Música para el hombre, para el pueblo

 

A Héctor Eduardo Arcia

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Asenté sobre Sergiu Celibidache en Ichi-go Ichi-e, el 20 de enero de este año peculiar:

…sus interpretaciones no tienen parangón en un aspecto fundamental: el de la definición instrumental. No conozco otras grabaciones, que no sean las suyas, que permitan la percepción de las distintas partes orquestales aun dentro de la más compleja textura; en los pasajes más ricamente orquestados, el aporte de cada instrumento o grupo instrumental se percibe con la mayor claridad, como un arroz cocido a la perfección para lograr granos totalmente separados.

He aquí otra obra dirigida por él, en comando de la Filarmónica de Munich, su orquesta. Se trata de la Sinfonía Clásica de Sergei Prokofiev (1891-1953), la primera de sus siete sinfonías, compuesta entre los años de guerra 1916 y 1917 y estrenada bajo su dirección en San Petersburgo el 21 de abril de 1918, casi siete meses antes del término de la primera conflagración mundial y en medio de la Revolución de Octubre y la gran pandemia de ese año, que cobró al menos cincuenta millones de vidas, bastantes más que los soldados y civiles muertos en la guerra. (9 y 13 millones, respectivamente). La obra es explícita paráfrasis del estilo musical de Haydn y Mozart, ambos compositores del período clásico. Éstos son sus movimientos:

1. Allegro
2. Larghetto
3. Gavotta: Non Troppo Allegro
4. Finale: Molto Vivace

La dedicatoria de esta entrada se explica de este modo: en la casa de Héctor Eduardo Arcia en la Avenida Principal de Las Palmas, en una tarde de 1956, escuché esta obra, puesta sigilosamente por él en ausencia de su padre, quien la apreciaba mucho. Su aparato de sonido era de mayor calidad que el mío, y degusté la pieza que ya conocía, esta vez en sus detalles (la oímos dos veces), para mucha y mutua felicidad.

Debo mi agradecimiento a Sergio, Sergiu y Héctor. LEA

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