A Eugenia Josefina
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En el día de hoy un amigo me envió un artículo de Aurelio Concheso: El Bitcoin y la burbuja de los Tulipanes. Concheso es un competente ingeniero mecánico egresado del prestigioso MIT y fue alto dirigente empresarial venezolano en Consecomercio y Fedecámaras; seguramente maneja herramientas conceptuales para discutir el tema de las criptomonedas. Sin embargo, su argumentación es fundamentalmente retórica, pues esencialmente sostiene que así como ocurriera con la primera burbuja especulativa registrada por la historia, el sorprendente surgimiento en valor de algunas criptomonedas, especialmente de la primera y más conocida—Bitcoin—, esta expansión de las monedas digitales basadas en la tecnología de «cadena de bloques» (blockchain), podría tener el mismo destino. Esto escribió:
La primera burbuja financiera documentada históricamente es la de los tulipanes holandeses, conocida también como “tulipmania” en el Siglo 17. Oriundos del Imperio Otomano, los tulipanes fueron llevados a Holanda por el embajador austriaco en Turquía y flor culturista amateur, Ogier Ghislain de Busbecq en el Siglo 16. En el suelo arenoso de los Países Bajos, robado al mar literalmente, florecieron produciéndose en ellos cambios de colores mientras crecían que le daban un aura exótica que a su vez aumentaba su valor. Hoy se sabe que esos cambios de colores eran producto de un parásito de la flor el cual le transmitía un virus. (…) Hay quienes seguramente dirán que cualquier parecido entre los tulipanes y el Bitcoin es pura coincidencia, pero los elementos de una burbuja claramente están ahí. Durante buena parte de la historia de la humanidad, la moneda reserva era el oro. Esto fue así hasta que la Revolución Industrial creó una sociedad más productiva, y necesitada de aumentos en los medios de pago que la limitada cantidad de oro en el mundo no podía dar, con lo que se paso al concepto de “monedas reserva” como la Libra Esterlina y eventualmente el Dólar que, por la fortaleza de las economías que representan tienen un valor intrínseco aceptado por los mercados financieros. (…) El riesgo es que, así como un mercado de futuros y un virus produjeron el desinfle de una burbuja hace 400 años, que esto vuelva a suceder con el Bitcoin, solo que el virus no será biológico sino virtual.
Al amable corresponsal le puse:
Razonar a partir de similitudes, aunque sugerente, es usualmente un procedimiento que conduce al error*. Si a ver vamos, «la fortaleza de las economías que (…) tienen un valor intrínseco aceptado por los mercados financieros” genera burbujas peores que la de los tulipanes, como la que causara la crisis financiera de 2008 en los EEUU y varios países europeos.
También le invité a ver este pedagógico y divertido video sobre esa crisis que explotara al término de la presidencia de George W. Bush:
En ese tiempo, la Carta Semanal #304 de doctorpolítico (Pompa y circunstancia, 25 de septiembre de 2008) se atrevió a apuntar lo siguiente:
En la base del asunto está una deformación sistémica. Ha explotado una pompa especulativa de proporciones titánicas, pero es que la formación de burbujas parece ser consustancial al funcionamiento de los mercados de capital. Incluso en “mercados experimentales”—juegos de simulación con participantes de alguna sofisticación—en los que se elimine la especulación y esté ausente el exceso de confianza, emergen espontáneamente las burbujas, definidas como discrepancias injustificables entre el valor de mercado y el valor intrínseco de las cosas. (Ver King, Smith, Williams, Arlington y van Boening: The Robustness of Bubbles and Crashes in Experimental Stock Markets, en Nonlinear Dynamics and Evolutionary Economics, Oxford University Press, 1993). Se trata de sistemas complejos, que ni pueden ser regulados por control central ni parecen poder escapar a crisis caóticas cada cierto tiempo.
Y en el número siguiente (El precio de lo complejo, 2 de octubre de 2008), se complementó la información:
A pesar de que, ex post facto, es posible trazar la trayectoria de los mercados financieros—en realidad una miríada de trayectorias entrecruzadas—que llevó a la gigantesca pérdida, lo más constructivo es percatarse de que los grandes agregados, los sistemas complejos, tendrán una historia que incluirá episodios catastróficos, y por ende debe aprenderse de la experiencia para mejorar los sistemas e instalar protecciones para el manejo de las emergencias que seguramente ocurrirán de nuevo. Es esa “robustez”—la persistencia—de los crashes económicos a la que se refiere el trabajo citado en el número anterior de esta carta: The Robustness of Bubbles and Crashes in Experimental Stock Markets, publicado hace ya quince años. (Artículos más recientes sobre el mismo fenómeno, como The Social Life of Financial Bubbles o el más técnico The Effect of Short Selling on Bubbles and Crashes in Experimental Spot Asset Markets, ambos de 2006, pueden obtenerse gratuitamente en Internet).
Por último, anexé a mi contestación una publicación nada alarmante de Deloitte** sobre el tema de las criptomonedas, que se puede descargar aquí en formato .pdf: Blockchain-and-Cyber. LEA
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*Ver, sobre este tipo de falacia (razonamiento inválido con apariencia de validez), Generalización apresurada en Wikipedia en Español.
**Deloitte Touche Tohmatsu Limited (llamada de forma abreviada Deloitte) es la firma privada número uno de servicios profesionales del planeta, por volumen de facturación (36.800 millones de dólares en 2016), una de las más importantes y prestigiosas del mundo y también una de las llamadas Cuatro Grandes Auditoras (Big Four auditors en inglés), junto a PricewaterhouseCoopers, Ernst & Young, y KPMG. Calificada en los últimos 4 años como el lugar número uno para lanzar una carrera por la revista BusinessWeek. (Igualmente en Wikipedia en Español).
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