La Mesa de la Unidad Democrática presentó ayer en rueda de prensa cifras de intención de voto hacia el 6 de diciembre, medidas por cinco encuestadoras en septiembre. Todas dan ganadora a la oposición. Enrique Márquez, ejecutivo de la MUD, fue el encargado de la lectura; el diario El Nacional reportó la ocasión:
Márquez señaló que la brecha a favor de la oposición también se observa en circuitos de tradición chavista como el 2 de Barinas que, según Datanálisis, domina la MUD 46,3% a 36,3%, y el 5 de Carabobo, con 56,3% de apoyo para la oposición contra 20,6% de respaldo para el chavismo. Aseveró que también en regiones con estado de excepción se ven esos números, como en el circuito 3 de Táchira, en el que la MUD domina con 42,3% contra 18,8%, y el 2 de Zulia, en el que la oposición cuenta con 55,7% de respaldo, mientras el oficialismo tiene 17,7%. En Caracas, agregó Márquez, las cifras son similares: en el circuito 4 (El Valle, Coche y Santa Rosalía) la MUD tiene 46,9% de apoyo frente a 18,2% del chavismo; en el 2 (23 de Enero, San Juan, Catedral, Altagracia y Santa Teresa) la oposición obtiene 46,2% frente a 29,9% del oficialismo.
Debe esperarse, por consiguiente, que el PSUV pierda el control de la mayoría simple de la Asamblea Nacional y que Diosdado Cabello quede cesante. Pronostiqué este resultado hace casi un año, en conversación con Nehomar Hernández (Y así nos va, Radio Caracas Radio). Acá está el fragmento de audio pertinente de esa entrevista grabada el 18 de noviembre de 2014, que la emisora transmitiera el 30 de diciembre del año pasado:
El PSUV pasará la factura del descalabro a Nicolás Maduro, y éste replicará que quienes perdieron las elecciones fueron los candidatos del partido; es decir, que el 6D no era un plebiscito sobre su gobierno (Henrique Capriles) o un referendo sobre el socialismo (José Guerra). Vienen, entre otras cosas, amargas reconvenciones de los socialistas entre sí. En el campo opositor, muchos generales reivindicarán el triunfo con no poca razón.
Alea jacta est. LEA
__________________________________________________
Gracias Luis Enrique.
Pareciera que, finalmente, es verdad que tendremos la oportunidad de comenzar a componer al pais.
El deseo es que, luego de ese triunfo, la soberbia y la venganza no sea más fuerte que el buen juicio y las ganas de trabajar.
Abrazo
Pancho
No puedo estar más de acuerdo contigo. Cerré el texto de Principal virtud (19 de febrero de 2009) de este modo:
Hace unos días, en un sorprendente ejercicio de lucidez, por lo demás habitual en él, el Dr. Ramón J. Velásquez dibujó con hábil pincel grueso el trayecto histórico que nos ha traído a este insólito momento. Con toda la intención trazó la rúbrica de cierre: “El resultado de todo esto es que el país está dividido”.
¿Unir a “la oposición”, cuando la mitad de la nación no le está afiliada, sería la estrategia adecuada? Tal vez, pero la tarea política profunda es la de unir a ese país dividido. Es imposible completarla con altanería.
Seis meses y un día después escribía en Amores que matan:
La relación de Hugo Chávez con la gente que ha aprobado sus ejecutorias debe principalmente entenderse como una de amor. Quienes le apoyan o apoyaban han partido, mayormente, de una plataforma afectiva. Y esto tiene carácter bilateral. No podría darse el amor de los pobres por Chávez si no hubiera amor de Chávez por los pobres, si no hubiera una empatía bidireccional.
Ningún estudio sobre la pobreza en Venezuela tiene que enseñar a Chávez qué es la pobreza. Él la conoce; él la vivió de cerca. La sufrió y sintió con injusticia, y cree que es la lucha por eliminarla su deber. Simplistamente, piensa que hay gente interesada en que existan pobres. Entiende mal su deber, pero su deber se funda en su amor.
Pero es un amor primitivo. No se expresa positivamente, sino como negación de quienes él piensa que hieren a sus pobres. Es un amor protector, paternalista, ejercido sobre un pueblo que entiende débil, ingenuo, inconsciente. Una mezcla patológica de ira, miedo, amor y deber determina su conducta.
Ahora que nos encontramos en el umbral del post-chavismo es importante entenderlo así. Si rechazamos de él su ira y su miedo, si su sentido del deber es retorcido y extraviado, no neguemos que también actúa por amor. La venganza no debe ser su sucesor.