¿Por qué la cara de contento de Carlos Vecchio?

 

Hoy fue cuando me enteré de que el 9 de este mes reservó Nelson Bocaranda, como último de sus «runrunes bajos«, lo siguiente,

AMENAZANTE CENSURA: En detrimento de periodistas, narradores, anclas, locutores y todos los que pueden usar los micrófonos de la radio y la televisión venezolana la Comisión Nacional de Telecomunicaciones, CONATEL, envió a todas las emisoras sus nuevos lineamientos de censura, so pena que la estación quien viole esas normas será cerrada ipso facto. Esta prohibido decirle a Guaidó presidente interino. Ni siquiera presidente de la Asamblea Nacional “pues ella está en desacato”.  Solo se puede referir a él como simple diputado. No se puede llamar “usurpador” a Nicolás Maduro Moros. No se pueden llevar invitados que hablen de juicios, apoyo extranjero, levantamiento militar, golpe, referendo, elecciones, cierre de otras vías de expresión y una lista de elementos “perturbadores”. Creo que los que se perturban son los miembros del régimen. Por eso deben entender los malabarismos que todos hacemos para que los radioescuchas o televidentes entiendan lo que deseamos expresar. Recordemos que mas del 90% de las estaciones de radio y tv no tienen renovadas sus licencias. La espada de Damocles roja rojita.

Bueno, Bocaranda parece haber ido perdiendo el nivel de castellano escrito que nos enseñaban en el Colegio La Salle, donde ambos estudiamos, pero algunas de las exigencias de CONATEL, dije a quien me envió el dato, me parecen razonables: «Juan Guaidó no es Presidente de la República, ni encargado ni interino ni sietemesino. Los llamados a golpe o invasión constituyen delitos y Maduro no ha usurpado la presidencia». (Ver Más usurpador será usted, 23 de enero de 2019).

Claro que debiera repudiarse la presunta prohibición de hablar de elecciones o referendos, pues se trata de innegables derechos políticos del Pueblo, constitucionalmente reconocidos y, salvo lo que constituya una prédica delictiva, todo lo demás debiera poder ser discutido públicamente con entera libertad. Prohibirlo sería el colmo. (Este blog no conoce el texto del denunciado oficio de CONATEL).

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Fuerza de bullying

También es el colmo la insistencia del Presidente de la Asamblea Nacional en sus llamados a estructuras militares extranjeras para su intervención en Venezuela; más que colmo, es una vergüenza. Helo aquí, aplaudido por poquísima gente, anunciando que instruyó a Carlos Vecchio, «nuestro embajador»—plural mayestático—, para que sostuviera reuniones de «coordinación» con el Comando Sur de los Estados Unidos (lo que mereció la instantánea aprobación de Diego Arria Salicetti):

 

 

Esa noción de intervención militar extranjera en Venezuela lleva un tiempo desde que fuera recomendada por el representante del «gobierno» de Guaidó ante el Banco Interamericano de Desarrollo, Ricardo Hausmann, que el 2 de enero de 2018…

propuso una salida más «seria», en ampliación de la «ingenua» pregunta de Álvaro Uribe Vélez: «¿Habrá algún país latinoamericano que preste sus fuerzas armadas para proteger a la oposición venezolana?» (13 de mayo de 2016).

Se trata de una pieza delirante, que aboga por ¡la invasión de Venezuela por una fuerza armada ensamblada con militares de varios países de América y Europa! Hausmann pretende justificar tal crimen internacional sobre la base de una escueta enumeración más de los problemas que aquejan a la población venezolana. (No dice nada que no sepamos). Previamente, despacha como remedios inadecuados o inútiles dos posibles desenlaces: el que proporcionaría una elección presidencial y el que provendría de un golpe de Estado militar, como si se tratara de categorías equivalentes. (El graznido del pato negro).

Pero una enormidad como ésa no es denunciada por Bocaranda. Hausmann y Arria, por su parte, se enterarían de las incidencias de la guerra por los servicios de noticias, dado que hace tiempo no residen en Venezuela.

La Guerra de Afganistán, iniciada en 2001 por una coalición liderada por los Estados Unidos, aun no ha concluido. Claro, se la bautizó como Operación Libertad Duradera (Operation Enduring Freedom), y parece que el adjetivo no califica a la libertad sino a la operación misma. ¿Podría Juan Guaidó garantizar que su propia «Operación Libertad»—¡qué casualidad la coincidencia de nombres!—sea brevísima? LEA

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