George Soros en el Festival de Economía de Trento en 2012 (Foto Niccolò Caranti)

 

A María Cristina y John

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En el primer minuto del 1º de este mes de junio, cargué TweetDeck para revisar lo que la pajarera piaba. Inmediatamente captó mi atención un tuit que vendía otra patraña más acerca de George Soros. Ésta es la imagen y el texto que entonces veía:

 

 

Según los tuiteros involucrados, Soros habría declarado el 23 de octubre de 2009 al Financial Times: «China debe liderar el Nuevo Orden Mundial, creándolo, siendo su dueño y suplantando a los Estados Unidos como la superpotencia económica del mundo». (El Sr. Carlos Díaz—@tucutu_cd—respondía, con defectuosa sintaxis, a @gomezmtx y @ekbufalo: «Agregue esta perla del mismo personaje en 2009. MUY pertinente recordarla ahora a la vista de COVID19. El verdugo de Occidente dando pistas y Occidente haciéndose los locos… INCREIBLE»).

Afortunadamente, puede leerse la transcripción de la entrevista que Soros concediera al vetusto periódico londinense, fundado en 1888. Esto fue lo que en realidad dijo en esa fecha:

…realmente se necesita llevar a China a la creación de un nuevo orden mundial, un orden mundial financiero. Son una especie de miembros reacios del FMI. Siguen el juego, pero no hacen una gran contribución porque no es su institución. Su participación no es proporcional… sus derechos de voto no son proporcionales a su peso, por lo que creo que se necesita un nuevo orden mundial en el que China tenga que ser parte del proceso de creación y tengan que comprarlo, de la misma manera que, digamos, Estados Unidos posee el Consenso de Washington, el orden actual, y creo que éste sería más estable si se hubiera coordinado políticas. Creo que los resultados ya están ahí porque efectivamente el G20, al aceptar revisiones por pares, se está moviendo en esa dirección.

Más adelante en la entrevista, se produce este intercambio:

FT: En los Estados Unidos, ¿cuán preocupado está Ud. por el déficit presupuestario y tal vez por la posibilidad de inflación?

GS: Bueno, ciertamente será necesaria una declinación del valor del dólar para compensar el hecho de que la economía de los Estados Unidos seguirá siendo débil, un lastre para la economía global. China emergerá como el motor que reemplace al consumidor estadounidense y, por supuesto, es un motor más pequeño porque la economía china es mucho más pequeña. Así que la economía mundial tendrá menos motor, y por eso se moverá adelante más lentamente de lo que ha hecho en los últimos 25 años. Pero China será el motor que la mueva y los Estados Unidos serán verdaderamente una rémora que es halada por una declinación gradual del valor del dólar.

 

Pasaje de la entrevista a Soros en Financial Times

 

¿De dónde sacaron los tuiteros del caso la acusación de que Soros propugna la sustitución de los Estados Unidos por China? Lo que ha hecho es describir una situación y un proceso, lo que hizo fue diagnosticar y pronosticar, y de ningún modo puede ser presentada aquella falsedad como su recomendación.

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Como no muchos empresarios, George Soros es asimismo un intelectual. Posee una maestría de la London School of Economics, donde tuvo la suerte de que fuera su tutor nadie menos que Karl Popper, el Papa de la Filosofía de la Ciencia en el siglo XX. De este insigne maestro tomó varias cosas, entre ellas el concepto de reflexividad con el que desarrolló una teoría: «La reflexividad postula que los valores de mercado a menudo están impulsados por las ideas falibles de los participantes, no sólo por los fundamentos económicos de la situación. Las ideas y los eventos se influyen mutuamente en lazos de retroalimentación reflexiva. Soros argumentó que este proceso lleva a los mercados a tener ciclos procíclicos ‘virtuosos’ o ‘viciosos’ de auge y caída, en contraste con las predicciones de equilibrio de una economía neoclásica más estándar». (Wikipedia).

No tengo empacho en admitir inequívocamente que admiro grandemente su trayectoria como líder civilizatorio francamente inusual, precisamente por sus posturas intelectuales. Tampoco ocultaré que le envidio la cercanía que tuvo con Popper, de quien leí La lógica del descubrimiento científico, Conjeturas y Refutaciones, La Miseria del HistoricismoLa Sociedad Abierta y sus Enemigos, de donde toman su nombre las fundaciones que ha creado y mantiene desde su inicio para—en palabras de Waldemar A. Nielsen, una autoridad en filantropía estadounidense—»nada menos que abrir las sociedades comunistas de Europa del Este, que una vez estuvieron cerradas, a un flujo libre de ideas y conocimiento científico del mundo exterior».

Desde 1979, como defensor de las «sociedades abiertas», Soros apoyó financieramente a los disidentes, incluido el movimiento de Solidaridad de Polonia, la Carta 77 en Checoslovaquia y Andrei Sakharov en la Unión Soviética. En 1984, fundó su primer Open Society Institute en Hungría con un presupuesto de $3 millones. Desde la caída de la Unión Soviética, la financiación de Soros ha jugado un papel importante en los países recientemente independientes. Un estudio de 2017 encontró que un programa de subvenciones de George Soros que otorgó fondos a más de 28.000 científicos en las antiguas repúblicas soviéticas poco después del final de la Unión Soviética «duplicó con creces las publicaciones al margen, indujo significativamente a los científicos a permanecer en el sector de la ciencia, y tuvo efectos duraderos [beneficiosos]». Los nacionalistas georgianos consideraron que su financiación de programas prodemocráticos en Georgia fue crucial para el éxito de la Revolución de las Rosas, aunque Soros ha dicho que su papel ha sido «enormemente exagerado». El ex canciller georgiano, Salomé Zourabichvili, escribió que instituciones como la Fundación Soros fueron la cuna de la democratización. (Wikipedia).

Hace un buen número de años, supe que Soros creía en la falibilidad humana como una condición fundamental de la vida social, y el hallazgo fue la confirmación de mi afinidad con su pensamiento. Yo mismo había escrito en febrero de 1985: «El nuevo actor político (…) tiene la valentía y la honestidad intelectual de fundar sus cimientos sobre la realidad de la falibilidad humana. Por eso no teme a la crítica sino que la busca y la consagra». Y habiendo escrito «Vienen tiempos postideológicos, transideológicos», leí en The New York Magazine del 17 de julio de 2018 esta constancia del articulista:

Cuando pregunté a Soros que se describiera a sí mismo en términos ideológicos, se rió: «Mi ideología no es ideológica».

En este blog, se ha citado a Soros varias veces; por ejemplo, en Poder y verdad (10 de febrero de 2009), o de su texto The Bubble of American Supremacy en Burbujas de amor (25 de noviembre de 2008), y comentado tres veces sus tesis de La amenaza capitalista (vol. 279 de The Atlantic Monthly), en agosto y septiembre de 2007.

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Por supuesto, George Soros es un imán para la envidia y el odio gratuito, puesto que no oculta sus opiniones. Por ejemplo, se opuso al Brexit, cosa que algunos conservadores ingleses no perdonaron y cobraron con el infundio. Otros, más estrambóticos, han sostenido que fue un colaborador de los Nazis o más recientemente—noviembre de 2019—, sin ninguna evidencia, el abogado Joseph di Genova, lo acusó de «controlar las actividades de agentes del FBI en el exterior». Soros tiene a estas alturas, sin embargo, una piel endurecida por los ataques de la locura y la irresponsabilidad. El 22 de octubre de 2018, fue colocada en el buzón de correos de su casa de Katonah, Nueva York, una bomba que afortunadamente fue descubierta y desactivada. Por esos mismos días, bombas similares fueron enviadas por correo a Hillary Clinton, Barack Obama y otros políticos demócratas. Ninguna, por suerte, llegó a explotar, y poco después se condenó al remitente descubierto a veinte años de prisión.

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La psicología del conspiracista es realmente primitiva. Quienes son capaces de distorsionar las ocurrencias de las cosas para acomodar algún odio gratuito en el espacio de Twitter u otra red social tienen, obviamente, un patrono que según ellos debiera ser declarado al menos como Siervo de Dios; ése no es otro que el actual Presidente de los Estados Unidos. (De Occidente, pues, tuitearía Carlos Díaz). LEA

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