El programa de hoy fue dedicado a desmontar la inocultable pretensión de Eduardo Fernández de posicionarse como el sucesor deseable de Nicolás Maduro en la Presidencia de la República, mediante la promoción de un documento—Frente al 2016—presentado el martes de esta semana desde Ifedec, organismo que dirige. La voz prodigiosa de Fedora Alemán, que acaba de cumplir 103 años de edad, nos regaló Naranjas de Valencia, de María Luisa Escobar, y luego sonó la Marcha triunfal de Aída, de Giuseppe Verdi. Como siempre, he aquí el audio de esta transmisión:
LEA
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Estimado Alcalá, no hay duda de esas pretensiones de Fernández, las cuales para unos son legítimas y para otros poco realistas o despojadas de legitimidad, todo ello dependiendo de los filtros de diversa índole que puedan aplicarse para dicha valoración.
Pero ni él ni quienes aspiren a sacar al país adelante podrán eludir el demonio de los detalles, porque luego de tantos años de desorden y degradación en todos los ámbitos nacionales, las ideas generales -llamémoslas líneas maestras- de gobernanza de alto nivel no serán funcionales si no se acuerpan con las indispensables pequeñas tácticas y estrategias que vayan desenredando la espesura del Estado chavista, y puedan abrir espacios para convenver a los venezolanos que esa apertura -o transición- no debe tener vuelta atrás.
Por eso es que todo aquel que decida lanzarse al ruedo y tener credibilidad deberá responder algunas preguntas. Acá presento cuatro, pero obviamente son muchísimas más:
¿Qué hacer y con quién?
https://vivalapolitica.wordpress.com/2015/10/29/que-hacer-y-con-quien/
¿Qué hacer y cómo hacerlo?
https://vivalapolitica.wordpress.com/2015/11/02/que-hacer-y-como-hacerlo/
Gracias por acoger estos comentarios y por su dispensa por este cruce de post en su blog.
Un cordial saludo
Hermann Alvino
Estimado Alvino: el Dr. Fernández tiene todo el derecho de pensarse como Presidente de la República, pues es venezolano por nacimiento sin otra nacionalidad, mayor de 30 años, de estado seglar y no está condenado por sentencia firme.
Sus preguntas son muy pertinentes (son tres solamente, no cuatro: qué hacer, cómo hacerlo y con quién). El espacio acá no es el adecuado para contestarlas, pero de algún modo lo he hecho antes. Vea en este blog, por ejemplo, Recurso de amparo (la entrada más reciente, 14 de julio de 2015). Algunas cosas de las que expusiera en Si yo fuera Presidente (8 de diciembre de 1997) son aún necesarias y aplicables.
Vengo de despedir en el cementerio a Don Pablo Moser Guerra, un gran señor productivo a quien el país debe mucho, y por casualidad hoy cité en su recuerdo otra entrada en mi blog (Entrevista de empleo, 15 de septiembre de 2005), cuyo primer párrafo lo menciona en relación con el problema de una figura aceptable. Allí puse:
Hace tiempo que conté aquí que Don Pablo Moser Guerra concibió la conveniencia de unos avisos en la prensa en los que se solicitara candidato a la Presidencia de la República, con algunas estipulaciones mínimas. Razonaba que si cualquier empresa anunciaba su interés por un gerente, y especificaba sus requisitos, asimismo tenían los electores que especificar los exigibles a un cargo presidencial.
Y hace ya dos años que el Dr. José Raúl González Ágreda, el hombre con el nombre de los cuatro acentos, concibió un cuestionario pensado para quienes en aquel entonces fueron considerados como posibles presidentes de transición. Esto es, a la sucesión de una hipotética cesantía del presidente Chávez, como consecuencia de un resultado referendario adverso. Es una lista de preguntas que el candidato debía ser capaz de contestar de inmediato, que no dependieran de equipos de programación de gobierno por reunirse o congresos ideológicos por cavilar. Nadie que creyera ser el más indicado para dirigir los negocios de la República podría pretenderlo responsablemente sin saber qué haría a ciertos respectos. Sin haberse él mismo planteado las cuestiones.
El sensato y sereno cuestionario es éste: “Sinopsis razonada de los criterios que fundamentan y justifican la propuesta, enfocada sobre la pregunta: ¿cuáles son los atributos personales y culturales que el candidato considera tener para cumplir las funciones de la Presidencia Provisional en mejor forma que el resto de los aspirantes? Resumen de los conceptos del candidato sobre la conducción de la economía y los principales problemas que deben atenderse, incluyendo PDVSA. El problema social que vive el país. La delincuencia. La pobreza. La fuerza armada. Cómo enfrentar las divisiones percibidas en su seno. Las relaciones exteriores. USA, las guerrillas colombianas, Fidel Castro. Hugo Chávez y su partido trabajando fuertemente en la oposición. Cómo manejar este asunto”. (Además González Ágreda pedía un currículum vitæ e inquiría por asuntos financieros de campaña y la reacción de quienes hubieran sabido de la pretensión).
Hoy en día, después de dos años de formuladas las preguntas, siguen siendo cruciales las respuestas, puesto que cualquier candidato que venciera a Chávez y a todos los demás candidatos tendría que vérselas con los problemas enumerados.
González Ágreda, quien fuera Presidente de ASOQUIM, hizo el cuestionario mencionado para que yo lo contestara. No he querido montar mis respuestas en este blog. En él hay abundante evidencia de que el problema que Ud. precisa con toda razón es algo que he considerado desde hace tiempo con alguna seriedad. Quisiera recomendarle la lectura de Retrato hablado (30 de octubre de 2008). Y por lo que respecta a una cuarta pregunta (¿cómo ser electo?), Tío Conejo como outsider reproduce un capítulo que Fausto Masó me solicitara para un libro que publicó a fines de 2005 (Chávez es derrotable). La parte final del análisis toma mucho de su exposición de un trabajo de septiembre de 1987 (Sobre la posibilidad de una sorpresa política en Venezuela), en el que consideré la sorpresa de un outsider en la Presidencia y también la de un golpe de Estado (que predije para alrededor de 1991; el golpe chavista, que por supuesto yo desconocía, fue previsto inicialmente para el 16 de diciembre de ese año).
Creo que puede conseguirse en el país un tren ministerial idóneo; permítame reservarme los nombres de gente excelente en la que he pensado.