Ayer vinieron unos cuantos miembros de la familia a felicitarme por mi conversión en octogenario. Mi señora y reina preparó una gigantesca y deliciosa torta criolla de queso, una de sus especialidades. Fui agradecidamente feliz.
Otras felicitaciones mayormente familiares vinieron por WhatsApp y por correo electrónico, incluyendo algunas de gente de la que no sabía desde hace años.
Todos me restregaban en la cara las ocho décadas de mi vida.
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Llegué al mundo en la Policlínica Caracas de la parroquia Santa Rosalía, la misma donde me extrajeron las amígdalas cuatro años después. De esta incidencia guardo el recuerdo de unos chicles especiales, llevados a la clínica por mi tía Yolanda, que ayudaron a la pronta cicatrización. No muchas incidencias de salud he vivido desde entonces, principalmente por razones traumatológicas. (Cinco fracturas).
Apunto estas cosas porque soy menor que Joe Biden—¡por 52 días!—, pues él nació el 20 de noviembre de 1942 y ahora considera lanzarse a una segunda presidencia de los Estados Unidos. ¶
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Felicidades querido Suegro, Ochenta muy bien vividos y si hay fuerza y entusiasmo hasta para dirigir un país, entonces adelante.
Aquí también se podría intentar. Por qué no?