Mis memorias de esa pieza de Zequinha de Àbreu van hacia algún punto indeterminado de mi infancia. Compuesta en 1917, su pegajoso canto dice inconfundiblemente Brasil. Mi señora y yo la escuchamos en Río de Janeiro en 1981, cuando ella me acompañara en una visita a esa ciudad, a Brasilia y a Sao Paulo, para reuniones con instituciones científicas brasileñas mientras yo ejercía la Secretaría Ejecutiva del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas en Venezuela.
Por ese entonces, los diplomáticos ya retirados del vecino y gigantesco país servían como anfitriones de visitantes extranjeros, y un embajador—cuyo nombre he olvidado descortésmente—y su esposa nos sirvieron de guía en la ciudad del Corcovado. Un día nos fueron a buscar al hotel Rio Palace* para llevarnos a un bar de la playa de Ipanema en el que tocaba un conjunto de guitarras, mandolina y acordeón que cerró su intervención con el himno de Zequinha.
Acá está esa maravilla por la Orquesta Filarmónica de Berlín, bajo la conducción de Daniel Barenboim, el insólito nativo de Argentina que ostenta además las nacionalidades española, israelita y ¡palestina!
No ha sido ésa la única vez que los músicos de la gran orquesta berlinesa interpretan música popular; los violonchelistas de ella suenan acá con Yesterday, la inolvidable canción que John Lennon y Paul McCartney compusieron en 1965 para incluirla en el álbum Help.
Los vívidos recuerdos brasileños de mi esposa y yo parecen de yesterday, y emergen de nuevo cuando los electores de Brasil van a determinar today quién ejercerá la presidencia de su país. Que seja o que Deus quiser. LEA
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* El año anterior—1980—Frank Sinatra había dado un concierto en ese mismo hotel, en cuyo bar bebimos caipirinha por primera vez. A melhor bebida do mundo.
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