No conduce a ningún lado

 

Benjamín Franklin: «Everything one has a right to do is not best to be done.» This in essence was to be the Burke thesis: that principle does not have to be demonstrated when the demonstration is inexpedient. (…) Lord Chesterfield, observing affairs, like Horace Walpole, from the sidelines, had a way of picking out the essence in contrast to the stilted etiquette he preached to his nephew. The «absurdity» of the Stamp Act, he wrote to Newcastle, equaled «the mischief of it by asserting a right you know you cannot exert.»

Barbara Tuchman – The March of Folly

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InexpedientNot practical, suitable, or advisable. (Impráctico, inadecuado o desaconsejable).

Oxford English Dictionary

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Ya circula por las redes sociales el discurso de 13 minutos de Henry Ramos Allup en la sesión de la Asamblea Nacional de esta fecha, y no faltará quien diga de él lo que «nunca» se ha dicho antes: «No tiene desperdicio. Se las cantó claritas», que es la máxima calificación que adjudican ciertos opositores totalmente previsibles a los más articulados desplantes de sus líderes. Éstos tendrán dificultad en conciliar el sueño esta noche, pero no por insomnio preocupado, sino por la excitación de creerse héroes que han cumplido su deber patriótico.

La Asamblea Nacional ha declarado hoy la falta absoluta del presidente Maduro porque habría «abandonado» su cargo. Ayer intentaba Alberto Barrera Tyszka que Julio Borges entrara en razón desde Prodavinci:

Yo le he puesto cabeza. Se lo juro, diputado Borges. Y me he colocado enfrente y detrás de la frase, la he mirado por arriba y por abajo, la he pronunciado de mil maneras, pero nada. Nada de nada, diputado. No la entiendo. No me suena. No sé cómo hacer para que su propuesta se relacione con nuestra realidad. Déjeme ponerle un ejemplo: cuando usted, desde el podio de la Asamblea Nacional, decía que el parlamento iba a aprobar el abandono del cargo por parte de Nicolás Maduro, casi nadie en este país lo estaba viendo o escuchando. En todas las radios y en todos los televisores se repetía la imagen de Nicolás Maduro repitiendo una cadena del día anterior. Él estaba ahí. Absurdamente presente. Imponiéndose. Maduro seguía en su lugar y a usted nadie lo estaba escuchando denunciar que Maduro había abandonado su lugar. No sé si me explico. (…) Tratar de demostrar que Nicolás Maduro ha abandonado su cargo puede ser un ejercicio retórico interesante, pero es un ejercicio audaz de la imaginación. Hay que tener mucho pensamiento abstracto para encontrarle rápida coherencia a esa propuesta. Yo sospecho que a la mayoría de los venezolanos la experiencia nos dice otra cosa. La mayoría, más bien, sentimos que Nicolás Maduro lleva meses aferrado desesperadamente a su cargo.

El 29 de diciembre, una semana antes del inicio de la segunda temporada del parlamento opositor, se completaba una suma de propuestas para la cesantía anticipada de Nicolás Maduro como Presidente de la República (Licitación Abajo Maduro). He aquí lo que allí se anota sobre el desvarío de hoy en la Asamblea Nacional:

Declaratoria de abandono del cargo

El Artículo 233 de la Constitución considera que se configura una falta absoluta del Presidente de la República por «el abandono del cargo, declarado éste por la Asamblea Nacional». El precedente 222 establece:

La Asamblea Nacional podrá ejercer su función de control mediante los siguientes mecanismos: las interpelaciones, las investigaciones, las preguntas, las autorizaciones y las aprobaciones parlamentarias previstas en esta Constitución y en la ley y cualquier otro mecanismo que establezcan las leyes y su Reglamento. En ejercicio del control parlamentario, podrán declarar la responsabilidad política de los funcionarios públicos o funcionarias públicas y solicitar al Poder Ciudadano que intente las acciones a que haya lugar para hacer efectiva tal responsabilidad.

La combinación de ambas previsiones ha conducido a la alucinación de procurar un juicio político contra Maduro y la subsiguiente declaratoria de abandono de su cargo. El diario El Nacional daba cuenta el 21 de diciembre del más reciente avistamiento de ese espejismo:

Henry Ramos Allup, presidente de la Asamblea Nacional, aseguró que a partir del 5 de enero de 2017 la Asamblea Nacional (AN) tratará el supuesto abandono del cargo del presidente Nicolás Maduro.

Una «investigación» de la Asamblea Nacional que estableciera alguna «responsabilidad política» no tendría sino valor declarativo, pues no permite acciones que no sean practicadas por el Poder Ciudadano: el conjunto formado por la Fiscalía General de la República, la Defensoría del Pueblo y la Contraloría General de La República. Y Maduro no ha abandonado el cargo; promulga decretos, representa a la República en el exterior, ordena cadenas de radio y TV, baila vallenatos en La hora de la salsa… (Diccionario de la Lengua Española: abandonar. Dejar una actividad u ocupación o no seguir realizándola).

Sobre este extravío apuntaba el 1º de noviembre la web de la BBC de Londres:

Aunque los diputados opositores hablan de un «juicio político» al presidente, esa figura como tal no existe en la Constitución, a diferencia de lo que ocurre en Brasil, donde el parlamento destituyó en agosto a la presidenta Dilma Rousseff. (…) Algunos expertos tampoco creen que sea una figura correcta ni que vaya a tener algún efecto. «Yo creo que el abandono del cargo no procede», afirma a BBC Mundo el profesor de Derecho Constitucional Pedro Afonso del Pino. «El abandono del cargo es cuando el presidente ha dejado de ejercer la función. Que un presidente ejerza mal el poder o lo ejerza inconstitucionalmente no es abandono del cargo. (Maduro) No ha dejado de ejercer su cargo«, asegura Del Pino.

Más adelanto puso:

Según el cronograma previo al proceso de diálogo entre gobierno y oposición iniciado este domingo, la idea de los líderes opositores era entregar este jueves a Maduro, al menos simbólicamente, la notificación de «abandono del cargo» en la marcha prevista hasta el palacio presidencial de Miraflores. Ahora, sin embargo, tras el inicio del diálogo con la mediación del Vaticano, la decisión sobre el abandono del cargo se aplazó y también quedó suspendida la manifestación que su destino final será Miraflores. Y si finalmente se aprueba, es posible que el TSJ invalide el documento.

Se trata de un caso más de holgazanería política.

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Ramos Allup destacó del Diccionario de la Lengua Española esta acepción del verbo abandonar: «Descuidar las obligaciones o los intereses». También adujo con pretendida astucia que en el Derecho Civil puede abandonarse los deberes conyugales sin interrupción de la cohabitación; ergo, Maduro ha abandonado su cargo aunque se apersone consuetudinariamente en su despacho. Bueno, él mismo lo ha admitido: eso es en el Derecho Civil, no en el Derecho Público, y la acepción privilegiada por él es la octava entre los significados que reporta el Diccionario. A un abogado de oscuro prestigio, que lleva años estudiando la figura de abandono del cargo con idéntica convicción a la de Ramos y Borges, le puse hace poco:

Cuando haces referencia a diccionarios (comenzando por el Larousse, aunque la autoridad admitida en nuestro trámite jurídico, especialmente en el máximo tribunal venezolano, es el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia de la Lengua, al que citas en segundo lugar), recurres primeramente a la acepción de “abandonar” que conviene a tu análisis. Se trata de la acepción octava de la actual edición de ese diccionario: “Descuidar las obligaciones o los intereses”. Pero el diccionario organiza las acepciones de mayor a menor frecuencia de uso, y las primeras dos son: 1. Dejar solo algo o alguien alejándose de ello o dejando de cuidarlo. 2. Dejar una actividad u ocupación o no continuar realizándola. En tu análisis hermenéutico del significado de “abandono del cargo” habría que justificar por qué el sentido correcto de esta expresión no es ninguno de los significados más frecuentes, por qué tendría que entendérsela en un sentido especial y no en el principal e inmediato.

Para sostener con alguna base que la «intención del constituyente» era la del octavo significado y no las de los dos significados primeros, habría que encontrarla expresa en los diarios de debates de la Asamblea Constituyente. Ni ese abogado ni Borges ni Ramos Allup los han aportado.

Volvamos a Barrera Tyszka; ayer cerró su artículo de este modo:

Hace un año, diputado Borges, cuando la oposición tomó posesión del Parlamento, nos ofrecieron concentrar su acción política en la salida de Maduro de Miraflores. Y fracasaron. Las explicaciones dan para un largo debate. Las especulaciones dan para un maratón de disputas. Esta semana, al asumir la Presidencia de la AN, usted ha vuelto a poner en el centro de su programa la salida de Maduro. Por supuesto que tiene otras propuestas pero su centro, su primera convocatoria, su urgencia, apunta nuevamente hacia lo mismo. Y rápidamente, el escenario político quedó atrapado otra vez en el mismo forcejeo inútil. Usted anuncia que el parlamento declarará el abandono del cargo y Maduro—al mismo tiempo—celebra su obesidad en cadena nacional diciendo “estoy kilúo”. Al día siguiente, el oficialismo vuelve a introducir una demanda para que el Tribunal Supremo de Justicia impida el trabajo de la AN; mientras la Fuerza Armada nos muestra nuevamente su sometimiento al partido de gobierno. Es una historia que ya conocemos. En menos de 10 días, el 2017 se parece peligrosamente al 2016. Lo peor de todo, diputado, y perdóneme la desesperanza, es la inquietante sensación de que la élite política—sin importar bandos o ideologías—está cada vez más aislada. Que vive pendiente de sus intereses y de sus proyectos, de sus cupos y de sus cuotas de poder, muy lejos del país real, abandonado, devorado por la simple y brutal economía.

Pero una vez que superen su excitación épica, Borges y Ramos Allup, esos «extraños compañeros de cama» (“Hoy compartimos propósitos, no ideales ni visiones”), dormirán muy bien esta noche, muy satisfechos por el deber «cumplido». LEA

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