Una cabeza realmente excepcional

 

 

En Policy Sciences (ciencias de las políticas, no ciencias políticas) se define una sorpresa como la ocurrencia de un evento de baja probabilidad. Se requería una mente fuera de lo común para acometer el tema de cómo causar sorpresas intencionalmente. He aquí la traducción de How to spring surprises on history, presentación del Prof. Yehezkel Dror* en la conferencia internacional When Patterns Change: Turning Points in International Politics (1979).

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El tema «Cómo sorprender a la historia»—o, dicho de otro modo no menos presuntuoso «Cómo planear discontinuidades»—hace surgir problemas filosóficos, científicos, metodológicos y aplicados a la vez oscuros y fascinantes. Ésta es sólo una exploración preliminar. Permítaseme comenzar ofreciendo cinco marcos de referencia alternativos, aunque no mutuamente excluyentes o contradictorios, para pensar sobre el asunto:

1. En términos de la filosofía de la historia la cuestión es en parte una de determinismo vs. maleabilidad. Dentro de la limitada perspectiva temporal de la actividad política humana, una visión estocástica de la historia—que la entiende como un conjunto de intersecciones que proveen ocasionales posibilidades de escogencia—puede adaptarse mejor a mis necesidades. Una metáfora alterna e interesante la provee la teoría de «catástrofes», la que trata de la posibilidad de moverse entre distintos estados bien sea «suavemente» o por la vía de un «salto» o «catástrofe». (Nota del traductor: El autor de la teoría es el matemático francés René Thom, quien la expuso en su obra «Stabilité structurelle et morphogénèse«, 1972).

2. En materia de fabricación de políticas, el problema puede ser formulado en términos de incrementalismo vs. cambio radical (como por ejemplo ha sido discutido en algunas controversias entre Lindblom y Dror). Aquí, la cuestión es la de saber si es aconsejable, o cuándo es aconsejable, tomar los riesgos de luchar por lo desconocido y cuáles son las condiciones de factibilidad política de hacerlo. (Nota del traductor: Incrementalismo quiere decir que se adopta conscientemente un curso de modificación de las cosas paso a paso. Dror, quien tampoco cree en «optimalismos» , pues recomienda, ante las estrategias de «optimización» una de «preferización», no acepta, sin embargo, la ruta del incrementalismo. De allí su debate con Lindblom. Dror propone un «radicalismo selectivo», según el que es preferible seleccionar unas cuantas áreas o puntos en los que se ensaya transformaciones a fondo.)

3. En términos de la teoría de inteligencia estratégica y el análisis de percepciones e imágenes, el problema no es visto—con razón—como el de «sorprender a la historia», sino como el de sorprender expectativas, las que, a su vez, están en parte basadas en la historia y sobre supuestos explícitos o implícitos de continuidad.

4. En términos del arte del estadista, es quizás lo mejor regresar a Maquiavelo y considerar las posibilidades de convergencia entre oportunidades históricas raras (ocassione) que provee la historia (fortuna) y que pueden ser utilizadas por gobernantes que tengan las raras cualidades necesarias (virtu).

5. En términos de política de la burocracia, el problema es el de si, cómo y cuando pueden ser vencidas o evadidas las fuerzas de la inercia y el conservatismo dinámico, como para que sea posible la innovación contraconvencional y contratendencial. ¿Dependemos acá de gobernantes innovadores especiales, o puede uno diseñar organizaciones de ruptura que, como «islas de excelencia», permitan escapar de los aspectos usuales de la política del establishment?

Yendo de estas consideraciones generales como marco de referencia al mundo contemporáneo, permítaseme ofrecer la tesis de que la probabilidad de discontinuidades está aumentando, proveyendo situaciones en las que es posible estimular o hacer surgir algunas discontinuidades mediante intervención consciente. Esta tesis está basada, en parte, sobre los siguientes puntos:

-La continuación de las principales tendencias actuales conduciría a situaciones imposibles, como ha sido ilustrado en obras pioneras de Forrester y en estudios posteriores del Club de Roma.

-Variables exógenas e incontrolables rompen la continuidad y son causa de «metaestabilidad». Son variables tales como la tecnología armamentística, la emergencia del Tercer Mundo, la propensión hacia movimientos ideológicos agresivos. (Nota del traductor: En la terminología droriana se llega a una situación «metaestable», cuando una situación en apariencia estable cambiará con toda seguridad y con un gasto de estímulos relativamente pequeño, al tiempo que se ignora cuál será la dirección del cambio. Este concepto le permitió prever la caída del Shah de Irán, aquí en Venezuela en una presentación a militares, cuando las cancillerías del mundo fueron enteramente tomadas por sorpresa).

-Un cierto número de tendencias actuales conduce a situaciones explosivas (aunque no imposibles) donde alguna discontinuidad es altamente probable. Por ejemplo, precios energéticos, Suráfrica e Irán.

Saltando de estas observaciones sobre las posibilidades de crear, de acelerar o de influir discontinuidades, hacia la cuestión de la motivación para actuar así, tres situaciones principales pueden justificar intentos de actuar de ese modo para mutar las tendencias históricas:

1. Si las tendencias actuales son vistas como crecientemente negativas y cada vez más peligrosas para los valores aceptados.

2. Si se ha dado un salto en los valores que lleva consigo un imperativo categórico de tratar de cambiar la realidad, aun cuando ésta sea satisfactoria para los valores previos

3. Si la realidad se percibe como turbulenta y mudable en cualquier caso, requiriendo respuestas bajo la forma de saltos en políticas como el único modo de tener, tal vez, feedback positivo. (Bien sea para evitar cambios negativos o para aprovecharse de oportunidades positivas).

Suponiendo que uno desee planear una discontinuidad y suponiendo que uno ha analizado la dinámica de la situación para alcanzar la conclusión de que eso puede ser posible, ¿cómo se procede? O, para retroceder un paso, ¿cómo puede uno analizar el mérito y la factibilidad de darle una sorpresa a la historia? La literatura disponible en planificación y análisis de políticas, en pensamiento estratégico, etc., tiene poco que ofrecer a este respecto, pues se concentra más sobre micro-problemas que sobre tales problemas de «gran estrategia». Permítaseme ofrecer un cierto número de pensamientos preliminares sobre esta materia:

-Una buena inteligencia estratégica y el análisis de ambientes esperables puede identificar tendencias negativas y diagnosticar situaciones inestables.

-Las estructuras y procesos gubernamentales normales son incrementales por naturaleza. Aun si llegan a sentir una situación en deterioro se conducirán según una microrracionalidad, buscando encontrar un mejor punto en una curva dada; pero usualmente reprimirán o se opondrán a proposiciones «radicales», las que tratan de moverse a otra curva e incluso a otro espacio por la vía de discontinuidades conscientemente creadas.

-La política democrática tiene algunos aspectos adicionales que refuerzan el incrementalismo e inhiben estrategias «sorpresivas» (aunque no completamente). Esto puede hacer surgir problemas de competencia entre regímenes democráticos y no democráticos, los que pueden ser resueltos pero requieren atención.

-Un «empresariado político» (policy entrepreneurship) es un requisito para darle sorpresas a la historia. Involucra a gobernantes especiales que sean innovadores, anulen el conservatismo y quizás sean más aventureros, aceptadores de riesgo y propensos a apostar.** Esto hace surgir un dilema: demasiado poder concentrado en gobernantes especiales o en un grupo muy pequeño de tomadores de decisiones aumenta los peligros de acciones precipitadas y de equivocaciones. Un sistema cuidadoso de frenos, contrapesos y controles mutuos puede impedir las innovaciones políticas radicales del tipo histórico-mutante. Pequeños núcleos de altos políticos, auxiliados por pequeñas islas de excelencia bajo la forma de equipos altamente calificados, pueden ser lo óptimo para darle sorpresas a la historia. Este tipo de estructuras gubernamentales es aceptado en países democráticos bajo condiciones de crisis aguda; también disfrutan acá de algunas ventajas los regímenes presidencialistas. Un problema abierto es el de cómo permitir acciones sorpresa adecuadas en países de gobierno de gabinete bajo condiciones que no estén políticamente definidas como críticas, lo que añade una dimensión importante a los temas más amplios de una reducción en la capacidad de gobernar y de tendencias hacia lo que llamo «política del estancamiento». (Stalemate politics).

Moviéndonos de la factibilidad política y del delicado balance entre riesgosas concentraciones de poder y equilibrios de poder inhibidores de acción radical, hacia los problemas intelectuales—cómo se planifica mejor una sorpresa a la historia—debe ser enfatizada la ya mencionada escasez de estudios y metodologías pertinentes. Para movernos hacia terra incognita, algunos de mis trabajos preliminares sobre las posibilidades del análisis macropolítico y la planificación de gran estrategia me conducen a los siguientes comentarios tentativos:

1. La selección y el éxito de intentos de mutar tendencias depende del macroanálisis de situaciones sociopolíticas y político-estratégicas y su evolución. Algunas veces un individuo se muestra capaz de asir tales Gestalten. Pero, para hacerlo sistemáticamente, son necesarias unidades especiales compactas, altamente calificadas e interdisciplinarias. Los equipos de análisis político y de inteligencia del tipo regular son incapaces de hacer el trabajo.

2. Es posible definir situaciones cuando intentos de ir más allá del incrementalismo y de sorprender a la historia son justificadas. Tendencias al deterioro que constituyen amenazas cada vez más serias, ideologías y aspiraciones que no tienen chance sin rupturas radicales de la continuidad, turbulencia histórica que o se vuelve demasiado riesgosa o provee oportunidades que pasarán; todo esto, como ya ha sido mencionado, son condiciones que pueden ser analíticamente diagnosticadas y que justifican políticas de shock.

3. Puede ser posible a veces el diseño de una política de shock dominante, la que en el mejor de los casos logra desplazamientos muy deseables en los eventos y que en el peor de los casos no envuelve costos serios. (Por ejemplo, en mi análisis, la iniciativa de paz del Presidente Sadat se aproxima a una situación de ese tipo). En otras situaciones puede ser posible reducir los riesgos de fracaso o sus costos, mediante un sondeo y aprendizaje preliminares, construyendo sobre la base de la reversibilidad o por varias estrategias de «compensación de apuestas». (Hedging). En vista de la incertidumbre de la post-discontinuidad, las políticas de cambio radical usualmente confrontan riesgos irreducibles e indefinibles. Por tanto, a pesar de las posibilidades arriba mencionadas, tales políticas son intelectual y emocionalmente «apuestas difusas». Todas las metodologías de confrontación de incertidumbre son útiles, pero de utilidad limitada. (Nota del traductor: Dror ha enumerado los rasgos de un modelo de confección de políticas (policymaking) en las condiciones actuales al que ha llamado «fuzzy betting»: «Una buena imagen para considerar la confección de políticas como apuesta difusa es la de un casino inestable, donde la opción de no jugar es en sí misma un juego con altas probabilidades en contra del jugador; donde las reglas del juego, las proporciones necesarias de suerte y habilidad y los premios, cambian en forma impredecible durante la apuesta misma; donde formas impredecibles de «cartas locas» (tales como un ataque terrorista o la distribución de diamantes por millonarios pródigos) pueden aparecer súbitamente; y donde la salud y la vida de uno mismo y la de sus seres amados puede estar en juego, algunas veces sin uno saberlo»).

4. La prudencia (que es un juicio de valor en loterías) requiere, por tanto, un «análisis del peor caso», en el que lo pésimo de la continuación de tendencias o la no intervención en la turbulencia ambiental se compara con lo pésimo de los intentos de causar discontinuidad. La comparación de lo pésimo de la no intervención con lo óptimo de la intervención es un enfoque muy riesgoso que no puede ser recomendado. (Aunque, inherentemente, esto es un asunto de juicios de valor sobre las actitudes ante el riesgo). Por el otro lado, la comparación de lo óptimo de la no intervención contra lo pésimo de la intervención tampoco puede ser recomendada, por más que esto sea una difundida postura intelectual del incrementalismo y el conservatismo.

Yehezkel Dror

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El profesor Dror ha publicado, entre otros, los siguientes libros: Public Policymaking Reexamined, Crazy States: A Counterconventional Strategic Problem, Design for Policy Sciences, Ventures in Policy Sciences: Concepts and Applications, Policymaking Under Adversity, The Capacity to Govern: A Report to the Club of Rome, Israeli Statecraft: National Security Challenges and Responses, Avant-Garde Politician: Leaders for a New Epoch, For Rulers: Priming Political Leaders for Saving Humanity From Itself. En los momentos, prepara la publicación de otro más, con un título extraordinariamente sugestivo: Steering Human Evolution: Eighteen Theses on Homo Sapiens Metamorphosis, y ha optado por presentarse a sí mismo de este modo: Yehezkel Dror, Contemplative Policy Scientist. (Crazy States ha sido citado numerosamente en este blog; por ejemplo, el 8 de febrero de 2011 en Neurochaparrón).

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** A comienzos de 1988, Yehezkel Dror quiso disuadirme de un cierto proyecto político mío con muy baja probabilidad de éxito, que de haberse llevado a cabo habría sido naturalmente una sorpresa en Venezuela. (Es la segunda de las sorpresas consideradas en Sobre la posibilidad de una sorpresa política en Venezuela, texto mío de septiembre de 1987 que Dror desconocía). Planteó el tema y enumeró tres o cuatro dificultades en apariencia insalvables, a lo que contesté: «Sí, Yehezkel, y también hay ésta y esta otra y esta más». Pensó unos segundos y dijo: «Bueno, debo decir que estás perfectamente consciente de lo difícil del asunto; no eres un iluso sino alguien con los pies firmemente plantados sobre la realidad. Sólo me queda decirte que, a mi juicio, tienes también una tolerancia al riesgo mayor que la que te recomendaría». Únicamente por respeto al maestro, no le recordé su propia tesis: que para dar sorpresas a la historia se requería innovadores «más aventureros, aceptadores de riesgo y propensos a apostar». En el estudio mencionado, meses antes de nuestra conversación, había escrito sobre un outsider (sin que él supiera): «El análisis que hemos hecho indica que, si bien el éxito de una aventura así es por de­finición improbable—a fin de cuentas se trataría de una sorpresa—no es ne­cesariamente imposible, y que, por lo contrario, la dinámica del proceso po­lítico venezolano hace que esa baja probabilidad inicial vaya en aumento. (…) Yehezkel Dror nos dice que la situación del agente de decisión de hoy es cada vez más la de una apuesta difusa». (En sus términos: «fuzzy betting». Vide supra). LEA

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