Filósofo, matemático, educador

 

Otra vez a JRR

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José Rafael Revenga, mi maestro, además de Rafael Domingo Revenga, su padre biológico y familiar, tuvo tres padres putativos de calibre pesado, nada menos que Arturo Úslar Pietri, Pedro Grases y Juan David García Bacca*, quien le ofreciera plaza de profesor en la Escuela de Filosofía de la Universidad Central de Venezuela. Los obsequios que me da este amigo de cuatro padres son o gastronómicamente sabrosos o de importante conocimiento**: libros, revistas, referencias de Internet o contenidos de su privilegiada cabeza. Hace unos dos años me regaló Invitación a filosofar (según espíritu y letra de Antonio Machado), obra de García Bacca publicada por la Universidad de Los Andes—mi primera Alma Mater—en 1967. Creo que ya es suficientemente luminoso su prólogo, que el autor ofreció como Palabras iniciales. Éstas son:

“Escribir para el pueblo… ¡qué más quisiera yo! Deseoso de escribir para el pueblo aprendí de él cuanto pude, mucho menos, claro está, de lo que él sabe. Escribir para el pueblo es escribir para el hombre de nuestra raza, de nuestra tierra, de nuestra habla, tres cosas inagotables que no acabamos nunca de conocer. Escribir para el pueblo es llamarse Cervantes en España; Shakespeare, en Inglaterra; Tolstoy, en Rusia. Es el milagro de los genios de la palabra. Por eso yo no he pasado de folklorista, aprendiz, a mi modo, del saber popular. Siempre que advirtáis un tono seguro en mis palabras, pensad que os estoy enseñando algo que creo haber aprendido del pueblo”.

Así hablaba Antonio Machado, poniéndolo modestamente en boca de Juan de Mairena, quien, a su vez, modestamente también, decía repetir una sentencia de un maestro: Abel Martín.

¡Ojalá todos pudiéramos inventarnos unos maestros, o maestros de maestros nuestros, a quienes atribuir lo mejor que nos acudiera! Pero en definitiva, todos: maestros de maestros, y maestros nuestros, somos discípulos del pueblo: Maestro tan discreto que no se ha dado nombre propio, y tan eficiente que nos hallamos enseñados sin caer en cuenta que lo hemos sido por un maestro.

El pueblo, en cuanto maestro, no nos humilla; y por eso no nos sentimos humillados al reconocerlo por maestro, como somos proclives a sentirnos respecto de maestros nuestros con nombre propio, apenas creemos—casi siempre ilusos o sietemesinos mentales—que somos ya algo nosotros; yo, con nombre propio.

Aquí, en esta obrita, el autor ha intentado imitar a Antonio Machado. No es, claro está, posible atribuirle todo lo que el autor escribe sobre los temas; al menos que sentencias suyas, de Mairena o de Martín, que es lo mismo, los inspire en su desarrollo, ya que no en cuanto a la letra, sí en cuanto al espíritu. También el autor querría escribir para el Pueblo—para nuestros pueblos hispano-americanos: sobre sus problemas seculares no resueltos por las secularmente llamadas soluciones, y escribir sobre sus nuevos problemas a cuya solución no sólo no van a servir de nada las viejas, sino, de servir, lo serán de obstáculos.

Aunque los temas y su desarrollo parezcan dirigidos a una clase distinguida, apelan a lo que, filósofos o no, tengan todos de pueblo, que aquí, en Hispanoamérica, es casi todo,—por suerte.

El autor mismo ha tenido que hacer un esfuerzo para descender a su estrato popular—, de abuelos labradores; de padres, sencillos maestros de escuela. Esta obra es, pues, un acto de democracia.

JUAN D. GARCIA BACCA

Caracas, 26 de junio de 1965

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* Juan David García Bacca nació el 26 de junio de 1901 en Pamplona (Navarra). La prematura muerte de su padre, un maestro de escuela de origen aragonés, Juan Isidro García, le llevó a ingresar muy joven en el Seminario de los padres claretianos, con los que hizo el noviciado en Cervera en el curso de 1916-17. En la misma ciudad catalana, Cervera, estudió filosofía y teología (1917-23), para ordenarse sacerdote claretiano (1925) tras dos años de estudios de moral y derecho en Solsona. (…) En Caracas (Venezuela) tuvo una fructífera carrera filosófica al ser fundador de la Escuela de Filosofía de la Universidad Central de Venezuela (UCV) en 1946 ―que fue la primera escuela de la Facultad de Filosofía y Letras, hoy Facultad de Humanidades y Educación―, permaneciendo activo hasta 1971. Paralelamente ejerció la docencia en el Instituto Pedagógico de Caracas (1947-1962). En 1952 obtuvo la nacionalidad venezolana. (Wikipedia en Español). García Bacca murió en Quito el 5 de agosto de 1992.

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** Otras veces he dicho, sin faltar a la verdad, que JRR nos regaló la modernidad a quienes fuimos sus alumnos en la Escuela de Ciencias Sociales que fundara el impar Arístides Calvani. Los autores que nos hizo conocer—Anatol Rapoport, Herman Kahn, Kenneth Boulding, John von Neumann, Marshall McLuhan, Daniel Bell…—abrieron nuevos caminos al rico pensamiento del siglo XX, que recorrimos de la mano de nuestro profesor. (Profesor, consejero y amigo, 1º de agosto de 2019).

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