Ricardo Zuloaga no era de estirpe felina. Su corazón no era de león arrebatador, sino de noble caballo libre, como el del escudo de Venezuela. Se entendía muy bien con los corceles, con los aviones que volaban como sus ideas. Se entendía muy bien con la gente o, más bien, nosotros le entendíamos perfectamente. Su vida entera fue una larga y límpida lección de nobleza y libertad. (…) Dios lo bendijo con el carisma de la bondad y, como decía Pedro Grases, «La bondad nunca se equivoca».

Ricardo Corazón de Caballo (25 de febrero de 2011).

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Aumenta mi agradecimiento a CINESA; después de los documentales biográficos que dedicara a Juancho Otaola y Tomás Sanabria, he podido ver en YouTube el que realizara sobre el grandísimo venezolano que fuera Ricardo Zuloaga Pérez Matos*, con quien tuve el honor de mantener una cálida amistad fundada en su generosa apertura.

 

 

El extraordinario documento fílmico es uno más de la estupenda serie Constructores de un País. Éste es el equipo que lo hizo posible:

Guión y Dirección: Óscar Lucien
Asesoría Cinematográfica: Carlos Oteyza
Producción Ejecutiva: José Ignacio Oteyza, Daniela Nieves
Producción General: Oriana Petit
Dirección de Fotografía: Gustavo Poleo
Edición y Postproducción: Carlos Guerrero
Música Original: Luis Contreras, Eleventh Studios
Locución: Claudia Nieto
Mezcla de Sonido: Luis Lara, Bolívar Films

Gracias, muchísimas gracias. LEA

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En una nota al pie del primer libro—Alicia Eduardo – Una parte de la vida—de Cecilia Ignacia Sucre Anderson, mi esposa, se refiere esta anécdota sobre su abuelo: «El Dr. Ricardo Zuloaga cuenta que entró en pánico cuando supo que había sido nombrado, en la década de los cincuenta, junto con Juan Bernardo Arismendi en la comisión para la expropiación de los inmuebles de la futura avenida Urdaneta. Creyó que su juventud no le permitiría equilibrar al telúrico y apabullante empresario inmobiliario que era Arismendi, así que solicitó apoyo de alguien más experimentado. Se nombró entonces a Andrés Sucre Sucre, ya dueño de significativo prestigio. Andrés pudo fácilmente, para alivio de Zuloaga, lidiar al gigante y moderarlo. Zuloaga y otros de los jóvenes que trabajaban con él decían que, como aquella avenida estaba planificada desde la Andrés Bello hasta la Sucre, debería llamarse avenida Andrés Sucre en lugar de Urdaneta».

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