Trae El Carabobeño, en nota del 7 de este mes de mayo—Partidos democráticos: Ahora más que nunca urge un Gobierno de Emergencia Nacional—, esta declaración:
Los partidos Acción Democrática, Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo, Causa R, Voluntad Popular, Encuentro Ciudadano, MPV, Proyecto Venezuela y Copei afirman en un comunicado conjunto, que las fuerzas democráticas no promueven ni financian guerrillas, focos de violencia ni grupos paramilitares. (…) La propuesta de las fuerzas democráticas es pública y por todos ya conocida: una salida política que incluye a todos los sectores del país con el objetivo de constituir un Gobierno de Emergencia Nacional para abordar la crisis, agregan en el comunicado.
Bueno, Nicolás Maduro los ha complacido al día siguiente con la emisión del Decreto Nº 6.534—el suscrito ignoraba que hubiera tantos—, «mediante el cual se declara el Estado de Excepción y de Emergencia Económica en todo el Territorio Nacional». Ya tenemos, por consiguiente, un gobierno de emergencia nacional. (Lo único que faltaría es que el «otro» gobierno, el «legítimo» que encabeza Juan Guaidólar, refrendara ese decreto o emitiera uno propio para complacer a los partidos que suscriben la declaración citada y lo encaramaron donde está).
Por cierto, la Asamblea Nacional debiera pronunciarse sobre el decreto #6.534 en el término de 48 horas de la publicación en gaceta—las que expiran hoy—, como reza el artículo 27 de la Ley Orgánica de Estados de Excepción: «El decreto que declare el estado de excepción, la solicitud de prórroga o aumento del número de garantías restringidas, será aprobado por la mayoría absoluta de los diputados y diputadas presentes en sesión especial que se realizará sin previa convocatoria, dentro de las cuarenta y ocho horas de haberse hecho público el decreto». Fue la ignorancia de esta última disposición lo que condujera a la aprobación automática del primer decreto de Maduro al respecto. (El actual es el número 26 sobre la misma materia). De ese primer autogol de la Asamblea Nacional, entonces presidida por Henry Ramos Allup, se ocupó el programa #183 de Dr. Político en RCR, del 13 de febrero de 2016. He aquí el fragmento de audio pertinente:
Dr. Político en RCR #183
Aquel decreto consagraba ya la explicación universal de la crisis venezolana como consecuencia exclusiva de una «guerra económica». (Ella existe, pero si no existiera habría de todos modos una gigantesca crisis causada por la terquedad oficialista de su «socialismo». Todo decreto del Ejecutivo que publica la Gaceta Oficial, así sea para establecer una fábrica de sardinas, lleva este inequívoco encabezado: “Con el supremo compromiso y voluntad de lograr la mayor eficacia política y calidad revolucionaria en la construcción del socialismo…”)
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Donald Trump, como otros jefes de Estado en tiempos de pandemia, decretó que los Estados Unidos estaban en estado de emergencia, pero nuestro presidente no menciona para nada el tema del famoso virus coronado en su novísimo decreto. Naturalmente, se encuentra en él referencias a la salud y a fármacos, pero predicadas totalmente en términos de la «guerra económica». (Los propietarios del Caracas Country Club debieran poner atención al numeral 28 del Art. 2 del decreto: «El establecimiento de normas regulatorias que permitan la implementación inmediata de medidas productivas de agricultura urbana en los espacios públicos o privados, ubicados en los centros urbanos, que se encuentren libres, ociosos, subutilizados o abandonados, para que sean aprovechados para el cultivo y producción de alimentos»).
Como puse, hay gente (principalmente en el gobierno estadounidense) que hace guerra económica al gobierno de Maduro, sin que le importen los efectos nocivos que ella tiene sobre nuestra población. («La buena noticia es que la crisis continúa», me escribía un líder empresarial en 2017, queriendo decir que la propensión a protestar al gobierno aumentaría con las privaciones y por tanto la probabilidad de su desmoronamiento). Pero no debe olvidarse que fue Hugo Chávez el inventor de esa guerra; el diario El Universal informaba, el 2 de junio de 2010, que fue el mismísimo Hugo Chávez quien iniciara hace casi diez años la mentada guerra:
“Me declaro en guerra económica. A ver quién puede más, ustedes burgueses de pacotilla o los que quieren la Patria”, dijo en cadena nacional desde la planta de la empresa Diana, en Carabobo. (…) “Yo invoco a la verdadera clase obrera a la guerra económica contra la burguesía”.
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En Del armisticio como programa (11 de mayo de 2017) se incluía una cláusula segunda en un propuesto Acuerdo de los Poderes Públicos Nacionales, obligados por el Artículo 136 de la Constitución a colaborar entre sí «a los fines del Estado». Ella decía:
El Presidente de la República suprimirá, de su reciclado decreto de emergencia económica, los considerandos que excedan una descripción objetiva de los aspectos más determinantes de la crisis económica de la Nación, en particular los que implican la consagración de la hipótesis de una tal “guerra económica” como explicación de la misma. En ese propósito, deberá reformularlo en acuerdo previo con la Asamblea Nacional. (“Cláusula Primera. El Poder Legislativo y el Poder Ejecutivo nacionales reconocen que el país atraviesa una seria crisis cuya solución debe ser sometida a la decisión del Pueblo de Venezuela, y que es necesario iniciar un período de recuperación que consolide la democracia venezolana y permita la superación de los problemas públicos de diversa índole que aquejan a la población.
Y así rezaba la Cláusula Quinta: «El Poder Legislativo y el Poder Ejecutivo nacionales constituirán una comisión de enlace que determinará urgentes acciones coordinadas entre ambos para resolver o paliar la crítica situación referida en la Cláusula Primera de este acuerdo, en el espíritu de lo prescrito en el Artículo 136 de la Constitución”. (Tomada de Plantilla del Pacto, 25 de abril de 2016).
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Es la guerra política, antes que la guerra económica, lo que impide la superación de nuestra dolorosa situación, empeorada con las precauciones sanitarias por la pandemia del covid19, que nos han mantenido, sin embargo, entre los países con menor número y proporción de infectados y fallecidos. (Por comparar: los Estados Unidos exhiben una tasa de 241 fallecidos por cada millón de habitantes; Venezuela sólo 0,4).
La guerra frontal entre dos de los tres más importantes poderes públicos fue declarada por la oposición, intoxicada con su triunfo electoral del 6 de diciembre de 2015. Fue anunciada, en su primer discurso como Presidente de la Asamblea Nacional, por Henry Ramos Allup el 5 de enero de 2016, al postular que era un «compromiso no transable» de la Asamblea Nacional lograr «la cesación de este gobierno», meta para la que fijaba seis meses hasta definir el método de lograrla. Necesitamos que esa guerra toque a su fin, para dar paso al acuerdo de los poderes enfrentados, aunque haya que desdecirse de patrañas tales como el «socialismo bolivariano»,* la «usurpación» y el «gobierno de emergencia nacional». Como se dijo acá hace dos días:
Este blog reitera la invitación al Jefe del Estado, el Sr. Nicolás Maduro Moros, para que abra la puerta, y también invita a la dirigencia opositora a desechar la noción de un “gobierno de emergencia” que requeriría esa ilusión inconstitucional de un tal “Consejo de Estado”. (…) Cualquier sucesor del Sr. Maduro presidiría la República en condiciones de emergencia, dado que estamos en emergencia; eso no hace falta decretarlo inconstitucionalmente. (¿A cualquier precio?)
A los ciudadanos nos compete exigir ese cambio de conducta de lado y lado. La oposición signataria del comunicado citado al inicio no perdería mucho, puesto que lo verdaderamente importante en ese documento es su urgente desvinculación de las microinvasiones organizadas por Jordan Goudreau. El país ha tomado nota de que se ha lavado las manos. LEA
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* El nombre Bolívar y el adjetivo bolivariano no son marcas o franquicias al estilo de McDonald’s; hay un sentido en el que todo venezolano es asimismo bolivariano, y el adueñarse de esas denominaciones para un exclusivo uso sectario es una apropiación indebida. Puedo entender la manipulación buscada por el gobierno, cuando pretende que Bolívar era socialista. Pero el Libertador dijo a Francisco Iturbe al término de la Campaña Admirable (1813): “No tema Ud. por las castas; las adulo porque las necesito. La democracia en los labios y la aristocracia aquí”, poniendo la mano en el corazón. No había entonces ningún socialismo bolivariano. (Nota final a Reivindicación de la clínica, 18 de octubre de 2012).
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