En la entrada inmediatamente anterior, del 9 de agosto, se lee: «La pestaña superior de este depósito daba cuenta de sus entradas sobre tema político hasta el 16 de febrero de este año: 2.322. A la fecha de hoy se ha añadido unas cuantas, y ésta es la última de todas. Estoy harto de no tener éxito con mis proposiciones».
La drástica decisión no duró ni un mes siquiera; hay gente que aprecia lo que escribo. Alguien me escribió el 30 de agosto: «Sigue adelante porque hay muchas personas que desean ver tu luz». Así que ofrezco mis excusas y retomo la tarea.
Este párrafo también pertenece a la entrada anterior:
Anteayer remití, a un apreciado amigo, una nota* en la que argumentaba a favor de una candidatura presidencial que prometiera una presidencia corta, de ocho meses tan sólo, al cabo de los cuales renunciaría luego de poner en práctica un esquema al estilo del descrito en Recurso de Amparo, sólo que esta vez yo no sería el candidato, sino un político profesional que admiro desde hace tiempo. Se trataría de una sorpresa que pudiera resultar ganadora.
Ese político no es otro que Ramón Guillermo Aveledo. Escribí en Ave Ledo morituri te salutant (31 de julio de 2014), cuando acababa de renunciar al cargo más importante de la Mesa de la Unidad Democrática (hoy Plataforma Unitaria).
La renuncia de Aveledo a su cargo de coordinación le ha debido reportar alivio. Como él mismo ha insinuado, no sólo le ha atacado el oficialismo; gente de la oposición le ha criticado, siendo lo más notable lo que María Corina Machado dijera a Germán Carrera Damas en la conversación que se les grabó el año pasado. (Ver María Corina me quiere gobernar). La «diputada desaforada»—así la llaman medios extranjeros—se quejó de que Aveledo no le permitiera dirigir las relaciones internacionales de la federación opositora. En su carta de renuncia, Aveledo asentó al comienzo:
En los últimos meses, una campaña artera y sañuda se ha desarrollado contra la Unidad y su instrumento, la Mesa de la Unidad Democrática, y se ha escogido a fin de golpearla, disparar contra la credibilidad de su vocero y servidor. Empezó en los laboratorios del poder arrogante, pero no se quedó allí, la insensatez lo acogió con lascivia. En la fuente o en la desembocadura, playas unitarias han sido mojadas por esas aguas contaminadas.
Ahora se ha liberado de la pesada carga que soportó con paciencia y acierto general y queda libre, como el «último en la fila» de los militantes de «la Unidad», para emerger oportunamente como su candidato presidencial. Esta candidatura pudiera darse en 2018, al término del actual período constitucional o incluso antes, si se produjere la falta absoluta del presidente Maduro por revocación de su mandato o por renuncia. En tal caso, sería esperable en él un desempeño mejor que los que ofrecieron Rosales y Capriles; a ambos, y al extraviado proponente del «progresismo» (Henri Falcón), les supera en inteligencia y preparación.
He dejado, pues, expresa constancia de mi longeva admiración por Aveledo desde hace unos cuantos años.
LEA
………
* Ésta fue la respuesta del destinatario de mi nota:
Mi apreciado doctor político, querido Luis Enrique: Recibí ayer tu documento sobre el punto que habíamos conversado. Por cierto, he mencionado a diversas personas con las que me he reunido tu planteamiento sobre no ser oposición, sino tener un programa que supere esa dicotomía. No he dejado de hacer referencia a tu ilustre persona, con nombre y apellido, LEA.
Por mi parte, prefiero esperar a que ocurran (o no) las primarias propuestas antes de considerar otro escenario.
Esto es, lavarse las manos a lo Poncio Pilatos.
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Mi mejor regalo de cumpleaños fue leer ¨El regreso¨.
Muchísimas gracias Don Luis!
Gracias a usted.