En más de una ocasión, en este blog se ha elogiado la labor de Aveledo, realizada con constancia, inteligencia y discreción.
Ave Ledo, morituri te salutant
___________________________________
El título de esta entrada ha sido tomado de un trabajo que compuse para el Dr. Federico Riu: una crítica muy molesta del libro de Michel Foucault, Les mots et les choses. El extraordinario profesor de la Escuela de Filosofía de la Universidad Central de Venezuela condujo, en 1975, un seminario sobre Antihumanismo y antihistoricismo en la filosofía moderna, que centró en un examen crítico de aquella obra, la que postulaba que, como noción fundamental, “el hombre” ¡había muerto!*
………
Lenys Martínez escribió para Noticiero Digital una nota—Ramón Guillermo Aveledo: Del 22N en adelante la oposición tendrá que reinventarse—que ese medio publicara anteayer. Esto reportó la redactora:
En entrevista concedida al programa A Tiempo, Aveledo señala que la oposición tendrá que reinventarse desde el 22N en adelante y «aprovechar este momento que ha vuelto contactar a la población y que está participando en elecciones para darse cuenta de lo que está ocurriendo y empezar una política más y dar respuestas a las necesidades de la gente», dijo.
A su juicio, «la política es el arte de hacer posible aquello que es necesario, buscar la manera de entenderse y mirar más allá», es decir, que la política debe centrarse en el servicio y la búsqueda del bien común y ante esto señala que la esperanza alrededor de Nicolás Maduro «está muy desgastada» y que los venezolanos necesitan ver otras opciones, ver la cara de la esperanza en otros rostros.
El exsecretario ejecutivo de la MUD considera necesario que después de las elecciones del 21N, se debería comenzar una reestructuración de los partidos políticos «desde abajo hacia arriba», donde puedan ingresar nuevas personas, con nuevas oportunidades, que estén en contacto con la vida real de la gente y, sobre todo, que hagan vida en los sectores populares.
Tengo en general una alta opinión de Aveledo. En el mismo artículo del que procede el epígrafe de esta nota, asenté: “Hoy quiero decir que Aveledo es un político más redondo y competente que cualquiera de los que participaron en las elecciones primarias de la MUD del 12 de febrero de 2012, de las que salió la candidatura presidencial de Henrique Capriles Radonski”. Pero creí que sus declaraciones en A Tiempo fueron palabras vistosas desprovistas de sustancia, y perpetúan la definición de un buen número de actores políticos como “oposición”. En entrevista para el semanario La Razón (2015), se produjo el siguiente intercambio entre Edgardo Agüero y el suscrito:
¿A qué atribuye el hecho de que la oposición no logre capitalizar el descontento popular con la actual gestión de gobierno?
La MUD es esencialmente una confederación de partidos ideológicamente disímiles. Ramos Allup dijo que en ella no se compartía ideales ni principios, sino propósitos; esto es, salir del chavismo-madurismo. De allí que su protocolo de actuación sea acusar al gobierno, mostrándose incapaz de refutar el discurso oficial en cabeza de los electores, que ha sido siempre la tarea necesaria. Como se trata de actores convencionales, sólo sabe oponerse, cuando lo que se debiera lograr es superponerse, con un discurso de nivel superior del que carece. Su falla de origen es, justamente, entenderse como oposición, como algo que está definido en función de un tercer ente externo a ella. Si ese ente deja de existir ¿qué la justificaría? Además, es la consabida “organización de organizaciones”, el “movimiento de movimientos”; lo necesario es una organización o movimiento de ciudadanos.
Aveledo viene de una distinguida trayectoria en el Partido Socialcristiano COPEI. De esta organización apunté en Las élites culposas (2012), a propósito de definición suya durante el segundo gobierno de Rafael Caldera:
Fue justamente por esos días cuando COPEI, en típico arranque de pretendida profundidad política, se sintió impelido a explicar al país, sin que éste se lo hubiera solicitado, cuáles eran “las líneas de su estrategia”. Fue Oswaldo Álvarez Paz el dirigente escogido por el Comité Nacional del partido para hacer la explicación. Las líneas de estrategia de COPEI eran: 1. oponerse al gobierno de Rafael Caldera; 2. deslindarse de Acción Democrática; 3. continuar en la búsqueda de alianzas con el Movimiento Al Socialismo (MAS), la Causa R y otros partidos similares. (…) se trataba de una estrategia alienada, fuera de sí, pues COPEI se definía en función de terceros actores, y no parecía tener nada sustancial que decir acerca de sí mismo.
………
Luego está eso de “una reestructuración de los partidos políticos «desde abajo hacia arriba», donde puedan ingresar nuevas personas, con nuevas oportunidades, que estén en contacto con la vida real de la gente y, sobre todo, que hagan vida en los sectores populares”. No hay sustancia en esa prescripción, más bien descripciones adjetivales. (¿Como aquella de la democracia «nueva» que predicaba Eduardo Fernández en su fallida campaña electoral de 1988?)
Finalmente, en su cabeza parece haberse enriquecido la noción que emplearon Bismarck y Churchill—»la política es el arte de lo posible»—, de la que fuera precursor Maquiavelo con otras palabras. Ahora sería que «la política es el arte de hacer posible aquello que es necesario, buscar la manera de entenderse y mirar más allá».
Es definición tan vaga como insuficiente. Para el suscrito la política es, concretamente, el arte, la profesión u oficio de resolver problemas de carácter público, aquellos que atañen a grandes contingentes humanos y no pueden ser resueltos en transacciones civiles o mercantiles. (El Diccionario de la Lengua Española ofrece en tres de las acepciones del término: «Arte, doctrina u opinión referente al gobierno de los Estados; Actividad de quienes rigen o aspiran a regir los asuntos públicos; Actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo»).
Y por supuesto que se trata de hacer algo posible. La Agronomía prescribe lo que es posible mediante la actividad agrícola, la Tauromaquia lo que es posible en la lidia de toros, la Medicina en materia de curación de enfermedades. Absolutamente todas las actividades humanas ocurren en el reino de lo posible; nadie está obligado a hacer lo que es imposible.
Hace dos o tres años, un antiguo amigo pretendió descalificar mi prédica de soluciones referendarias a nuestros problemas políticos más fundamentales con esta declaración: «Menos mal que me enseñaron en la Universidad de París que la política es el arte de los posible». A las proposiciones concretas no se refirió en absoluto, pero supongo que la manida frase le pareció una salida elegante que sugería, sin decirlo, que mis proposiciones no eran de realización posible. No se necesita estudiar en La Sorbona para aprenderse esa frase de ocasión para parecer culto.
………
El pasado 30 de agosto se citó acá en ¿Dos ligaditos?, texto en el que otra vez mencioné a Aveledo:
En el fondo, es la “falla de origen” de la Mesa de la Unidad Democrática concebirse como una estructura de oposición, alienada en función de la existencia del enemigo. En marzo de 2011 dijo Henry Ramos Allup: “La política suele hacer extraños compañeros de cama. Hoy compartimos propósitos, no ideales ni visiones”, y el propósito era salir de Chávez. Desde 1998, el protocolo de actuación opositora fue acusar a Chávez y ahora lo es acusar a Maduro, varias veces al día. Pero lo que había que hacer era no tanto acusarlos sino refutar su discurso, y proponer una lectura clínica desde un plano discursivo superior; en otras palabras, más que oponerse a Chávez y su heredero, superponérseles.
Finalmente, el epígrafe de Otro camino (4 de abril del año pasado) reprodujo esta postura de Aveledo, expresada en entrevista suya en Unión Radio tres días antes: «El camino de un gobierno de emergencia nacional o de un Consejo de Estado es un camino, pero puede haber otro, y nos corresponde buscarlo a los venezolanos». En esa entrada, prescindí de rechazar la noción de que un gobierno de emergencia nacional o un Consejo de Estado—opciones enteramente anticonstitucionales—fueran «un camino», para concentrarme en la alternativa. No quería contradecir a Aveledo.
Esta vez no he sabido ser tan gentil. LEA
………
* Algunos llaman antihumanista a la producción intelectual de Foucault. En los capítulos finales de Les mots et les choses, Foucault sostiene que la noción de “hombre” es una invención cultural, histórica, posible a partir de una red conceptual que la sostiene y la hace posible. Ésta es la episteme del humanismo que emerge en el Renacimiento. Previamente a ella, los hombres no se pensaban a sí mismos del mismo modo. Con la ruptura moderna de la episteme renacentista, esa noción de hombre se desdibuja y desaparece. Es en este sentido que Foucault puede decir, dramáticamente, que “el hombre ha muerto”. Es el mismo tipo de rebuscamiento intelectual que impele a Gabriel Vahanian, teólogo norteamericano contemporáneo, a afirmar, de modo muy distinto que Renán, God is dead, en el libro que lleva ese nombre. (Un tratamiento al problema de la calidad de la educación superior no vocacional en Venezuela, 15 de diciembre de 1990).
_____________________________________________________________
La verdad leí en sus comentarios solo crítica a RGA pero nada sustancial que me haga entender el fondo de la crítica o … De la propuesta 🤷
En el artículo no sólo hay crítica; también hay elogio y ambas cosas se entienden sin dificultad. Dije claramente: «…creí que sus declaraciones en A Tiempo fueron palabras vistosas desprovistas de sustancia, y perpetúan la definición de un buen número de actores políticos como ‘oposición'». En el artículo que Ud. comenta, y parece no haber entendido, es muy claro que pienso desde hace mucho tiempo que definirse como oposición es hacerlo en función de otra entidad en lugar de la propia sustancia. (Una «estrategia alienada», la llamé, fuera de sí). En cuanto a lo que llamé «descripciones adjetivales», esta cita pudiera hacerle entender:
«Era práctica ritual de muchos economistas venezolanos reunirse en diciembre de cada año durante el segundo período de Caldera—usualmente en el IESA—para echar predicciones sobre la inflación y la tasa de cambio del año siguiente. Los periodistas hacían su agosto, pues cada economista de alguno de estos ‘paneles de expertos` estaba muy dispuesto a conceder declaraciones. La declaración estándar era algo más o menos como lo siguiente: ‘Lo que propongo es un verdadero programa económico integral, armónico, coherente y creíble’. Ya el mero hecho de que tal afirmación se compusiera de un solo sustantivo y cinco adjetivos debía llamar a la sospecha. Pero, por otra parte, una sencilla prueba podía evidenciar que se trataba, en realidad, de una seudoproposición. La prueba consiste, sencillamente, en construir la proposición contraria, la que en este caso rezaría así: ‘Propongo un falso programa económico desintegrado, inarmónico, incoherente e increíble’. Resulta evidentísimo que nadie en su sano juicio se levantaría en ningún salón a proponer tal desaguisado. Ergo, la proposición original no propone, en realidad, absolutamente nada». (Consenso bobo – 20 de noviembre de 2003).