Pagar en oro es «del todo incivil y grosero». (Manuel Antonio Carreño – Manual de Urbanidad y Buenas Costumbres)

 

“La buena noticia es que la crisis continúa”, me escribía un líder empresarial en 2017, queriendo decir que la propensión a protestar al gobierno aumentaría con las privaciones y por tanto la probabilidad de su desmoronamiento.

Gobiernos de emergencia, 10 de mayo de 2020

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La agencia Reuters trae esta «buena noticia»: «EEUU considera medidas en respuesta a envíos de combustible de Irán a Venezuela». En el cuerpo de la nota se lee:

Estados Unidos está considerando qué medidas tomar en respuesta al envío de combustible de Irán a Venezuela, dijo el jueves a Reuters un funcionario de alto rango del gobierno del presidente Donald Trump. Washington tiene un “alto grado de certeza” de que el gobierno del presidente venezolano, Nicolás Maduro, está pagando a Irán con toneladas de oro, dijo el funcionario bajo condición de permanecer en el anonimato. (…) Al menos un buque cisterna que transportaba combustible cargado en un puerto iraní ha zarpado hacia Venezuela, según datos de seguimiento de buques de Refinitiv Eikon del miércoles, lo que podría ayudar a aliviar la aguda escasez de gasolina en el país sudamericano.

Claro, los Estados Unidos no quieren afectar de ninguna manera al pueblo venezolano, y son quienes deben decidir el medio de pago que emplee la República para cubrir nuestras necesidades. Al menos eso establece la Carta de la Organización de Estados Americanos:

Artículo 3, literal d: Todo Estado tiene derecho a elegir, sin injerencias externas, su sistema político, económico y social, y a organizarse en la forma que más le convenga, y tiene el deber de no intervenir en los asuntos de otro Estado. Con sujeción a lo arriba dispuesto, los Estados americanos cooperarán ampliamente entre sí y con independencia de la naturaleza de sus sistemas políticos, económicos y sociales.

Artículo 19. Ningún Estado o grupo de Estados tiene derecho de intervenir, directa o indirectamente, y sea cual fuere el motivo, en los asuntos internos o externos de cualquier otro. El principio anterior excluye no solamente la fuerza armada, sino también cualquier otra forma de injerencia o de tendencia atentatoria de la personalidad del Estado, de los elementos políticos, económicos y culturales que lo constituyen.

Artículo 20. Ningún Estado podrá aplicar o estimular medidas coercitivas de carácter económico y político para forzar la voluntad soberana de otro Estado y obtener de éste ventajas de cualquier naturaleza.

La siguiente disposición tal vez no se aplique sino al caso de la fallida incursión dirigida por un ex combatiente estadounidense, pactada por él en el estado (norteamericano) de Florida con el diputado Juan Guaidólar, consentido de los EEUU, y el representante de éste, J. J. Rendón, residente del estado (norteamericano) de Florida:

Artículo 21. El territorio de un Estado es inviolable; no puede ser objeto de ocupación militar ni de otras medidas de fuerza tomadas por otro Estado, directa o indirectamente,* cualquiera que fuere el motivo, aun de manera temporal. No se reconocerán las adquisiciones territoriales o las ventajas especiales que se obtengan por la fuerza o por cualquier otro medio de coacción.

Luis Almagro no ha dicho ni pío sobre la «Operación Gedeón»—el 24 de abril titulaba El Nuevo Herald: Secretario General de la OEA pide más sanciones y eventual uso de la fuerza en Venezuela**—, pero es digno de notar el nuevo gesto petrolero*** de los Estados Unidos.

¡Tan bellos! Siempre tan pendientes, siempre tan cooperadores. LEA

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«El Secretario de Estado de los Estados Unidos, Mike Pompeo, levantó cejas esta semana al negar participación ‘directa’ en el complot». (The Guardian, 8 de mayo de 2020).

** Al pie de un segundo video en la nota (tras el de Duque), con un Guaidólar muy sonreído, se afirmaba irónicamente: «El presidente interino de Venezuela permitirá el uso de tecnología satelital para facilitar la ubicación y detección de grupos irregulares colombianos que estarían en el territorio venezolano».

*** Alan Greenspan, el ex Presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, publicó en septiembre de 2007 unas peculiares memorias—The Age of Turbulence: Adventures in a New World—que contenían algunas aseveraciones que fueron piedra de escándalo. Una las afirmaciones que causó roncha fue la siguiente: “Estoy entristecido porque sea políticamente inconveniente reconocer lo que todo el mundo sabe—que la guerra en Irak es en gran medida por el petróleo”.

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