Hasta Google nos recuerda hoy

 

Hoy se celebran dos siglos y una década de la firma del Acta de Independencia de Venezuela (5 de julio de 1811), un año, dos meses y dieciséis días después de la Declaración de Independencia del 19 de abril de 1810,  Nacimos entonces como nueva república del ámbito americano—la primera de Hispanoamérica—, treinta y cinco años y un día después de la correspondiente declaración estadounidense.

José Gabriel de Alcalá y Sánchez

Carmen América Fernández Alcalá de Leoni se empeñó en hacer una galería, en el Palacio Legislativo de Caracas, con retratos de los firmantes del 5 de julio durante la presidencia de su esposo, Raúl. Por el parentesco de su segundo apellido sabía que mi padre, Pedro Enrique Alcalá Reverón, conservaba un retrato de su tatarabuelo, José Gabriel de Alcalá y Sánchez Ramírez de Arellano, diputado por la provincia de Cumaná al Congreso fundador y firmante del Acta. (La pintura había sido encargada por el nieto de éste, Sandalio, para regalarla a su padre, José Vicente, hijo del prócer). A la petición del cuadro por la Primera Dama, no hubo más remedio que entregarlo.

Por fortuna, era ese cuadro el único en formato ovalado de los retratos que Menca de Leoni pudo reunir; el resto eran pinturas de formato rectangular. Así, dispuso que la efigie de mi retatarabuelo fuese copiada en un lienzo rectangular para no desentonar con los demás; luego, retornó el original a su primo lejano, Pedro Enrique. A la muerte de éste, en diciembre de 1982, la pintura pasó a mi patrimonio de hijo mayor tal como él había dispuesto, y hoy mi segundo hijo varón ha reproducido los apellidos del diputado de Cumaná en mis nietos al casarse con Andreína Sánchez. (Antes de eso, mi hermano menor, nacido en 1956, fue bautizado como José Gabriel).

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¿Qué hemos aprendido desde entonces? El 8 del mes pasado se lee en nota de Venezolana de Televisión:

Este martes, el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, resaltó que el socialismo territorial sintetiza la nueva visión del socialismo iniciado por el Comandante Chávez. En su participación en la instalación del Consejo Presidencial del Gobierno Popular para las Comunas, el Ejecutivo Nacional detalló que desde la llegada del Comandante Hugo Chávez al Gobierno de Venezuela, hubo un nuevo impulso al socialismo. “La bolivariana y el pensamiento filosófico del Comandante Chávez logró captar los errores, las deficiencias en las teorías del socialismo, y en Venezuela desde nuestra experiencia, surgió la teoría científica del socialismo bolivariano del Comandante Chávez”, manifestó. Asimismo, resaltó que el Comandante Chávez construyó una nueva teoría multidimensional del socialismo, que abarca cinco aspectos: lo político, lo moral, lo económico, lo social y lo territorial. De igual manera, el Mandatario Nacional explicó que el socialismo en lo político, impulsa la nueva democracia participativa y protagónica; en lo moral, la espiritualidad, los valores, la honestidad y el patriotismo como bandera. Ante esto, resaltó que el socialismo en lo económico impulsa un nuevo modelo productivo, para la construcción de una nueva economía; en lo social, abarca los beneficios para el pueblo como la educación gratuita y de calidad, la salud para todos, la construcción de viviendas para el pueblo, y en lo territorial comprende lo comunal y el Poder Popular en acción.

Nunca ha sido científica la ideología socialista, tal como toda otra ideología. Federico Engels llamó «socialismo científico» al «materialismo histórico» de su compinche, Karl Marx, para distinguirlo de los «socialismos utópicos» de gente como Proudhon u Owen. Pero…

Una ideología se compone de una explicación y una prescripción. Por el primero de sus componentes, pretende entender cómo funciona una sociedad dada o, como en el caso de la más pretenciosa de todas (el marxismo), la historia entera de la humanidad. (Historicismo marxista o materialismo histórico). Es este componente el que se quiere hacer pasar por científico. Aunque fue la pareja Marx-Engels la que acuñó el término “socialismo utópico”, fue el segundo quien catalogó las teorías de Marx como “socialismo científico”. Muchos creen conmovedoramente que esto es así. El general Raúl Isaías Baduel, con ocasión de su pase a retiro el 18 de julio de 2007, dijo en su discurso de despedida: “…si la base para la construcción del Socialismo del Siglo XXI es una teoría científica de la talla de la de Marx y Engels…”, …”, y el presidente Chávez dijo en la Asamblea Nacional el 15 de enero de este año: “El marxismo sin duda que es la teoría más avanzada en la interpretación, en primer lugar, científica de la historia, de la realidad concreta de los pueblos…” Captor y cautivo piensan lo mismo en este punto.

Fue, sin embargo, nadie menos que Karl Popper, el papa de la Filosofía de la Ciencia en el siglo XX, quien mostrara y demostrara que el “historicismo”, en particular el marxista, era un discurso contracientífico. (En La miseria del historicismo). Antes, en La lógica de la investigación científica, Popper estableció un sólido criterio, el famoso “criterio de demarcación”, para distinguir entre un discurso científico y uno que no lo es. El marxismo no pudo nunca superar la barra del criterio popperiano.

La explicación proporcionada por la ideología usualmente consigue culpables de un estado indeseable de la sociedad—indeseabilidad que se establece según los “valores” de la ideología concreta—que resalta en su crítica. Así, por ejemplo, el marxista sostendrá que la culpa del subdesarrollo es de la empresa privada, cuyo afán de lucro produce la “exclusión” de grandes contingentes humanos en su afán por mantener privilegios de clase, y que el Estado revolucionario está llamado a corregir ese estado de cosas; por lo contrario, un liberal argüirá que el subdesarrollo es culpa de la excesiva intromisión del Estado en la economía y que, si se deja tranquila a la “libre empresa”, será posible alcanzar un desarrollo avanzado. En medio de estos polos extremos se ubican las ideologías intermedias: básicamente la socialdemocracia (socialismo evolucionista o reformista), una suerte de socialismo de virulencia atenuada fundado desde Alemania por Eduard Bernstein hacia 1896, y la democracia cristiana o socialcristianismo, desarrollado a partir de principios expuestos en las “encíclicas sociales” de los papas a partir de León XIII (1891), y que desde un inicio se perfilaba explícitamente como un “tercer camino”.

Todas ellas son formas obsoletas e ineficaces de plantearse la actividad política. Son medicina precientífica. (Pensamiento crítico y científico, 17 de enero de 2020).

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Pero el rechazo de las ideologías no es lo mismo que la execración de quienes se guían por ellas. Mi señora participa en un club de lectura (Las Hormigas), que mantiene un blog para registro de sus actividades y la publicación de otros materiales de interés literario. En su entrada más reciente (Volver la vista atrás…) está la minuta que ella escribió acerca de una novela del colombiano Juan Gabriel Vásquez; en aquélla se lee: «El libro dio para una buena discusión; nos hizo pensar, comprender y saber que perdonar es indispensable para conseguir la paz».

Escribí en Recurso de Amparo (14 de julio de 2016):

Creo, por supuesto, que el socialismo, en tanto ideología, es terapia equivocada, medicina antigua, concebida en el siglo XIX como toda otra ideología—liberal o libertaria, social-demócrata o social-cristiana (o eso que ahora presentan como si fuera nuevo, un tal progresismo)—con la pretensión de saber cuál es la sociedad perfecta o preferible y quién tiene la culpa de que la sociedad actual no lo sea. Su presunción fundamental es errónea: a partir de unos pocos casos observables de empresarios nocivos para el grupo social, razonan que la empresa privada en general es perniciosa y por tanto debe ser establecido un “Sistema de organización social y económico basado en la propiedad y administración colectiva o estatal de los medios de producción y en la regulación por el Estado de las actividades económicas y sociales, y la distribución de los bienes”. (Diccionario de la Lengua Española; definición de socialismo). Si tal proceder fuese correcto, entonces habría que acabar con el Estado, pues son numerosos los casos de estados harto inconvenientes. Toda institución humana exhibe patologías, y la solución no es eliminarla, sino curarla. Pero eso no es lo mismo que condenar al chavismo a la Quinta Paila del Infierno por toda la eternidad. Es posible hacer ver a quienes se inscriben en esa variedad del socialismo, aunque con dificultad, que su enfoque de la política es equivocado, como lo es toda posición ideológica. El error de mi contendiente no es causa de mi acierto, y nuestra tarea principal es la de reunir a un país ideológicamente dividido.

Como asentara mi jefa, «Perdonar es indispensable para conseguir la paz».

LEA

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Creo que son referencias pertinentes a este tema La muerte de un coloso, entrada del 6 de marzo de 2013 sobre el deceso de Hugo Chávez, y los primeros dos segmentos del programa #35 de Dr. Político en RCR, tres días después:

  Del programa Dr. Político en RCR #35

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