A Sylvia Josefina
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Una concurrencia musical única se dio en 1965, cuando el increíble pianista Earl Wild fuera acompañado por la impecable Orquesta Filarmónica Real inglesa, bajo la batuta precisa y vigorosa de Jascha Horenstein, para grabar los cuatro conciertos para piano y orquesta de Sergei Rachmaninoff junto con su Rapsodia sobre un tema de Paganini; esto es, la obra pianístico-orquestal entera del genio musical ruso, «el hombre que sudaba melodías».
Una nota de ArkivMusik recomienda la versión de Chandos de esta colección y certifica:
Wild está en forma deslumbrante en todo momento. Raramente escuchará el Primero y Cuarto Conciertos brillar con igual garbo y agudeza rítmica, mientras que la fusión de poesía y estilo del pianista se suman a una Rapsodia de Paganini que deja atrás casi todas las versiones estéreo. El apoyo incisivo y colorido de Jascha Horenstein es un activo importante, y la Filarmónica Real toca para él maravillosamente.
No en vano el conjunto obtuvo el reconocimiento de «recording of the century»: grabación del siglo. (Aún puede encargarse el maravilloso álbum de la utilísima Amazon).
Sin duda, es la más famosa de las obras de esa insólita constelación el Concierto para piano y orquesta #2 en Do menor, el opus 18 de Rachmaninoff. Está dedicado a Nikolai Dahl por una buena razón: el compositor había caído en una severa depresión a raíz de la muy negativa recepción de su Sinfonía #1, que lo sumergió en un total «bloqueo de autor». Dahl, amigo de la familia, psicoterapeuta y músico aficionado, lo trató en 1900 con sesiones diarias de hipnosis que restablecieron un patrón de sueño normal, su estado de ánimo y su apetito, así como el deseo de componer. Al año siguiente había completado el incomparable concierto, probablemente el más apreciado en su género en el mundo entero.
He aquí, como muestra convincente, su movimiento final, exigente de virtuosismo y brillantemente hermoso, por esa feliz conjunción de Wild, Horenstein y la orquesta inglesa:
Dahl sugestionaba a Rachmaninoff bajo hipnosis: «Usted compondrá una obra maravillosa». Convendrá Ud., amable visitante, que el médico tenía toda la razón y que nunca había escuchado una rendición tan satisfactoria como ésta, así de perfecta. LEA
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