Algunas de las redes sociales

 

Las redes sociales son explicablemente el escenario de fenómenos de pretenciosa «sabiduría». Miles—¿millones?—de mensajes, imágenes y videos emergen en la pantalla de nuestro teléfono celular con lo que usualmente es intrascendente. Pululan en ellas, por ejemplo, recetas de cocina que se nos explica en plural mayestático: «Picamos los ajos… calentamos a 350 grados… aderezamos con cebollín…», etcétera.

Es tiempo de bulos—fake news, en inglés—y de «influencers». («El papa Francisco es jesuita, primero que nadaLuego, como papa moderno, se comporta como influencer, como un Schwarzenegger cualquiera que no puede pasar mucho tiempo sin declarar por las «redes sociales». ¿Cómo es la cosa?). Las admoniciones que produce desde sus «apps» son verdaderos clichés. Si Román Ibarra dijo de María Corina Machado que se referiría a ella «de ahora en adelante» como «Doña Cliché», el Sumo Pontífice puede ser apropiadamente tratado como Don Cliché. Por ejemplo, en «enseñanzas» recientes nos informa:

El Pueblo de Dios, para ser colmado del Espíritu, debe caminar unido, hacer sínodo. Así se renueva la armonía en la Iglesia: caminando juntos con el Espíritu al centro. ¡Hermanos y hermanas, construyamos armonía en la Iglesia!

Ven, Espíritu creador, armonía de la humanidad, renueva la faz de la tierra. Ven, Don de dones, armonía de la Iglesia, únenos a Ti. Ven, Espíritu del perdón, armonía del corazón, transfórmanos como Tú sabes, por intercesión de María.

¿Es que el Espíritu Santo necesita ser recordado de que puede transformarnos «como él sabe»?

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Pero las redes sociales y la informatización general de la sociedad contemporánea mundial también sirven para potenciar propósitos políticos. Repito la nota al pie de Luigi Ferrajoli, filósofo:

En Avant-Garde Politician – Leaders for a New Epoch (2014), Yehezkel Dror postula la necesidad perentoria de una «Constitución de la Humanidad»; en eso concurrimos, pero diferimos en el modo de aprobarla. Dror, acostumbrado a moverse en los corridors of power, la imagina redactada y pactada por gobiernos del mundo, mientras que quien escribe, como minúsculo ciudadano del planeta, exige que sea aprobada y promulgada en un referendo planetario, y una aplicación blockchain que aloje una consulta de esa escala es perfectamente posible. (Cadenas de libertad, 7 de septiembre de 2017).

Habrá que vencer resistencias. Pongo un ejemplo; el 20 de marzo de 2018 hice llegar a Marcel Granier un memorándum que decía entre otras cosas:

La asociación en formación se beneficiaría mucho de una web para fines de promoción y movilización, así como de votación o recolección de firmas, aunque éstas no vayan a ser reconocidas. Es posible, de todos modos, argumentar que deban serlo: 1. el Art. 4 de la Ley de Mensajes de Datos y Firmas Electrónicas (Chávez habilitado en 2001) establece: “Los Mensajes de Datos tendrán la misma eficacia probatoria que la ley otorga a los documentos escritos”; 2. Desde hace más de una década el TSJ admite y decide recursos de amparo constitucional que le son remitidos por correo electrónico; 3. El gobierno difícilmente podrá aducir que un proceso de este tipo montado en blockchain carece de validez, cuando él mismo ha creado su criptomoneda Petro en esa plataforma).

Hasta la fecha de hoy, como me ha ocurrido con otros, el destinatario no ha acusado recibo de tal correspondencia, y a estas alturas se llama Petro el actual Presidente de Colombia.

LEA

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