Son tiempos mediáticos en los que por igual se crea fama y se difama. (difamar Del lat. diffamāre 1. tr. Desacreditar a alguien, de palabra o por escrito, publicando algo contra su buena opinión y fama. 2. tr. Poner algo en bajo concepto y estima. Diccionario de la Lengua Española). Esto no es lo mismo que calumniar (Del lat. calumniāri. 1. tr. Atribuir falsa y maliciosamente a alguien palabras, actos o intenciones deshonrosas); ciertamente, el condenatorio informe del Gran Jurado de Pensilvania—sobre seis diócesis del estado, salvo Filadelfia y Altoona-Johnstown, cubiertas en investigaciones anteriores—es difamatorio, pero no calumnia porque dice verdad tras dos años de investigación: a lo largo de más de 70 años, un total que excede 1.000 víctimas en ese estado sufrió abuso sexual a manos de al menos 301 hombres de Iglesia—sacerdotes depredadores, los llaman—, y se alega también la práctica episcopal del ocultamiento de tales hechos. No siempre en esa escala, la misma horrenda práctica ha sido documentada en Alemania (más de 3.600 víctimas), Australia, Austria, Bélgica, Canadá, Chile, Guam, Honduras, India, Irlanda, México*, Noruega, Polonia y República Dominicana, así como en otras partes de los Estados Unidos. (Habría que ver qué pudiera encontrarse si se investigara el asunto en Venezuela).
El tema persigue ahora al papa Francisco, y ha servido para que sobre él y su presunto mal manejo del problema opere una campaña que se propone forzar su renuncia al cargo que ostenta. (Ver The Plot to Bring Down Pope Francis, 7 de septiembre de 2018, acerca del «escándalo que ahora rasga a la iglesia por sus costuras»). Esto es exactamente lo que está pasando; la cacería de Francisco por parte de los más conservadores entre los prelados católicos probablemente cause la desintegración de la iglesia entera o, al menos, la total desaparición de su autoridad moral salvo para el más fanático ultramontano. (Diccionario: Partidario y defensor del más lato poder y amplias facultades del papa). La cosa se amplifica en las pérfidas redes sociales, en particular entre nosotros:
…se le ocurre al papa Francisco observar en contestación a una entrevista improvisada lo siguiente acerca de las nuevas peticiones al Vaticano: “Es curioso… la misma oposición está dividida”, y se le llama comunista, se le quiere lapidar y se celebra en Facebook una caricatura de Edo en la que se lo representa como Poncio Pilatos. Alguien se limitó a comentarme que el Papa había sido inoportuno. La verdad, aunque a veces resulte incómoda—Terencio: “La verdad engendra odio”—, nunca es inoportuna. (De Facebook como Coliseo, 3 de mayo de 2017).
La figura de Francisco I había traído hálitos de cambio como no se veían desde los tiempos de Juan XXIII y su Concilio Vaticano Segundo; esto le había granjeado aprecio incluso en gente no católica. Al presentar su libro Avant-Garde Politician – Leaders for a New Epoch (2014), el experto mundial en decisiones políticas de alto nivel, Yehezkel Dror, asentaba—sobre el tipo de liderazgo imprescindible en lo que él considera una etapa crítica de la humanidad—: «También es necesaria una cohorte de líderes espirituales innovadores en moral y valores, como ilustra el caso del papa Francisco—aclaratoria debida: soy judío, no católico—, quizás incluso más urgentemente que los políticos de vanguardia».
Ahora veremos si el Sumo Pontífice de la Iglesia Católica es capaz de componer las cosas, de superar el costosísimo escándalo y la rebelión, de evitar lo que amenaza, entre otras cosas, con materializar un nuevo cisma de la iglesia. A lo mejor se ve forzado a sacrificarse renunciando él mismo. LEA
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*Los casos de abuso sexual contra menores de edad por parte de sacerdotes católicos en México han sido denunciados desde hace décadas, aunque han sido pocos los que han llegado a ser confirmados. En el 2002 la Iglesia fue acusada de cubrir los casos de abuso e incluso de pagar dinero para comprar el silencio de las víctimas. En este país cobra importancia particular el caso de Marcial Maciel, fundador de la Legión de Cristo. Maciel murió en 2008, entre acusaciones de abuso sexual contra varios seminaristas y niños y la exigencia por parte de las víctimas de que pidiera perdón. (…) En 1997 nueve ex legionarios enviaron una carta pública a Juan Pablo II donde denunciaron abusos sexuales por parte de Maciel. Las acusaciones en contra de Maciel fueron negadas durante años por parte de la Legión de Cristo, que finalmente reconoció públicamente los crímenes realizados por su fundador. El cardenal Ratzinger también inició un proceso contra Marcial Maciel por acusaciones de pedofilia. En 2006, cuando Ratzinger ya era papa, anunció el cierre de la investigación sobre Maciel debido a su avanzada edad y quebrantada salud, ordenándole el retiro del sacerdocio público para consagrarse a una vida de «oración y penitencia». (Wikipedia en Español).
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