«Cualquier tipo de violencia e intimidación contra el personal diplomático estadounidense, contra el líder democrático de Venezuela, Juan Guiado, o contra la misma Asamblea Nacional, representaría una grave violación del Estado de derecho y se toparía con una respuesta contundente».
John Bolton – Asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos*
____________________________________________________________________
En artículo del 2 de los corrientes en El País de España, Ibsen Martínez expone al inicio (destacado en cursivas de este blog): «Evoco con nostalgia el tiempo ya remoto en que la conversación sobre la naturaleza del chavismo recurría a categorías tales como ‘democracia populista iliberal’, ‘régimen híbrido’, ‘autócrata competitivo electoral’ y otras supercherías de las que nos servíamos los demócratas venezolanos confiando en que el primer paso para derrotar al socialismo del siglo XXI por vía electoral era caracterizarlo acertadamente».
Este blog acaba de refrescar (en Política terminológica, 21 de febrero de 2020), la opinión expuesta en Diálogo digital (15 de febrero de 2019): «El problema político nacional no es taxonómico, no es uno de nomenclatura. Bautizar un problema no es resolverlo. La cosa no es decidir si Maduro es morrocoy o cachicamo».
Más adelante, expone Martínez (de nuevo, destacado en cursivas de este blog):
La apuesta por el cese de la usurpación (y todos sus etcéteras) fue la consigna de una estrategia con exceso compleja, condicionada a demasiadas variables no sujetas a la voluntad del portaestandarte, ejecutada a menudo con más que censurable improvisación por sus colaboradores y expuesta, por último, a los picotazos de la corrupción y a la desconfianza y desaliento que constatarla en algunos de sus operadores pudo infundir en la población. La mayor debilidad de dicha estrategia, difícil de exagerar, es el haber fincado mucho, sin duda demasiado, en la alianza con Donald Trump, ese cañón suelto en la cubierta.
La última afirmación del libretista** de Por estas calles no es un lapsus—Falta o equivocación cometida por descuido. (Diccionario de la Lengua Española)—; ella no es un descuido, sino el juicio que incluye su caracterización del tuitero compulsivo que preside en los Estados Unidos de Norteamérica. En cambio, fue un lapsus clásico de la pluma—lapsus calami—lo que ya reportaba Sputnik Mundo el 29 de enero de 2019, cuyo significado recoge Martínez con atraso de más de un año:
El asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Bolton, escribió en su cuenta de Twitter incorrectamente el nombre del líder de la oposición venezolana y autoproclamado presidente de Venezuela, Juan Guaidó, rebautizándolo como Juan ‘Guiado‘. Y todo en medio de los rumores que califican a Guaidó de títere de EEUU. (…) Del error se percató la titular de Exteriores rusa, María Zajárova. No habría razón alguna para fijarse en el desliz de Bolton si no fuese por el significado de ‘guiado’. (Juan Guaidó, el ‘presidente Guiado’ por control remoto).
………
Es de ayer, en cambio, una admisión anacrónica y disfuncional de Joe Biden, recogida por el servicio de correos de PoliticoPlaybook: «Esto no es una elección para emplear todo nuestro tiempo en la batalla por el alma del Partido Demócrata. Estamos en la batalla por el alma de este país» (los Estados Unidos, naturalmente). He allí una enésima admisión del concepto de política como lucha. Acá se escribió en Una metamorfosis preferible (16 de diciembre de 2019):
…la superación de nuestra castrante circunstancia requiere la lobotomía ideológica en los actores políticos vocacionales, y también el aprendizaje de la sociedad misma. Esto es posible, pues están disponibles nuevas nociones que sustituirían con ventaja la idea de política como lucha por el poder, el mecanicismo newtoniano de “fuerzas” y “espacios” políticos, el reflejo corporativista de entender a la sociedad como dividida en “sectores” y la peregrina idea de un “proyecto país” (los países se construyen a sí mismos).
Ante esto, el asunto Guaidó es más bien anecdótico. La causa profunda de la insuficiencia política venezolana, y la de todo el mundo, es esa idea orgullosa de que los políticos son luchadores: «Al término de una extensa parábola vital, puedo decir que he sido un luchador. Desde mi primera juventud, cuando Venezuela salía de la larga dictadura de Juan Vicente Gómez, hasta comienzos del siglo xxi, mi meta ha sido la lucha por la justicia social y la libertad». (Último discurso de Rafael Caldera). Esa comprensión de la política como arte marcial está en la raíz de nuestros problemas de sociedad; aquí y en todo el mundo.
A pesar de eso, Simón García inició el domingo un artículo con estas palabras (otra vez, cursivas añadidas acá): «Una lección básica de la política insiste en lo decisivo que es conocer por qué, para qué y contra qué se lucha. Al desmenuzar el tema con rondas de preguntas emerge inevitable una premisa sencilla: es crucial llegar a saber a quién y qué adversamos». La tarea no tiene misterios; cambiemos lucha por trabajo, y contra qué por a favor de qué.
«Una de las dos rutinas opositoras, desde 1999, es acusar todos los días, cuando lo que se necesita es refutar. (La otra es oponerse—definirse como oposición, alienadamente, en función de algo externo—en lugar de superponerse desde un discurso político de nivel superior)». (Lloviendo sobre mojado, 15 de marzo de 2019).
LEA
………
* Bolton fue despedido por Donald Trump el 10 de septiembre del año pasado; el ex asesor lo contradijo aduciendo que había sido él quien presentara su renuncia. «En enero de 2019, John Bolton reconoció en entrevista a Fox Business que para Venezuela «haría una gran diferencia» si las petroleras estadounidenses operaran en suelo venezolano». (Wikipedia en Español).
** «Es realmente irónico que quienes fueron los principalísimos responsables de la llegada de Hugo Chávez Frías a Miraflores quieran cargar la culpa a los que se preocuparon de advertir a tiempo la necesidad de corrección, que pretendan pasar factura a Ibsen Martínez y RCTV por la transmisión de un registro de la realidad: la magnífica telenovela Por estas calles». (A llorar p’al valle, 8 de agosto de 2013).
__________________________________________________________
intercambios