A Doña Sylvia y Doña Susana
_____________________________
El compositor viviente más interpretado del mundo (por sexto año consecutivo), el estoniano Arvo Pärt, ha sido agrupado con dos teólogos, uno católico y otro luterano—Pärt se convertiría del luteranismo a la ortodoxia rusa a mediados de los setenta, lo que lo hace de fe católica—, para recibir el Premio Ratzinger de 2017 en ceremonia celebrada en la Ciudad del Vaticano. El premio se concede para honrar a personas sobresalientes por su investigación en teología y campos afines o por su arte religioso; fue conferido por primera vez en 2011, luego de su creación por José Ratzinger, el papa Benedicto XVI. En ese mismo año, Pärt fue elegido como Miembro del Consejo Pontificio para la Cultura, de modo que la cosa se veía venir.
Pärt acaba de cumplir 82 años, y es un prolífico compositor que produce música de gran sencillez y belleza. Llama a su técnica compositiva tintinnabuli, nombre que alude al sonido simple de las campanillas de vidrio; por lo demás, se llama tintinábulos a las pequeñas campanas que adornan las basílicas para significar su proximidad al Sumo Pontífice.
Cuando estudiaba en el Conservatorio de Tallin, la bella capital de Estonia, se decía de él que le bastaba sacudir sus mangas para que cayeran notas musicales, en descripción de su notable abundancia natural de compositor. La pura simplicidad de su música puede ser calibrada en este blog, por ejemplo, en Spiegel im Spiegel (Espejo sobre espejo) en La música pictórica. Acá puede escucharse de Pärt una pieza perfecta para la ocasión del premio, su Salve Regina, en interpretación del Coro de Cámara de la Orquesta Filarmónica de Estonia dirigido por Paul Hillier con acompañamiento de órgano:
Salve Regina
Que luteranos y ortodoxos sigan la misma fe que los católicos sin reconocer la autoridad del Papa, no ha sido óbice para que Arvo Pärt se alzara con el diploma y un cheque por 87.000 dólares, que siempre vienen bien. LEA
_______________________________________________________________
intercambios