Con frecuencia concurro en apreciaciones y posturas con Luis Vicente León, un hombre inteligente, competente, valiente y responsable. En esta ocasión, suscribo enteramente esto que hoy afirma en su blog (publicado en Prodavinci):
Siempre he respetado profesionalmente a Smartmatic. Cuando la empresa fue atacada la defendí públicamente y expliqué hasta el cansancio que el problema con la manipulación de resultados electorales no estaba en el sistema automatizado. Y que las sombras de los procesos electorales no se encontraban en la posibilidad de fraude en el procesamiento de data por parte de las máquinas. Las elecciones podían tener problemas de muchos tipos, empezando por los sesgos en las reglas y en el abuso de poder, o en la ausencias de testigos alrededor de las máquinas, pero no había posibilidad de que ocurriera un fraude electoral convencional.
Hoy ratifico la seriedad técnica de Smarmatic y celebro su valentía de no permitir que, en función de su análisis y auditoria, se altere su data por primera vez sin rechazarlo, y sin dimensionar el problema que encontraron al no encontrar respaldo en al menos un millón de votos. Sin duda este es el pronunciamiento más demoledor para la credibilidad del CNE que se ha hecho hasta ahora, pues ningún proveedor haría una denuncia de este tipo sin tener la absoluta seguridad de lo que dice. Y es una denuncia cónsona con los códigos de ética de una empresa de este tipo, quien no es dueño de la data pero si el responsable y garante de la transparencia antes de la totalización.
En una nota de Las élites culposas dejo esta constancia:
En una reunión de la peña de Luis Ugueto Arismendi del 3 de abril de 2006, Alfredo Croes, destacado miembro del Grupo La Colina, certificó que las máquinas de Smartmatic hacían exactamente lo que la empresa había ofrecido y que no era posible acceder a la secuencia de votación sin la connivencia de gobierno y oposición. También afirmó que esas mismas máquinas eran la mejor defensa de una oposición con insuficiente cobertura de testigos de mesa. Sin ellas, dijo, la oposición quedaría irremediablemente expuesta al método y principio ventajista de “acta mata voto”, que las máquinas anulaban con eficacia.
El golpe propinado hoy al Consejo Nacional Electoral por obra de Antonio Mugica, el ejecutivo jefe de Smartmatic, es mortal. La empresa puso así a valer su honor y su reputación, aun poniendo en riesgo prácticamente definitivo su expectativa de obtener del organismo el cumplimiento de cuantiosas deudas pendientes a su favor. No se trata de un valor común. Quizás haya que decir que fue Mugica quien tumbó a Nicolás Maduro.
Dice también León: «Es urgente nombrar un nuevo CNE como producto de una negociación política entre todas las partes. Esto es ya un paso indispensable para rescatar la confianza en los procesos electorales venezolanos. Sin eso muere la vía electoral como solución pacífica a la crisis actual». Las rectoras involucradas, creo, deben poner de inmediato su renuncia a los delicados cargos que detentan. LEA
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