Actualizado con audio de Y así nos va (RCR 750 AM) con fecha de hoy (abajo).
break·through n. 1. a significant or sudden advance, development, etc., as in scientific knowledge. 2. an act or instance of removing or surpassing an obstruction or restriction. 3. a military advance through and beyond an enemy’s defense.
Random House Kernerman Webster’s College Dictionary
breakthrough – a productive insight – The clear (and often sudden) understanding of a complex situation.
Thesaurus (WordNet based)
irrupción. (Del lat. irruptĭo, -ōnis). 1. f. Acometimiento impetuoso y repentino. 2. f. Entrada impetuosa en un lugar.
Diccionario de la Lengua Española
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Una tesis reiteradamente expuesta en este blog y a través de otros canales—Dr. Político en RCR, por ejemplo—es que «Las heridas venezolanas son tantas y tan lacerantes, que no hay modo de curarlas sin una apelación perentoria al poder fundamental y originario del Pueblo…» (Gran Referendo Nacional, 5 de febrero de 2003). Así, por caso, una vez que los estudios de opinión comenzaron a mostrar que el rechazo al socialismo era la postura nacional mayoritaria, se propuso en Parada de trote (23 de julio de 2009): «La mayoría abundante que no quiere un régimen socialista para Venezuela debiera apoyar la convocatoria, por iniciativa popular, de un referéndum consultivo sobre dicha posibilidad… (…) …bastarán ahora 1.700.000 firmas ciudadanas válidas para causar un referéndum sobre la siguiente pregunta: ¿Está usted de acuerdo con la implantación en Venezuela de un sistema político-económico socialista?»
Seis años más tarde, la conveniencia y oportunidad de tal consulta son bastante mayores; por una parte, todo decreto del presidente Maduro lleva un encabezado estándar que declara un objetivo no autorizado por el Poder Constituyente Originario—“Con el supremo compromiso y voluntad de lograr la mayor eficacia política y calidad revolucionaria en la construcción del socialismo…”—y, por la otra, ya Datanálisis midió en noviembre del año pasado 80,1% de entrevistados que estaban de acuerdo con esta noción: «El socialismo del siglo XXI es un modelo equivocado que debe ser cambiado».
Ése es el verdadero meollo de la cuestión política en Venezuela, cuya alarmante situación económica es el resultado de la aplicación de políticas socialistas—DRAE: socialismo. Sistema de organización social y económico basado en la propiedad y administración colectiva o estatal de los medios de producción y en la regulación por el Estado de las actividades económicas y sociales, y la distribución de los bienes—, sin que jamás haya autorizado nuestro Poder Constituyente Originario la modificación constitucional implicada en la pretensión socializante del chavismo-madurismo, puesto que la Constitución sólo define un sistema económico de mercados sujetos a un cierto grado de regulación. El pronunciamiento explícito del Pueblo en referendo sobre esa cuestión medular es el acto de democracia participativa, siempre regateada, que requerimos en el país desde hace mucho tiempo.
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El pasado sábado 3 de octubre, Doña Alicia llamó a Dr. Político en RCR cuando concluía la transmisión de ese día, para preguntar: «¿Existe algún camino que como ciudadanos podamos exigir de alguna manera que las personas que nos representan o que asumen el gobierno no asuman una posición grotesca, vulgar, como la que tenemos? ¿Cuál sería el canal para exigir respeto de todos nosotros?» Entonces ofrecí como respuesta una disquisición acerca de las posibilidades que ofrece un sistema nominal de elección de representantes, como el que ahora existe en Venezuela, conjeturando que aún no hemos tomado conciencia de que al votar por ciudadanos particulares ellos son ahora, más que nunca, nuestros representantes, a quienes podemos exigir ciertas conductas o el cumplimiento de promesas de campaña electoral. He aquí el audio con los cuatro minutos de nuestro intercambio.
Cuarenta y ocho horas después, ayer lunes, recibí la llamada de Gonzalo Pérez Petersen, amigo con el que frecuentemente intercambio lecturas políticas y que también participó en la emisión #156 del programa, el 8 de agosto de este año. El centro de su comunicación de ayer fue esta simple pero luminosa observación: «Ese referendo que propones acerca del socialismo puede convocarlo más fácilmente la Asamblea Nacional». Esto es, la iniciativa popular del referendo requeriría el esfuerzo de recoger algo más de un millón novecientas mil firmas—ha crecido el registro electoral—, mientras que una mayoría simple de los asambleístas puede forzar lo mismo. (Constitución Nacional, Artículo 71: «Las materias de especial trascendencia nacional podrán ser sometidas a referendo consultivo por iniciativa del Presidente o Presidenta de la República en Consejo de Ministros; por acuerdo de la Asamblea Nacional, aprobado por el voto de la mayoría de sus integrantes; o a solicitud de un número no menor del diez por ciento de los electores y electoras inscritos en el registro civil y electoral»).
Mi primera reacción: «Cónchale, Gonzalo, ¿otra vez democracia representativa cuando lo que estamos requiriendo es una manifestación de democracia participativa?» Gracias a Dios, él insistió en el punto y, mientras hablaba, empecé a intuir que en su lectura estaba escondida una genialidad estratégica. Comencé a aceptar su punto de vista al recordar que yo mismo había puesto la pelota en la cancha de la Asamblea Nacional el 23 de febrero de 2014, cuando escribí en el blog Se cambia protesta por propuesta, con una lista de acuerdos específicos en momentos cuando se gestaba un «diálogo» entre gobierno y oposición: «La hibernación del Plan ‘de la Patria’ hasta la celebración de un referendo en el que sea el Soberano quien decida si quiere para Venezuela un régimen político-económico socialista, que puede ser convocado por votación concertada de oficialismo y oposición en la Asamblea Nacional». (Idea refrescada el 1º de marzo de 2014 en el programa #84 de Dr. Político a través de Radio Caracas Radio). Y Gonzalo sabía que a comienzos de ese mismo año le había regalado la idea al diputado Pedro Pablo Fernández, sugiriéndole que llevara él a la Asamblea Nacional la proposición de que ese cuerpo legislativo convocara el referendo. Fernández, por cierto, declinó actuar porque «estaba pensando, después de haber hablado con Hiram Gaviria, que probablemente renuncie a COPEI». (?)
Pero al colgar el teléfono no había comprendido cabalmente las posibilidades inmediatas del asunto: que no se necesita esperar a que la nueva Asamblea entre en funciones en enero del año que viene para exigir la convocatoria a los diputados que resulten electos el 6 de diciembre; que es ahora, cuando los tenemos mansitos buscando votos, a disposición de los electores, el momento de comprometerlos con su voto favorable a un tal acuerdo referendario en cuanto tome posesión la nueva legislatura.
Varias cosas cabe destacar de esta idea: 1. que es un modo práctico y rápido de activar un acto fundamental de democracia participativa, pues un referendo es exactamente eso; 2. que transmuta un rol pasivo de electores que escuchan promesas candidaturales al activo de exigir un compromiso específico, esto es, el conferimiento de un mandato a mandatarios legislativos cuando somos los electores quienes tenemos la sartén por el mango; 3. que la exigencia puede ser hecha a candidatos opositores, independientes y oficialistas: «…no se trata de un evento en el que sólo deban interesarse quienes estén de un lado de la cuestión. Cualquier partidario del socialismo que sea persona razonable y de espíritu democrático debe entender que tal sistema no debe ser impuesto a la sociedad, que esta decisión es de tal profundidad y de tan grave naturaleza, que no debe ser adoptada sino después de una consulta al Soberano». (Doctrina del referendo sobre el socialismo, 9 de junio de 2010).
No hay dificultad en imaginar el crecimiento aluvional de un movimiento de opinión y exigencia ciudadana a quienes en este instante son sólo pretendientes a una silla curul. Estamos, por consiguiente, ante un verdadero breakthrough. (Por ahora sólo conceptualmente; es preciso llevarlo a la práctica). La ventaja de la toma de conciencia es que ni siquiera tiene que estar la cosa centralizada; basta que la idea cunda, que el asunto sea explicado y replicado en ecos autónomos por todo el país.
Y entonces pudiera el Pueblo ser requerido para que exprese su voluntad acerca de tema tan crucial. Siendo que la pretensión socialista es la excusa universal, la coartada general de todos los actos del gobierno, un rechazo masivo al socialismo en referendo debe forzar la renuncia de Nicolás Maduro al cargo que ahora ocupa. No podría sostenerse si se viera forzado a suprimir de papelería, gigantografías y carteles, de discursos y decretos, la especie de que se ocupa en la construcción del socialismo. LEA
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Fragmento de audio de Y así nos va (Daniel Lara & Nehomar Hernández) del 6 de octubre de 2015:
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