A pesar de la argumentación reiterada ad nauseam en este blog, en mi programa semanal en RCR, en entrevistas diversas, en mi antigua carta semanal (desde 2009), en conversaciones con influyentes personas, en comunicaciones a gente de la MUD, acerca de la altísima conveniencia de elevar a la consideración popular la cuestión de un régimen político-económico socialista, los diputados de oposición, y por supuesto también los oficialistas, no se dan por aludidos sobre la potestad que tienen de convocar, por mayoría simple de 84 votos, un referendo consultivo sobre asunto tan fundamental. El hoy diputado José Guerra, cuando todavía era mero candidato (11 de octubre de 2015) quiso vender la tramposa noción de que las elecciones del 6 de diciembre serían un referendo sobre el socialismo: “Estoy entre quienes opinan que este 6 de diciembre, además de la elección de una nueva Asamblea Nacional, se celebra un referendo consultivo sobre el modelo económico que queremos transitar. La pregunta es muy sencilla: ¿Está Usted de acuerdo con el modelo socialista actual o prefiere recuperar el sistema de libertades económicas consagrado en la Constitución? Esa es la disyuntiva”. (El socialismo va a referendo). El mismo día que lo publicara, puse acá:
La noción está equivocada. Jamás unas elecciones (democracia representativa) equivaldrán a un referendo (democracia participativa); jamás fueron las elecciones municipales de 2013 un “plebiscito” acerca del gobierno de Nicolás Maduro, como intentara vender Henrique Capriles Radonski. Pretender algo así es adulterar el sentido constitucional de los actos electorales. El 6 de diciembre no está planteada esa disyuntiva, sino la de votar o no votar por alguno de los candidatos del circuito correspondiente. Si se quiere que algo sea tenido por un referendo consultivo debe serlo; no debe proponerse que las elecciones del 6D usurpen lo que tendría que ser una manifestación explícita del Soberano. (…) No están los electores convocados en su carácter de miembros del Poder Constituyente Originario para el próximo 6 de diciembre, así que el socialismo no va a referendo en esa fecha; lamentablemente, no se lo quiso convocar. Pero la Asamblea Nacional puede hacerlo por mayoría simple. (Consideraciones sobre un texto de José Guerra).
Cinco días antes de que un deslave de votos eligiera a 112 diputados de oposición, Juan Pablo Olalquiaga, recién electo Presidente de la Confederación Venezolana de Industriales, advertía a quienes todavía no tenían curules:
“La AN tiene una responsabilidad muy profunda y espero que comprenda que, si bien no podrá hacerse un cambio instantáneo en economía, aunque vamos a ver un primer semestre en el que el deterioro crecerá, esta Asamblea tiene que establecer unas reglas de juego claras para impulsar un plan de recuperación del país”, expresó. Para Olalquiaga el gran reto de la AN debe ser “voltear la economía” y, “de no hacerlo, la opinión pública la castigará rápidamente”. (En Entorno Inteligente, 1º de diciembre de 2015).
Bueno, ya DatinCorp ha documentado el cobro del primer giro. (Ver en este blog Un rápido desencanto).
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La Mesa de la Unidad Democrática ha dado a conocer hoy su «Hoja de Ruta 2016«, que declara las acciones a emprender por la organización de organizaciones (que no de ciudadanos) con el propósito de causar la cesantía anticipada de Nicolás Maduro como Presidente de la República:
1. Lograr la renuncia de Nicolás Maduro de la Presidencia de la República, exigiéndola con una amplia movilización popular nacional que debe caracterizarse por su carácter pacífico y su contundente determinación democrática.
2. Aprobar una Enmienda Constitucional que sea votada y defendida por el pueblo para reducir el mandato presidencial y lograr elecciones presidenciales este año.
3. Iniciar el proceso para el Referendo Revocatorio y, para garantizar su convocatoria y realización eficiente, aprobar la Ley de Referendos con el objeto de impedir el bloqueo o retardo de este mecanismo constitucional que es un derecho ciudadano.
(…) …de persistir el gobierno en su práctica irresponsable de intentar bloquear los mecanismos constitucionales para una solución pacífica a la crisis, no dudaríamos en activar un proceso constituyente originario, que por su misma naturaleza estaría a salvo del saboteo de los poderes constituidos.
Esto es, el anuncio del combo ya anunciado que había sido anunciado antes, el mismo combo del «Firmazo» del 2 de febrero de 2003—ver en este blog Déjà vu—, la señal de que la MUD, como su difunta madre, la señora Coordinadora Democrática, no sabe en qué palo ahorcarse.
Junto con la convocatoria a la movilización «de todo el pueblo»—escrito con inicial minúscula, naturalmente—para lograr esos objetivos redundantes, vinieron detalles: la primera movilización o «presión de calle» se efectuará este próximo sábado; en el resto del país cada localidad determinará el sitio, pero en Caracas tendrá lugar en la Avenida Francisco de Miranda. (¿Entre Parque Cristal y el Centro Lido? ¿Para que tomen nota de la presión de calle los populosos barrios populares del Country Club, Campo Alegre, Altamira, etc.?) Hay presión de calle ininterrumpida en el país desde fines de 2001; hoy hubo una peligrosísima en Los Teques sin que mediara convocatoria de la MUD, la hay en las calles de Tumeremo.
Pero no está mal que se haya decidido aprobar una Ley de Referendos. Acá se advirtió el 22 de febrero:
…la Ley Orgánica de Procesos Electorales dispone en la primera cláusula de su primera disposición transitoria: “Hasta tanto la Asamblea Nacional dicte la ley que regule los procesos de referendo, el Poder Electoral a través del Consejo Nacional Electoral como órgano rector y máxima autoridad de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 22 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, desarrollará los instrumentos jurídicos especiales que regulen los procesos de referendo cuando las circunstancias así lo exijan”. Es clarísimo que la Asamblea Nacional está facultada para legislar sobre los referendos (aunque no existiera la cláusula citada), y que una ley es instrumento de rango superior a cualquier disposición reglamentaria. Los nuevos diputados pueden llenar ese vacío legal y hacer menos “engorroso”—a los ciudadanos en general y a Ramos Allup y Torrealba en particular, incluso a Petit da Costa—el ejercicio del derecho a una democracia participativa en referendos suscitados por iniciativa popular. (Tácticas delirantes).
Mucho más eficaz para lograr la renuncia de Maduro «exigiéndola con una amplia movilización popular nacional», es inducirla con algo tan mortal como un referendo sobre el socialismo. Mucho más poderosa que unas cuantas marchas más en la secuencia ya innumerable de quince años de «presión de calle», es la voz del Soberano expresada en referendo. Por supuesto, Maduro puede resistir un mensaje tan evidente como un rechazo masivo al socialismo en las urnas referendarias: «De aquí no me saca nadie», frase refrendada por la autorizada representación de Diosdado Cabello: «Nicolás Maduro no va a renunciar». Pero el valor fundamental de su resultado no se asienta en su renuncia, sino en lo que mandaría con la mayor claridad: la abrogación del Plan «de la Patria», de los decretos de Maduro—“Con el supremo compromiso y voluntad de lograr la mayor eficacia política y calidad revolucionaria en la construcción del socialismo…”—, esa volteada de la economía que pidió Olalquiaga.
Hay quienes aducen bizantinamente que la gente no sabría de qué socialismo se habla, que hay gente que simpatiza con el «socialismo escandinavo» y otras boberías parecidas. Para empezar, en toda Escandinavia hay sociedades de libre mercado—hasta en China hoy; 18º Congreso de su Partido Comunista (Plan 383, noviembre de 2013): “fortalecer los cimientos de una economía basada en el mercado»—y el Tribunal Supremo de Justicia pela por el Diccionario de la Lengua Española—por costumbre y técnica y, sobre todo, porque el Artículo 9 de la Constitución dice: “El idioma oficial es el castellano” (Debate en Facebook)—y éste dice: socialismo. 1. m. Sistema de organización social y económica basado en la propiedad y administración colectiva o estatal de los medios de producción y distribución de los bienes». En la exposición de motivos del referendo se explicaría, por lo demás, sin que quepa la menor duda, el sentido del término, así como en la campaña previa a su celebración.
Pero es que los venezolanos sabemos muy bien de qué se habla. Si no fuera así, ¿cómo es que en noviembre de 2014 el 80,1% de sus encuestados dijo a Datanálisis que estaba de acuerdo con esta afirmación: «El socialismo del siglo XXI es un modelo equivocado que debe ser cambiado»? ¿Cómo se explica que hace doce días pudiera Hercon elaborar la lámina que a continuación se coloca?
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Ah, pero ya se ha encontrado otros argumentos para oponerse a la idea (en 2010, le bastaba a Ramos Allup decir a Lewis Pérez: «¡Eso es una locura!»): que la pregunta sería inconstitucional, a pesar de que el 19 de enero de 1999 estableciera la Corte Suprema de Justicia la doctrina fundamental de que el Poder Constituyente Originario es supraconstitucional (ver acá Debate en Twitter); que el defecto del tratamiento es que un referendo consultivo no sería vinculante y por tanto Maduro no le haría caso. Expliqué al amigo Antonio D’Alessandro (me ha autorizado a revelar su nombre, oculto en Diálogo electrónico) el error de ese argumento:
Hay una confusión con eso de no vinculante. No lo sería uno que pidiera la renuncia de Maduro, pero sólo porque la Constitución establece un procedimiento especial: el revocatorio. Pero un referendo consultivo sí es vinculante; tanto es así, que el de abril de 1999, un consultivo porque en ese entonces sólo los había de ese tipo (por la introducción del Título VI – De los referendos – en la reforma de la Ley Orgánica del Sufragio en diciembre de 1997), mandó la elección de la Asamblea Constituyente de aquel año.
Nos quedamos con una interpretación incorrecta del lema de batalla que Primero Justicia ofrecía al proponer, a fines de 2002, un referendo consultivo sobre la deseabilidad de una renuncia de Hugo Chávez, luego de que se desinflara su intención anterior de enmendar la Constitución para recortar el período constitucional, como algunos (La Causa R, Ramos Allup) abogan ahora ilusamente (ver Apostilla a la entrada previa): «¡No vinculante pero sí fulminante!» Ese referendo no vincularía no porque fuese consultivo, sino porque pretendía funcionar como un revocatorio disimulado. (También porque un referendo, así votaran en él unánimemente todos los electores del registro, no podría imponer a nadie una conducta que es de su esfera personalísima, una decisión enteramente privada; lo único que limita al Poder Constituyente Originario—además de los tratados contraídos válidamente con soberanías equivalentes—es precisamente el lindero de los derechos humanos, y renunciar es un derecho intransferible). Por supuesto que un referendo consultivo es vinculante; ¿para qué se pediría su opinión al Soberano si se va a hacer caso omiso de ella?
El referendo consultivo sobre el socialismo acomete frontalmente el problema político más importante en Venezuela: la crisis generada por la trasnochada y anacrónica pretensión socializante del oficialismo. Ese referendo voltearía la economía.
Claro que el protagonismo sería del Pueblo, no de la MUD o la Asamblea. El mismo protagonismo del referendo revocatorio—sólo convocable desde el Pueblo—, que es la única manera constitucional, democrática, pacífica y electoral para destituir al alucinado y pernicioso gobernante que tenemos. Ambos referendos pueden celebrarse concurrentemente, así que dejen, señores de la Mesa de la Unidad Democrática, de dar vueltas al asunto. No cambien las reglas a mitad del partido; las que necesitamos ya están promulgadas. No convoquen marchas; recojan firmas (cuenten con la mía). No prometan ir «con todo»; levanten 84 diputados la mano y convoquen, en la próxima sesión de la Asamblea Nacional, la consulta al Poder Constituyente Originario que desatará el nudo de nuestra cuestión política fundamental.
LEA
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Enlace para descargar el informe de Hercon: Hercon-Febrero-2016-Contexto-Venezuela
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