Casus belli​ es una expresión latina, traducible al español como «motivo de guerra»,​ que hace referencia a la circunstancia que supone causa o pretexto para establecer una acción bélica.​ El surgimiento del término se da en el contexto del Derecho internacional de finales del siglo XIX, como consecuencia de la doctrina política del ius in bello.​ El casus belli, como parte del ius in bello o «Derecho de guerra», busca regular las acciones bélicas de los distintos países, de manera que a priori prohíbe el recurso a la fuerza armada para resolver conflictos, pero permite el uso del aparato militar contra otro Estado bajo el principio de ultima ratio, es decir como último recurso.

 

Wikipedia en Español

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En esta semana se han trasladado a territorios limítrofes las mutuas acusaciones que se dirigen gobierno y oposición en Venezuela. La cosa comenzó por el tema del Territorio Esequibo, y ambos actores aducen que su contrario traiciona la soberanía que nuestro país pretende ejercer allí desde hace mucho tiempo. Del lado opositor se ha sostenido que el gobierno de Nicolás Maduro habría decidido entregar las disputadas tierras a Cuba; del lado oficialista, Delcy Rodríguez acusó a Manuel Avendaño—Coordinador de la Oficina Internacional del Presidente «Encargado» de Venezuela—de participar en un presunto plan de Juan Guaidó para entregar el mismo territorio. Avendaño se refugió en la Embajada de Chile en Caracas, la que lo recibió en calidad de «huésped».

Ayer reportaba El Universal:

El presidente Nicolás Maduro advirtió este viernes que se mantendrá «parado» de la mesa de diálogo con la oposición, que promueve Noruega, hasta tanto el líder opositor Juan Guaidó, no «rectifique» su posición con respecto al territorio Esequibo, zona en reclamación de la nación, que según el Gobierno planea entregarlo a cambio de apoyo político. «El tema del Esequibo se debe tratar con prontitud. Nosotros nos levantamos de esa mesa por el bloqueo que nos tiene EEUU, y seguiremos levantados de esa mesa de diálogo por lo que hizo el diputado Guaidó con el Esequibo», precisó Maduro, desde el Palacio de Miraflores en Caracas, en transmisión de Venezolana de Televisión (VTV). «He dado instrucciones al doctor Jorge Rodríguez de pedir a los líderes de la oposición un pronunciamiento claro sobre el tema del Esequibo con prontitud, o rectifican o no nos ven la cara más. No pueden estar negociando el territorio del Esequibo por apoyo político. Creo en diálogos, creo en paz, pero no acepto traiciones», agregó.

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Pero la cosa es mucho más alarmante en la frontera del otro lado. Diosdado Cabello ha intentado refutar alegatos de Iván Duque, Presidente de Colombia, quien había dicho: “No estamos ante el nacimiento de una nueva guerrilla, sino frente a las amenazas criminales de una banda de narcoterroristas que cuenta con el albergue y el apoyo de la dictadura de Nicolás Maduro”. El 30 de agosto, El Colombiano reprodujo una nota de AFP que comienza así:

El oficialismo venezolano negó en las últimas horas que auspicie la violencia en Colombia, luego de que el presidente Iván Duque acusara al gobierno de Nicolás Maduro de proteger a exjefes de las extintas Farc que retomaron las armas». “Hoy nos están echando la culpa desde Colombia. Lamentamos profundamente lo que está ocurriendo en Colombia (…), que vaya a entrar en un nuevo espiral (…), que continúe en el espiral de violencia que tiene 60 años”, afirmó el número dos del chavismo, Diosdado Cabello, durante un acto en Caracas.

Pero hace dos días Cabello justificaba, en su programa de Venezolana de Televisión, el regreso a las armas de una fracción de las FARC anunciado por Iván Márquez: “Los líderes de las FARC, el ELN y todos los movimientos guerrilleros tienen muchísimas razones para hacer lo que están haciendo. El gobierno colombiano no les ha cumplido”. (El Nacional).

El asunto se ha agravado aún más con una denuncia publicada hoy por la revista Semana de Colombia. Este medio comienza así su reportaje (Manguala contra Colombia: los secretos de la alianza entre el gobierno de Maduro, las disidencias y el ELN):

SEMANA tuvo acceso a los documentos reservados del Servicio de Inteligencia Bolivariano (Sebín) y del Comando Estratégico Operacional de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) que por primera vez dejan en evidencia la nutrida presencia de guerrilleros colombianos en ese país –ELN y disidentes de las Farc–. Las carpetas, elaboradas por las agencias de inteligencia venezolanas y sus Fuerzas Militares, también revelan la efectiva protección y colaboración que el régimen de Nicolás Maduro presta a los grupos armados ilegales colombianos que se esconden y operan desde territorio venezolano. Pero estos documentos, considerados ultrasecretos por Venezuela, dejan al descubierto cómo el Gobierno de Maduro ha estado colaborando con las guerrillas para diseñar eventuales operaciones conjuntas a fin de efectuar posibles ataques terroristas en territorio colombiano. Los documentos, conocidos en exclusiva por SEMANA, resultan preocupantes para el país. El primero de estos, clasificado como secreto, tiene fecha del 9 de agosto. Se trata de un memorando firmado por el almirante Remigio Ceballos, comandante estratégico operacional de las Fuerzas Armadas de ese país, uno de los cargos más importantes. Va dirigido a “generales comandantes del Ejército Bolivariano, de la Guardia Nacional Bolivariana y la Milicia Bolivariana. Todas las unidades militares subordinadas, REDIS, ZODIS y ADIS”.

Luego cita de una presunta instrucción emanada de la jefatura del Comando Estratégico Operacional de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana:

“(Les informo) Muy respetuosamente a través de la presente comunicación que por orden del presidente Nicolás Maduro Moros, deberán evitar entablar enfrentamiento con personal de los grupos rojos en las zonas de entrenamiento y abastecimiento desde 080106002019 hasta nueva orden. Brindar apoyo logístico y entrenamiento”, dice una parte del documento. La comunicación tiene un espacio denominado “instrucciones especiales” en el que se complementan las órdenes. “Remito coordenadas de centros de entrenamiento para el cumplimiento de la orden. Garantizar los derechos humanos y satisfacer necesidades básicas de higiene y alimentos”.

E interpreta de este modo:

“Grupos rojos” son las palabras claves utilizadas por el régimen venezolano para referirse a las guerrillas colombianas que están en ese país, integradas por el ELN y los disidentes de las Farc. El documento prueba que Maduro ordenó a sus tropas no atacar a estos guerrilleros y, por el contrario, suministrarles ayuda y capacitación. También evidencia que las Fuerzas Armadas de Venezuela saben perfectamente donde están los delincuentes colombianos y tienen sus campamentos, a los que llaman “centros de entrenamiento”.

Más adelante se refiere Semana a otro presunto documento en estos términos:

SEMANA también conoció un memorando confidencial remitido por la Dirección de Bases Territoriales de Contrainteligencia al director de Contrainteligencia del Sebín, el servicio de inteligencia del régimen. Bajo el número 0152 relaciona la “ubicación de personal y campamentos del Ejército de Liberación Nacional (ELN)”. Tiene un mapa anexo que de forma general muestra dónde están los guerrilleros. Prácticamente, se encuentran en todos los estados de Venezuela.

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Hay bastantes más detalles en el reportaje de la revista, pero las acusaciones mencionadas son gravísimas; de ser ciertas, por sí solas ameritarían una declaración de guerra de Colombia a Venezuela, conformarían un casus belli, y en caso de producirse puede esperarse que los Estados Unidos prestarían apoyo militar a los colombianos. La semana pasada se produjo una declaración preparatoria:

El gobierno de EE. UU. acusó este jueves, 29 de agosto, al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, de “fomentar” acciones como el regreso a las armas de varios líderes disidentes de las Farc encabezados por el exjefe negociador de paz, “Iván Márquez”. En declaraciones a un reducido grupo de periodistas, el enviado de EE.UU. para Venezuela, Elliott Abrams, consideró que Maduro está impulsa[n]do esas actividades al supuestamente dejar que grupos guerrilleros operen libremente en su país.

Alguien muy cercano a quien escribe resumió la gravedad así: «Entonces sí se daría la invasión», y añadió: «También Brasil pudiera participar». LEA

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