Un observador tan agudo y serio como Andrés Oppenheimer se ha ocupado de la más reciente ocurrencia de Ricardo Haussman: su proposición de que Venezuela sea ocupada por una fuerza multinacional—sudamericana, norteamericana, europea—para «liberarnos». En Día de Reyes, puso un artículo—¿Una intervención militar en Venezuela?—en su blog (que aloja El Nuevo Herald), y en él desecha la extraviada receta. No la despacha, sin embargo, en términos principistas, sino por ilusa: «…a juzgar por lo que escucho de diplomáticos estadounidenses y latinoamericanos, es muy poco probable que la propuesta de una intervención militar pueda prosperar. Incluso México, Brasil, Argentina y Perú, los países que han criticado más duramente a Maduro, se opondrían a una acción armada».
En camino a ese juicio que desestima el último desvarío de Hausmann, recoge parte de su argumentación:
Hausmann argumenta que Maduro ha cerrado todas las vías pacíficas* para una solución negociada al drama de Venezuela. Una coalición militar internacional de países dispuestos a apoyar un nuevo gobierno designado por la Asamblea Nacional democráticamente electa en 2015 sería legítima y tendría muchos precedentes históricos, dice. El propio héroe de la independencia de Venezuela, Simón Bolívar, ganó el título de Libertador de Venezuela gracias a una invasión de 1814 organizada y financiada por la vecina Nueva Granada (actual Colombia), argumenta Hausmann. Y Francia, Bélgica y los Países Bajos se liberaron de regímenes opresivos gracias a las acciones militares internacionales en la Segunda Guerra Mundial, agrega. (…) Y uno podría argumentar en apoyo de su argumento de que [un feo dequeísmo] Venezuela ya ha sido invadida por otro país, Cuba, que en muchos aspectos dirige el régimen de Maduro.
Bueno, Cuba no ha ejecutado una invasión armada de Venezuela, aunque no hay duda de que durante todo el desastroso chavismo-madurismo ha sido para Venezuela la «nación más favorecida». George Washington, grandemente admirado por el Libertador, insistió con su Discurso del adiós (1796) en las siguientes advertencias:
…una vinculación apasionada de una nación a otra produce una variedad de males. La simpatía por la nación favorita, que facilita la ilusión de un interés común imaginario donde verdaderamente no existe ningún interés común real, e infundiendo en la una las enemistades de la otra, traiciona a la primera haciéndola participar en las querellas y guerras de la segunda sin motivo ni justificación adecuadas. Esto conduce igualmente a conceder a la nación favorita privilegios que se niega a otras, lo que puede perjudicar doblemente a la nación que hace las concesiones, al desprenderse innecesariamente de lo que debiera haber conservado, y al excitar los celos, la mala voluntad y la disposición a tomar represalias en aquellos a quienes se rehúsa iguales privilegios. Y también ofrece a ciudadanos ambiciosos, corruptos o engañados (que se consagran a la nación favorita), facilidades para que traicionen o sacrifiquen los intereses de su propio país sin ser odiados, a veces incluso con popularidad, revistiendo, con las apariencias de un sentido virtuoso del deber, una elogiable deferencia hacia la opinión pública, o un laudable celo del bien público, las viles o necias exigencias de la ambición, la corrupción o la infatuación. Como avenidas de la influencia extranjera en formas innumerables, tales adhesiones son particularmente alarmantes para el patriota verdaderamente ilustrado e independiente. (…) La excesiva parcialidad por una nación, así como la excesiva aversión a otra, hacen que aquellos a quienes afectan sólo vean el peligro por un lado, y sirven como velo, y aun de ayuda a las artes e influencias del otro lado. Los verdaderos patriotas, que resisten las intrigas de la nación favorita, se exponen a hacerse sospechosos y odiosos, mientras los instrumentos de ésta, y aquellos que la siguen ciegamente, usurpan el aplauso y la confianza del pueblo cuando abdican sus intereses.
Pero la Campaña Admirable—no tuvo lugar en 1814, como asienta Hausmann y recoge Oppenheimer, sino el año anterior—, si bien contó con recursos y oficiales neogranadinos, tuvo como jefe del ejército que tendría éxito en liberar el occidente de Venezuela—Mérida, Barinas, Trujillo y Caracas—a un venezolano y caraqueño: Simón Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios. En ningún caso se trató de la invasión del Virreinato de Nueva Granada a la Capitanía General de Venezuela, restaurada entonces luego del fracaso de nuestra Primera República en 1812. Los argumentos «históricos» de Hausmann, recogidos por Oppenheimer, son una falsificación de la historia. (Y esto se aplica igualmente a la superficial y medianamente vistosa, pero falsa, equiparación de nuestra tragedia con la de Francia, Holanda y Bélgica durante la Segunda Guerra Mundial; estos tres países estaban ocupados por una previa fuerza de invasión: la Wehrmacht del gobierno nazi alemán).
En todo caso, Andrés Oppenheimer no aprueba el récipe de Hausmann. Ahora bien ¿qué dice de esa recomendación Julio Borges? ¿Qué dicen Antonio Ledezma, Ma. Corina Machado, Leopoldo López, Omar Barboza y Henry Ramos Allup? ¿Qué ha dicho, por ejemplo, Luis Almagro? ¿O es que no establece la Carta de la Organización de Estados Americanos en su Artículo Tercero (Principios):
e) Todo Estado tiene derecho a elegir, sin injerencias externas, su sistema político, económico y social, y a organizarse en la forma que más le convenga, y tiene el deber de no intervenir en los asuntos de otro Estado. Con sujeción a lo arriba dispuesto, los Estados americanos cooperarán ampliamente entre sí y con independencia de la naturaleza de sus sistemas políticos, económicos y sociales.
(…)
g) Los Estados americanos condenan la guerra de agresión: la victoria no da derechos.
h) La agresión a un Estado americano constituye una agresión a todos los demás Estados americanos.
i) Las controversias de carácter internacional que surjan entre dos o más Estados americanos deben ser resueltas por medio de procedimientos pacíficos?
¿Será que también Almagro, Secretario General de la OEA, no se guía por el documento fundamental de la organización que dirige sino por el desiderátum de Álvaro Uribe Vélez? («¿Habrá algún país latinoamericano que preste sus fuerzas armadas para proteger a la oposición venezolana?» 13 de mayo de 2016). Las claras reglas de la Organización de Estados Americanos impedirían que la fuerza invasora tripartita recomendada por Hausmann—»una coalición de países amigos, entre ellos, latinoamericanos, norteamericanos y europeos»—se complete; más le valdría intentar el convencimiento de la OTAN (menos EEUU) para que nos invada. Pudiera comenzar por la venta de su peregrina idea a Angela Merkel. LEA
………
*Cuando se pone sobre Nicolás Maduro toda la responsabilidad del recrudecido enguerrillamiento político en Venezuela, se prefiere la ignorancia de lo que ha hecho el otro lado de la ecuación: «…la proclamación de Nicolás Maduro, que resultó electo Presidente de la República el 14 de abril de 2013 por estrechísimo margen—sus cifras venían en estrepitosa caída; de haberse celebrado la votación una semana después habría perdido por estrechísimo margen—, fue cuestionada y una vez más se habló de fraude electoral. Henrique Capriles Radonski se refirió a Maduro con el cognomento de ‘El Ilegítimo’ durante más de un año, a pesar de la ampliación de la auditoría de las elecciones a 100% de las mesas de votación. (…) en ese mismo año, Capriles pretendió que las elecciones municipales del 8 de diciembre serían un ‘plebiscito’ sobre el gobierno de Maduro—lo perdió de calle—, y veinticuatro horas antes Leopoldo López y Ma. Corina Machado lo torpedearon con la publicación de un manifiesto a favor de una constituyente para ‘#lasalida’ de Maduro (por un breve tiempo conocida como ‘#lamovida’). El 16 de enero hablaba Capriles de una ‘puñalada en la espalda’, imagen que ha repetido Maduro por estos días para referirse a su propia disidencia interna. López & Machado torpedeaban asimismo una incipiente cooperación del gobierno con alcaldes de oposición en materia de seguridad ciudadana; tal cosa no podía ser permitida. (…) en 2014 ‘#lasalida’ endureció su línea, inaugurando la temporada de guarimbas con la marcha hacia la Fiscalía General de la República. (…) …la ocurrencia del 12 de febrero de 2014, ya claramente distanciada de la línea de la MUD. (…) En la tarde de ese infausto día (…) NTN 24, la televisora colombiana que estaba avisada; había programado un grupo de entrevistas que sólo mostrarían a conspicuos radicales: Leopoldo López, Ma. Corina Machado, Diego Arria y ¡Otto Reich! (¿Por qué consideró NTN 24 que el Sr. Reich, gente de Reagan y los Bush, tenía algo pertinente que decir en los justos momentos cuando se desarrollaban los violentos acontecimientos?) (…) …el 6 de diciembre del año siguiente, la oposición lograba una mayoría determinante de 112 diputados en la Asamblea Nacional. (…) …la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia—el órgano llamado a conocer recursos del derecho contencioso electoral—recibió nueve impugnaciones de algunos de los resultados de la votación, a siete de las cuales se opuso el propio CNE. Bastaba, en principio, que prosperara la invalidación de tres diputados opositores para destruir la mayoría de dos tercios, requerida para actos cruciales del control legislativo como la elección de magistrados del TSJ. (Si a ver vamos, la cámara había sido reducida a un total de 163 diputados, y 109 siguen siendo las dos terceras partes de esa base; pero la Asamblea conducida por Henry Ramos Allup nunca quiso probar una votación calificada con esos números). (…) el 31 de marzo de 2016 se dio cuenta del persistente desconocimiento del presidente Maduro desde la Asamblea Nacional, evidenciado en la declaración inicial de Ramos Allup en cuanto tomó posesión de su Presidencia, al postular que era ‘un compromiso no transable’ del nuevo Poder Legislativo Nacional ‘buscar nosotros, dentro del lapso de seis meses a partir de hoy, una salida constitucional, democrática, pacífica y electoral para la cesación de este gobierno’. Es decir, fue él quien iniciara, con esa declaratoria de guerra, el conflicto entre poderes en el que las sentencias 155 y 156 del TSJ han sido las incidencias más recientes. Después intentaría la Asamblea la avenida de invalidar la investidura del Presidente de la República sobre la base de su presunta doble nacionalidad, que abandonó al recibir de la Registraduría Nacional de Colombia la constancia de que Nicolás Maduro no aparece en sus archivos como ciudadano de ese país. También abandonaría la noción de recortar su período mediante una enmienda constitucional, al percatarse de que el Tribunal Supremo de Justicia la declararía de aplicación retroactiva inválida al caso de Maduro, y se sentó a esperar el proceso revocatorio que la Mesa de la Unidad Democrática intentó activar con retraso de tres meses. (Desestimado inicialmente por el propio Ramos Allup y Jesús Torrealba, entre otros que se oponían porque haría subir las acciones de Capriles, posicionado como el titular exclusivo de la franquicia de la revocación. (…) …para coronar las ofensivas bélicas de la Asamblea Nacional contra el Poder Ejecutivo Nacional presidido por Maduro, el 9 de enero de este año culminó el ‘juicio político’ en su contra proclamando su abandono del cargo (¡?), lo que ni siquiera creía ella misma, puesto que omitió oficiar al Consejo Nacional Electoral ordenando la celebración de elecciones presidenciales. Por último, ya en la última fase de su desvarío, aprobó el ‘Acuerdo sobre la reactivación del proceso de aplicación de la Carta Democrática Interamericana de la Organización de Estados Americanos’ el 21 de marzo. ¿Podemos sorprendernos del aumento de la crónica paranoia oficialista que, en su concepto épico de la política, interpretó tal cosa como preludio a una invasión de Venezuela por efectivos muy bien armados del Comando Sur de los Estados Unidos?» (La historia desaparecida, 2 de abril de 2017).
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