Lo que sigue son dos pasajes de una sección del Capítulo VIII de Las élites culposas (Libros Marcados, 2012), que lleva el mismo título de esta entrada. Al término de ellos, una actualización de la trayectoria del líder supremo de Voluntad Popular.
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A mediados del año 2009, la inercia estratégica de la joven Mesa de la Unidad Democrática, que se había estrenado con significativo progreso en las elecciones del año anterior, había regresado para definir su actuación, ahora centrada en la navegación hacia el difícil puerto de las candidaturas unitarias a la Asamblea Nacional en 2010. No hay duda de que Ramón Guillermo Aveledo fue una acertada selección para el cargo de Coordinador Nacional. Su serena diplomacia pudo resistir a la secesión con la que amenazaba Leopoldo López Mendoza, al principio desde su posición como Vicepresidente de Participación Ciudadana y Redes Populares de Un Nuevo Tiempo.
A este partido había llegado López, desde su militancia original en Primero Justicia, organización de la que fue uno de sus fundadores. En diciembre de 2006, junto con Liliana Hernández, antigua adeca, y Ramón José Medina, antiguo copeyano, ambos militantes de Primero Justicia, anunció la formación de Primero Justicia Popular en protesta por lo que consideraba una incorrección en la forma de realizar las elecciones internas del partido comandado por Julio Borges. (Medina decía: “PJ ya no significa Primero Justicia, sino Primero Julio”). En febrero de 2007 ya se había unido a Un Nuevo Tiempo, acompañado por los otros dos disidentes.
En 2009, sin embargo, López se quejaba de no tener un puesto en la Mesa de la Unidad Democrática. En una reunión en la casa de Lewis Pérez con Eduardo Fernández y Luis Miquilena, a la que Leopoldo López asistió con su asesor, John Magdaleno, se expuso la necesidad que Eduardo Fernández había anticipado el 23 de febrero de ese año: “Con estos partidos de la MUD no vamos p’al baile. Se hace necesaria una nueva organización política”. Pérez opinó que las “redes populares” de “este muchacho”—refiriéndose a López—podían ser la solución al problema que Miquilena describió así: “Chávez está bajando en las encuestas, pero del otro lado no hay quien capitalice su desplome”. López, por su parte, quiso justificar la creación de la organización nueva porque la central opositora no le permitía sentarse a su mesa lo que, debe decirse, era postura enteramente lógica de la MUD, puesto que el joven político era miembro y directivo de Un Nuevo Tiempo, partido que era representado en ella por Omar Barboza, su Presidente. Haber complacido a López habría equivalido a darle una doble representación a UNT.
Y es que ya López había vuelto a las andadas divisionistas. Un Nuevo Tiempo había postulado a Liliana Hernández—la misma que lo había seguido lealmente en su ruptura con Primero Justicia para inscribirse con él en el partido de Manuel Rosales—al cargo de Alcalde de Chacao en las elecciones de noviembre de 2008. López se negó a aceptar esta candidatura de su propio y segundo partido y promovió la candidatura de Emilio Graterón, quien a la postre resultó electo.
Pero todavía López no se había separado de UNT, ni este partido lo había expulsado por su indisciplinada actitud en Chacao. Todavía hablaba de redes populares; era por eso que Lewis Pérez se refería a ellas como la posible organización salvadora.
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Un poco más tarde, Leopoldo López completaría la nueva fase de su oscilante trayectoria política. El 5 de diciembre anunciaba en el Forum de Valencia la constitución de Voluntad Popular, su nuevo partido, que luego inscribiría en la Mesa de la Unidad Democrática. Ante ésta seguiría insistiendo en el método de elecciones primarias para la elección de los candidatos de oposición a la Asamblea Nacional.
La MUD prefería que los candidatos fueran seleccionados, según los casos, por elecciones como las mencionadas, por lo que registraran las encuestas de opinión o por consenso de los partidos y otras organizaciones, pero López Mendoza era insistente. En acto protagonizado el 20 de octubre por él y, en menor medida, por Carlos Vecchio, el concejal Daniel Ceballos, del estado Táchira, argumentó que su exitosa candidatura y la del gobernador, César Pérez Vivas, habían surgido de primarias. Del otro lado, Omar Barboza, en nombre de la Mesa, se anticipó por un día al argumento de Ceballos al señalar que, si bien la candidatura de Pérez Vivas fue determinada por primarias, la de Carlos Ocariz fue decidida por encuestas y la de Antonio Ledezma por consenso del que, por cierto, participó López Mendoza luego de haber sido inconstitucionalmente inhabilitado. Antes de esto, la propia precandidatura de López en 2008 nunca fue determinada por primarias, como tampoco lo fueron las que lo llevaron a ser Alcalde de Chacao en 2000 y 2004. Menos aún provino de primarias la candidatura de Emilio Graterón, sucesor y favorito de López Mendoza, en contra de la propuesta por Un Nuevo Tiempo, partido al que éste entonces pertenecía. Una “consulta vecinal” de bajísima representatividad, promovida por el bando de Graterón, había arrojado resultados favorables para él: 4.884 de 6.370 votos válidos, equivalentes a sólo 8% de los electores de Chacao.
Pero lo irónico fue que al año siguiente, cuando Carlos Vecchio, postulado por Voluntad Popular, fue derrotado por María Corina Machado justamente en elecciones primarias, Leopoldo López suplicó a la MUD que incluyera al perdedor Vecchio en una plancha determinada por consenso, exactamente el método que él denunciara hasta sólo horas antes con gran indignación. §§§
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POST SCRIPTUM
Leopoldo López se presentó como precandidato presidencial de la Mesa de la Unidad Democrática en las elecciones primarias del 12 de febrero de 2012, que seleccionaron al candidato opositor que se mediría con Hugo Chávez el 7 de octubre de ese año. En ese cotejo resultó electo Henrique Capriles Radonski, con 63,9% de los votos emitidos. López retiró antes su postulación, ofreciendo apoyo a la opción de Capriles. (En diciembre de 2011, Consultores 21 había medido una preferencia por Capriles de 51%; a favor de López se pronunciaba 11,2% de los encuestados. La suma de ambas cifras, de 62,2%, era prácticamente idéntica a la votación definitiva).
Este apoyo de López, como es su costumbre, no duró demasiado. Aunque no se opuso a la candidatura inercial de Capriles para enfrentar a Nicolás Maduro en 2013 (una vez fallecido Chávez), en apariencia le serruchaba las patas de la silla. Antes de la elección presidencial del 14 de abril que debía suplir la falta absoluta en la Presidencia de la República, Capriles tomaba posesión como Gobernador de Miranda el 16 de enero de ese año; entonces declaró ese preciso día que algunos socios en la MUD “muchas veces te ponen la mano en el hombro y después te están clavando el puñal en la espalda”. (Poco después sería de conocimiento pública la grabación de Ma. Corina Machado en conversación con Germán Carrera Damas, en la que denostaba de Capriles porque no había defendido en la calle su «triunfo» del 14 de abril y se quejaba de Ramón Guillermo Aveledo). En todo caso, Capriles perdió por mínima diferencia esa segunda elección presidencial y entonces pretendió que se interpretara las elecciones municipales del 8 de diciembre de 2013 como un plebiscito contra Maduro, lo que también perdió, pues él mismo se proclamó, en imitación de Chávez, como el jefe de campaña de todos los candidatos de la oposición a las alcaldías. El oficialismo obtuvo más de cuatro veces las alcaldías ganadas por la oposición y superó a ésta en más de 800.000 votos.
López no se empató en esa aventura; con Ma. Corina Machado encabezó un manifiesto firmado por 53 personalidades del país, en el que se argumentaba que «la salida» era la convocatoria de una asamblea constituyente como modo de acabar con el gobierno presidido por Maduro. La fecha escogida para su publicación—7 de diciembre de 2013—, veinticuatro horas antes del frustrado «plebiscito», marcaba claramente una primera y explícita separación. (El 20 de septiembre de 2014, Voluntad Popular proclamaba por boca de Luis Florido—su Coordinador Regional en Lara—que había «activado» el Poder Constituyente en el estado para tal fin, al reunir tal vez cuatro centenas de personas en un «céntrico hotel de Barquisimeto». De esta iniciativa, nunca más se supo). Pero es que la idea misma era, al menos, un viraje de 180 grados. El 23 de enero de 2012, en preparación de las primarias ya mencionadas del 12 de febrero, López y Machado habían suscrito, en señal de aceptación, los Lineamientos del Programa de Gobierno de la Unidad Nacional, cuya estipulación #46 decía con la mayor claridad: “La prioridad político-institucional del nuevo gobierno no ha de cifrarse en el cambio global de esa Constitución, ni en la convocatoria de una Asamblea Constituyente”. Es decir, o López & Machado tienen muy mala memoria, o mudan de opinión con rapidez o son de sinceridad escasa.
Lo siguiente fue la ocurrencia del 12 de febrero de 2014, ya claramente distanciada de la línea de la MUD. (Ver en este blog La marcha de la insensatez). En la tarde de ese infausto día, quien escribe veía como muchos venezolanos la transmisión de NTN 24, la televisora colombiana que estaba avisada; había programado un grupo de entrevistas que sólo mostrarían a conspicuos radicales: Leopoldo López, Ma. Corina Machado, Diego Arria y ¡Otto Reich! (¿Por qué consideró NTN 24 que el Sr. Reich, gente de Reagan y los Bush, tenía algo pertinente que decir en los justos momentos cuando se desarrollaban los violentos acontecimientos?)
Después, quizás para conmemorar el inicio del ciclo de guarimbas y represión que cobró 53 vidas venezolanas, Leopoldo López, Ma. Corina Machado y Antonio Ledezma—antiguo líder del «Comando Nacional de la Resistencia» que predicaba la abstención electoral—volvían a sus andadas separatistas con un manifiesto dado a conocer el 11 de febrero de este año, su llamado a construir «sectorialmente»—corporativamente, podría decirse—un «acuerdo nacional para la transición»:
La precariedad y las tensiones que resultan de esta crisis y la insistencia del régimen en “profundizar” el modelo que la genera, pueden llevarnos en muy corto plazo a una emergencia humanitaria y han deslegitimado en extremo al gobierno. Es claro que el régimen no resolverá la crisis y que el gobierno de Maduro ya entró en fase terminal. Nuestro llamado: construir un acuerdo para conducir la transición en paz.
Ahora acaba de convocar López manifestaciones en todo el país, de nuevo sin contar para nada con la Mesa de la Unidad Democrática. Las evaluaciones de los eventos del 30 de mayo son dispares. Hay quienes estiman en 4.000 personas los asistentes a la concentración en el Centro Lido de Caracas; otros evalúan las manifestaciones en varias ciudades del país como un éxito. Hay quienes sugieren que la nueva ocurrencia es el resurgir de la protesta y la presencia en la calle—fenómeno que existe desde comienzos de 2002, hace trece años, con poquísima eficacia—; hay los que señalan que es un golpe mortal a «la unidad» justo antes de las elecciones parlamentarias. Éstas son dos opiniones representativas, la primera de Marianella Salazar, la segunda de Luis García Mora:
La marcha convocada por el líder de Voluntad Popular, desde su celda en la prisión de Ramo Verde, resultó un éxito. La protesta contra la violación de los derechos humanos y la solidaridad con los presos políticos tuvo un gran poder de convocatoria y pudo más que los esfuerzos hechos desde la MUD para evitarla. (…) La conducta de la MUD es predecible: ¡cero riesgos! Uno puede entender que el gobierno quiera entorpecer y cerrarles al paso a dirigentes que han demostrado tener esféricas para ejercer sus derechos, rebelarse y hacer que la dictadura depredadora dure el menor tiempo posible, como han hecho Leopoldo López y Daniel Ceballos, al poner en riesgo sus vidas con una huelga de hambre. (…) En la MUD deberían entender que la forma de hacer política de López, Ledezma y Machado refleja una recuperación del mensaje opositor, con una conexión profunda e inequívoca: ¡no se rindan! Recuerdan la lucha democrática de tantos mártires de Acción Democrática, URD y el PCV contra la dictadura perezjimenista; por desgracia, en esos cascarones de partidos no queda ni uno que tenga la testosterona de aquellos forjadores de la democracia y la libertad.
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Al margen de los alcances de la improvisada concentración ciudadana que el dirigente político Leopoldo López convocó desde su celda, luce de imprescindible responsabilidad un llamado de atención sobre el mazazo que (uno no sabe si voluntaria o involuntariamente) López le acaba de asestar a la oposición sin ninguna consideración. Y por supuesto a la confusa y, por decir lo menos, desafortunada respuesta que sin un serio y profundo análisis político (sin tocar fondo ni nada) la dirección de la Mesa de la Unidad ha dado a tan insensato uppercut. ¿Qué busca Leopoldo López? ¿Qué interés tiene, más allá del suyo propio, para el país, en las profundas condiciones de ruina y colapso nacional? Justo cuando todas las encuestas señalan la posibilidad real de que la oposición gane y se haga con la mayoría de los escaños de la Asamblea Nacional, en unas inminentes elecciones parlamentarias. ¿No le basta con la repercusión mundial que ha tenido su detención y, aún más allá, del resto de los centenares de presos venezolanos y perseguidos políticos de este régimen? ¿No ha escarmentado Leopoldo López con el nefasto y fatídico ejemplo de polarización con la que el difunto casi logró destruir a la sociedad venezolana, para ahora intentarlo él en un irresponsable intento de polarizar con la MUD, asumiéndola como un grupo rival? ¿Qué te pasa, hombre?
Para García Mora, la convocatoria pone en peligro con una división prácticamente insalvable el triunfo electoral que luce posible. (Carlos Blanco ve la cosa contraria: «Lo único cierto de hoy es la gigantesca crisis que se abate sobre el venezolano de a pie. Y es la protesta frente a esta situación la que moviliza, lo cual puede dar, además, fuelle para una participación combativa en las elecciones…») Para Salazar, el asunto es de concentración sanguínea de hormonas masculinas.
La verdad es que López—Primero Justicia Popular, Redes Populares, Voluntad Popular; muy popular el muchacho—juega por su cuenta (también Ledezma y Machado; ver Ma. Corina y Shakespeare), y que sus iniciativas entusiasman a quienes obtienen satisfacción ritual y cotidiana—sobre todo en Facebook con la fórmula consabida: «Fulano se las cantó claritas. Excelente artículo. No tiene desperdicio»—en el más agresivo discurso antigubernamental. (Ver en este blog La arrechocracia). La verdad es que no hay unidad opositora, que nunca la ha habido sino circunstancialmente. Ya en 2006 se había recordado acá, en caracterización de la MUD, la definición de bote salvavidas que Enrique Jardiel Poncela propusiera en Para leer mientras sube el ascensor: “Lancha que sirve para que se ahoguen juntos los que se iban a ahogar por separado”.
En el epílogo de Las élites culposas está este juicio: «Y ésa es la tragedia política de Venezuela: que sufre la más perniciosa dominación de nuestra historia—invasiva, retrógrada, ideologizada, intolerante, abusiva, ventajista—mientras los opositores profesionales se muestran incapaces de refutarla en su discurso y superarla, pues en el fondo emplean, seguramente con mayor urbanidad, el mismo protocolo de política de poder… Su producto es mediocre». Y el año pasado (8 de octubre) se ponía en El mercado político nacional: «No existe en el teatro político nacional una opción que hace falta: una organización política de código genético distinto del de un partido ideológico convencional (o una federación de partidos convencionales, una organización de organizaciones o ‘movimiento de movimientos’)».
Estamos trabajando.
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Actualización: hoy se llegó a un acuerdo convergente entre la MUD y los salidistas para un programa de protestas por los opositores presos y la fijación de fecha de las elecciones parlamentarias.
LEA
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