Entonces era toda una vajilla de plata

 

El 27 de agosto de 1982 se celebró el séptimo aniversario de la fundación de Petróleos de Venezuela S. A., con su acostumbrada asamblea anual. En esa ocasión su Presidente, el general Rafael Alfonzo Ravard, pronunció un discurso que causó considerable revuelo. («El discurso provocó un desusado interés. Carlos y Sofía Rangel entrevistaron al general Alfonzo de inmediato, así como Marcel Granier en Primer Plano. La revista Resumen puso la efigie del general en su próxima portada y el discurso fue traducido al inglés y circulado en el exterior». Krisis – Memorias Prematuras). Casi todo su texto fue redactado por el suscrito; en marzo de aquel año PDVSA me había contratado como Consejero de su Presidencia para establecer la Unidad de Estudios Especiales que debía responder a ella. Uno de sus vicepresidentes me encargó directamente la escritura del discurso.

Alfonzo preservó prácticamente todo el texto que le presenté, salvo lo siguiente:

He girado instrucciones a Ia Unidad de Estudios Especiales de la Presidencia de Petróleos de Venezuela para que proceda a elaborar el proyecto de lo que sería la Fundación Petróleos de Venezuela la que, alimentada por significativos aportes de la industria, vendría a ser un efectivo colaborador en el desarrollo de proyectos con orientación de estricto contenido social. La acción de esa Fundación Petróleos de Venezuela sería una faceta adicional de 
la considerable contribución de la industria a las tareas de desarrollo nacional. (…) Su norte deberá ser el de contribuir directamente a la modernización y avance social del país. Ya se vislumbra esbozos preliminares de algunos de los proyectos que podría acometer; uno de ellos, por ejemplo, se refiere a la creación de un instituto independiente para la investigación sistemática y el análisis creativo de la política energética nacional. Si nos hallamos atravesando circunstancias de incertidumbre y cambio, pocas iniciativas pueden ser tan importantes como la de dotar al país de un instrumento para el análisis científico y a largo plazo del desarrollo energético nacional, en el que la independencia de criterio y cuidadosas reglas para su integración aseguren su utilidad.

Las inciertas condiciones a las que Alfonzo se referiría eran las de una contracción en los precios internacionales del petróleo; el ciclo de altos precios, iniciado a fines de 1973 con el embargo árabe petrolero a raíz de la Guerra del Yom Kippur, tocaba a su fin: «Ya 1982 contenía todos los elementos preocupantes que hoy en día dominan la percepción nacional. El mercado petrolero había forzado a comienzos de ese año el famoso primer ‘techo’ en la producción de la Organización de Países Exportadores de Petróleo. Antes de la primera mitad del año el Ministro de Hacienda, Luís Ugueto Arismendi, había regresado del Japón con las tablas en la cabeza. El desasosiego que las malas noticias de México y Polonia habían causado en la red financiera internacional influyó para que los japoneses quisieran imponernos un interés de refinanciamiento superior al acostumbrado. Este era el primer signo de erosión en la calificación crediticia de primera clase que hasta entonces disfrutó Venezuela». (Op. cit.)

Por otra parte, Alfonzo era firme creyente en que la responsabilidad primaria de PDVSA era la de ser una empresa productiva y rentable y, además, creyó su responsabilidad ciudadana alertar acerca del preocupante nivel de endeudamiento externo del país, así que pidió a Dick Irving, otro miembro de la Unidad de Estudios Especiales, que preparara un fragmento que sustituyera al reproducido arriba. La sustitución declaraba que habría que apartar una cuota de 100.000 barriles diarios de petróleo durante diez años para pagar la deuda. Entre los asistentes al evento se encontraba el presidente Luis Herrera Campíns, a quien no le gustó nada tal declaración. («El discurso sirvió asimismo para que el Contralor General de la República, Manuel Rafael Rivero, quien hasta los momentos no se había manifestado al respecto, ofreciera a la prensa solemnes y preocupadas declaraciones sobre la deuda de la Nación. El presidente Herrera declaró que estas manifestaciones de altos funcionarios públicos no eran convenientes. Pocos días después se produjo su decisión, en contra de la mayoría del gabinete económico, de centralizar todas las divisas del sector público en el Banco Central de Venezuela, incluyendo, muy especialmente, las de la industria petrolera». Op. cit.)

El disgusto de Herrera Campíns fue magnificado por la comparación implícita entre su propia administración del Estado y la excelentísima de PDVSA, como se desprende de otra cita del discurso (bajo este párrafo). Justo al asumir la Presidencia de la República, Herrera había anunciado a la ciudadanía: «Recibo un país hipotecado», señalando que la deuda total de la República ascendía a 110 mil millones de bolívares. Alfonzo indicó el 27 de agosto de 1982, ante el propio Herrera y periodistas locales e internacionales, que el monto era ahora de 150 mil millones. «Luís Herrera entregó a Jaime Lusinchi una Venezuela hipotecada en segundo grado». (Op. cit.)

Utilizando infornación compilada por el Centro de Información Técnica de INTEVEP, podemos contrastar—el análisis comparativo es siempre el indicado en estos casos—la productividad de Petróleos de Venezuela con la de las mayores catorce empresas petroleras de los Estados Unidos de Norteamérica. Este grupo está compuesto por las siguientes compañías, en orden decreciente de volumen de ventas: Exxon, Mobil, Texaco, Standard Oil de California, Standard Oil de Indiana, Gulf Oil,
 Atlantic-Richfield, Shell Oil de los Estados Unidos, Phillips, Tenneco, Sun Oil, Occidental, Standard Oil
 de Ohio y, finalmente, Getty. Durante el año de 1981, la Exxon, como es sabido, ocupó el primer lugar en cifras absolutas tanto de ventas como de ganancias: vendió 108 mil millones de dólares y obtuvo ingresos netos por valor de 5.567 millones de dólares. La empresa que obtuvo el noveno lugar en ventas fue la que ocupó el segundo lugar en ingresos netos. Esa empresa se llama Petróleos de Venezuela, la que con ventas cinco veces menores—19 mil millones de dólares—rindió beneficios equivalentes al 60% de las ganancias de la Exxon, la empresa más grande del mundo. Petróleos de Venezuela tuvo ingresos netos por valor de 3.325 millones de dólares.

En materia de ingresos netos como porcentaje de ventas la Exxon ocupó el undécimo lugar, con 5,1%, siendo la segunda y la tercera Standard Oil de Ohio y Shell Oil, con 14,5 y 7,9%, respectivamente. La primera empresa en ese aspecto fue Petróleos de Venezuela, con 16,9%. La Exxon es la primera empresa en lo tocante a monto absoluto de activos, con un valor de 63 mil millones de dólares. La sexta empresa es Petróleos de Venezuela, con casi 21 mil millones y situada por debajo de Mobil, Texaco, Standard Oil de California y Standard Oil de Indiana. Sin embargo, Petróleos de Venezuela supera a esas las mayores cinco empresas norteamericanas en el rendimiento de sus activos. Exxon obtuvo un poco menos de 9% de rendimiento sobre sus activos totales, Mobil casi 7%, Texaco 8%, la empresa de California 10% y la de Indiana 8%. Petróleos de Venezuela alcanzó el 16%.

He dejado para el final la comparación que considero más ilustrativa e importante, pues recientemente los venezolanos han escuchado preguntas sobre la productividad de Petróleos de Venezuela y sobre los niveles de empleo de la empresa. Siendo la primera empresa en ingresos netos como porcentaje de ventas, como acabamos de ver; siendo la primera empresa en ingresos netos como porcentaje de los activos y la segunda como generadora de ingresos netos en términos absolutos, dentro de esa lista Petróleos de Venezuela es tan sólo la duodécima en cuanto a fuerza hombre. y este hecho incontrastable implica realizaciones muy importantes de las que el país debiera tomar noción. Petróleos de Venezuela es también la primera en términos de ingresos netos sobre el número de trabajadores. Cada trabajador de Petróleos de Venezuela genera ingresos netos por un monto de 78.901 dólares, o 23.912 dólares más que el trabajador de la que más se le acerca, Standard Oil de California. Cada trabajador de Petróleos de Venezuela genera tantos ingresos netos como el que generan sumados el trabajador de Exxon, el de Mobil y el de Texaco, las tres más poderosas empresas petroleras norteamericanas. El trabajador de Petróleos de Venezuela hace esto después de haber pagado todos los gastos de exploración, los gastos de reparación de pozos, los gastos de transporte y comercialización, los gastos de operación que le incluyen a él mismo, las inversiones que requiere su industria. El trabajador de Petróleos de Venezuela hace esto después de que su empresa ha contribuido con 60.341 millones de bolívares al Tesoro Nacional. Venezuela puede estar orgullosa de la productividad de su industria petrolera, puede estar orgullosa de su trabajador petrolero.

El contraste entre el desempeño del Gobierno Nacional y el de PDVSA no podía ser más agudo. Con razón, el discurso molestó mucho a Luis Herrera Campíns. Aún no podíamos comparar con la conducción de Rafael Ramírez, que bajo su casco de Presidente decía en julio de 2009: “PDVSA está con Chávez. PDVSA está con la revolución… Quien no esté en un comité socialista es sospechoso de conspirar contra la revolución”. LEA

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