Two roads diverged in a yellow wood,/ And sorry I could not travel both/ And be one traveler, long I stood/ And looked down one as far as I could/ To where it bent in the undergrowth;/ Then took the other, as just as fair, And having perhaps the better claim,/ Because it was grassy and wanted wear;/ Though as for that the passing there/ Had worn them really about the same,/ And both that morning equally lay/ In leaves no step had trodden black./ Oh, I kept the first for another day!/ Yet knowing how way leads on to way,/ I doubted if I should ever come back./ I shall be telling this with a sigh/ Somewhere ages and ages hence:/ Two roads diverged in a wood, and I—/ I took the one less traveled by,/ And that has made all the difference.
Robert Frost – The Road Not Taken
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Mucha gente, especialmente la ignorante, desea castigarte por decir la verdad, por ser correcto, por ser tú. Nunca pidas disculpas por ser correcto, o por estar años por delante de tu tiempo. Si estas en lo cierto, y lo sabes, que hable tu razón. Incluso, si eres una minoría de uno solo, la verdad es siempre la verdad.
Mahatma Gandhi
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Héroe es el que resiste cuando los otros ceden, el que cree cuando los otros dudan, el que se rebela contra la rutina y el conformismo, el que se conserva puro cuando los otros se prostituyen.
Augusto Mijares
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Es propio de hombres de cabezas medianas embestir contra todo aquello que no les cabe en la cabeza. En España, de cada diez cabezas, nueve embisten y una piensa.
Antonio Machado
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Hay una tendencia casi universal, quizás innata, a sospechar de la buena fe de un hombre que sostiene opiniones que difieren de las nuestras.
Karl Popper
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Procuremos más ser padres de nuestro porvenir que hijos de nuestro pasado.
Miguel de Unamuno
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¡¡¡¡Excelente!!!!!
Gracias, General. Tal vez no haya visto en mi blog Citas favoritas. La de Hermann Hesse que allí puse cierra Hallado lobo estepario en el trópico, de este modo:
Ofrezco, por ende, sólo dos cosas: una política seria y responsable, al servicio del paciente nacional, y una ausencia de reconcomio. Salvo la envidia y la codicia, me confieso practicante de los restantes cinco pecados capitales, pero no guardo rencores. El resentimiento es en mí una emoción efímera, cuestión de horas. Sé que la llegada de un nuevo paradigma es asunto muy difícil, y por eso tengo paciencia con mis detractores. Y no reivindico que tenga mérito alguno en mi manera de ser, como tampoco admito la culpa. Fueron mis padres quienes me hicieron, y a mi cabeza y mi corazón, con su amor de recién casados. Ellos quienes escogieron mi querido colegio de la infancia y primera juventud, donde tuve la suerte de excepcionales profesores que forjaron mi modo de pensar y mi postura ante la vida. Lo que haya podido lograr no se explica sino a partir de esa suerte y la de haber seguido trayectorias que a otros estuvieron vedadas. Temo que, en el Juicio Final, Eduardo Fernández irá a sentarse entre querubines, y yo seré enviado a la Quinta Paila del Infierno.
De resto, estoy dispuesto a pagar el precio de mi juramento de 1995, aun cuando ése sea la peor maldición para un político: la soledad. Porque es que Armanda dijo a Harry Haller—Der Steppenwolf—, según la invención de Hermann Hesse: “Pero también pertenece del mismo modo a la eternidad la imagen de cualquier acción noble, la fuerza de todo sentimiento puro, aun cuando nadie sepa nada de ello, ni lo vea, ni lo escriba, ni lo conserve para la posteridad”.