En todo tiempo, en todo sistema político, subsiste una fracción de personas, muy reducidas las más de las veces, que piensan en un golpe de Estado por la fuerza como solución a los problemas. Hay conspiradores por vocación, que necesitan la excitación del secreto y la urdimbre de siniestros planes para hacerse con el poder.
Sobre la posibilidad de una sorpresa política en Venezuela – septiembre de 1987
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The New York Times llevó a primera plana el inicio de un reportaje del 9 de este mes con este titular: Los Estados Unidos se reunieron con rebeldes de Venezuela acerca de un complot de golpe. Con mordacidad, comenta Ibsen Martínez para El País de España:
En el caso del golpe que no fue, el reportaje del New York Times suscitó frustración y rabia en más de un opositor impaciente. Soñar con una salida militar a lo que comenzó en 1992, hace 26 años, con una sangrienta intentona militar es el epítome venezolano a la prédica antipolítica que todavía nos ofusca. Una salida militar absolutamente redundante, por cierto, pues Maduro dio con ella muchísimo antes que la oposición. Hace tres lustros que el régimen chavista concretó todo el programa implícito en la fórmula “salida militar”. En Venezuela, los militares controlan desde la industria petrolera hasta la minería ilegal y reinan sobre la vida y la propiedad de los ciudadanos. Para colmo del desconsuelo, el militar constitucionalista, ese ser mitológico que derrocará a Maduro y lo llevará a la Corte Penal de La Haya al tiempo que entablará negociaciones con el FMI, ha sido suplantado por el general que fue a Washington a pedir aparatos de radio encriptados. Según el reportaje, este salvador integra la lista de caimacanes sancionados por lavar capitales y violar derechos humanos.
Debe estar muy molesto Ricardo Hausmann, que comenzando el año (2 de enero) propuso una salida más «seria», en ampliación de la «ingenua» pregunta de Álvaro Uribe Vélez: «¿Habrá algún país latinoamericano que preste sus fuerzas armadas para proteger a la oposición venezolana?» (13 de mayo de 2016).
Se trata de una pieza delirante, que aboga por ¡la invasión de Venezuela por una fuerza armada ensamblada con militares de varios países de América y Europa! Hausmann pretende justificar tal crimen internacional sobre la base de una escueta enumeración más de los problemas que aquejan a la población venezolana. (No dice nada que no sepamos). Previamente, despacha como remedios inadecuados o inútiles dos posibles desenlaces: el que proporcionaría una elección presidencial y el que provendría de un golpe de Estado militar, como si se tratara de categorías equivalentes. (El graznido del pato negro).
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No es noticia que los Estados Unidos—su gobierno—intervienen cotidianamente en la política de países distintos, desde una supuesta superioridad moral. Ella no es tal:
…en lo que sí se comportan los Estados Unidos como descarados hegemones es en su decisión de suspender su ayuda militar—incluyendo el adiestramiento—a 35 países que apoyan a la Corte Penal Internacional pero no han “exceptuado” a los Estados Unidos de eventuales causas en su contra por genocidio y crímenes de guerra. Según la agencia Fox News, los Estados Unidos, que son signatarios del pacto que creó la corte el año pasado, “temen que (el tribunal) pueda procesar causas políticamente motivadas en contra de sus líderes militares y civiles”. La administración de Bush está muy dispuesta, naturalmente, a levantar las sanciones—que incluyen a Colombia y a seis países de Europa oriental—cuando los países en cuestión consientan en conceder bilateralmente inmunidad para los funcionarios estadounidenses. (Bushit, 3 de julio de 2003).
O, también:
…la senadora Dianne Feinstein, líder del Comité de Inteligencia del Senado de los Estados Unidos, acusó a su Agencia Central de Inteligencia de ocultar las torturas que ha administrado. La senadora Feinstein dijo, alegando que la CIA había borrado archivos pertenecientes a un informe del comité que preside en sus computadores: “Si el Senado puede desclasificar este informe, seremos capaces de asegurar que un brutal programa de detención e interrogación, nada americano, nunca más sea considerado o permitido”. (A propósito de John Kerry, 14 de mayo de 2014).
Es preferencia operativa de los EEUU emplear su potencia militar contra blancos más débiles, en principio fáciles: Grenada, Haití, Nicaragua, Panamá, Irak, Cuba, Vietnam… (No tan fáciles en los últimos dos casos). Si la justificación de sus intervenciones se predica como una acción contra dictaduras por su persistente violación de derechos humanos ¿por qué no las emprende contra un país de su tamaño—China, por ejemplo—o contra un aliado como Arabia Saudita, que ahora como gran concesión de libertad permite manejar automóviles a las mujeres? Esto sin considerar sus propias violaciones durante los desórdenes de Watts—Los Angeles police needed the support of nearly 4,000 members of the California Army National Guard to quell the riots, which resulted in 34 deaths and over $40 million in property damage. The riots were blamed principally on police racism. (Wikipedia)—o la represión de Occupy Wall Street:
El 24 de septiembre [de 2011] testigos dijeron ver a tres mujeres gritar y tirarse al pavimento tras ser rociadas por spray de pimienta en la cara. El incidente tomó lugar en la intersección de la Calle 1 y University Place en Greenwich Village, durante las marchas en Zuccotti Park y Union Square. Las autoridades dijeron que los manifestantes no tenían permiso para la marcha. Un video publicado en YouTube y en NYDailyNews.com muestra a uniformados que habían acorralado a las mujeres utilizando redes de color naranja y de repente rociaron a las mujeres con el spray rápidamente. Otra mujer que había quedado atrapada en la red y rociada con gas pimienta informó de otros incidentes y que se cree que era innecesario el uso de la fuerza policial. El portavoz del jefe del Departamento de Policía Paul J. Browne, dijo que la policía había usado el spray “apropiadamente.» Según el portavoz, “el spray de pimienta fue usado después de que individuos confrontaran a los oficiales e intentaran prevenirlos de colocar las barricadas—algo que fue editado en el vídeo, si no se hubiese visto.” Los activistas posteriormente publicaron el nombre y datos de contacto del funcionario que aparece rociando a la mujer con el spray de pimienta, y alentó al público a quejarse de su conducta. El oficial de policía, que usó el spray de pimienta fue identificado como el Inspector Anthony V. Bologna conocido como «Tony Bologna» del Departamento de Policía de Nueva York. Bologna ya había enfrentado quejas de derechos civiles por su papel durante la Convención Nacional Republicana de 2004 celebrada en Nueva York, por la presunta detención ilegal y violaciones de los derechos civiles. (Wikipedia en Español).
Las facultades de Derecho de varias universidades estadounidenses documentaron las violaciones; por ejemplo, la Universidad de Harvard:
The first report in our multi-clinic Protest and Assembly Rights Project series calls on New York City authorities to stop the pattern of abusive policing of Occupy Wall Street protests. Lead authored by our partners at NYU and Fordham, the report released today documents in painstaking detail how the New York police and other city officials violated the rights of Occupy protesters. (Suppressing Protest: Human Rights Violations in the U.S. Response to Occupy Wall Street).
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Hoy se cumplen diecisiete años del ataque a las emblemáticas torres gemelas del Centro Mundial de Comercio en Nueva York, el primer acto hiperterrorista de la historia, que inauguraba el Tercer Milenio con el horror de 2.996 muertes. Dos años después, el gobierno estadounidense respondía a actos delictivos tan terribles con una invasión militar predicada sobre bases falsas (¿fraudulentas?), iniciando una guerra que duró ocho años y causó 461.000 bajas humanas; cada víctima de 2001 fue cobrada al precio de 154.
Una vez más: Yankees, go home! LEA
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