisamente, la soberbia que exhibe en asuntos de moral personal y ciudadana. Él se siente y se proclama mejor que todos nosotros y él sabe lo que es bueno. Ser rico es malo; desprenderse de algunos dólares que le diera Kadaffi junto con algún diploma intrascendente es bueno. Sobre la convicción de superioridad moral asienta sus arbitrariedades. (…) Lo peor que puede hacer un opositor a Chávez es parecerse a él.
Ya Chávez no está con nosotros, pero Maduro y Cabello han copiado su procedimiento de acusar indiscriminada e irresponsablemente a quien les parece. Lo peor que puede hacer un opositor a ellos es parecérseles. LEA
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