Actualización con declaración de Smartmatic al final
…habría sido políticamente más sabio y bastante más fuerte que la oposición profesional dijera: “Sr. Presidente: una constituyente no es necesaria ni arreglará en un ápice la tragedia que vive el Pueblo (escribiéndolo con inicial mayúscula). Pero Ud. tiene facultades para convocarla. Queremos que sepa que derrotaremos a su bando en las elecciones que la elijan; Ud. no contará en ella con mayoría, como no la logró en la Asamblea Nacional”. Es decir, en vez de correr como gallinas enloquecidas, recoger el guante, aceptarle el reto.
La lidia fácil – 7 de mayo de 2017
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El sábado pasado supuse que le sería muy difícil al gobierno presentar cifras de la elección de Asamblea Nacional Constituyente que fueran superiores a las resultantes de la consulta que celebró la Mesa de la Unidad Democrática, el pasado 16 de julio. Basaba esa presunción en el rechazo muy mayoritario que las encuestas—Datanálisis, Datincorp, la de la Cátedra Libre Democracia y Elecciones de la UCV, etcétera—registraron desde que el presidente Maduro decretara la convocatoria. También dije, en el programa #259 de Dr. Político en RCR, que pudiera estar tentado a presentar resultados exagerados en razón de la elevada apuesta en la que había incurrido al convocarla. Pero no me consta que eso ocurrió; a pesar de las estimaciones voceadas ayer por Roberto Smith Perera (800.000), Delsa Solórzano (1.200.000), Henrique Capriles Radonski (2 millones) y, hoy, Julio Borges (3 millones)*, debo guiarme por la regla expuesta en La ética de la creencia por William Clifford: “Es en todo tiempo y lugar moralmente erróneo que cualquiera crea en algo sobre la base de evidencia insuficiente”. No tengo a mano evidencia suficiente de fraude electoral y constituyente habemus.
Todavía hubo hasta última hora la posibilidad de evitar las elecciones de ayer; el pasado lunes 24 desayunaba José Luis Rodríguez Zapatero en la casa del prisionero doméstico Leopoldo López Mendoza, trayendo una oferta oficialista: suspensión de la elección de diputados constituyentes y celebración de elecciones regionales este año y presidenciales el año que viene. Luego se acercaron a la casa de López varios dirigentes de la MUD y diputados de la Asamblea Nacional de oposición, escucharon la propuesta y la rechazaron; querían elecciones generales inmediatas y otras concesiones ya exigidas, como la liberación de presos políticos. Aún el jueves 27 se encargó Maduro de reiterar su ofrecimiento, el que fue desatendido.
Así que volvemos a la situación de diciembre de 2005, cuando la oposición optó por retirar sus candidaturas a la Asamblea Nacional y entregó todo el Parlamento al oficialismo, sólo que ahora se trata de un órgano muy peligroso enteramente en manos del gobierno. La MUD y la Asamblea opositora adoptaron la línea acogida por un amplísimo consenso de juristas del país y la vendieron a un buen número de países extranjeros: que la constituyente había sido convocada fraudulentamente por Maduro al no llamar a un referendo previo que la autorizara. Alguna voz esteparia opinó al día siguiente de la convocatoria que esto era una doctrina equivocada, en #la salida de Maduro (segunda parte):
…el Artículo 347 dice: “El pueblo de Venezuela es el depositario del poder constituyente originario. En ejercicio de dicho poder, puede convocar una Asamblea Nacional Constituyente con el objeto de transformar al Estado, crear un nuevo ordenamiento jurídico y redactar una nueva Constitución”. El artículo no dice que sólo el pueblo de Venezuela puede hacerlo, que nadie más puede hacerlo, y el Artículo 348 especifica: “La iniciativa de convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente podrá hacerla el Presidente o Presidenta de la República en Consejo de Ministros; la Asamblea Nacional, mediante acuerdo de las dos terceras partes de sus integrantes; los Consejos Municipales en cabildos, mediante el voto de las dos terceras partes de los mismos; y el quince por ciento de los electores inscritos y electoras en el Registro Civil y Electoral”. Es posible convocarla, entonces, por iniciativa popular, pero el artículo no dice que el Presidente, la Asamblea o 15% de los electores tendrían que convocar un referendo para preguntar al Pueblo si quiere convocar una constituyente; habla clara y directamente de “convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente”. En 1999 el referendo previo fue necesario porque la figura de constituyente no existía en la Constitución de 1961, vigente para la fecha del 25 de abril de 1999; de allí la primera pregunta de la consulta de ese día: “¿Convoca usted una Asamblea Nacional Constituyente con el propósito de transformar el Estado y crear un nuevo ordenamiento jurídico que permita el funcionamiento de una Democracia Social y Participativa?” Pero ahora la figura de constituyente está incluida y normada en el Capítulo III del Título IX de la Constitución, y ya ese referendo es innecesario.
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¿Qué puede hacer la oposición, que ha gritado fraude una vez más? Seguramente no intentará una acción legal contra lo tipificado en la Ley Orgánica de Procesos Electorales: «Artículo 217. La elección será nula: 2. Cuando hubiere mediado fraude, cohecho, soborno o violencia en la formación del Registro Electoral, en las votaciones o en los escrutinios y dichos vicios afecten el resultado de la elección de que se trate». Luis Emilio Rondón, el único rector de oposición en el Consejo Nacional Electoral, tornó a plantear ayer a la caída de la tarde el asunto del referendo previo pretendidamente necesario, pero no ha dicho a estas alturas que los números anunciados por Tibisay Lucena son falsos. Por su parte, Julio Borges dijo hoy en Primera Página de Globovisión que lo que la oposición debe hacer “es que sigamos en resistencia y en cumplimiento de nuestra Constitución para salir de esa crisis, comenzando por cambiar las instituciones y vayamos a un país donde tengamos separación de poderes”. ¿Cómo va a cambiar las instituciones? ¿Con un Estado paralelo que prontamente debiera constituirse en el exilio?
La Mesa de la Unidad Democrática presentó el 19 de los corrientes su «Compromiso Unitario para la Gobernabilidad», en el que afirmó: «Cuando un país se decide a cambiar, no hay fuerza que pueda detenerlo. Por tanto, el cambio político en Venezuela no sólo es indetenible sino inminente». Borges pareció confirmar esa inminencia al afirmar por Globovisión: «Hoy el Gobierno no es más fuerte sino más débil tras este fraude». La nota del canal refiere: «reiteró que la oposición quiere ir a elecciones libres y trasparentes, y que no se imponga el uso de la fuerza». ¿A cuáles elecciones se refiere? Las previstas para este año son las de gobernadores que se encuentran en mora constitucional y las municipales, y el año que viene deben darse las presidenciales en diciembre. Para que se celebraran estas últimas de inmediato tendría que producirse un mandato explícito y supraconstitucional del Poder Constituyente Originario en referendo—ver en este blog Prontas elecciones (22 de octubre de 2016)—que la Asamblea Nacional no ha sabido (o querido) convocar. Rodríguez Zapatero no podía ofrecer algo no previsto en la Constitución.
La línea de la MUD parece ser la de proclamar que el Estado venezolano no existe: el Presidente de la República, declaró la Asamblea el 9 de enero, abandonó su cargo, produciéndose la falta absoluta de ese mandatario; los magistrados legítimos del Tribunal Supremo de Justicia serían los elegidos por ella en la plaza Alfredo Sadel que ahora huyen del Sebin. Faltaría que la AN nombrara nuevas rectoras (o rectoros) del Consejo Nacional Electoral y nuevos Defensor del Pueblo y Contralor General de la República, suponiendo que quiera la permanencia de Luisa Ortega Díaz, tan cooperadora. Se trata de políticos muy informados, y si ellos dicen que la caída del gobierno es inminente por algo será. Freddy Guevara ha advertido hoy: «Nos mantendremos en resistencia desde la Asamblea». Vamos a ver cuánto dura. LEA
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*Hoy trae BBC Mundo la noticia de que Smartmatic, la proveedora de las máquinas de votación, cree que las cifras anunciadas por el Consejo Nacional Electoral están infladas: «Una auditoría permitiría conocer la cantidad exacta de participación. Estimamos que la diferencia entre la cantidad anunciada y la que arroja el sistema es de al menos un millón de electores». Si Smartmatic dice la verdad (7 millones) entonces Lucena (8 millones) está más cerca de ella que Borges (3 millones), y bastante más que Capriles (2 millones), Solórzano (1,2 millones) y Smith (800 mil). La última vez que supe, el CNE adeudaba a Smartmatic unos 75 millones de dólares, y si la empresa ya da esa deuda por incobrable pudiera sentirse en libertad de contradecir a su cliente. La noticia la trae ya CNN en Español.
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No dejo de estar de acuerdo con ud. en los casos que menciona, es cierto, hablar de fraude sin las pruebas, pero más allá de todo, creo que debe mencionarse algo, la AN y la MUD siguen viendo o se presentan en la lucha contra el gobierno de manera democrática, cuando en verdad, no lo es. El Gobierno cierra los espacios democráticos cuando sabe que va a perder. ¿Cómo creerle al gobierno sus ofertas de elecciones para el año que viene cuando prosigue con la constituyente? es más y anuncia en boca de una de as rectoras que esos comicios estarán supeditados a lo que decida la ANC. Es más la convocatoria del referendo revocatorio para el 2016 y cómo se suspendió este, se pusieron todas las trabas posibles para la recolección de las firmas y hasta mecanismos procedimientos que no estaban contemplados en la ley.
En verdad estamos ante un régimen que tiene un control férreo de las instituciones y las usa para quedarse en el poder cómo sea, en verdad es una dictadura, es probable que ud me diga qu tiene origen electoral pero no por eso es una democracia.
POr último la propuesta de la MUD de elecciones generales si bien no están en la constitución, pero las elecciones regionales están vencidas desde el año pasado, así que no es un tema cumplir o incumplir la constitución es un tema de voluntad política, me atrevo a apostar que si el gobierno pudiera ganar unas elecciones generales el mes que viene las programa.
Sin mas que decir me despido de ud. siempre es un placer leer sus comentarios y sobre todo escuchar las exquisitas y excelsas selecciones musicales que en verdad son una maravilla.
P.D.: si bien e cierto que deberíamos tener pruebas para cantar el fraude. Pero recuerde dos fraudes en el siglo XX venezolano, el de la constituyente de 1952 y el de 1957, en este último, ni se presentaron resultados ni pruebas, sólo que ganó la opción de permanencia de Pérez Jiménez.Todos sabemos que fue un fraude.
Gracias por su participación. Sobre el tema de la dictadura, le invito a leer en este blog Etiqueta negra (11 de abril de 2016). Usé los ejemplos de Pérez Jiménez en dos programas seguidos en RCR, pero mi presunción no basta para que afirme que lo hubo en este caso si quiero ser responsable.
Lo siento, cuando decía: «Todos sabemos que es un fraude». Me refería al de 1957.
DR. Saludos……
Lo he seguido escuchando los sábados en Rcr.tv
Como ya se lo referi hace tiempo …la AN hizo caso omiso a su proposición de hacer el referendo consultivo que ud indicaba en 22-10-2016 y mire a lo que hemos llegado…y todo lo que ha pasado….muertes ,tortura, presos.e.t.c….en esa oportunidad me preguntaba¿A que juegan los politicos de la MUd o AN?
Saludos… Seguiremos en contacto
Como puse en Las élites culposas (mayo 2012): «Y ésa es la tragedia política de Venezuela: que sufre la más perniciosa dominación de nuestra historia—invasiva, retrógrada, ideologizada, intolerante, abusiva, ventajista—mientras los opositores profesionales se muestran incapaces de refutarla en su discurso y superarla, pues en el fondo emplean, seguramente con mayor urbanidad, el mismo protocolo de política de poder afirmada en la excusa de una ideología cualquiera que, como todas, es medicina obsoleta, pretenciosa, errada e ineficaz. Su producto es mediocre».
«Todavía hubo hasta última hora la posibilidad de evitar las elecciones de ayer; el pasado lunes 24 desayunaba José Luis Rodríguez Zapatero en la casa del prisionero doméstico Leopoldo López Mendoza, trayendo una oferta oficialista: suspensión de la elección de diputados constituyentes y celebración de elecciones regionales este año y presidenciales el año que viene. Luego se acercaron a la casa de López varios dirigentes de la MUD y diputados de la Asamblea Nacional de oposición, escucharon la propuesta y la rechazaron; querían elecciones generales inmediatas y otras concesiones ya exigidas, como la liberación de presos políticos. Aún el jueves 27 se encargó Maduro de reiterar su ofrecimiento, el que fue desatendido.»
No hay duda que la oposición tiene un modo infantil de hacer política y ha sido muy torpe en ese sentido. Pero es un juicio temerario o sin fundamento afirmar que la propuesta del gobierno llevada por Zapatero a la oposición fue la suspención de la constituyente. La propuesta consistía solo en posponer dicha elección para darle la oportunidad a la MUD de inscribir candidatos, propuesta que logicamente fue rechazada por la dirigencia opositora.
El texto que Ud. comenta no dice, como apunta, «la suspensión [Ud. escribe «suspención»] de la constituyente», sino «suspensión de la elección de diputados constituyentes», y antes se hablaba de «evitar las elecciones de ayer»; esto es, de lo que ocurrió específicamente el 30 de julio. Ud. lo repite al señalar «La propuesta consistía solo en posponer dicha elección». ¿Es lo que Ud. escribe una temeridad, tratándose de la misma idea? Y no estoy de acuerdo con que haya sido «lógico» el rechazo de la oferta. El pasado 7 de mayo, seis días después de la convocatoria a esas elecciones, asenté en La lidia fácil: «…habría sido políticamente más sabio y bastante más fuerte que la oposición profesional dijera: ‘Sr. Presidente: una constituyente no es necesaria ni arreglará en un ápice la tragedia que vive el Pueblo (escribiéndolo con inicial mayúscula). Pero Ud. tiene facultades para convocarla. Queremos que sepa que derrotaremos a su bando en las elecciones que la elijan; Ud. no contará en ella con mayoría, como no la logró en la Asamblea Nacional’. Es decir, en vez de correr como gallinas enloquecidas, recoger el guante, aceptarle el reto». Debiera haber notado eso, puesto que es nada menos que el epígrafe que encabeza la entrada.
La oposición adoptó la errada, fácil y enteramente ineficaz noción de que Maduro no podía convocar una constituyente sin referendo previo, y así lo vendió a Rajoy, a Santos, a Trump y a Almagro, a la Comunidad Europea. (Puede verse para una discusión del punto ¿Preguntas sin respuestas?, del 9 de mayo). El peligro estaba en las bases comiciales, y sobre eso apunté:
También se ha registrado en este espacio esta opinión: “el vicio fundamental de la convocatoria a constituyente no es que requiera un referendo previo para que sea válida, sino el diseño de las bases comiciales. Es una verdadera aberración eso de los diputados ‘sectoriales’. El Pueblo, el Poder Constituyente Originario, no es un agregado de sectores sino de ciudadanos. (…) La Asamblea Nacional ha pecado por omisión al no legislar sobre las bases comiciales de una asamblea constituyente…” (Película de terror, 3 de julio) Dos meses antes, en ¿Preguntas sin respuestas?: “…la Asamblea Nacional pudiera buscar cómo legislar—recuperando su eficacia si arregla el asunto del fulano desacato—acerca de las bases comiciales para elegir diputados constituyentes [una ley es de rango superior a cualquier decreto del Ejecutivo o reglamento del CNE] (…) Entonces pudiera aprestarse la MUD para dar otra paliza electoral al oficialismo, aunque sea en una constituyente que no necesitamos”. (Exégesis crítica, 19 de julio).
Le agradeceré que para posibles comentarios ulteriores suyos en este blog añada su apellido, Sr. José.
Agradezco la corrección. Cierto que suspensión es congelamiento o interrupción del desarrollo de una acción por un tiempo o indefinidamente. Pero del texto que yo comento se entiende (porque no se aclara) que de lo que se trató la propuesta del gobierno fue de suspender indefinidamente o no realizar dicha elección. Cuando de lo que se trató básicamente fue de posponer por una o dos semanas la elección constituyente para darle tiempo a la oposición de inscribir sus candidatos.
Por lo demás estoy de acuerdo con usted en el sentido que la oposición debió participar, pero su negativa en hacerlo es comprensible habida cuenta que las bases comiciales impuestas por el régimen no garantizaban la universalidad del voto y lesionaban el principio de proporcionalidad (tipo de elección sectorial y violación del principio democrático de una persona un voto). La oposición participando hubiese cohonestado la trampa y la irregularidad de dicha elección. Consideró que era mejor dejarlos montar su circo y no participar en el.
Las informaciones del mismo día de la visita de Rodríguez Zapatero a Leopoldo López no daban cuenta de lo que Ud. sugiere: que sólo se trataba de dar a los opositores tiempo para inscribir sus candidaturas. ¿Puede Ud. señalarme una fuente confiable de esa afirmación suya y su fecha? Pudiera ser posterior a la entrada que Ud. objeta, del 31 de julio. La visita a López con la proposición oficialista fue justamente una semana antes, el 24 de julio.
Luego, el abogado Borges se opuso a la convocatoria el mismo 1º de mayo—”es una estafa al pueblo venezolano con un mecanismo que no es otra cosa que agravar el golpe de estado en Venezuela”—, cuando aún no se conocía el texto de las bases comiciales, e inmediatamente acogió la extraviada tesis de Brewer Carías: “El único que puede convocar a una Constituyente es el pueblo, eso es lo que dice la Constitución” (en entrevista a CNN del 2 de mayo).
Por último, he apuntado en varias ocasiones que la Asamblea Nacional ha debido tomar cartas en el problema de las bases comiciales; por ejemplo, el 7 de mayo en La lidia fácil:
El asunto de las bases comiciales para la elección de una constituyente no está normado. Tan sólo existe el precedente de las empleadas en 1999. (Ver #lasalida de Maduro (primera parte)). El campo está prácticamente abierto para un órgano cuya función principal es, precisamente, dotar de normas a la vida de la ciudadanía y su Estado, y ese órgano no es otro que la Asamblea Nacional. A comienzos del año pasado se habló de una Ley de Referendos que hubiera podido sobrepujar a los reglamentos de referendos revocatorios (tres) que el Consejo Nacional Electoral aprobó en 2007, pues una ley es de rango superior al nivel reglamentario. Nunca más se supo de tal intención.
Ahora podría aprobar la AN una ley brevísima que regule la elección de diputados constituyentes, y ella predominaría sobre el nivel reglamentario que es el único existente entre el Presidente y el Consejo Nacional Electoral. Claro, para que esto sea posible, la Asamblea debe recuperar su eficacia; el 22 de octubre del año pasado se le proponía en Prontas elecciones:
Debiera la Asamblea comprender, por su parte, que no debe ponerse en riesgo la iniciativa. El Tribunal Supremo de Justicia ha ignorado o suspendido las actuaciones del Poder Legislativo Nacional sobre la base de su desacato, al haber incorporado diputados cuya investidura el mismo tribunal declaró suspendida. Que desincorpore esos diputados…”
¿Por qué se ha resistido la Asamblea Nacional? ¿Qué espera Julio Borges para levantar el teléfono e invitar a Maikel Moreno a almorzar para arreglar ese asunto? En vez de esto, ha ido a Washington a reunirse en la Casa Blanca con Herbert McMaster—¡el Asesor de Seguridad Nacional de Donald Trump! (¿qué pito toca este peligroso especialista en nuestros asuntos venezolanos?)—tal vez porque el Chapulín Colorado Almagro ha quedado fuera de juego, pues ya no tiene sentido suspender a Venezuela en su condición de miembro de la Organización de Estados Americanos—la sanción màxima prevista en la Carta Democrática Interamericana—, dado que Venezuela ha optado por salirse de ella; no se puede botar de una fiesta a quien se ha retirado hace rato.
La resistencia de los diputados a volverse eficaces configura, a mi modo de ver, un desacato incluso más grave: el desacato a los Electores, que los pusimos allí para que legislaran, para que pudieran hacerlo. Entretanto, ellos y el elenco protagónico de la MUD siguen embistiendo en el aire.
Sin duda la oposición es torpe e infantil. Estamos atrapados entre las triquiñuelas del gobierno y las torpezas de la MUD, entre las dificultades que el gobierno no resuelve y que la MUD empeora. Todo por las luchas de poder que deja por fuera al ciudadano común, el que sufre los embates de la crisis. Pienso que lo mejor para la oposición y para el país hubiera sido negociar. Guarimbas, trancazos y demas pendejadas no afectan en nada al régimen, no sería descabeyado pensar que la oposición pisó el peine de la violencia que el gobierno puso deliberadamente para así imponer su constituyente.
En efecto, pudiera haber algo de lo que Ud. sugiere. El año pasado escribía en Etiqueta negra (11 de abril de 2016): «El país que sufre agudos dolores y privaciones está atrapado en la tenaza de la perniciosidad del gobierno y la incompetencia de la oposición, mientras ambos se pegan mutuamente etiquetas en las solapas: ¡Dictadura! ¡Fascismo! Pobre país». Cinco años antes (mayo 2012) decía lo mismo con algo más de detalle en Las élites culposas: «Y ésa es la tragedia política de Venezuela: que sufre la más perniciosa dominación de nuestra historia—invasiva, retrógrada, ideologizada, intolerante, abusiva, ventajista—mientras los opositores profesionales se muestran incapaces de refutarla en su discurso y superarla, pues en el fondo emplean, seguramente con mayor urbanidad, el mismo protocolo de política de poder afirmada en la excusa de una ideología cualquiera que, como todas, es medicina obsoleta, pretenciosa, errada e ineficaz. Su producto es mediocre». Para 2004 ya apuntaba de la madre de la MUD, la Sra. Coordinadora Democrática, ya fallecida:
Si tuviéramos, Dios no lo permita, un pariente con tan grave dolencia que ameritara la atención de toda una junta médica; si este cuerpo de facultativos intentase primero una cierta terapéutica y con ella provoca a nuestro familiar un paro cardiaco; si a continuación prescribe un segundo tratamiento que le causa una crisis renal aguda; si, finalmente, aplica aún una tercera prescripción que desencadena en nuestro deudo un accidente cerebro-vascular, con toda seguridad no le querremos más como médicos.
Y ésta es la estructura del problema con la Coordinadora Democrática. La constelación que se formó alrededor de ella, no sin méritos que hemos reconocido, nos llevó primero a la tragedia de abril de 2002, luego a la sangría suicida del paro, finalmente a la enervante derrota del revocatorio. (Para no agregar al inventario una nutrida colección de derrotas menores). No hay vuelta de hoja. No podemos atender más nunca a esa dirigencia.
El Informe Stratfor, publicación electrónica norteamericana, a todas luces conservadora, insospechable de chavismo, dictaminó de ella, lapidariamente, el pasado 6 de agosto: “Afortunadamente para Chávez, si hay algo que la oposición venezolana ha demostrado es que es estratégicamente torpe, profundamente impopular y moralmente cuestionable”.
Nunca hemos sido tan implacables con la dirigencia opositora autoungida en esta publicación, aunque ya antes hemos hecho algunas caracterizaciones por las que la considerábamos constitucional o genéticamente impedida de producir lo que fue necesario y no se hizo, a pesar de reiteradas y longevas advertencias y recomendaciones. En el fondo del problema hay una raíz paradigmática: sus más connotados directivos operan, como Chávez, dentro del paradigma de la Realpolitik, el que propugna que la política es en realidad la procura del poder mientras se impide que el adversario lo asuma. Ellos creen, la mayoría honestamente, que “la política es así”, y desechan cualquier otra conceptualización, por ejemplo una según la cual la Política es el arte u oficio de resolver problemas de carácter público. (Bofetada terapéutica).
Y hace treinta y dos años escribí (Proyecto SPV, febrero de 1985):
Intervenir la sociedad con la intención de moldearla involucra una responsabilidad bastante grande, una responsabilidad muy grave. Por tal razón, ¿qué justificaría la constitución de una nueva asociación política en Venezuela? ¿Qué la justificaría en cualquier parte?
Una insuficiencia de los actores políticos tradicionales sería parte de la justificación si esos actores estuvieran incapacitados para cambiar lo que es necesario cambiar. Y que ésta es la situación de los actores políticos tradicionales es justamente la afirmación que hacemos.
Y no es que descalifiquemos a los actores políticos tradicionales porque supongamos que en ellos se encuentre una mayor cantidad de malicia que lo que sería dado esperar en agrupaciones humanas normales.
Los descalificamos porque nos hemos convencido de su incapacidad de comprender los procesos políticos de un modo que no sea a través de conceptos y significados altamente inexactos. Los desautorizamos, entonces, porque nos hemos convencido de su incapacidad para diseñar cursos de acción que resuelvan problemas realmente cruciales. El espacio intelectual de los actores políticos tradicionales ya no puede incluir ni siquiera referencia a lo que son los verdaderos problemas de fondo, mucho menos resolverlos. Así lo revela el análisis de las proposiciones que surgen de los actores políticos tradicionales como supuestas soluciones a la crítica situación nacional, situación a la vez penosa y peligrosa.
Pero junto con esa insuficiencia en la conceptualización de lo político debe anotarse un total divorcio entre lo que es el adiestramiento típico de los líderes políticos y lo que serían las capacidades necesarias para el manejo de los asuntos públicos. Por esto, no solamente se trata de entender la política de modo diferente, sino de permitir la emergencia de nuevos actores políticos que posean experiencias y conocimientos distintos.
Las organizaciones políticas que operan en el país no son canales que permitan la emergencia de los nuevos actores que se requieren. Por lo contrario, su dinámica ejerce un efecto deformante sobre la persona política, hasta el punto de imponerle una inercia conceptual, técnica y actitudinal que le hacen incompetente políticamente. Hasta ahora, por supuesto, el país no ha conocido opciones diferentes, pero, como bien sabemos, aún en esas condiciones los registros de opinión pública han detectado grandes desplazamientos en la valoración popular de los actores políticos tradicionales, la que es cada vez más negativa.
Por evidencia experimental de primera mano sabemos que los actores políticos tradicionales están conformados de modo que sus reglas de operación se oponen a los cambios requeridos en conceptos, configuraciones y acciones políticas. Por esto es que es necesaria una nueva asociación política: porque de ninguna otra manera saludable podría proveerse un canal de salida a los nuevos actores políticos.
El problema, pues, no es nuevo. Ahora, naturalmente, se manifiesta con más agudeza ante el carácter oncológico del chavismo-madurismo. Pero cabe apuntar que tampoco es exclusivamente local; es a escala planetaria como se manifiesta, ya no una crisis política aquí u otra allá, sino una crisis de la Política misma.
Pruebe a leer ¿Que se debe hacer? (I), ¿Qué se debe hacer? (II) y ¿Qué se debe hacer? (y III). (12, 19 y 21 de agosto de 2015).
Respecto del tema de la negociación, en el que concurro con su opinión, puede consultar Plantilla del Pacto (25 de abril de 2016), Del armisticio como programa (11 de mayo de 2017) y Versión formal (26 de mayo de 2017).
Al carecer de una oposición eficaz politicamente cabe la pregunta si estaremos condenados a un mal gobierno.
El año pasado cuando suspendieron el referendo revocatorio las condiciones estaban dadas para salir a la calle y la oposición se sentó, y ahora en abril que las condiciones estaban dadas para una negociación inventaron los trancazos.
Por cierto Manuel Rosales dijo hace poco en una entrevista que ya estaba listo un acuerdo para elegir en vez de una ANC una especie de congresillo con quince diputados de lado y lado, que no tendría mucha influencia y que sirviera para sentarse gobierno y oposición a trabajar en la resolución de los problemas económicos, y no se pudo lograr por el rechazo de los radicales de ambos sectores.
Gracias por las lecturas recomendas.
Pues seguiré recomendando lecturas, pues he escrito varias cosas en materia de diálogo. En orden cronológico: Una segunda oportunidad: Diálogo 2.0 (20 de mayo de 2014), Plantilla del Pacto (25 de abril de 2016), Del armisticio como programa (11 de mayo de 2017), Versión formal (26 de mayo de 2017).